Soy Plural

The word "literature" has different meanings depending on who is using it. It could be applied broadly to mean any symbolic record, encompassing everything from images and sculptures to letters.

Monday, February 17, 2014

 

2014 Agenda Cultural Campus @ FIX University newsRus.com InglesAgil RecStay(A&F)

La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Algunas mujeres ocultaron el origen del embarazo debido a una violación. Uno de los
motivos que les llevaron a la ocultación de los hechos fue, probablemente, el impacto
emocional que el conocimiento de la verdad podía suponer para el entramado de relaciones
de la mujer víctima de los mismos.
Con lo del niño, pues yo lloraba mucho, porque ellas eran inocentes de que yo
estaba en embarazo, entonces ella me decía mami, cuénteme, a usted qué le pasa,
usted por qué se lo pasa así, por qué llora tanto, dígame qué le pasó porque usted
no es así. Entonces lo que les dije es que había tenido un desliz por ahí, y que estaba
en embarazo, y que para mí era duro afrontar esto, y que yo no quería tenerlo,
y que esto y lo otro. Marquetalia, Caldas, 2001, P.129.
La ocultación de los hechos violentos que dieron lugar a un embarazo puede prolongarse
toda la vida. Junto a razones relacionadas con la estigmatización y los prejuicios
sociales o familiares, uno de los motivos para tomar esta opción pudo ser evitar a la
criatura la marca que supondría saber que el origen de la propia vida se debía a una
violación.
Sentía el impacto en todo mi cuerpo porque, de hecho, y espero que esto sea muy
confidencial, tengo un hijo de esa violación, entonces nadie lo sabe. Bogotá, D.C.,
P.000.
La mayoría de casos recogidos en las entrevistas refieren agresiones sufridas por mujeres
menores de edad. Fueron pues mujeres adolescentes, incluso niñas, las que debieron
enfrentar el hecho del embarazo como resultado de una violación. El dilema sobre qué
decisión tomar con respecto al embarazo no deseado de una mujer joven debió involucrar
necesariamente a las personas cercanas que la tenían a su cargo. La intervención de los
familiares a la hora de enfrentar la situación dio lugar a opciones muy diferentes. En el
caso siguiente, la voluntad de la madre parece haber sido determinante para la continuidad
de la gestación de la mujer menor, asumiendo ella misma parte de la responsabilidad
y el cuidado de la criatura.
A ella le cayeron un día a la casa, pero no estaba, estaba en el hospitalito llevando
un nietecito. A una de las hijas la violaron dizque unos hombres, pero no supimos
quién… a ella como que la cogieron unos hombres y la violaron, tenía apenas
12 años y debido a eso ella quedó embarazada y tuvo un bebé. Y el bebé pues la
mamá lo tuvo. Caño Bonito, Antioquia, 2000, P.732.
Por contraste, en el testimonio que se cita a continuación, la decisión de las personas cercanas
llevó a la opción de abortar la criatura fruto de una violación. La mujer entrevistada
narra este hecho como una experiencia de enajenación del propio cuerpo y las decisiones
sobre el mismo.
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Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
La verdad es que quedé embarazada y los médicos con mi papá ya aquí no sé qué
es lo que hicieron, pero yo aquí en Cartagena me enteré que me habían hecho
abortar, porque no puedo recordar. Blas de Lezo, Antioquia, 1995, P.211.
Para una mujer menor de edad enfrentar la maternidad fruto de una violación tuvo que implicar,
además de superar el trauma de la agresión y enfrentar la decisión de interrumpir
o llevar a término la gestación, el abandono de la adolescencia para asumir una responsabilidad
no buscada. Un cambio de vida para el que no estaba preparada. Sin embargo, la
mujer entrevistada explica cómo, gracias al apoyo de otra mujer, pudo finalmente elaborar
y significar positivamente la relación con la criatura.
Me agarraron, me violaron…”Jorge” me entregó a los hombres de él como un
trofeo… mmm… me violaron, de esa violación quedé embarazada… dejé de ser
esa niña estudiosa como para pasar a una responsabilidad que nunca esperé. De
ahí supo mi mamá que yo estaba embarazada, me vine a trabajar acá en Bucaramanga
donde la profesora, que yo digo que esa fue la persona que me llenó de…
como que de apoyo, de…valor… y ahorita mi hija es una bendición, es un tesoro.
Vereda Peralonso, Meta, 1998, P.774.
Las mujeres menores de edad que sufrieron una violación debieron enfrentar también los
prejuicios de género que las marcaron con la deshonra y les impidieron ser adecuadamente
atendidas. Para la mujer que dio testimonio, las consecuencias de aquel hecho no sólo
fueron el señalamiento social. También el desconocimiento y la falta de control sobre las
intervenciones en el propio cuerpo pudieron acarrear daños relacionados con la salud reproductiva
y la fertilidad, dejando como secuela la imposibilidad de acceder a la maternidad.
La mujer tiene que ser virgen hasta que se case... Entonces, yo era como la mancha
de la familia, o sea, a mí me pasó eso… y lo otro, que yo nunca me di cuenta
de qué fue realmente lo que me pasó, nunca se supo qué fue lo que me dieron, con
lo que… y lo otro, fue que yo quedé con un problema, no se sabe bien porque la
verdad no me he hecho estudios profundos, pero por ejemplo ahorita, con mi compañero,
estábamos intentando tener hijos y no, al parecer no… Pereira, Risaralda,
2003, P.692.
El comportamiento de los actores armados, en particular los paramilitares, con respecto a
las mujeres jóvenes fue la mayoría de las veces el de disponer sin límites de sus cuerpos.
Las familias, conocedoras de las agresiones sufridas por otras mujeres jóvenes, recurrieron
a veces al desplazamiento de las hijas como forma de protegerlas del peligro de ser
objeto de la conducta abusiva de aquellos.
Tengo una prima, que a ella pues la… la violaron, ella tiene una niña. Entonces
a nosotros nos mandaron para acá, no porque nos amenazaran sino por la edad,
porque les daba miedo que nosotras le gustáramos a un tipo de esos. Pereira,
Risaralda, 2003, P.692.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Los perpetradores actuaron mayoritariamente por medio de la violencia directa, pero también
hicieron uso de la amenaza, e incluso la seducción, para conseguir la sumisión y el
control de mujeres jóvenes que acabaron teniendo hijos de esa relación de dominación y
abuso sexual.
Tuvo una niña del compañero del paramilitar Morado, pero eso fue porque la
cogió a la fuerza si no, no, porque ella no. Pero él la amenazó y por el miedo no
puede decir nada esa niña porque ya lo mataron. Medellín, Antioquia. 1993. P.48.
En una situación de convivencia forzada con un victimario, la mujer que dio testimonio
supo que estaba embarazada cuando fue atendida por peligro de aborto en el cuarto mes
del mismo. Al narrar esta experiencia de desposesión del propio cuerpo y la propia vida,
ella transmite la confusión que experimentó al conocer que esperaba un hijo del perpetrador
con quien convivía y preguntarse cómo podría ejercer la maternidad de un bebé
engendrado en una situación de confinamiento forzado y esclavitud sexual.
“Usted está entre tres y cuatro meses de embarazo, pero a mí me toca hacerle unos
exámenes” y yo “yo no estoy embarazada”, me hizo los exámenes y me remitieron
para el hospital. Allá me atendió un viejito y me aplicó una inyección para que no
se me viniera el bebé… yo no paraba de llorar y pensaba yo qué iba hacer con un
bebé y con un hijo de… Apía, Risaralda, 2002, P.687.
La maternidad forzada se dio también en relaciones de pareja. Algunas mujeres sufrieron
la experiencia continuada de agresiones y violaciones, a veces durante años, dentro del
espacio de convivencia. En estos casos se dieron numerosos embarazos no deseados.
Yo he sufrido muchos casos de violencias, desde antes del desplazamiento como
después de él. Mi ex compañero me mantenía prisionera en la casa que nunca
podía abrir y me hacía pasar mucha vergüenza en público, porque en el pueblo
todos sabían de las paleras que me daba... Yo viví con él 12 años, pero bien los
primeros 2 años, después fueron 10 años de tortura. Los dos últimos embarazos
no fueron deseados porque las relaciones no eran a gusto Corregimiento San José
del Peñón, Bolívar, 2002, P.213.
A los testimonios que las mujeres entrevistadas dieron en primera persona, se suman
aquellos que se refieren a violaciones sufridas por otras mujeres cercanas a ellas. Se trata
de mujeres adultas que refieren casos de agresiones a mujeres menores. Algunas de ellas
son madres de las víctimas de violación o abusos por parte de actores armados. En estos
casos se redobla el impacto de las vulneraciones de derechos humanos, pues la experiencia
de agresión sexual y de maternidad forzada de las mujeres jóvenes se ve acompañada,
por la experiencia de sufrimiento de las madres que debieron enfrentar el hecho de que
sus hijas fueran víctimas de violación por los perpetradores.
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Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
Una de las estrategias de los paramilitares fue la seducción de mujeres jóvenes como
forma de mostrar su dominio o como castigo para la familia. Este es el caso que narra el
siguiente testimonio de una madre que no pudo evitar la seducción y el embarazo de su
hija por parte de un victimario. La mujer entrevistada habla de su sufrimiento al presenciar
este proceso con impotencia.
Todo lo tenemos para perder nosotras, ellos no tiene nada que perder. No la molesté
mucho porque más la hace tragar [enamorarse] de él. En fin oiga, van y
cogen a este tipo pues por eso me imagino yo que él no me mató. En fin y empieza
esta peladita a caminarle a la cárcel y a madrugar y a caminarle a la cárcel y yo
lloraba lágrimas de sangre y yo decía Dios santo, cuando un día me va diciendo
mami estoy embarazada, ella me da esa noticia. Barrio Manrique, Medellín, Antioquia,
1995, P.47.
No obstante, a la vez que vivía como insuperable la realidad de que la criatura fuera hija
de un padre al que ni siquiera podía nombrar debido al dolor y la rabia, la misma mujer
hizo consciente el dilema moral de sentir rechazo por “el niño que no tiene la culpa”.
Finalmente, y tal vez debido a la inmadurez del cuerpo de la mujer joven, hubo que practicar
un aborto que significó una liberación para la mujer entrevistada.
Mi nietecito que hubiera tenido de papá a ese tipo, el Orejas. Fueron tanto las
súplicas y como mi hija no se había desarrollado bien, el feto nació fuera de la
placenta. Mire que fue un milagro porque yo decía que no iba a ser capaz, y yo no
soy de las personas que sé disimular si yo tengo rabia, en ese momento usted se
da cuenta que estoy enojada. Y decía, yo soy capaz de mirar mi niño que no tiene
ninguna culpa, porque soy muy consciente de eso y no ser capaz de decir quién es
el papá o de pronto la reacción maluca con el niño que no tiene la culpa. Barrio
Manrique, Medellín, Antioquia, 1995, P.47.
Otras mujeres tuvieron que afrontar la violación de sus hijas menores por parte de actores
armados o de desconocidos, con riesgo de muerte en algunas ocasiones, y debieron asumir
el hecho de tener una nieta o un nieto fruto de aquella violación. Las madres y abuelas
de mujeres violadas debieron hacer, al igual que las mujeres afectadas, un ejercicio de
separación entre la realidad traumática vivida y la existencia de una criatura sin culpa a la
que hubo que aprender a querer.
Mi hija tenía 16 en ese entonces… y pues… cuando ella me dice que al otro día,
ella se siente sin ropa, y en una finca, y habían un poco de uniformes colgados,
ellas dicen que ellas no saben cómo se escaparon de ahí, no saben cómo se escaparon
con la otra muchacha, a la otra peladita sí la mataron. Ella desde ahí me
dijo mamá, a mí me da miedo, yo ya tengo mi hija, y yo quiero mucho mi niña,
porque pues, a pesar de todo lo que nos ha pasado, es mi niña, y tiene ya… va a
cumplir años ahora. Gabarra, Norte de Santander, 2001, P.896.
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El proceso de afrontamiento de la experiencia de agresión sexual a una hija y el recuerdo
permanente de la misma que supuso tener un nieto del perpetrador requirió sin duda una
gran capacidad de sobreponerse, como madre, para poder dar además apoyo a la propia
hija en el camino de la recuperación.
Fue uno de esos actores armados. Ahí yo tengo el recuerdo, el nieto, ahí lo tengo.
Pues yo, a mi hija, le tuve que dar bastante terapia, como madre. Juradó, Chocó,
1998, P.884.
En este mismo testimonio se expone una reflexión sobre la paradoja que viven las mujeres
colombianas de haber sido reconocidas como ciudadanas, es decir como sujetas de derechos,
y no haber sido reconocidas como mujeres, es decir como diferentes.
Y la manera, de una cosa que debe de quedar bien clara, nosotras las mujeres hoy
en día, la manera de violentarnos, desde que nosotras somos ciudadanas como
mujeres, es que siempre a nosotras no nos han reconocido como mujeres, ni el
papel de la mujer que nosotras somos. Siempre nos han mirado no más, como las
que tenemos que ser, la vagina no más. Y fuera de eso, la manera del machismo
que ellos tienen contra nosotras, y también la manera también de humillarnos, de
cómo jodernos la vida es dejarnos el recuerdo del hijo del paraco. Es dejarnos el
recuerdo que la hija quedó embarazada, que la otra fue de este y así sucesivamente.
Juradó, Chocó, 1998, P.884.
La igualación formal en derechos, como señala la mujer entrevistada, no es equivalente a
su ejercicio, ni al respeto a la libertad de las mujeres de disponer de su cuerpo en un contexto
de violencia. La violación y el embarazo forzoso son la manifestación del ejercicio
violento de control del cuerpo femenino y una forma de expropiación de la maternidad
por parte de los victimarios. El recuerdo permanente de la humillación femenina que
supone un embarazo por violación es el arma que utilizan para negar el valor humano y
la libertad de las mujeres, acentuando la fractura que el conflicto armado ha abierto entre
las mujeres víctimas y los hombres perpetradores de violencia. Por otra parte, estos hijos
deberían ser reconocidos también como víctimas de la violencia.
Tenía mi embarazo
Numerosas voces de mujeres entrevistadas aluden a su estado de gestación en el momento
en que vivieron experiencias traumáticas de vulneración de derechos humanos
que afectaron su maternidad. En muchos de los casos se trata del asesinato del marido
o compañero a manos de actores armados.
Volví y quedé embarazada del niño que tengo ahora del difunto marido. Había
quedado embarazada del niño, cuando lo asesinaron a él. Los responsables fueron
alias Sino, Colacho, Marino y Pipeta; pertenecían al grupo los Centauros de las
AUC. Alto Baudó, Chocó, 2001 y Bogotá ,D.C., 2006, P.483.
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Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
La muerte del marido o compañero durante el embarazo desencadena un proceso complejo
y contradictorio en el que se experimenta a la vez el quebranto, la desdicha, y el hecho
rotundo de crecimiento de una nueva criatura cuya existencia, sin embargo, no tiene ya el
mismo sentido después de la pérdida del esposo. Las voces de mujeres hablan de desesperación,
de falta de deseos, del cambio en la propia vida, de la dificultad de superar la situación.
Pues cuando recién me di cuenta de la muerte de él, que en medio de la desesperación
de pronto corrí y me tocaba que pasar un puente en la cual me caí y estaba
ya con los 8 meses de embarazo. Me fracturé un pie, me lastimé la cadera, me ha
quedado también un dolor en la cintura a causa de ese día, de mi desesperación.
Había quedado afectada, tenía mi embarazo y todo, para mí fue muy duro. Buenos
Aires, Cauca, 2001, P.377.
Afrontar esa maternidad que quedará asociada a una muerte no sólo implica afrontar impactos
emocionales graves y persistentes. También otras dificultades derivadas del cambio
radical de vida que supuso la nueva situación de viudedad y orfandad, por ejemplo el
empobrecimiento o el cambio de roles familiares, fueron obstáculos que cambiaron a peor
las vidas de las mujeres afectadas.
Llevarlo a ese grado de maltratarlo, de dejarlo en él, y yo creo que se lo hicieron
vivo, o sea… cada vez que cuento esto… (llanto) Cada vez, que uno cuenta esta
historia, se hace muy difícil, porque, yo digo esa gente no pensó que había un bebé
de él, que estaba yo, o que diga esta vieja pues que se consiga otro marido, y listo,
ya. Santa Maria de Dagua, Valle del Cauca, 2002, P.864.
En otros casos, la gestación se vivía como un proyecto de futuro, una ilusión compartida
y cargada de sueños, que los hechos de violencia vinieron a truncar con la muerte de la
pareja. El modo de contar las expectativas que el embarazo abría para la pareja es una
forma de expresar la pérdida de una vida que no se pudo vivir.
Iba a cumplir dos meses de embarazo. Teníamos proyectos, ya en esos días nos
desocupaban una casa, y él me decía, ya vamos a la lucha, ya vamos a ganar más.
Y ya no tengo que irme para la montaña, voy a estar ahí. O sea, y pensar yo en los
sueños que él tenía. Santa Maria de Dagua, Valle del Cauca, 2002, P.864.
La pérdida del esposo estando en embarazo supuso para muchas mujeres una experiencia
de dolor que afectó profundamente sus vidas, no sólo desde el punto de vista emocional de
la pérdida, también por el cambio de perspectiva para afrontar la nueva maternidad. Sin la
figura de un padre y un marido se produjeron sin duda cambios en la situación económica y
en la organización del núcleo familiar que conllevaron una sobrecarga afectiva y social, de
múltiples responsabilidades para las mujeres que quedaron como cabezas de familia.
Otras situaciones, como el desplazamiento forzoso, tuvieron también secuelas importantes
en las vidas de las mujeres y en su experiencia de la maternidad en esas circunstancias.
300
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El desplazamiento conlleva habitualmente desarraigo y empeoramiento de la calidad de
vida. La pérdida de todo lo que se deja atrás –hogar, medios de vida, relaciones, consideración
social- supone las más de las veces caer en una situación de precariedad y empobrecimiento.
Incluso recibiendo en algún caso el apoyo de personas conocidas, tener que
afrontar la reubicación, el cuidado y la manutención de los hijos y además el nacimiento
de una nueva criatura, es una experiencia muy estresante para las madres.
Cuando me vine tenía como unos cinco meses de embarazo de la niña y yo hablé
con la señora de aquí y me dijo lastimosamente no tengo casa, no tengo a dónde
meterla pero ahí donde está esa casa grande a la parte de allá hay una piecita
chiquitica y yo le voy a ayudar para que el dueño de ese lote, se lo dé, para que
usted viva allí mientras se va organizando. Y ya yo me metí ahí como un añito en
esa casa Cuanambí, Nariño, 2002, P.512.
En la situación de desplazamiento forzoso, las dificultades para hallar una ubicación o la
falta de una vivienda digna tuvieron en muchos casos consecuencias para la salud de las
mujeres y con mayor probabilidad si se hallaban en estado de embarazo.
Para mí eso fue ¡terrible! Porque yo estaba embarazada, en el cual yo tuve qué
venir acá a Bucaramanga, me tocó dormir en el piso, eso me afectó la columna y
desde ese entonces estoy enferma de la columna porque ahorita tengo que estar
en unos tratamientos. El Tambo, Cauca, 2002, P.761.
El impacto traumático provocado por los hechos violentos pudo repercutir no sólo en la
salud de la madre gestante. También el golpe emocional recibido durante el embarazo o
la lactancia se podría relacionar con los problemas de salud posteriores de la criatura que
crecía en su seno, dada la frecuencia de distintas afectaciones durante el embarazo en
condiciones de alto estrés permanente y traumas.35
El daño es para el núcleo familiar, por ejemplo nosotros nos hicieron mucho daño
porque a mi hijo lo mataron, y después a la niña ya hace 3 años le reconocieron
una epilepsia y desde ese tiempo ella esta convulsionando y pues ahora este año
ya nos quedó paralizada. Eso ha sido un golpe muy duro para nosotros, dicen
que puede haber influido, tenía menos de un mes de dieta cuando lo mataron a él.
Plateado de Argelia, Cauca, 2007, P.388.
Otras experiencias de amenaza, de inseguridad, de miedo y de tensión crearon situaciones
de riesgo que afectaron negativamente a las mujeres y pudieron poner en peligro su embarazo
o afectar al bebé y a las mujeres durante el embarazo o la lactancia por el miedo
al posible impacto en su hijo.
35 Kimberly Theidon, Entre prójimos. Instituto de Estudios Peruanos, Lima, (2004) También mujeres indígenas
peruanas establecen esta relación. Existe asimismo un estudio sobre madres gestantes en Chile, citado
por K. Theidon,del que se extraen conclusiones similares.
301
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
Yo estaba de dieta tenía 11 días de dieta con la muchacha que vino ahora y pues
digamos que la idea era que estuviera lo más alejada de esa situación que porque de
pronto me hacía daño para el estado en que yo estaba. Urabá, Antioquia, 1990, P.41.
Las experiencias extremas de violencia o de tensión y miedo fueron factores de riesgo para
abortos espontáneos, como relatan las mujeres en las entrevistas que se citan a continuación.
El 9 de diciembre, esa gente nos tiró al piso, con el susto y todo no sé si sería, u
otro que pasó por encima de nosotros y nos pisaría o que una cosa de esas. Yo era
como sonámbula, caminaba como alta del suelo y lo que hablaba era como yo no
sé. El 10 de diciembre… sentí, me entré para baño porque estaba en la puerta y ya
me bajaba la sangre aquí, ¡ay, Dios mío bendito! pero yo no vi nada yo no vi tanta
sangre. Tierralta, Córdoba, 1993, P.82.
Ese fue un susto tremendo, porque yo no estaba acostumbrada a esas cosas,
nunca me había pasado a mí y el siguiente día aborté, tenía 5 meses de embarazo
y aborté, perdí a mi hijo. Corregimiento San José del Peñón, Bolívar, 2002,
P.213.
La experiencia de la maternidad en el contexto de inseguridad del conflicto armado se vio
gravemente afectada. Las vulneraciones de derechos humanos tuvieron importantes consecuencias
en la maternidad de las mujeres afectadas cuando se produjeron en el momento
de la gestación. Los relatos de las mujeres que dieron testimonio recogen afectaciones
de muy diversa índole. Los embarazos forzosos, los abortos, los riesgos para la salud y
los impactos emocionales y socioeconómicos en las vidas de las mujeres gestantes fueron
algunas de esas consecuencias.
Nosotros no teníamos con qué darle nada
Entre las afectaciones de la maternidad debidas a las repetidas vulneraciones de
derechos humanos encontramos algunos casos de la desposesión de los propios
hijos, como consecuencia de las dificultades derivadas del desplazamiento y de la
actuación de profesionales de las instituciones sanitarias y de bienestar familiar. La
mujer que narra los hechos es madre de la joven gestante que, junto con su familia,
tuvo que desplazarse y vivió en la zozobra y la incertidumbre debido al miedo de
ser descubiertos.
La necesidad de realizar un trabajo remunerado dificultó las posibilidades de hacerse
cargo de la criatura y dio pie a un proceso progresivo de desposesión de la madre,
a pesar de las alternativas de apoyo familiar planteadas por ella para poderse llevar
al niño. La criatura pasó del hospital a bienestar familiar y fue finalmente dada en
adopción sin el consentimiento de la madre y la familia.
302
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El encadenado de hechos muestra cómo las vulneraciones de derechos humanos,
como el desplazamiento forzoso, crean situaciones de fragilidad social que facilitan
otros abusos multiplicando los impactos en las personas afectadas. Las dificultades
para tener casa, ingresos y asegurar el cuidado de los hijos derivaron en este caso en
una adopción internacional no consentida con el argumento de que la madre no podía
ofrecerle a la criatura lo que una familia de otro país sí le aseguraba. Una situación
que probablemente se agudizó como consecuencia de la adicción al alcohol después
de la pérdida del hijo.
Ella tiene 25 años o sea ella está como traumatizada, dice: “no, yo no quiero más
hijos no quiero enredarme con nadie, quiero que me devuelvan mi hijo”. Quiero
hacer las vueltas que hablamos con la abogada a ver si no lo traemos para acá
pero estoy esperando a ver, o sea el papel que mandé por fax, ella lo tiene, dijo que
iba a mandarlo allá, a ver qué manda a decir esa doctora porque yo hablaba por
teléfono con ella pero después que me dijo lo del niño en adopción, uno la llama
a ese teléfono y allá no contestan. Ya no se sabe Barrio Miraflores, San José del
Guaviare, 2007, P.35.
Fue mucha lucha: el peso de la responsabilidad en las mujeres
Otra dimensión de la afectación de la maternidad en un contexto de violaciones de derechos
humanos es la que corresponde al ejercicio de la misma en su dimensión de responsabilidad
por las criaturas que se han traído al mundo. El patriarcado ha naturalizado esa
responsabilidad al asociarla a la capacidad femenina de gestar y parir criaturas humanas,
dando lugar a una división del trabajo entre mujeres y hombres que configura su sistema
de géneros. Así la responsabilidad por los hijos e hijas ha sido atribuida a las mujeres,
aunque la maternidad entendida como acompañamiento al proceso de realización de la
promesa del nacimiento, podría ser asumida por mujeres y hombres, pues se trata de una
tarea de cuidado y de civilización.
En el contexto del conflicto armado colombiano, la responsabilidad por las criaturas pequeñas
que comporta el ejercicio de la maternidad se tradujo en sufrimiento para muchas
mujeres que tuvieron que enfrentar situaciones de precariedad, de pobreza, de amenaza y
de agresión debidas a hechos violentos.
La pérdida del esposo implicó quedar como única responsable de los ingresos y el sustento
familiar, además de asegurar la organización y la estabilidad afectiva de este núcleo de
convivencia. La responsabilidad, la soledad y la falta de apoyo de los familiares abruma
a las mujeres para sacar adelante a la familia solas.
Para mí como mujer fue mucha lucha porque las niñas estaban pequeñas, me
quedó la mayor que tenía como nueve años, la segunda niña, tres y la chiquitica
de brazos. Para mí fue algo tremendo porque imagínese encontrarme sola porque
303
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
sin embargo, poco o mucho, yo recibía apoyo de él, y…muchas consecuencias
tuvieron porque como quedé tan sola… mi familia se fue tras de mí. O sea, no
tuve familia en esa época, no tuve apoyo ninguno. Yo tuve tres años que me tocó
inclusive con psicólogo, para recuperarme (sollozos). Cabecera del Llano, Piedecuesta,
Santander, 1987, P.699.
El sentido de la responsabilidad es determinante para optar por un trabajo u otro con el
fin de tener una fuente de ingresos. En este caso la madre, única responsable de los hijos,
opta por un trabajo que no la obligue a desplazarse para seguir tutelando la cotidianidad
de los hijos más pequeños, aunque esto suponga, probablemente, obtener peores ingresos.
Y como eso es kileado, a doscientos pesos el kilo, yo lo hago porque si yo me voy
a trabajar, porque a uno le salen en casa de familia pero por allá para el norte, y
yo si me voy por allá, ¿quién me va a cuidar los niños?, ¿quién me los va a despachar
para el colegio?, ¿qué tal por ahí ellos prendan algo en la estufa? Entonces
yo trabajo ahí, porque ahí los dejo desayunados, vienen y les doy el poquito de
almuerzo, y voy y los llevo al colegio. El grande estudia por las mañanas, él no
puede hacer nada, pero ya por la tarde él va y me los recoge. El Castillo, Meta,
1994, P.150.
Pero no todas las madres pudieron hacerse cargo de los hijos. Algunas mujeres, en situaciones
extremas, tomaron la decisión de dejarles al cuidado de otras personas, involucrando
a otras partes de la familia en una red de soporte.
El otro niño pues él ya estaba grande, él no vivía conmigo, yo lo dejé cuando él
tenía dos añitos de nacido a mi mamá. Me vine para acá con los otros cuatro y la
bebé, yo venía recién embarazada. Cuanambí, Nariño, 2002, P.512.
Haber sido víctima de graves violaciones de derechos humanos tuvo a veces como consecuencia
el desarraigo y el empobrecimiento, además de otras afectaciones psicosociales.
La falta de ingresos estables y de una vivienda en condiciones son, en el caso que viene a
continuación, las razones por las que no se puede asumir el cuidado del propio hijo, aun
en contra de los propios deseos y convicciones.
Mi niño tiene cuatro añitos, y me encantaría que no estuviera por ahí rodando.
Nosotros en estos momentos estamos viviendo de arrimados…él trabaja y cuando
tiene trabajo es muy responsable y yo también he trabajado, pero un niño solo por
ahí no queda bien. Apía, Risaralda, 2002, P.687.
Hubo situaciones, sin embargo, en que la responsabilidad por los hijos hubo de traducirse
en tratar de protegerlos o defenderlos de las agresiones y amenazas. Enfrentar el peligro
y la amenaza de los actores armados requirió mucha valentía por parte de las mujeres.
Entonces como yo no quería salir el tipo abrió la ventana. Yo les contesté que no
puedo salir así con el niño, salí después que lo abrigué bien. Eran las dos de la
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
madrugada cuando nos llegaron a despertar. Tenía un mes de parida, cuando nos
sacaron para fuera. Varias veces hicieron esa gracia, entonces que mencionáramos
los sapos [delatores] a mencionar los sapos, decían: que aquí sabemos que
hay tres sapos. San Jacinto, Bolívar, 1989, P.218.
La protección de los hijos se priorizó algunas veces aún en situaciones de elevado
riesgo, es decir, oponiéndose abiertamente a la voluntad de los actores armados. En
la narración siguiente, único caso en el que aparece una mujer armada, una guerrillera
pretendió quedarse con los hijos de la mujer a quien la guerrilla acababa de asesinar al
marido.
Después cuando ya lo ataron luego acá abajo estaba una flaca, una mona que
me dijeron que era guerrillera. Entonces me dijo esa señora: mire madrecita
usted es la que quedó viuda, entonces le dije si y me dio rabia y los insulté. Venía
llorando, con la niña de ocho meses que había quedado y la otra que estaba esperando
de tres meses [de embarazo] de él. Y entonces dijo “hay que pena usted
se quedó sin su esposo”, entonces dijo: “regáleme sus niños los que le quedan”.
Le dije no, no los regalo, así sea pidiendo caridad pero los niños me los llevo.
Vereda Santa Clara, Putumayo, 2002, P.524.
Otras madres trataron de salvar a sus criaturas escondiéndolas aunque esto supusiera dejarlas
en cierta medida a su suerte. No siempre fue posible protegerlas y salvarlas en las
situaciones de peligro que debieron enfrentar. La incertidumbre, el sufrimiento y el sentido
de culpa que esas decisiones debieron conllevar para las mujeres es difícil de evaluar, pero
sin duda les supuso un impacto traumático que no fue fácil de superar.
Bajar los niños desde la casa hasta la cañadita, y ahí la sentó contra una piedra,
ahí en la piedra la sentó, sabía que ellos llegaban tarde porque me dijeron que
les tuviera la comida, yo apenas me decía coja verraquera, ayúdenme. Líbano,
Tolima, 2006, P.154.
Por fuera de la casa, había muchos. La niña dormida, no sé, se durmió. Nosotros
la dejamos solita en la casa, porque la niña se durmió, y, pues yo tenía, una barrigota
enorme, tenía ya 6 meses de embarazo del niño. Dagua, Valle del Cauca,
2002, P.857.
En algunos casos la muerte fue imposible de evitar como consecuencia de una acción de
abuso contra sus propios progenitores. Estas muertes quedaron en algunos casos impunes,
por la dificultad de probar las causas o de acceder a la justicia para denunciarlas.
Ahí se me murió un niño allá porque sufría de asfixia [asma] y en el hecho que
ellos hicieron la retención no me dejaron salir y el niño se me asfixió allá. Como
yo no tuve conocimiento, no denuncié, porque no tengo papeles de eso y tampoco…
Quibdó, Chocó, 2000, P. 479.
305
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
El dolor de una madre
Dos de las mujeres entrevistadas señalan que el dolor de una madre por la muerte de un
hijo o una hija es único y diferente por su dureza y su permanencia.
Pero el dolor de una madre, es un dolor muy duro le digo, el dolor de un hijo es
un dolor muy duro. Río Buey, Quibdó, Chocó, 2005, P.476.
La experiencia de dolor único de una madre por su hijo o hija, a la que estas mujeres
aluden, tiene que ver con la naturaleza del vínculo que existe entre ellos. El hecho de
la gestación es una experiencia singular de colaboración con la naturaleza y también
de ser dos. Pero además, al ejercer la maternidad como crianza se asume la responsabilidad
de ayudar a crecer a una criatura para que llegue a la edad adulta y sea una
persona capaz de vivir por sí misma, y de cuidar a otras y otros. Que ese proceso se
trunque con una muerte violenta es una pérdida que poco se puede comparar con otras,
porque además del estrecho vínculo, tiene que ver con la expectativa de tiempo futuro
que abren los hijos, con el sueño de lo que podría haber sido esa vida tan cercana que
no se pudo vivir.
Como mamá me dio muy duro eso, porque yo casi no comía, yo vivía llorando.
También había enterrado a mi mamá, en ese mismo año y yo vivía apenas era
llorando (…) mamacita, mis hijos eran diez, mis hijos eran diez, y ahora me quedaron
ocho, más los dos nietos. El Ceral, Samaniego, Nariño, 2008, P.434.
La muerte de hijas e hijos supone la alteración del orden de las generaciones que habitualmente
respeta una lógica cronológica por la cual mueren antes las generaciones más
viejas. Si la muerte violenta es siempre antes de tiempo, y provocada por otros seres humanos,
en estos casos la violencia armada rompe esta lógica en dos sentidos: son hombres
jóvenes quienes en su mayoría mueren y además sus muertes violentas habrían podido ser
evitadas. En el dolor de las madres está pues el sinsentido de desperdiciar vidas que tenían
aún su ciclo completo por cumplir.
No tener más hijos
Una de las consecuencias sobre la maternidad derivada de las experiencias de vulneración
de derechos humanos es la decisión de no tener más hijos. Este es, tal vez, uno
de los efectos más significativos del rechazo, de la desesperanza o del cansancio que
genera el conflicto armado en las mujeres. La falta de deseo de tener hijos, o la decisión
de no tenerlos, puede ser una forma de enfrentar la incertidumbre con respecto
al futuro e incluso un modo de evitar sufrimientos. Los dos testimonios citados a
continuación manifiestan explícitamente que en un país en guerra y después de haber
vivido hechos traumáticos, la perspectiva de tener y criar criaturas se cierra, aunque
en uno de los casos la realidad se impuso de otro modo.
306
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Tengo cuatro hijos. Después del desplazamiento la idea era no tener más hijos, porque
precisamente sabíamos que este país está viviendo una guerra desde hace 40 años,
por eso no queríamos tener más hijos. El último fue un colado, tiene 5 años, es una
bendición, mi compañía en estos momentos. Fusagasugá, Cundinamarca, 2004, P.140.
Todo ciento por ciento, porque yo desde ahí, yo no tengo vida marital, desde ahí
decidí no tener más hijos, porque en un país donde hay tanta guerra y tantas cosas,
yo no quiero saber más de tener hijos chiquiticos, y estar pasando toda esa problemática
como ser humano. No tengo, después de todo esto que ha pasado y de todo
esa inclemencia que he vivido. Bajo Atrato, Chocó, 1998, P.139.
Conclusiones
La violencia y las violaciones de derechos humanos inciden sobre la maternidad como
una expropiación a las mujeres de esta experiencia que pasa únicamente por su cuerpo.
Expropiación porque impidieron de forma directa y brutal que ellas actuaran con libertad
respecto de su capacidad de ser madres.
Esa expropiación se narra en los testimonios desde perspectivas y situaciones muy dispares.
Las voces de mujeres hablan de embarazos forzados, de abortos y de esterilidad.
Nombran secuelas en la salud de madres e hijos. Relatan cómo se distorsionó o se imposibilitó
el cuidado y la protección de las criaturas. Narran la desposesión por adopción
o muerte de hijas e hijos. Incluso expresan la desaparición del deseo de maternidad, o el
rechazo de la misma, por estimar que esta no es viable en un ambiente de guerra. Todas
sin embargo tienen en común el haber experimentado la intrusión de actores armados en
sus cuerpos y sus vidas forzando o malogrando el potencial de la maternidad.
La experiencia de expropiación de la maternidad por medio de la actuación intencional
de hombres armados contra las mujeres, controlando, marcando o humillando sus cuerpos
con violencia, es un elemento más de la brecha abierta entre mujeres y hombres en
Colombia en el marco del conflicto armado.
VI. Impactos intencionales contra los hijos
Los hechos de violencia y vulneraciones de los derechos humanos como impactos intencionales
contra los hijos constituyeron un elemento clave de desestabilización para la
mayoría de las mujeres entrevistadas. El temor por las hijas e hijos, la prevención ante
posibles daños y la protección de los mismos, son factores decisivos en las actuaciones y
las opciones de las mujeres dentro de la dinámica de conflicto armado en la que han tenido
que sobrevivir. El 75.2% de las mujeres que dieron su testimonio tiene hijos o hijas,
con una media de 3 hijos/as (2.64 s.d.) por mujer y un máximo de 15 hijos/as.
307
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
Las mujeres describen un escenario, especialmente a partir de los últimos 15 años de conflicto
armado, de fuego cruzado entre distintos actores armados –guerrilla, paramilitares
y ejército- en el que la población estuvo atrapada, siendo rehén de unos y otros, sin que,
para la mayoría de ellas, tuviese sentido alguno la violencia sufrida. Las víctimas perciben
una cotidianidad invadida por la presencia de hombres armados de diferente signo
que, con su poder de coacción, crearon un clima permanente de amenazas e impusieron
el reclutamiento, culpabilizaron a los jóvenes de pertenecer o colaborar con el otro bando,
practicaron la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales y asesinatos, el
secuestro, etc.
La arbitrariedad de los hechos violentos aparece como parte de un estado de cosas dado
por el marco de guerra en el que se halla el país. Muchas mujeres tienen la conciencia
de que los impactos contra las hijas y los hijos han sido una forma de represalia contra
madres comprometidas en la lucha política o en la defensa de los derechos humanos.
Hacer daño a los hijos era un camino para golpear a la madre, para conseguir que se desmoronase,
o que cejase en sus actividades. En otros casos, las amenazas o agresiones a
los hijos e hijas tuvieron relación con el posicionamiento o las actuaciones de éstos dentro
de la dinámica del conflicto, pero siempre con un impacto en sus madres especialmente.
Dentro del amplio abanico de hechos violatorios de derechos humanos dirigidos a los
hijos y las hijas de las mujeres entrevistadas, las amenazas de causarles daños, con su intención
de aterrorizar y desestabilizar a las madres y al núcleo familiar, fueron la práctica
más habitual por parte de los actores armados. Uno de los impactos más frecuentes, en
particular en las zonas de Antioquia y Cauca, fue el reclutamiento forzado de jóvenes y
niños, en grupos armados. El miedo al reclutamiento, que suponía no sólo la separación
de sus familias, sino que los hijos se viesen directamente involucrados en la acción armada,
dio lugar a decisiones como el desplazamiento o el pago de dinero, con un enorme
costo económico, afectivo y social para las madres y para el núcleo de convivencia. El
secuestro, el asesinato, los asaltos y agresiones fueron también graves impactos sufridos
por los hijos. Otros ataques cotidianos a hijos e hijas son el seguimiento y la vigilancia, el
señalamiento y el hostigamiento. A los impactos mencionados habría que añadir las agresiones
sexuales sufridas por hijas en un 5% aproximadamente de las mujeres entrevistadas,
con la consecuencia en algunos de los casos de un embarazo forzoso. Estos impactos
se han tratado en el apartado “consecuencias en la maternidad”. También en los conflictos
entre mujeres y hombres relativos a los hijos que comparten, el hecho de formar parte o
estar en contacto con grupos armados, aumentó las amenazas contra los hijos e hijas o las
prácticas violentas contra ellos y sus madres.
En la mayoría de las ocasiones, la forma de prevenir o de proteger a los hijos fue el desplazamiento
de la familia para alejarse de un entorno amenazante y peligroso. En muchas
ocasiones, las mujeres enfrentaron directamente la situación para defender a hijas e hijos
interponiéndose entre éstos y sus agresores. Otras veces, les ayudaron a huir, los escondieron
o les sacaron del país. Y, aún otras, actuaron denunciando los hechos.
308
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
En las voces de las mujeres se ponen de manifiesto múltiples formas de heroísmo femenino.
Un heroísmo cuya finalidad fue defender a hijos e hijas y que, en algunos casos,
consiguió su propósito. En otros, sin embargo, no fue posible para ellas. El dolor causado
por estas pérdidas se manifiesta como una presencia permanente en los testimonios.
Algunas madres entrevistadas reflexionan acerca de esas muertes que no obedecieron a
los ciclos de la vida o a la enfermedad, y de esas vidas inútilmente perdidas que todavía
tenían toda por delante.
Se desquitan con lo que una más quiere
Las mujeres transmiten la arbitrariedad de las prácticas violentas contra una población
que se siente a merced de actores armados, ya sean estos paramilitares, guerrillas, ejército
o policía. El estupor, la preocupación, la rabia y el dolor por los daños que recaen sobre
las hijas y los hijos son sentimientos que las mujeres verbalizan poniendo de manifiesto
lo injusto de los hechos referidos.
La experiencia de ser víctima de violencia se expresa como un hecho ajeno, venido de
fuera, que ha recaído en la propia vida de forma absolutamente injusta y arbitraria, arrebatando
a los hijos y causando un dolor único que pocas veces se encuentra con la posibilidad
de contar la propia experiencia. Muchas mujeres debieron compartir la misma
experiencia de vivir en medio de un fuego cruzado entre actores armados ajenos a ellas,
en el que ellas, sus hijos y sus hijas eran las víctimas.
Quiero agradecerles a ustedes… que me dan esta oportunidad de contar todo lo
que he podido vivir contra la violencia que ha venido a mí, con mi familia, más
que todo con mis hijos, porque… me han masacrado tres hijos y la verdad que
eso para mí ha sido muy duro, he sufrido mucho. Esas son una de las cosas más
dolorosas que puede tener el ser humano, más que todo, una madre que pierda sus
hijos en esa situación. Cantagallo, Bolívar, 1999, P.744.
Numerosos testimonios expresan la pérdida de control sobre las propias vidas experimentada
por las mujeres como una vivencia que crea temor, sensación de fragilidad y
desamparo. Los grupos paramilitares aterrorizaron a las poblaciones al colocarlas en la
disyuntiva de someterse a sus dictados o ser culpabilizadas como enemigas, creando una
situación de chantaje e inseguridad permanente con respecto a sus vidas y a las de sus
hijos. La culpabilización de las mujeres ha sido parte de las estrategias de forzar la colaboración
o de justificar las violaciones de derechos humanos. El miedo se convierte a
ojos de los perpetradores en una muestra de “complicidad con el enemigo”, y por tanto
justifica la violencia contra quienes huyen.
Ellos decían que uno no tenía por qué huir del pueblo, que ellos habían llegado y que
si uno se iba era porque tenían algo pendiente con ellos. Pero entonces uno… no era
porque yo tuviera algo pendiente con ellos. Yo no me sentía segura si ellos estaban ahí,
¡no ve que ya habían intentado con los hijos míos! y ellos tarde que temprano cada
309
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
quien coge su camino y los que quedan ahí… pagándoles a ellos, a ellos baratico, no
más que hagan con uno lo que quieran. Papayal, Bolívar, 2003, P.766.
En muchos casos, los grupos paramilitares saquearon y destruyeron pueblos enteros obligando
a las poblaciones a abandonarlos. Aquellas que lograron sobrevivir y escapar salvando
a los hijos debieron hacerlo perdiéndolo todo y refugiándose en la montaña. La
confusión y el terror impidieron y siguen dificultando en muchos casos identificar a los
perpetradores.
El sacerdote dijo, yo soy sacerdote, y le dijeron sálgase, y mataron un poco de
gente ahí en la plaza, hasta un peladito como de 14 años con el papá cogidos de
la mano… mi cuñada con una niña y con otra de la mano de mi mamá, nos fuimos
y nos tocó amanecer en el monte toda la noche. Amanecimos en el monte robaron
de todo y les quitaron a los campesinos 15-20 bestias y las llenaban los costales
de cosas de mercancía de ropa y se las llevaron. A las tiendas y las casas les
prendieron candela y se fueron dejando el pueblo prendido: “si no se van a ir los
vamos es a matar a todos”. Barrio Miraflores, San José del Guaviare, 2007, P.35.
Por su parte, las guerrillas tomaron el control de numerosas comunidades para proveerse
y reclutar a jóvenes de ambos sexos. La pérdida de autonomía por parte de la población
vino dada por la asimetría que crean las armas y las prácticas violentas, teniendo como
resultado la imposición de formas de vida y de comportamientos militarizados.
Nos desplazamos de Santa Rosa porque en ese tiempo estaban haciendo un censo
para los muchachos comenzarlos a reclutar y entonces pues ya lo comienzan, ya
uno allá quedaba al mando de esa gente. Hombres y mujeres. Allá el que quedaba
allá lo censaron, pues quedaba de cuenta de esa gente, ellos iban a coger lo que
uno tenga pues para la… tenían que ellos mandar y todo. Era el año 95, y eran
de la guerrilla. Como entraban unos, entraban otros. A veces iban unos, hacían
reunión, salían esos y entraban otros, y entonces ahí estaba el problema. Patía,
Cauca, 1995, P.398.
En general, la irrupción de diferentes grupos armados se experimenta como una violencia
sobrevenida que imposibilita la continuación de la vida cotidiana, al aterrorizar a la gente
y convertirla en rehén. La sensación de peligro generada por el hecho de estar en manos
de hombres armados no identificados llevó a muchas mujeres a huir con los hijos para
protegerlos, abandonándolo todo, sin destino fijo ni medios de supervivencia.
A cada rato nos amenazaban, se metían a las casas, nos encerraban diciendo
que no saliéramos de ahí, para que no nos diéramos cuenta de nada, ni viéramos
quién es quién. Yo me decidí a salir sin nada, sin donde vivir porque tenía mis
hijos chiquitos y ellos decían que los niños perturbaban tanto… Ellos entraban
encapuchados y armados. Y a uno le decían: “les damos diez horas para que salgan”,
¿pero adónde? Entonces nos encerraban, ponían trancas a la puerta para
que no saliéramos ni dejáramos salir a los pelaos. Bolívar, 2005, P.205.
310
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Muchas mujeres vivieron la impotencia frente a los grupos armados y la violencia que
veían que iban a sufrir. El siguiente testimonio narra la experiencia de una mujer para la
que es imposible protegerse y proteger a su hija de la violencia sexual se haga lo que se
haga –esconderse o mostrarse-, pues responde a un comportamiento habitual de esos victimarios
ante el que no hay escapatoria. Esta experiencia muestra tanto la inexistencia de
mecanismos de protección y la vulnerabilidad frente a la arbitrariedad, como el poder de
coacción de los victimarios sobre las mujeres. Para las mujeres, la imposibilidad de proteger
a sus hijos e hijas es un cuestionamiento de su propia identidad y papel como madres.
Todavía, por la hija siento harto… porque dicen que cuando hay una hija así,
entran a sacarla y le hacen lo que ellos quieren a uno también. Entonces uno
imagínese, nosotros vivimos allá arribita y como ellos llegan a las casas, ella si
se esconde pues es que algo debe, salga para matarla. Entonces ella pues tiene
que salir a hacerse ver. Entonces yo no puedo hacer nada por ella. Samaniego,
Nariño, P.338.
En un medio impregnado por el miedo y la desconfianza, mantenerse en silencio tratando
de pasar desapercibida puede ser una forma de no ponerse en peligro. Las mujeres
se saben vulnerables en el escenario de violencia en el que viven, no sólo por los daños
que ellas puedan recibir, sino a través de los ataques dirigidos a sus hijos y hijas. Saben
que las agresiones de los victimarios contra ellos son acciones intencionales precisamente
por el alcance que tienen en las vidas de las víctimas y las de sus madres. Este
miedo por los otros ha sido utilizado de forma creciente como forma de control de la
población civil.
Usted sabe que hoy en día, se pone uno a hablar, y se desquitan con lo que uno
más quiere. Con los hijos, o con uno mismo, entonces. Dagua, Cali, Valle del
Cauca, P.865.
Siempre ha sido ese temor
Un gran número de mujeres entrevistadas manifiestan sus miedos en relación a la seguridad
de sus hijas e hijos. Ese miedo permea no solo las situaciones de peligro o amenazas,
sino todos los ámbitos de socialización las diferentes etapas de la vida de los mismos,
también cuando “aparentemente” no ha pasado nada. La presencia de ejército, grupos
paramilitares o de la guerrilla genera zozobra y temor por los hijos e hijas en muchas
mujeres, dado que son frecuentemente objetivo militar por diferentes razones.
Pues a mí lo que más pensaba, en que me llegaran a quitar mis hijos, se los llevaran,
me los mataran y sí, eso era lo que yo más pensaba, en mis hijos., Vereda
Zapatero, Huila, 2000, P.747.
La indefensión de las criaturas pequeñas frente a las situaciones amenazadoras fue motivo
de honda preocupación. Las madres que son conscientes del peligro que corren, temen
311
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
tanto que los hijos queden huérfanos, como que se vean expuestos a situaciones de violencia
en los espacios de su vida cotidiana.
Bueno en relación con mis hijos, yo los veía pequeños, entonces uno los ve más
indefensos, pensaba yo Dios mío y si se meten de noche, se llevan o matan a una,
como quedan esos peladitos, ¿Cómo quedan esos peladitos? Aquí quien me los va
a atender ¿Quién? O sea, si los mandabas para el colegio, estabas tú con la pendiente
ahí, y si se forma un tiroteo... San José del Playón, María La Baja, Bolívar,
1999, P.203.
El miedo se inscribe en el territorio del cuerpo femenino manifestándose en forma de
enfermedad. En el testimonio que se cita a continuación, el hecho de salir a trabajar se
experimenta como riesgo para los otros, en el contexto de violencia que domina el medio
urbano donde se desarrolla la vida cotidiana de la hija.
Yo me pegué una enfermada. Me dio de todo, daño de estómago, me dio vómito.
Yo no me podía mover de la cama, era en un temblor. Yo le decía no se vaya a trabajar
y ella me decía pero como no voy a ir. Se quedaron dos hijas aquí conmigo.
Porque a mí me parecía que la iban a matar. Yo le decía después de que esté aquí
no salga, porque me da unos nervios porque vivimos en un barrio muy horrible.
Barrio Popular, Medellín, Antioquia, 1998, P.66.
El miedo y la inquietud por los hijos planean constantemente en la vida de la mujer entrevistada
después de pasar por la experiencia de la muerte de uno de ellos.
Me da temor con mis otros hijos porque tú sabes que desde que una tenga hijos le
da temor, porque a ellos les dio muy duro la muerte de ese muchacho. Si les dio
muy duro y me da miedo de que les pueda suceder algo. Yo cuando mis hijos salen
para la calle yo no duermo ¿no dormís? hasta que no llegan. Yarumal, Antioquia,
1969, P.38.
Las experiencias traumáticas dejan un poso de miedo a que los hechos se repitan. Un
miedo que impregna los días impidiendo vivir con felicidad. En el testimonio se refleja,
por un lado el temor de que los hijos, varones jóvenes, se vean involucrados en hechos
violentos y por otro, que vivan sometidos al silencio en un entorno amenazador.
Gracias a Dios, enfermedades no graves, simplemente un miedo, la desconfianza,
que nunca he podido ser feliz, para la de buenas. Mi Dios me mandó tres varones
y siempre ese miedo de que ellos vayan a correr con esa misma suerte, a pesar de
que vivo aquí en Mocoa que es una ciudad más civilizada, más grandecita pero
siempre ha sido ese temor de que ellos ya se jovenciaron y que no puedan ir por
ahí, siempre uno queda con esa imagen allí. Están tus hijos reflejando eso y ese
miedo como de callar. Santander de Quilichao, Cauca, 1980, P.526.
312
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El temor que transmiten las voces de mujeres es una señal de alerta que verbalizan con
respecto al escenario de peligro en el que sus hijos crecen. Los miedos expresados por las
mujeres entrevistadas proceden a veces de experiencias extremas que ellas han vivido y
temen que se repitan en sus hijos. Otras veces son miedos fundados en amenazas recibidas.
Y, más en general, se trata de un miedo instalado en las vidas y en los cuerpos por el
hecho de vivir en zonas donde la violencia se ha apoderado del día a día de la población.
Enfrentar el reclutamiento
En este contexto uno de los miedos más extendidos entre las madres es el reclutamiento
forzado de sus hijos e hijas en grupos guerrilleros o paramilitares. Dicho reclutamiento
ocurre muchas veces mediante estrategias de manipulación psicológica, ofreciendo beneficios
o mostrando una visión positiva del reclutamiento y la participación en la guerra
ajena a la realidad, e invisibilizando las implicaciones negativas para los muchachos/as
y sus familias.
Como mujeres hemos sufrido, porque muchas veces empiezan a endulzar a nuestros
hijos y se nos los llevan a esos grupos armados, diciendo que no, que es una
defensa al pueblo. Santander de Quilichao, Cauca, 2001, P.381.
Los casos de reclutamiento forzado mencionados por las mujeres entrevistadas son numerosos,
en particular en las zonas de Antioquia y el Cauca. Para realizar el reclutamiento,
las guerrillas se han movido en diferentes épocas entre la coacción y el proselitismo.
Por ejemplo, en los años ’80, la incorporación de los y las jóvenes empezó dándose con
argumentos de un deber y un compromiso con la causa de la lucha contra la pobreza y la
injusticia.
En primer lugar hacerles, atenderlos pues con la comida y todo, iban recogiendo
todos los muchachos, los que eran jóvenes eran los que tenían que irse porque tenían
un deber. Ellos decían que tenían que irse al monte porque tenían que luchar
contra el gobierno para que se acabara la injusticia y la pobreza. Se identificaron
como guerrillas. Pero que ellos en ningún momento nos iban a hacer daño, que
solamente lo único que pedían era que teníamos que unirnos con ellos, que teníamos
que dar toda la información del caso para poder continuar adelante con la
causa, decían ellos; eso era una causa. No sabíamos de qué se trataba, pero el
chiste era que era una causa. Cuando ya los que tenían hijos jóvenes se fueron con
ellos, entre ellos se fue un tío mío. Santander de Quilichao, Cauca, 1980, P.526.
Sin embargo, 20 años después, el deterioro de la guerra y las prácticas cada vez más indiscriminadas
de la guerrilla llevaron al temor de las mujeres al reclutamiento de sus hijos,
por las consecuencias que estaba teniendo para ellas y sus familias. En el caso siguiente
la mujer entrevistada, madre de seis varones, narra cómo abandonó la zona por el temor
a que todos sus hijos fueran reclutados de manera forzada.
313
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
En 2005 salí por reclutamiento de mis hijos, se me llevaron un hijo y se me iban
a llevar los otros, me iban a llevar, eran 6, todos 6 iban a quedar allá. El que se
llevaron tenía 17 años cuando se lo llevaron y los otros tenían ya 18 años. Fue el
frente 47 de las FARC. Abejorral, Antioquia, 2005, P.395.
La misma mujer entrevistada explica que, en aquella zona, era habitual que niños y niñas
fuesen reclutados forzadamente por las guerrillas y que frente a estos abusos no era posible
hacer nada pues se ponía en riesgo la propia vida.
No, yo no, yo vi cuando se lo llevaron, pero qué podía hacer, antes salió el otro
que estaba chiquito J., salió hasta por cierto en pantaloncillo y dijo que, para
donde se iba E. y yo iba a ir a decirles para qué, viendo que ya no se podía porque
mataban a uno. Abejorral, Antioquia, 2005, P.395.
También en otras zonas la guerrilla se llevaba a los jóvenes para engrosar sus filas procediendo
de modos parecidos. Frente a la posibilidad de que los hijos fueran reclutados, un
sentimiento común entre las madres fue el miedo y la desesperación.
Me preguntaron por ellos, que los necesitaban, pues como decían que andaban
recogiendo jóvenes a llevárselos por allá pues les han matado tanta gente a ellos
a la guerrilla... Para reclutar jóvenes llegaron a preguntar por mis dos varones
que tengo y entonces pues a mí me dio miedo y desesperación. Orito, Putumayo,
2000, P.514.
La práctica del reclutamiento por parte de las guerrillas dio lugar a situaciones que afectaron
a todo el núcleo familiar. El intento de eludir el reclutamiento mandando a los hijos
a prestar el servicio militar provocó, en el caso que se cita a continuación, amenazas de
muerte e hizo inevitable el desplazamiento familiar de la mujer entrevistada. Lo que para
la madre era una estrategia de protección, en la lógica de la guerra fue visto como “tomar
parte” con el bando del Estado.
Yo fui desplazada porque me iban a matar mi esposo, porque la guerrilla se me
iba a llevar los muchachos, los dos muchachos mayores, entonces yo le dije que
se fueran para el batallón a prestar el servicio militar, entonces ellos se fueron y
a los 15 días de ellos haberse ido, llegaron la guerrilla… esa guerrilla disque el
ELN… como no encontraron los muchachos, me iban a matar al esposo. Andes,
Antioquia, P.675.
Muchas madres pensaron que un modo de evitar el reclutamiento forzoso de los hijos era
sacarlos del lugar donde se daba el peligro de que se los llevaran. Así el desplazamiento,
aún en situación extrema, fue la única salida que encontraron para ayudar a los hijos a
escapar del reclutamiento.
Yo voy a pensar en sacar a mis hijos de aquí porque ellos los estaban engañando
para llevárselos para la guerrilla pero yo no acepté eso, ni ellos tampoco acep314
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
taron. Yo le dije, mijo así sea que pasemos trabajo o hambre, en cueros, o lo que
sea, aquí sufrimos en Cartagena pero vénganse para donde estoy yo. San José del
Playón, María La Baja Bolívar, 1980, P.206.
La intención de reclutar a jóvenes llegó a convertirse en persecución frente a la resistencia
o la negativa de los mismos a incorporarse a los grupos armados paramilitares. La mujer
entrevistada narra la persecución del hijo y de ella misma por parte de un grupo paramilitar
no identificado y cómo la amenaza de esa persecución se prolonga en el tiempo.
Entonces fue donde ya el muchacho llegó, me dijo que desde Sucre en Cauca iban
siguiéndome; entonces yo les preguntaba por qué; entonces me decía que hasta
que no reclutaran a mi hijo no se iban a quedar contentos, pero igual no me dijo ni
quien los mandó, ni por qué tenían que andar atrás de nosotros. En este momento
tengo a mi hijo acá pero pues con ese temor… Sucre, Cauca, 2002, P.390.
Ellos me pidieron una plata: chantajes con los hijos e hijas
La amenaza de reclutar a los hijos o las hijas podía convertirse con facilidad en una extorsión
económica a la que las madres tuvieron que hacer frente para protegerles.
Pedían 15 millones, para no llevárselo, o que se la llevaban a ella, pero pensaban
que más que ella el que les iba a servir era el niño. Murillo, Tolima, 2010, P.144.
Proteger a los hijos de ser reclutados supuso, en algunos casos, desprenderse de bienes
cuya finalidad era asegurar el sustento de la familia, para conseguir dinero para pagar y
tratar de librarse del reclutamiento.
Yo tengo qué proteger a mi hijo, porque esa gente me dijo que cuando ya salgan
ahorita, en noviembre que salen todos los estudiantes, ¡quieren llevárselos! A él y
a mí hija. Entonces, póngase usted la mano en el corazón ¿yo qué hago? Ellos me
pidieron una plata, gracias a que vendí el marranito que la señora donde estaba
me regaló, lo vendí, hice 350 mil pesos con el marranito. Me tocó que dárselos a
ellos por mis dos hijos… estoy cansada de la situación, estoy cansada que nadie
me escuche… Vereda la Petronila, Quindío, 1997, P.776.
El cansancio y desamparo de muchas mujeres ha formado parte de estos abusos. Otras
muchas se sintieron solas en la tarea de defender y proteger a sus hijos e hijas de las
violaciones de derechos humanos. Los perpetradores de tales hechos aprovecharon las
situaciones de mayor vulnerabilidad, como en el siguiente caso de una mujer viuda, bajo
la amenaza de matar a la hija.
Cuando él ya estaba muerto me fueron a amenazar allá a la casa. Llegó un joven
y me dijo: “vea señora, usted es la mamá de Teresa, la hija mayor se llama así, si
usted no quiere que mate a su hija entonces me tienes que dar plata”, entonces le
315
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
dije, yo no tengo plata, no tengo marido quien trabaje, me toca trabajar aquí, no
tengo nada. “No, usted tiene ganado”. Le dije, “vaya a mirar, yo no tengo nada,
nada”, entonces dijo “vea usted tiene que vender siquiera unos cinco ganados y
me tiene que entregar la plata, nosotros somos de la guerrilla”. Así me fue a decir
y amenazar. Vereda Tamavioy, Putumayo, 1994, P.521.
Otras veces sin embargo frente al abuso de la extorsión sólo quedaba la opción de tomar el
riesgo de declarar que no se podía pagar, aunque pesara una amenaza de muerte sobre el hijo.
El uno me dijo a mí que le dijera dónde estaba la plata, que si no le decía que mataba
al niño entonces yo que plata le iba a entregar, me toco arriesgarme y decirle
que no tenía nada. Putumayo, 2010, P. 527.
La práctica de la extorsión pudo ser un recurso fácil para los actores armados con el fin de
obtener dinero. Es posible incluso que en algunos casos, individuos aislados aprovecharan
el hecho de tener armas para sacar provecho del poder que estas les proporcionaban.
Pero también fue una práctica planificada y materializada con premeditación y cuidado
para obtener importantes cantidades de dinero de las familias extorsionadas.
Bueno, las amenazas… mi mamá, pues, antes de irnos, me mostró una carta…
era de la guerrilla, yo no recuerdo de qué grupo era exactamente, ni nada, pero
yo si me acuerdo que era de la guerrilla, era una carta con logotipo, me acuerdo
muy bien, en computador, que decía pues como que él tenía que dar una cantidad
de dinero como de seiscientos y setecientos millones de pesos… decía algo así
como: “Pone en peligro la vida de su hija la mayor y su mamá”. Entonces, pues,
obviamente mi papá se preocupó mucho, y nos sacó a mi hermana y a mí, y pues
mi abuela si decidió quedarse allá. Belén de Umbría, Risaralda, 1999, P.685.
Acusación de colaborar
Una de las experiencias derivadas del hecho de habitar en zonas donde se daba un fuego
cruzado entre diferentes grupos armados, fue la de sufrir la culpabilización de colaborar
con, o de pertenecer al grupo “enemigo”. En nombre de esa culpabilización muchos jóvenes
sufrieron amenazas, detenciones ilegales o secuestros, persecuciones u otro tipo de
agresiones.
Me desplazaron en 1987 el cinco de junio a las diez de la mañana llegó un grupo
armado sacó a mis hermanos, rodearon la vivienda y se los llevaron. Entonces
la hermana mía cuando ya vio que el grupo se llevaba preguntó que por qué los
sacaban y le dijeron que por guerrilleros y se los llevaban para buscar para ver
donde estaban los otros. Vereda Chorro, San Jacinto, Bolívar, 1985, P.224.
La acusación de pertenencia del hijo a la guerrilla se convierte en el siguiente testimonio
en un motivo para perseguir, acosar y atemorizar a la madre obligándola a dar informa316
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
ción privada sobre su vida afectiva, sus ingresos, su manutención, con el fin de justificar
la falta de fundamento de la acusación de ser guerrillero dirigida al hijo. La práctica de
la acusación contra hijas e hijos se convierte, pues, en una forma de controlar la vida de
las mujeres, de someterla a escrutinio. Así, el abuso que supone la culpabilización de los
hijos, se traduce también en una forma de violencia contra la libertad de las mujeres.
Entonces ya se fueron; al otro día, inclusive matriculé la niña a que entrara aquí
al colegio y me iba yo a dejarla con ese temor de ellos porque subían y bajaban
con armas en la mano y como siempre amenazaban que por… pero no sabíamos
quiénes eran en cambio el día que ellos llegaron si dijeron somos la AUC, una ley
que vinimos a hacer aquí en el pueblo y nosotros necesitamos que usted nos diga
la verdad. Mi hijo ya tenía 16 años, él no siguió estudiando, y estaba fuera para
trabajar y ayudarme, entonces cuando me preguntaron le dije, él trabaja. Y ellos,
que no, que tu hijo es guerrillero que donde lo tenés. Yo le dije: “mi hijo no es
guerrillero, mi hijo no está conmigo porque él es el que trabaja y nos manda, lo
poco que él se gana pues lo comparte conmigo, porque pues en veces yo no tengo
trabajo”. Sucre, Cauca, 2002, P.390.
La posibilidad de ser acusado de colaboración con el enemigo se extendió a todos los
grupos humanos. En el testimonio siguiente se trata de niños o adolescentes retenidos,
maltratados y con amenaza de muerte por parte de la guerrilla, bajo la acusación a uno de
ellos de relacionarse demasiado con los soldados. Que la sospecha planeara sobre toda
la población constituía un mecanismo de sometimiento de la misma a través del miedo a
ser acusado. Las preguntas, los comentarios y las acusaciones veladas sobre los comportamientos
de los familiares, como la sugerencia de que la hija de la mujer entrevistada
y madre del muchacho retenido fuera informante del ejército, actuaban como amenazas
para aterrorizar y conseguir obediencia.
Se lo llevaron a él con otros dos compañeritos y los tuvieron allá amarrados y a
un compañerito de él le dijeron que lo iban a matar y él dijo “pero por qué, si yo
no he hecho nada”: “sí, lo vamos a matar porque usted se mantiene callejeando
mucho en el pueblo y andando para arriba y para abajo y habla mucho con
los soldados que no sé qué”, y los dejaron amarrados 3 días y a los 3 días los
soltaron y “váyanse que nos los queremos ver más por aquí se van”. Se vinieron
llegaron todos sucios y pues les daban comida y todo, pero les preguntaban.
Barrio Miraflores, San José del Guaviare, 2007, P.35.
Es probable que algunas familias llegaran a encontrarse involucradas en los entresijos de
dos grupos armados enfrentados, despertando sospechas a unos y otros derivadas de los
comportamientos de los miembros de la familia. Vivir inmersa en la tensión entre unos y
otros llegó a afectar profundamente la vida y la salud de las mujeres.
No sé que qué o sea que de pronto que ellos pensaban que ellos les sapeaban a los
otros porque un hijo de la difunta gorda se metió a paraco, él se metió a paraco,
317
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
entonces yo digo ahí también fue que donde vino la muerte de ella porque ella sin
pensar, se estaba haciendo un daño ella misma porque si ella vio que su hijo se
metió a paraco no debió tener más trato con esa gente si no entonces lo que hacia
ella salir para acá, y venía era a encontrarse con esa gente porque él le entregaba
plata a ella. Corregimiento Bayano, Bolívar, 2000, P.218.
Nunca ha quedado bien
La violencia a que fueron sometidas algunas criaturas por parte de los grupos armados
que perseguían a sus madres tuvo consecuencias en su salud mental y su equilibrio
emocional.
“Di adónde está tu mamá, dónde está tu mamá y adónde está tu familia, que vamos
a acabar hasta con el último”, y sabe quién le quitó a Johana la hija mía, el Padre
L. se la quitó, se la arrebató de las manos, porque se la llevaban en una camioneta,
para Caracolí, para matarla allá, y la pelada tenía 12 años, y esa pelada desde ahí,
no ha quedado bien de la cabeza, aunque yo la llevé al psicólogo, se le hizo, mejor
dicho, pero ella nunca ha quedado bien como es, sí. Barrio Policarpa, Apartadó,
Antioquia, 1997, P.128.
Él era solo metido en su mundo
El hecho de vivir escondidas o con grandes medidas de autoprotección y seguridad
hizo que algunas mujeres tuvieran grandes dificultades para tener contacto con sus
hijas e hijos. Esta misma situación llevó probablemente a algunas criaturas a vivir
en solitario los miedos, las inseguridades y también el hostigamiento del que fueron
objeto por parte de aquellos que perseguían a sus madres.
Fueron tres meses muy duros para mí porque yo dejé a mi niño a Alejandro lo dejé
trabajando y va llegando un día [y dice] mamá me iban a matar y yo como así. El
muchacho llegó en una crisis impresionante. Y mi otro hijo se desordenó. Le dije a mi
amiga, “yo ya no soy capaz de soportar más ¿qué voy a hacer?”. Entonces me quedé
en la sede de la organización un año, pero si ya mi familia la podía ver más cerca pero
no me asomaba a ninguna parte sino que era ahí encerrada, podían llegar mis hijos,
podía hablar con ellos. El hijo mayor mío se aisló, él no hablaba con nadie él era solo
metido en su mundo, nunca me contó pero a él, el ejército lo aporreaba, la policía lo
aporreaba. Un día lo metieron a un hueco y le pusieron el fusil en la cabeza y le daban
duro con el fusil. Comuna 13, Medellín, Antioquia, 2002, P.79.
Desplazamiento forzado: antes que maten a mis hijos
Las mujeres entrevistadas buscaron formas e idearon estrategias para proteger a sus hijos
de la violencia. En algunas situaciones ellas valoraron que abandonar la escuela o llevárselos
al trabajo eran las opciones más seguras para las criaturas pequeñas. La precaución
extrema llevó a estas mujeres a no querer perder de vista literalmente a los niños.
318
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Los dejaba encerrando, a veces me los llevaba para no estar trabajando y pensando
en ellos, para que no salgan a la calle, niños que no los distingan y no los
vayan a golpear, entonces me sabia venir rápido de allá, los hacía sacar el uniforme
y me los llevaba, porque así uno está trabajando y los está viendo a ellos,
sino uno pensaba, que tal llegue y me falte uno. Corregimiento de Talindo Gómez,
Nariño, 2005, P.523.
Una de las formas de proteger a las hijas y los hijos fue el desplazamiento. Cambiar de
población e instalarse en una zona lejana pudo ser un modo de evitar ser reconocida y
de poder relajar los hábitos de comportamiento con los hijos. La mayoría de las veces,
las mujeres tuvieron que desplazarse por las amenazas contra sus hijos. Las preguntas
repetidas por los hijos tienen el propósito de crear un clima de terror e inseguridad. En
estas ocasiones el desplazamiento fue preventivo a raíz de indicios concretos de posibles
acciones contra los hijos.
Al menos yo, no pensaba venirme en esos momentos, pero cuando ya vi que ellos
vinieron la segunda vez y preguntaron por los hijos de C., digo no, antes que me
maten mis hijos, yo enseguida pensé en venirme para Quibdó. Samaniego, Nariño,
2007, P.444.
El desplazamiento se vio también forzado por la situación de los hijos, con el fin de evitar
que pudieran verse involucrados en la dinámica de la violencia.
Me tocó irme de desplazada porque en la esquina de la casa se hacían unos encapuchados
que según cuentan me querían matar al otro muchacho hijo mío. Se les
había metido que él les iba a hacer daño a esos que mataron a Esneider. Y eso no
era así nunca. Hubo gente que se los fueron a ofrecer al trabajo, le decían hermano
vea dígame. Y eso nunca. Nunca y yo misma le decía que tal mi hijo que usted
se vaya a ensuciar las manos, nunca. Eso fue en el mismo 1999 eso fue por los días
que lo mataron a él. Nos tuvimos que desplazar de Guadalupe. Hasta que un día
yo le dije no, yo me voy para mi casa, es más, me vine yo sola con las muchachas.
Y mi hijo se quedó por allá viviendo con la señora de él porque a mí me daba miedo
de que él se viniera. Barrio Manrique, Medellín, Antioquia, 2001, P.37.
En otros casos no se trató sólo del miedo general a la posibilidad del reclutamiento, sino
de optar por el desplazamiento ante hechos concretos que implicaban la materialización
del reclutamiento forzado.
Antes no, amenazas no, solo la vez que llegaron a preguntar por ellos que de
pronto los necesitaban. Por ese motivo yo me desplacé con todos mis hijos. Orito,
Putumayo, 2000, P.514.
En la zona del Cauca, las agresiones y las masacres contra las comunidades indígenas
como en el caso del Naya, dieron lugar a desplazamientos colectivos en condiciones de
terror. El sufrimiento de las madres procedía de saber que toda opción entrañaba peligros
319
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
para todos, pero en particular para las criaturas, pues éstas podían ser víctimas directas de
la violencia, pero también quedar huérfanas y desprotegidas por el asesinato de madres
y padres.
Como a las dos de la mañana, salimos cogimos las bestias, montamos a mi mamá,
a mi niña, a mis sobrinos, cogimos por el camino y con miedo, porque uno no
sabía a qué horas se encontraba esa gente. Y como iban torturando la gente por
el camino, entonces uno más piensa es en los niños que uno trae porque no sabe si
lo asesinan a uno junto con sus hijos, o quedan vivos los niños y de eso me daba
miedo. Por eso yo no quería ni venirme del Naya, si no que quería como meterme
al monte, pero más bien nosotros nos vinimos y así fue la salida de nosotros de
allá. Naya, Cauca, 2001, P.382.
En diferentes zonas del país, los sucesivos desplazamientos a lo largo del tiempo habían
dado lugar a una memoria colectiva de las atrocidades que empujó a nuevos desplazamientos
para evitar agresiones como las que se habían perpetrado en otras ocasiones,
especialmente las agresiones sexuales a las hijas. Muchas madres estuvieron dispuestas a
dejarlo todo atrás, a perderlo todo, para salvar a sus hijas e hijos de los riesgos de crecer y
vivir en un medio en el que podían perder la vida y perderse como personas.
Bueno, mis pensamientos eran de salir y dejar, dejar todo, para yo salir de allá.
No tuve que ver con nada, si no yo salí con mis hijos y ya. Que se perdiera todo
pero menos que se perdiera un hijo mío. San José del Playón, María La Baja Bolívar,
1980, P.206.
Atacar a los hijos para golpear a las mujeres
En el contexto de violencia armada, las amenazas contra la vida de hijas e hijos fueron
una práctica frecuente para amedrentar a las mujeres. Proferir amenazas constituyó una
forma habitual de relacionarse con las mujeres, desde el dominio y la prepotencia de los
grupos armados, para asegurarse que ellas, atemorizadas, no interferirían en sus actuaciones.
Dentro de la dinámica de control de la población, el trato brutal y la amenaza de muerte a
los hijos fue en ocasiones una forma de limitar o impedir el desarrollo normal de la vida
cotidiana e incluso de la movilidad de las mujeres que intentaron eludir o se resistieron a
obedecer los mandatos de los actores armados.
A mí me entraron para un cuarto y me encerraron junto con mis hijos, y me dijeron
que no tenía derecho de salir sino hasta cuando ya estuviera a las seis de la
mañana, o siete de la mañana porque si salía antes ya sabía a qué atenerme. Me
dijeron que si seguía gritando… yo hice como al salir corriendo de la habitación,
forcé allá y ellos me pegaron, y me le apuntaron a mis tres hijos y me decían que si
320
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
no me quedaba quieta me mataban a mis tres hijos. Me decían: ¡les mato a los tres
perros! Y me daban… me golpearon demasiado. San Blas, Bolívar, 2005, P.786
Del mismo modo, la amenaza de muerte fue la forma de proceder por parte de grupos
armados para aterrorizar a las mujeres y hacerlas huir con sus hijos abandonando sus
pertenencias, después de haberlas obligado a alimentarles. Amenazar con la muerte de
los hijos fue una práctica habitual utilizada para conseguir que las mujeres cedieran al
expolio sin oponer resistencia.
No de ese no me di cuenta, me di cuenta que lo habían matado pero no sé quién
es, no lo distinguí, si me di cuenta, fue cuando ellos llegaron aquí, hicieron la
reunión con nosotros, ya aquí se hizo una fiesta de la virgen del Carmen, en ese
día que hubo la fiesta de la virgen fue cuando sucedió lo mío, que fue cuando se
me comieron el frito, [venta ambulante] me acabaron con todo lo que yo tenía. No
quedando contentos me dijeron que sí no me iba ahí en ese momento, me mataban
a mí y a mi hijo. Entonces me tocó dejar todo tirado y salir corriendo para mi
casa. Naya, Cauca, P.375.
Pero la amenaza de muerte fue también una forma de chantaje utilizada por algunos
individuos en el contexto de conflicto armado para conseguir doblegar el empeño de
las mujeres en proteger a sus hijas. Así el procedimiento de la amenaza, en la narración
de la mujer entrevistada, iba dirigido a crear una escisión entre dos vínculos afectivos a
proteger -la vida de la nieta a cambio del secuestro y la integridad de la hija- situándola
en un callejón sin salida.
Cuando, me llamó, me dijo, verdad esa niña usted la quiere mucho. Le dije yo que
sí, que era mi adoración, entonces ahí fue la amenaza, “¿usted sabe qué sucede
si usted no permite que yo me lleve a su hija?”. Entonces yo no le contesté nada,
nada, nada. Lo que hice fue que me agaché y me fui para dentro. Él quedo ahí
con la chica afuera charlando, y que consintiendo a la niña. ¡Mejor dicho! Me
amenazó con que si yo no permitía que mi hija se fuera con él, entonces mataba a
mi niña, a mi nietecita y a mi hija. Marquetalia, Caldas, 2001, P.129.
Numerosos testimonios de mujeres ponen además específicamente de manifiesto la conciencia
de que los ataques a sus hijas e hijos fueron intencionales como represalia y tuvieron
el objetivo de paralizar su actividad política, acabar con su liderazgo o romper su
compromiso con la defensa de los derechos humanos. Es decir, ellas sabían que dañar a
los hijos era uno de los lenguajes que usaron los victimarios para advertir, tratar de silenciar
o desactivar a las mujeres en el ámbito comunitario o público.
En Fusa empecé en el 2004 a conformar la organización, fue un proceso que vino
desde lo más bajo hasta lo más alto, llegamos a tener en la organización 160
familias. Empecé a hacer un ejercicio muy juicioso capacitando a las personas,
exigiendo y esto me repercutió en las amenazas más directas a mi grupo fami321
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
liar, a mis hijos, me empezaron a llegar panfletos desde el 2009 diciendo que me
iban a matar. Por correo electrónico llegó una vez un panfleto diciendo que a mi
hijo también lo iban a sacar, que en esa época estaba en la Universidad. En una
oportunidad nos llegó la razón de que si en 24 horas no salíamos posiblemente
nuestros hijos iban a pagar, se los iban a llevar para que se fueran entrenando, y
que yo dejara de joder. Fusagasugá, Cundinamarca, 2004, P.140.
Las amenazas contra los propios hijos e hijas situaron a estas mujeres ante un dilema crucial:
no se trataba ya de arriesgar la propia integridad o la propia vida, también se ponía
en riesgo la integridad y la vida de otras criaturas. La conciencia de esta nueva posibilidad
abrió una brecha de miedo que tenía que ver con el vínculo y la responsabilidad por otro
ser que todavía no podía decidir sobre su vida. Fue pues un dilema doloroso y difícil entre
el compromiso personal con una causa que se consideraba justa y el compromiso también
personal de hacer crecer otra vida.
Ya en 1993 me hacen una amenaza muy fuerte por teléfono, donde me dicen que
yo ya tengo una niña y entonces me dicen que van a hacer algo si no les decimos a
donde tenemos a un señor, no me acuerdo el nombre, que lo habían secuestrado y
que creían que nosotros lo teníamos. Lo habían secuestrado y nos amenazan, eso me
aterroriza mucho y yo ya tengo una hija entonces yo digo: esto ya conmigo no es, a
mí que me hagan no sé qué pero el miedo ya es terrible… Patía, Cuaca, 1995, P.315.
Así, el momento en que las amenazas y los peligros empiezan a afectar a las propias hijas
e hijos, establece una línea de demarcación de los riesgos y señala un cambio cualitativo
en los temores que obliga a las mujeres a reflexionar sobre las propias opciones. No es lo
mismo temer por una, evaluando las opciones y los riesgos, que poner a otro en peligro.
Ponerle en peligro además por el mismo hecho de ser su madre. Ese cambio cualitativo
en el temor es el talón de Aquiles con el que los victimarios han tratado de doblegar a
muchas mujeres.
Entonces mientras que nos dijeron a nosotros, nos amenazaron a nosotros, con mi
esposo que teníamos, que si nosotros no aportábamos, que nos mataban o bueno,
pues yo hasta ahí. Pero cuando ya se fueron a meter con mis hijos, entonces ya la
cosa cambió, porque una cosa es que le digan a uno, lo voy a matar, y otra cosa es
que le digan a uno vamos a ver qué vamos hacer con sus hijos. Ellos eran menores
de edad, entonces ahí si uno se pone a pensar diferente porque son los hijos de
uno. Jamundí, Valle del Cauca, 2000, P.119.
El niño tenía como 14 años, llegó fue llorando a la casa a contar lo que había
sucedido. Entonces ahí sí me atemoricé mucho más, porque pues ya se trataba de
mi hijo, ya no era conmigo directamente. Los hijos duelen un poquito más que uno
mismo. Girón, Santander, 2001, P.127.
No obstante, afrontar la disyuntiva entre abandonar las actividades por las que se hallaban
amenazadas y asumir los riesgos que corrían los hijos no llevó siempre a las mujeres a la
322
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
renuncia. Buscaron formas de enfrentar o minimizar esos riesgos sin tener que abandonar
su lucha. Una forma de hacerlo fue dar herramientas a hijas e hijos para protegerse frente
a los peligros.
Entonces la niña se preocupó, cuando se dio cuenta que el tipo sabía mi nombre, y
ella le dijo que le diera la razón a ella, que ella me la daba a mí, que ella no estaba
autorizada a llevar a nadie a la casa, entonces él le dijo que tenía que informarme
de algo grave que me iba a pasar, que a mí me iban hacer algo muy grave, entonces
la niña como gracias a Dios, yo les he hablado mucho a ellas, y como a ellas les ha
tocado vivir todo esto, reaccionó y le dijo que pena que no lo podía llevar a la casa,
y que no podía seguir hablando con él. Cartagena, Bolívar, 2007, P.134.
Otra forma de afrontar los riesgos para las hijas sin renunciar a la opción de lucha de
la madre es la que explica la mujer que dio el siguiente testimonio. Partiendo precisamente
de la conciencia de su vulnerabilidad emocional, en relación a la seguridad de
las hijas e hijos, optó por protegerles alejándoles de los lugares de riesgo donde ella
sigue comprometida.
Las he tenido que sacar de aquí, e incluso no están aquí, ellas viven en otros
lugares, porque siempre ha sido como la manera de llegar donde mí, de sacarme
de quicio, de que yo me desplome. Entonces, la manera de cómo joder a esta negra
que está hablando, es tocándole los hijos, provocándole por ahí y de buscar
que ella entre en shock, en desequilibrio. Juradó, Chocó, 1998, P.884.
Las mujeres activistas a favor de la justicia y los derechos humanos, en el contexto del
conflicto armado colombiano, afrontaron no sólo el riesgo que ellas corrían; a este se
añadió el hecho de que sus hijos e hijas pasaron a ser objetivo de los grupos armados. El
temor a que les hicieran algún daño fue un sufrimiento que se sumó a su experiencia de
acoso y persecución por parte de quienes pretendían detener su lucha.
Muchos de estos abusos tuvieron lugar como represalia contra actuaciones de la madre, como
forma de conseguir que los hijos informaran del paradero de sus madres o como un modo de
socavar la fortaleza de esas mujeres a través del sufrimiento de y por los hijos e hijas.
Las amenazas contra los hijos fueron una práctica habitual contra las mujeres que habían
dado el paso de denunciar abusos y buscar justicia. En el testimonio siguiente, se recibieron
amenazas contra los hijos y otros miembros de la familia para conseguir la retirada de
una demanda contra soldados del ejército colombiano.
Siempre decían, “no mira que si no quitas la demanda… tus hijos van a pagar por
esto”. Cuando estábamos hablando con el fiscal, (…) me sonó el teléfono y yo le
dije a él, ese número siempre me suele ser conocido, por lo que siempre me llamaban
de ese preciso número, el fiscal me dice colócale el altavoz y le colocamos así,
323
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
cuando llamó una muchacha, y me dijo, “mira lo que pasa es que yo soy familiar
de uno de los soldados… es que nosotros estamos llamándote para mirar qué
hacemos, porque es que mi primo está muy involucrado en eso… y si tú no quitas
la demanda, nosotros sabemos dónde encontrar a tus hijos y donde mantienes
tú”, eso fue lo que me dijo. Le dije yo, “¿eso es una amenaza?” Me dijo,” tómelo
como quiera, pero si tú no retiras la demanda bien pueden pagar tus hijos o tú”.
Entonces el fiscal me quedó mirando y me dijo, no mija, eso hay que remitirlo a
Cali, ahí lo pasaron a Cali. Jambaló, Santander, 2009, P.366.
Como en otros muchos casos, los hijos de la mujer entrevistada fueron hostigados por la
policía por el hecho de serlo de una mujer activista y sus denuncias sobre la violencia y
corrupción de agentes del Estado.
Cuando los bajan de la moto les dicen ustedes son familiares de M… Eso a mis
hijos también y mi hija también ha sido perseguida. Cuando mis hijos han sido
atropellados y yo he sido atropellada, porque no si van en moto me tratan mal, si
van a pie me tratan mal, me señalan, hacen corrillo entre soldados y policías y
hablan mal de mí porque yo no apoyo el Estado corrupto, no lo apoyo, estoy con
la legalidad. Entonces mis hijos nunca me decían que habían sido atropellados si
no que la gente me contaba. Esta vez sí me llamó desesperada por el celular y me
dijo mami corra que nos mataron. Yo quedé en shock de que me llamara mi hijo
pues si él nunca me llamaba y me asusté salí corriendo Comuna 13, Medellín,
Antioquia, 2002, P.87.
El ejército y los grupos paramilitares actuaron a veces de forma concertada en las agresiones
a los hijos de mujeres que habían denunciado hechos injustos o abusivos. En el
testimonio que se cita a continuación, la mujer enfrentó directamente a los agresores para
proteger a la hija y al hijo declarando que era ella, y no sus hijos, el objetivo de los hombres
armados. En este caso, contar con medidas de la Corte Interamericana fue la forma
de protección frente a ellos.
Cuando yo voy subiendo yo veo mi hijo boca abajo y volteo y veo a mi hija parada
ahí y yo formo una problemática, me enojo, insulto. Yo le decía al paramilitar
que fue con el ejército vea yo soy M. máteme a mí usted, me estaba buscando a
mí, pero por favor a mis hijos no. Entonces cuando yo estoy llegando ahí llega la
policía porque yo ya tengo las medidas de la Corte Interamericana… Comuna 13,
Medellín, Antioquia, 2002, P.79.
Persecución de la resistencia
La persecución a la que fueron sometidas las mujeres defensoras de derechos humanos
y líderes comunitarias abarcó, como se ha visto, un amplio abanico de acciones contra
ellas, a través de sus criaturas, para que renunciaran a su actividad o se desplomaran como
personas.
324
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
En el siguiente, como en muchos otros casos, el temor por la hija fue el detonante para
abandonar la propia casa y trasladarse a otra parte. La persecución y los ataques directos
contra la mujer entrevistada crearon una situación insostenible que culminó con las amenazas
de cometer atrocidades contra su hija.
Pero, cuando comenzaron las amenazas, yo ya tenía mi niña y pusieron la bomba,
ese atentado allí, ahí no le hizo nada, aunque la gente, los vecinos: decían de
pronto le van a hacer esto. Había días que yo tomaba medidas y me iba a quedar
a una residencia, pero ya después de eso cuando ya me amenazaron, para un diciembre
casi era, que me pusieron unas amenazas tremendas en el teléfono que se
reía un hombre, decía te va a llegar la cabeza de tu niña, te va a llegar la mano de
no sé quién. Ahí si ya tiene uno carne de su carne, ya se asusta mucho, yo ya de ahí
me fui pero las cosas las deje ahí en la piecita mía y de ahí me fui a arrendar una
pieza a otra parte, y al tiempo volví por esas cosas. Popayán, Cauca, 1987, P.315.
El secuestro, las agresiones y torturas a las hijas fueron un mensaje clarísimo contra la
mujer entrevistada a la que se quería represaliar y quitar del escenario de actuación de un
grupo paramilitar.
Me llamaron y mandaron unos muchachos a que me recogieran en motos de alto
cilindraje, me taparon la cara, me llevaron de espaldas en la moto y andamos
bastante por carretera destapada al vivero de piñas, y allá me entregaron a mis
niñas, me las tiraron. Más o menos a pie, a salir a Aguas Claras, como a dos horas
de donde me dejaron. Me dieron dos horas para desocupar el pueblo o si no me
mataban y yo a pie con mis dos niñas. Me acordé de mis otros dos niños y yo no
sabía para donde correr, mis niñas tenían sus manitas reventadas por las sogas.
Saravena, Arauca, 1996, P.137.
Amenazas, seguimientos, persecución y señalamientos fueron otros ataques a los hijos e
hijas que obligaron en ocasiones a las mujeres esconderse y a huir para protegerse ellas y
sus criaturas; también tuvieron que dispersar a sus hijos para evitar que sufrieran el acoso
de los victimarios.
A mí me curó una tía y los amigos de la vereda, ellos me sanaron pero yo no podía
venir aquí a Urrao porque nos dijeron que si nos veían por ahí nos picaban picaditas
con mis hijas. Urrao, Antioquia. 1998, P.52.
Nos tuvimos que venir y ya pues tuve que regar a mis hijos porque ya nos empezaron
a seguir a donde mis amistades llamaban a preguntar por mí y se cambiaban
la voz. A mi hijo mayor lo seguían en el centro, mejor dicho fue una persecución
terrible porque como nos fuimos y no les dijimos, entonces a ellos les dio mucha
rabia porque se les cayó el negocio. Comenzaron a buscarnos. Salí yo cuando vi
el paisa cerquita de mi casa ahí yo me quería morir y sin poder irme para ninguna
parte. Nutibara, Frontino y Tarazá, Antioquia, 1990, P.57.
325
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
En general, las hijas e hijos de las mujeres perseguidas vivieron experiencias traumáticas
no sólo por los daños que recibieron, también por las brutalidades que presenciaron, algunas
de ellas contra sus propias madres. La vivencia de estas situaciones amenazadoras,
de terror, incertidumbre e inseguridad ante la posibilidad de perder a sus madres, además
de la inestabilidad real de su vida material, sin duda produjeron impactos duraderos en
sus vidas.
Les dije por favor no me le vayan hacer nada a mi niño, hagan lo que quieran conmigo,
pero a mi hijo déjenmelo quieto, y lo que hicieron fue que me lo aporrearon,
le dieron unas patadas, y dijeron que ese… lo trataron… que ese.. lo hijueputiaron
mejor dicho, que no les servía para nada, pero que sí querían que él presenciara
lo que iban a hacer conmigo. Y ahí entre todos hicieron lo que quisieron conmigo,
esto me lo guardé yo, y el niño, yo le dije, papi yo no quiero que nadie se dé cuenta,
ni mi mamá, ni mi papá, ni mis hermanos, ni sus dos hermanos. Marquetalia,
Caldas, 2001, P.129.
Otras muchas veces, la búsqueda de la madre fue el motivo aducido por los victimarios
para cometer abusos contra los hijos. Someter a los hijos a un trato brutal, que llegó incluso
a la muerte, fue la forma de presionar para obtener información sobre el paradero
de la mujer. En muchas de estas situaciones, los hijos y las hijas mostraron tener un gran
valor para defender a sus madres.
Cuando lo sacaron me decían que donde estaba la hijuetantas de la mamá, él
decía que no sabía y le daban y le daban y lo pasearon todo el barrio y lo fueron
a matar a un palo de almendra grande, lo sentaron y le dieron un tiro de gracia,
eso me dolió, le salió por acá. Barrio Policarpa, Apartadó, Antioquia, 1997, P.128.
El alias el Chorro con los otros, y lo pasearon por todo el barrio, y le decían que
donde estaba la hijuetantas esa de su mamá, que si él decía que donde estaba ya
no lo mataban. Y él dijo mi mamá no está acá, pueden matarme pero ella no está
acá. Yo estaba en la finca, y le había dicho que se fuera a la finca, pero había tres
retenes para donde estaba yo. Estaba el de la Balsa, estaba el de Caracolí y el de
San José. Barrio Policarpa, Apartadó, Antioquia, 1997, P.128.
Las mujeres perseguidas por sus actividades de resistencia o de denuncia fueron víctimas
de múltiples violaciones de derechos humanos que afectaron no sólo a su persona, sino
a todo el núcleo familiar. La narración que se cita a continuación incluye la experiencia
de secuestro de la hija y el hijo por parte de los paramilitares que la buscaban a ella. Los
victimarios allanaron su casa, ocultaron su identidad haciéndose pasar por guerrilleros,
retuvieron a la hija y al hijo. Esta agresión dio lugar a un nuevo desplazamiento, el tercero,
de la familia de la mujer entrevistada.
Ese sí es el paramilitarismo, ahí estaba “Gavilán”, él fue el que tuvo secuestrada
a mi hija mayor y al hijo que le sigue a ella, “Gavilán” él fue el actor… que él
mismo llegó a la casa donde yo vivía, él mismo llegó a buscarme, y fue el que
326
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
tuvo detenido a mis hijos presionando la llegada mía. San Vicente de Chucurí,
Santander, 1990, P.745.
Del testimonio se desprende también la capacidad de movilización de recursos personales
y de apoyo por parte de la madre y de la hija. Mientras la hija enfrentó a los paramilitares
negándose a prepararles comida y finalmente escapó en un momento de descuido para ir
a avisar a la madre; ésta puso en marcha mecanismos de apoyo y protección a través de
Brigadas Internacionales de Paz y de la policía.
Por último, otra de las formas de represalia contra las mujeres activistas y lideresas fue a
través de la relación con sus hijas. Algunos victimarios planearon hacerles daño ganándose
a las hijas menores de edad por medio de la seducción y el enamoramiento.
Entonces yo primero tenía que defender la vida de mis hijos, porque no solamente
eso que le van hacer algo, si no que había una persona que habían mandado a
que enamorara a mi hija, y entonces así no, o sea las cosas no, si una persona se
enamora de otra es porque de verdad hay amor, no porque se la van a ilusionar y
a van a coger para otra cosa. Claro ella siendo menor de edad, ella tenía 16 años.
Vereda Rico Arriba, Caquetá, 2006, P.119.
La instrumentalización de las hijas adolescentes para alcanzar a las madres fue una práctica
de los grupos armados que muestra el refinamiento de la crueldad planificada hacia
las mujeres para conseguir que se desmoronaran y abandonaran la resistencia o la lucha
frente a ellos. Como en otros muchos casos, las mujeres estaban dispuestas a arriesgar la
propia vida frente a los victimarios, pero no estaban preparadas para imaginar que el arma
utilizada contra ellas iba a ser su propia hija.
Entonces viendo que yo seguía en la lucha, en una ocasión me dijeron a mí que
si seguía molestando me iban a dar por donde más me doliera y yo lo tome era
que me iban a matar. Entonces yo les dije frescos tienen toda la autorización
eso si el día que me vayan a dar me dan duro y a la cabeza porque si me dan la
oportunidad de parame ya soy yo la que les voy a dar por lo que más les duela y
ustedes saben que yo no soy de armas y que me aterran que para mí eso es lo más
feo que puede existir. Y resulta y sucede que por donde más me iba dolor era por
el lado de mi hija. Ella bien joven, de 14 años en ese entonces. Y comenzaron a
calentármela el cerebro y el tipo a arrimarse hasta que la flechó. Entonces ya la
peladita era amiga de él. A ese tipo le decían Orejas. Barrio Manrique, Medellín,
Antioquia, 1995, P.47.
La pérdida traumática de hijos e hijas
La pérdida de un hijo asesinado es extremadamente dolorosa y jamás puede tener sentido
para quien le dio la vida y colaboró a su desarrollo como persona. La muerte violenta
a manos de otro es pues el robo de una vida; quitar a un ser humano la posibilidad de
327
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
ser. Las madres expresan esas muertes como la pérdida de una potencialidad que estaba
empezando a expresarse, a ponerse en juego en el mundo. Una pérdida que no se puede
superar ni tiene reparación posible porque es la de un ser único e irrepetible.
Uno estaba recién llegado del ejército que fue que me lo denunciaron que me lo
iban a matar. En los últimos días él estuvo fue en mi casa, viviendo y todo, a mí
me dio muy duro. Era la primera vez que yo perdía un hijo, ¡miserablemente!
Porque eso dije, está bien que muriera de muerte natural, uno acepta porque es
una muerte natural, pero robarle la vida a una persona que cuánto tiempo podría
vivir más, eso a uno lo afecta muchísimo…como madre y como todo, porque eso…
Las Granjas, Barrancabermeja, Santander, 2004, P.748..
A él, ya hace 7 años que él falleció o sea lo mataron, pero para mí el tiempo no
corre. Dicen que uno supera la muerte de los padres pero no la muerte de un hijo,
porque para uno es duro la muerte de un hijo y apenas que está empezando a vivir
la vida, para mí eso ha sido un trauma durísimo. Plateado de Argelia, Cauca,
2007, P.388.
En ocasiones, las mujeres no sólo debieron afrontar la muerte de las hijas e hijos como
la mayor de las injusticias, también sufrieron por el trato recibido de parte de los actores
armados que, después de disponer de ellos de manera forzada como en este caso de reclutamiento,
poca consideración tuvieron ante su experiencia extrema de dolor debida a
la pérdida.
Era una muchacha que estaba comenzando a vivir y no se merecía eso, que lo hicieran
conmigo porque me habían quitado a mi hija que era lo que yo más quería,
no tuve respuesta. Simplemente me llevaron, me entregaron a mi hija y le gastaron
un cajón y lo que fue para el velorio también lo cubrió la misma guerrilla. San
Miguel, Putumayo, 1995, P.507.
En otros casos, al impacto de la pérdida se suma la visión de una estrategia de control
social centrada en la agresión a hijos e hijas de líderes o miembros de grupos políticos de
oposición. Algunas mujeres que perdieron sus familiares analizan las muertes y los impactos
intencionales como planes diseñados para silenciar a la población, para apartarla
de la arena política, como ocurrió en el caso de la Unión Patriótica.
Yo creo que en todos estos casos hemos visto que, los hijos y nosotras las mujeres
hemos dado el aporte más grande, porque nosotros, como dice, sabemos
el dolor de tener nuestros hijos y haber vivido más en carne propia esto, pero
los que mueren casi son hombres. No tenemos la prueba pero sabemos que ellos
son, que esos son mandados por ellos a que hagan y tienen que hacer esto, eso
fue un exterminio sistematizado que empezó con la Unión Patriótica, fue un
exterminio que fue dando golpes arriba y abajo para podernos acallar, para
podernos silenciar y para podernos quitar de la contienda política, para que
328
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
no participáramos, si no como dice, no siguiéramos soñando con un país mejor.
Popayán, Cauca, 1987, P.315.
También destacan algunas mujeres el valor de sus aportes en la crianza de hijas e hijos,
sus esfuerzos para que llegaran a la edad adulta. Esta implicación en colaborar al crecimiento
de una vida y al desarrollo de una persona, que supone trabajo y creación de
vínculos, se traduce para ellas en dificultad para superar la muerte arbitraria. De ahí su
demanda de apoyo para superar la experiencia traumática y de que se garantice la no
repetición de los hechos.
Yo digo que por ejemplo uno lo escuchen lo que uno dice, porque o sea ante uno
como mujer uno sufre mucho por sus hijos y uno nunca quiere que nada malo le
pase a sus hijos, ósea esa es la meta que me llevo yo y siempre luché por sacar a
mis hijos adelante, siempre hemos luchado nosotros como padres y como pobres
hemos vivido lo mejor que hemos podido y siempre hemos luchado por nuestros
hijos y la meta mía era de ver a mis hijos grandes, verlos crecer pero, pues nunca
que nos pasara esto que nos pasó, que para uno es un golpe muy duro. Plateado
de Argelia, Cauca, 2007, P.388.
Muchas mujeres expresan cómo la experiencia de la maternidad fue generadora de un
sufrimiento singular. Frente a la pérdida de los hijos e hijas y formulan sus demandas de
ayuda y de que hechos como los que ellas testifican no se repitan. Su esperanza se cifra
en que la nueva generación pueda vivir de modo diferente.
Ojala puedan ayudar al pueblo, puedan ayudar a las mujeres. Nosotras las mujeres
somos las más marcadas, porque ustedes saben los hijos que nosotras tenemos
salen de nuestras entrañas y el pensar uno que le maten su hijo, o que se lo lleven
o que no haya más alternativas, pues uno sufre. Entonces ojala ustedes como organización,
nos puedan ayudar, y algún día podamos vivir una vida diferentes ya
no nosotros, pero sí nuestros hijos. Roncesvalles, Tolima, P.185.
En las voces de mujeres que recogen los testimonios referidos a los impactos sobre los hijos
e hijas hallamos una dimensión de las consecuencias del conflicto armado que se sitúa
en el ámbito de los empeños y los vínculos más estrechos de las mujeres entrevistadas.
Estos impactos supusieron la pérdida de hijas e hijos debida al reclutamiento, al secuestro,
a las detenciones ilegales o al asesinato. En estos casos, las mujeres vieron malogrados
sus esfuerzos de crianza y rotas sus relaciones más cercanas. Su dolor y sufrimiento
dejó una huella permanente en sus vidas.
Los impactos contra hijas e hijos fueron en otros casos las amenazas, la persecución, el
señalamiento, el hostigamiento, el atropello y las agresiones que rodearon la vida diaria
de madres e hijos, convirtiéndola en un sin vivir que las llevó la mayoría de las veces al
abandono de sus hogares y al desplazamiento.
329
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
Los ataques a los hijos constituyeron un modo de socavar la resistencia de las mujeres
como articuladoras de los espacios cotidianos de relación y de vida, pues destruyeron los
logros de su tarea de cuidado y de desarrollo de nuevas generaciones de criaturas humanas.
Los actores armados actuaron de forma deliberada contra los hijos, y a través de ellos
contra las madres, para conseguir el control de poblaciones y de territorios. En muchos
casos, además, sus agresiones fueron planeadas como una forma de represalia contra las
mujeres que intervenían de forma activa en la resistencia contra los abusos y la denuncia
de las violaciones de derechos humanos. Los impactos intencionales contra los hijos e
hijas fueron en estos casos un arma que apuntaba a sus madres.
Los relatos de las mujeres cuentan también cómo ellas enfrentaron los hechos violatorios
contra los hijos. En estas narraciones encontramos miedo, impotencia, dolor
y sinsentido frente a una violencia destructora de vidas y relaciones absolutamente
inmerecida. Ellas relatan también cómo pusieron en juego los recursos a su alcance
desplegando su capacidad de evaluar los peligros, su inteligencia estratégica y un gran
valor y arrojo para el afrontamiento directo, con la finalidad de prevenir, proteger o
salvar a sus criaturas.
En sus intervenciones para afrontar las violaciones de derechos humanos contra sus hijos
e hijas, las mujeres muestran un tipo de heroísmo poco conocido porque no se libra en
la disyuntiva extrema de matar o morir, como ocurre con los combatientes. Ellas son
prudentes, previsoras u osadas, evalúan y asumen riesgos para salvar a otros, y a ellas
mismas, de recibir daños o de la muerte. El heroísmo de las mujeres se pone en juego para
la preservación de la vida.
VII. Impactos familiares
Por último, en este capítulo que aborda las consecuencias en las mejores, se analizan los
impactos familiares y las consecuencias ue estos han conllevado para ellas.
Relaciones, proyectos, roles y subsistencia
Daniela era… lo único que Daniela siempre decía cuando uno le decía, que le pides
a Dios, cual es tú sueño, me decía, llegar de la mano, con mi papá al colegio;
eso nunca se me olvidará, era muy duro, era lo único que ella pedía, ella no pedía
una muñeca, no pedía un viaje, ella solo quería llegar con su papá de la mano.
Y solo, eso, me hacía a mí vivir en función del que hacer para que Juan Carlos
pudiera regresar, nada más. Cali, Valle del Cauca, 2002, P.892.
Para las mujeres víctimas, el relato de los impactos familiares es central en sus testimonios.
La violencia ha supuesto para ellas la ruptura de la vida familiar, como espacio
social más próximo y círculo primario de afectos.
330
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Como ya se ha descrito en otros capítulos, la dimensión de pérdida que supone la violencia
sufrida tiene consecuencias en su entramado de apoyo social más cercano, condiciones
de vida, relaciones afectivas y su propio desarrollo personal en el contexto familiar.
En muchos relatos, puede haber también una idealización del pasado familiar perdido, en
donde nutrirse del recuerdo de lo que perdieron, les da fuerza para resistir. En esa valoración
de lo que perdieron, se encuentra la aspiración al Buen vivir36. La vivencia presente,
que describen con detalle, está marcada por el Mal vivir. El modo de vida más pacífico
y armónico que tenían, es roto y el contexto presente en el que se mueven, no facilita su
reconstrucción.
En los testimonios se hace evidente, que en las mujeres conviven los estereotipos tradicionales
de género, con nuevos roles. Las mujeres privilegian en sus relatos las situaciones
vividas, en relación con los roles tradicionalesligados a sus relaciones familiares
y de parentesco, y a sus identidades de madres, hijas o esposas. En los nuevos contextos
de conflicto, la vida de las mujeres-madres, en el ámbito privado y comunitario, se centra
en la lucha por la subsistencia de ellas y sus familias, agravada, casi siempre, por la
ausencia masculina. En muchas ocasiones por ser ellos víctimas directas del conflicto,
y otras vecespor separaciones forzadas.
Nos dijeron: “si ustedes no se van, venimos a llevarle el hijo”, entonces le dije:
“no, prefiero irme, yo no se lo voy a entregar”… Pereira, Risaralda, 2006, P.606
También es clara la ambivalencia que viven las mujeres en muchas ocasiones entre el
sí mismas y los otros, entre sus opciones como cuando están organizadas, no queriendo
abandonar a las organizaciones de las que hacen parte, pero al mismo tiempo quieren
conservar a sus familias. A pesar de ello muchas asumen que quieren construir un nuevo
futuro, aun habitadas por esa ambivalencia de la integración en sus vidas de lo público y
lo privado.
Los principales impactos familiares están asociados a las amenazas externas, (como el
hostigamiento a sus familias), las afectaciones directas, (como los conflictos familiares
que se generan y las consecuencias para los hijos) y las afectaciones en lo económico, (el
impacto del empobrecimiento).
En cada uno de estos ámbitos, el Mal vivir se manifiesta dramáticamente y el sobreesfuerzo
que ellas hacen para el sostenimiento de la vida de sus familias, no encuentra correlatos
institucionales, que les ayuden a responder a tan monumental tarea.
36 En “Diálogos Complejos. Miradas de mujeres sobre el Buen Vivir”, Liliana Celiberti, nos trae una concepción
del “Buen Vivir/Vivir Bien”, (que) forma parte de la propuesta de los pueblos indígenas en respuesta
a la crisis sistémica del capitalismo, caracterizada por una crisis financiera, alimenticia, energética y ambiental
que numerosos actores/as identifican como “crisis civilizatoria”… A la democracia representativa le
contrapone la democracia comunitaria. Significa un vivir pacífico, armónico, tranquilo, una vida bonita en
todo el sentido de la palabra.
331
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
En situaciones extremas y de desestructuración social y familiar como en el desplazamiento,
se hace evidente la capacidad de las mujeres para responder y para intentar
reestructurar la vida, en función especialmente del cuidado a sus hijos y otros familiares
cercanos, pero también poniendo su trabajo al servicio de ese apoyo familiar. Ellas se
disponen a cosas que los hombres difícilmente harían. En algunos casos las mujeres hacen
recorridos en grupo por las plazas de mercado y en tiendas, para obtener alimentos
desechados para la venta y así en medio de la miseria conseguir el sustento diario para
su familia.
Ellos se vienen para acá para Medellín y ven que la mujer es guapita, entonces ya
el hombre se recuesta porque no hay trabajo para ellos; bueno pero entonces ellas
y yo ya hacíamos el recorrido por ahí, buscando trabajito y todo eso… Medellín,
Antioquia. 1993. P.48.
Sin embargo, con escasas excepciones, también constatan con dolor que esos esfuerzos
no rompen el círculo vicioso de ese Mal vivir que quieren superar.
Impacto familiar
1. Por las amenazas externas, que se manifiestan en el hostigamiento familiar y la
destrucción de bienes. En estos casos, toda la familia se vuelve objetivo y afronta
ataques directos.
2. Por las afectaciones directas que se producen al interior de las familias, como los
conflictos entre sus miembros, la separación forzada, la desintegración familiar y
las consecuencias en los hijos e hijas.
3. Debido al impacto económico, las víctimas viven un empobrecimiento severo,
manifestado en múltiples carencias, con dificultades económicas, incertidumbre
ante la imposibilidad de rehacer sus vidas, sobrecarga de las mujeres y cambios
abruptos en los roles que asumen.
Las amenazas y el hostigamiento familiar
El Mal vivir que se produce por las amenazas externas, se manifiesta en el hostigamiento
familiar y la destrucción de bienes. Aquí el impacto se expresa en el hecho de
que toda la familia se vuelve objetivo de alguno(s) de los actores del conflicto y se dan
ataques directos a los bienes y enseres, que permitían la subsistencia a la familia. Los
desplazamientos pueden ser repetidos, e implican, muchas veces, la separación forzada
de los miembros de la familia. Todos estos actos de agresión llevan a muchas mujeres
a huir para preservar la vida del grupo familiar. En la mayor adversidad, las mujeres
toman en sus manos su vida y la de sus cercanos, y hacen todo para la sobrevivencia de
ellas y quienes las acompañan.
332
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El hostigamiento a la familia, o a diferentes miembros de la misma, forma parte de las
estrategias de control en el contexto del conflicto armado. Las múltiples modalidades de
hostigamiento incluyen la afectación a mujeres embarazadas y el riesgo para las vidas
que vienen y las suyas propias; las amenazas y seguimientos por acusaciones o por su
participación social o política; la extorsión y los chantajes como forma de obligar a la
colaboración; la sanción y la culpabilización de las víctimas como formas de justificar sus
acciones y estigmatizar a las víctimas; el ataque al liderazgo comunitario de las mujeres;
la pretensión de forzar el involucramiento de civiles, ya sea a través de la seducción con
armas a menores o mediante incentivos económicos, para facilitar su reclutamiento; la
violencia sexual contra las mujeres o sus hijas en muchos contextos. Todas estas formas
de ataques tienen una dimensión familiar señalada por las mujeres en sus testimonios.
Ellos llegaban a la quebrada donde estaban los niños, los llamaban, empezaron a
mostrarles armas, entonces nosotros nos dimos cuenta de todas esas cosas y nos
preocupamos mucho porque sabíamos que la intención de ellos, era empezar a
reclutar los niños. Barrancabermeja, Santander, 2000, P.794.
Dijo, vea, sabemos que su mamá vive en el Kennedy, ya lo sabían todo, que tengo
dos hermanas, que sus hermanas cuántos hijos tienen, sabemos que su hijo, usted
tiene ese hijo y tres niñas. Sabemos que usted es una líder comunitaria, por eso
usted es muy conocida. Buenaventura, Valle del Cauca, 2002, P.852.
La amenaza a las mujeres a veces se hace de forma directa, pero en muchas se extiende a
la familia como una forma de golpear a las mujeres. O se utilizan a los hijos e hijas para
transmitir el terror a la madre que de esta forma sabe que los perpetradores controlan
también su vida y la de sus hijos.
Como respuesta, las mujeres construyen estrategias para preservar la vida propia y de sus
cercanos. En medio de esas situaciones límite, ellas viven transformaciones en sus roles
tradicionales, como mecanismo para responder al hostigamiento a la familia.
Esa persecución que hubo a toda mi familia fue muy fuerte. Iban a asesinar a mi
mamá, a mis hermanos, y yo era como la única persona que tenía ese conocimiento
mínimo de poder acudir a las organizaciones, a pedir apoyo, era una carga muy
dura para mí. San Vicente de Chucurí, Santander, 1990, P.745.
Las agresiones y hostigamientos contra las mujeres, frecuentemente se dan en su propia
casa, lo que conlleva también el despojo de bienes o el robo. La rapiña es parte de ese
modus operandi que ofrece beneficios para quien la perpetra, y genera miedo en la víctima
que a pesar del impacto y la pérdida siente más terror de quienes pueden llegar hasta
el asesinato. Esas agresiones a la propia casa son la mayor parte de las veces el límite de
la resistencia en el lugar y el inicio del desplazamiento.
Los paramilitares. Y una noche se nos metieron a la casa. Que saliéramos. Mi
papá cerró la puerta, que saliéramos que teníamos un regalito, y no, nosotros no
333
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
salimos, nos quedamos encerrados en un cuarto. Y nos dañaron las cositas, se nos
llevaron la estufita, las ollitas, y de resto todo lo dañaron. Y se fueron y al otro día
me tocó que salir. Barrio Las Flores, Cali, Valle del Cauca, 2010, P.855.
El territorio de la cotidianidad, los afectos y la vida juntos que constituye la casa, se
convierte en esos casos en el lugar donde se producen las amenazas. Los perpetradores,
irrumpen en las viviendas para amenazar y matar; usan las amenazas y el terror; la coacción
y del miedo, para lograr lo que piden; torturan física y sicológicamente a sus víctimas;
secuestran. Amedrentan, mediante interceptaciones telefónicas.
Llegaban con tanquetas… señorita, llegaban ¡con tanquetas!, ponían una tanqueta
en la quinta con diez y ocho, y la otra tanqueta en la tercera con diez y
ocho, nosotros vivíamos entre 3ª y 4ª… llegaban con perros, ponían esos perros
encima del techo, que dizque buscando las armas que teníamos, nos sacaban en el
periódico… ponían una mesa y en esa mesa ponían todos los libros que teníamos
del Che Guevara, Fidel Castro, de todo, del Partido Comunista, y los ponían así
y les ponían armas... Claro, eso fue una época tremenda, mi mamá casi se muere.
Pereira, Risaralda, 1987, P.691.
Incluso a sus hogares como lugares identificados y territorios de protección de las víctimas
han sido atacados especialmente cuando las víctimas han denunciado los hechos. El
ataque al espacio propio y de seguridad somete a las víctimas a una vivencia permanente
de riesgo.
Yo gritaba por qué me le habían quitado la vida, ahora no más eso, todavía
masacran a mi hijo y van más encima y me agarran la casa a plomo, yo estaba
reclamando mi hijo donde me lo habían tirado y se fueron y me dieron plomo…
Piedecuesta, Santander, 1987, P.744.
La destrucción de bienes
El uso de la violencia contra sus casas o propiedades muestra no solo la capacidad de
destrucción sino también el poder sobre la vida. En muchas ocasiones, el desplazamiento
forzado familiar es precedido de robo, incendio y destrucción de la vivienda. Esa destrucción
de las viviendas también se produce en medio de ataques de la guerrilla con cilindros
de gas a municipios y lugares donde se encuentran instalados puestos militares o policiales,
lo que constituyen formas de ataque indiscriminadas. Por su parte, la destrucción
de bienes es parte de la sevicia con que se conducen los perpetradores, que pretenden la
aniquilación del enemigo a través de la destrucción de las posibilidades de vida y de las
víctimas que son población civil.
Entró la guerrilla y les quemó la casa, mataron dos señores ahí y la dejaron a ella
así… Así, sin nada, apenas con lo que tenía encima, entonces ella se… Ya pidiendo,
porque tuvieron que pedir, se recogieron el pasaje, y se vinieron para acá para
Chinchiná… Aguadas, Caldas, 2004, P.597.
334
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
A él lo desaparecieron y a nosotros nos sacaron, y a dejar todo lo poquito que
teníamos porque, pues, uno tener una finquita, los animalitos y cositas, y por acá
venir uno a mendigar, ¡Es muy verraco! Calamar, Guaviare, 2007, P.607.
Las formas de pillaje como el incendio, el robo y la destrucción de bienes, son parte de las
acciones orientadas a arrasar un modo de vida, desplazar a las familias o castigar a toda
una comunidad. Eso produce un estado de desolación total en las mujeres que ven cómo
destruyen todo lo que les costó construir toda una vida. En la mayoría de los casos la
rapiña es también una forma de conseguir provisiones mediante el robo y la destrucción.
Eso cumple una función de estímulo de la violencia, ya que los perpetradores saben que
gracias a sus acciones tendrán beneficios o alimento, despreciando el impacto que dichas
acciones tienen sobre la gente.
Las autodefensas nos quemaron el rancho, no pudimos sacar nada, las gallinas
se las comieron, teníamos unos cerdos, esos los agarraron los mataron y se los
comieron…las vacas que habían ahí se las llevaron las autodefensas, las bestias no
supimos…o sea, yo perdí todo, todo, todo, yo no saqué nada de allá, ¡mis hijos! Los
que pude rescatar, cuatro de ellos porque el muchacho que estaba criando fue el que
me mataron (sollozos) había completado 18 años... San Alberto, Cesar, 1996, P.775.
Ellos tenían la tienda, y todo la saquearon. Dejaron los niños sin nada, también.
Pero yo creo que eso fue de la misma vereda, aprovechándose de la situación.
Porque, ellos, los otros, se subieron a tocarles a la casa… Los mataron y se fueron.
O sea ellos no tuvieron nada que ver, sino creo que los vecinos los acusaron.
Imagínese la situación… y aprovechándose. Olaya Herrera, Nariño, 2009, P.843.
Ya sea mediante el saqueo y la quema o el bombardeo, con la pérdida de la vivienda y la
destrucción del caserío, llega el desarraigo. La casa, el “hogar”, es referente clave para el
desarrollo de los proyectos de vida. La casa, (las siembras, los animales, los alimentos, el
mobiliario…), representan una seguridad básica para afrontar los avatares y son el espacio
de construcción de la vida especialmente en el campo. Con su destrucción, se rompe
ese círculo protector y sus moradores quedan en la total vulnerabilidad. Con el desarraigo
se produce la desestructuración personal y familiar. En ocasiones, se afrontan nuevos
riesgos, ante la posibilidad de recuperación de algunos bienes. Hay que tener en cuenta
que los objetos están cargados de sentido y se corren riesgos para encontrar en ellos un
punto de apoyo. Aunque en muchos momentos descritos por las mujeres esa disyuntiva
brutal de sus vidas les llevó a dejarlo todo.
Dije: “Nos vamos con lo que haya. Pónganse - el niño mío, me acuerdo que tenía
una pantaloneta- un pantalón y ¡Vámonos!”. Y me dijeron “¿Vamos a dejar las
cosas?”, yo les dije: “uno no se aferra a lo material, uno se tiene que aferrar a la
vida de uno”, y salimos ese día. Barranquilla, Atlántico, 1995, P.607.
Que dejáramos todo porque eso le pertenecía a esas personas, que abandonáramos
todo, llegaron a mi casa en las horas de la tarde cuando estábamos coci335
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
nando y patearon toda la comida. Tuvimos que abandonar la parcelita y coger
montaña a montaña… Lo dejamos todo por ejemplo la parcelita, la casa, que
teníamos de todo, las gallinitas, todo los animales dejamos ahí y lo que más me
duele que (llanto) que perdí todo, perdí mi casita y todavía estamos sin casa y eso
es lo que yo quiero actualmente tener mi casa propia para así no estar sufriendo
más. Quebrada Seca, Sucre, 2000, P.255.
En ocasiones, se logra salir con lo más indispensable. En los relatos de las mujeres del
área rural con fuerte presencia del conflicto armado, es reiterada la destrucción de bienes,
acompañada de amenazas; arrasar y destruir como parte del modus operandi del control.
Todo ello genera no solo enormes pérdidas para las mujeres y sus familias, sino la necesidad
de empezar de nuevo en el momento en que se den las condiciones o la voluntad
de retornar.
Pues allá está lo que tenía en el pueblo, porque ni siquiera la hemos podido vender,
por el motivo de que es una zona roja, entonces allá nadie le compra las casas a
uno, las casas allá no tienen precio. Eso quedó allá abandonado… Roncesvalles,
Tolima, 2001, P.183.
Se fueron del pueblo y dejaron a todos amenazados, que ellos volvían y que no
encontraran a nadie, querían el pueblo solo. Y cada quién, el que pudo, pues
arrancó con sus cosas, y se fueron, otros dejaron las cosas botadas. Media Luna,
Cesar, 1996, P.700.
Las mujeres se enfrentan a la ausencia o a la débil respuesta y apoyo del Estado. Cuando
intentan recuperar la tierra, se enfrentan a verdaderos galimatías jurídicos. Con frecuencia,
las mujeres se quejan de la ineficiencia del Estado, que no indemniza a las víctimas
como promete, lo que acrecienta el sentimiento de indefensión y desamparo, más aún
cuando las propiedades de las víctimas han sido en muchos casos usurpadas por perpetradores,
testaferros, compras fraudulentas de tierras o en legalizaciones de tierras en
condiciones de extorsión por el miedo.
Hasta ahora el Estado no ha tenido ninguna respuesta con ninguna de las personas
desplazadas de allá de mi pueblo, no les han dado por ejemplo la reparación
de materiales, eso no la han dado. A mi familia no le han dado ayudas humanitarias
de esas que manda el gobierno, porque según ahora aparecen ellos y que
con propiedades. O sea que a mí me parece que el Estado está jugando con las
personas que en verdad sufrimos el desplazamiento, porque mira ve, a mi mamá
nunca le ha venido el subsidio de vivienda y a mí tampoco. Salaminita, Magdalena,
1990, P.262.
En algunos casos los bienes destruidos son convertidos en símbolo de la dignidad de las
víctimas. Esta resignificación de los lugares que un día fueron de vida y luego quedaron
marcados por la destrucción y la muerte, es parte del proceso de reconstrucción de las
condiciones de vida y de la asimilación colectiva de hechos traumáticos.
336
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Entonces la casa quedó abandonada, porque era de bahareque, comenzó a deteriorarse,
a caerse. A los dos años de haber ella muerto, nosotros, comenzamos,
entre el Eclesial de Justicia y Paz, a reconstruirla, la tenemos ahora como Casa
de la memoria. Peruanza de Garzón, Huila, 2006, P.859.
Mal vivir: los impactos hacia dentro de las familias
El impacto individual que ha sido analizado ya en otros apartados, es vivido en realidad
en el medio familiar y tiene consecuencias en otros miembros de la familia y su dinámica
interna. Las consecuencias del impacto físico o la discapacidad, el manejo del miedo o la
tristeza, los problemas de salud mental o el duelo por la pérdida de los seres queridos supone
una alteración de la dinámica familiar y de la comunicación, el equilibrio interno, los roles o
el manejo del apoyo mutuo. En esos casos, el desespero conduce a situaciones límite.
Como mujer me afecta mucho porque, uno como mujer está más dado a sus hijos,
a una obligación, un deber que ya tiene, y también porque hay un desarraigo de
mi familia, como le digo, tenía, me tocaba, era un deber y me tocaba que salir,
enferma. Santander de Quilichao, Cauca, 2001, P.381.
La búsqueda de sentido a los hechos y el manejo del dolor al interno de la familia generan
tensiones familiares, vividas frecuentemente con sentimientos de culpa. En ocasiones,
ellas han tenido que abandonar a sus hijos, al huir para salvar su vida. La necesidad de
encontrar un sentido hace que a veces los hijos las culpabilicen de su sufrimiento, por
haber perdido al padre pero también por su huida, por tener que estar buscando sustento
o por seguir en su participación social.
Mis hijos me hicieron llorar una noche porque me dijeron mami usted nos abandonó
tantos días, usted no sabe cuánto… yo vuelvo y repito que el mayor daño
que me hicieron a mí es haber hecho lo que hicieron conmigo y mis hijos haber
quedado solos, porque no tenía para donde coger con ellos… Apartadó, Antioquia,
1995, P.87.
En algunos casos se describen reacciones de agresividad, verbal y hasta física, de los hijos
victimas hacia sus madres. Se da una alteración total de la vida y las relaciones familiares.
Cuando murió mi marido que mis hijos se pusieron agresivos conmigo. El mayor me
agredió. Una vez me metió un planazo que me iba a matar, otro día me hizo tirar por
acá atrás de la casa y yo salí corriendo y caí en la cocina de una casa de una vecina.
Después me desbarató la casa, la casita era de madera, eso me la desbarató, ese
pelado se bestializó pues que mejor dicho. Samaniego, Nariño, 2004, P.441.
Para muchas mujeres, la huida se hace en medio de la incertidumbre por la suerte de sus
hijos. Todo ello supone un conjunto de situaciones difíciles alrededor de los afectos y los
sueños construidos por las mujeres.
337
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
Mi sueño ahora después de todo lo que ha pasado, es similar. Me he dado cuenta
que es mi familia, porque a raíz del proceso organizativo, por muchos viajes
descuidé un poco a mis hijas. Y la base fundamental es mi familia, yo no puedo
salvar al mundo si descuido mi casa… Yo hablo con mis hijas todos los días pero
ellas son pequeñas, me dicen mami cuando vienes, y ahora quiero recuperar a mi
familia y seguir hacia adelante. Riohacha, Guajira, 2007, P.102.
Las consecuencias hacia dentro de la familia incluyen también la separación forzada, ya
sea porque las amenazas llevan al desplazamiento de algunos miembros de la familia, por
la persecución a los hijos y por muerte de alguno de sus miembros.
Lo que más me afectó como mujer. Yo pienso que la desintegración con la familia,
porqué al matar al papa como que cada quien coge por su lado y el temor por volver,
si iba el uno el otro no. Ya no íbamos juntos no nos reuníamos en familia como
antes. Y como mi mama quedó sola allá, yo creo que eso fue lo que le produjo la
enfermedad, ella murió de cáncer en el 2007. Yolombo, Antioquia, 2001, P.28.
También esta separación forzada es parte de lo que las familias intentan como forma para
garantizar la subsistencia. La salida de las mujeres para buscar trabajo o mandar a uno o
varios hijos con otros familiares a lugares más seguros son situaciones forzadas de separación
que tienen también un impacto psicológico. La separación familiar forzada es un
potente estresor en caso de las poblaciones refugiadas o desplazadas internas, y tiene un
impacto importante a largo plazo, cuando las condiciones para la reunificación familiar
siguen sin poder darse. Sólo excepcionalmente, la separación se da en función de obtener
apoyos familiares y como mecanismo de protección familiar.
Con muchas que eran de allá todavía nos comunicamos. Pues fue muy duro. Pero
sin embargo, con la claridad que si nos separábamos era por el bien de nosotras…
yo que venía para el bien mío. Y ellas que se quedaron allá cerrando la
boca. Zaragoza, Antioquia, 1998, P.65.
Las mujeres expresan un sentimiento de desolación, al huir dejando los hijos en la incertidumbre.
La separación les produce un sentimiento de derrota, de pérdida de sentido
y de norte en sus vidas. Las mujeres se ven confrontadas con dilemas dramáticos, por
ejemplo, dejar el marido o dejar los hijos. Hay mujeres que optan por quedarse con sus
hijos e hijas, a riesgo de su vida. Hay separaciones forzadas que llevan a separaciones
definitivas. Las mujeres expresan este doble impacto de la violencia, el de los hechos y el
de sus consecuencias, y que el costo de la separación es la dispersión de la familia y hasta
la desintegración familiar.
Yo sufría mucho por lo que yo dejé a mi papá a mis hermanos allá, y yo nunca me
había separado de ellos. Eso fue muy duro para mí porque de igual manera yo
estaba acá, pero al mismo tiempo estaba allá porque pensaba que en cualquier
momento me llaman para decirme mataron a mi papá, mataron a mi hermano,
338
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
mataron a mi primo. Eso es una situación que uno no sabe ni cómo vivirla. Unguía,
Chocó, 1995, P.260.
En la mayoría de los casos, las mujeres se quedan con los hijos, y se sienten responsables
de todo su círculo familiar, con la consiguiente sobrecarga. Las mujeres tienen el
sentimiento de que la afectación a la familia es la máxima agresión que pueden sufrir;
ellas consideran que, ante los riesgos vividos por ellas, sus hijos pagan un costo alto, y de
nuevo, el sentimiento de culpa, es muy fuerte para ellas.
Las mujeres hacen todo por proteger y salvar la vida de sus hijos. Por eso, la pérdida de
un hijo por desaparición, produce un efecto tan desestructurador de la familia y de la mujer
misma: “Yo digo que estos hechos destruyen totalmente una mujer. Todo”. Apartadó,
1997, Antioquia, P.138.
Las consecuencias familiares se ven condicionadas también por el grado de apoyo social
o comunitario. Cuando las mujeres se quedan sin apoyo o son estigmatizadas se rompen
los lazos de solidaridad y de apoyo familiar. En los contextos de violencia con fuerte
impacto colectivo, las mujeres víctimas se ven privadas del apoyo que antes tenían. Para
los próximos es más difícil mostrar solidaridad mientras es el momento más importante
para las víctimas. El control de los diferentes actores armados y el impacto de la violencia
sufrida generan ambivalencia, constricción comunitaria y ruptura de las redes de apoyo.
Ella ahora está en Frontino, ellas conmigo en ese dolor tan grande en el velorio
de mi hijo, yo las busqué y ellas no. Ya yo ni las llamo, que cada una sufra su dolor.
Cañasgordas, Antioquia, 1989, P.26.
Pésimo, horrible, se vive porque se tiene que vivir ahí, pero realmente no hay
una hermandad, sin embargo, no sé si por las tristezas y dolores que he pasado,
a pesar de las discusiones, de pegarme, cuando les pasa algo uno no es capaz de
dejarlos. Urabá, Antioquia, 2002, P.34.
También se da la ruptura de los soportes de familia ampliada para afrontar la sobrevivencia.
En algunos casos se producen conflictos familiares y separación de pareja. En
otros, se presenta abandono del padre, con la consiguiente sobrecarga para la madre. La
desintegración familiar forzada también se puede producir por búsqueda de trabajo. Las
mujeres evidencian el contraste, entre su vida con una cierta estabilidad y apoyo y después
la experiencia de estar solas, para sacar adelante a los hijos. En muchos casos los
hijos asumen ciertas responsabilidades del cuidado prematuramente, dejando a un lado su
infancia y propias necesidades, y se da la sobrecarga afectiva y social sobre todo de las
hijas para que las madres salgan a trabajar.
Antes… por lo menos yo tenía que esperar que mi esposo llegase con la comida para
uno y los hijos. Pero después no tener a quien decirle vea que hacemos no hay esto,
nos falta estas cosas, no hay a quien. Tiene uno mismo que hacer su esfuerzo e irse a
trabajar eso sí es… duro. Municipio Florida, Valle del Cuaca, 2001, P.337.
339
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
Como nosotros todo lo traíamos en una chiva, éramos prácticamente tres familias
todos de la misma casa. Llegamos por acá a una casa… y éramos todos en esa
casa sin saber qué hacer y entonces ya ponernos… pues, ¡A buscar trabajo!… Nos
tuvimos que dividir, porque igual allá sobrevivíamos todos porque todos trabajábamos,
hacíamos arepas todos y con eso sobrevivíamos toda la familia. Y entonces
después de que llegamos aquí… ¡Eso ya se dañó! Aguadas, Caldas, 2006, P.646.
En los contextos de desestructuración familiar se da un incremento de las violencias contra
las mujeres. A veces se produce agresión física, acompañada con maltrato psicológico;
se produce el abandono por parte del marido o la separación de pareja.
Ya lo otro es que cuando mi esposo se consiguió otra pues, acá, eso sí que me
decían: “Aquí pierde el marido, aquí pierde todo” Y dicho y hecho. Aguadas,
Caldas, 2006, P.646.
Se producen transformaciones en los roles como mujer en el seno de la familia y en su rol
social. Por una parte, las crisis masculinas en el contexto del desplazamiento o la persecución
en las mujeres asumen nuevos roles, especialmente el de proveedoras, (tradicionalmente
masculino) y ellos no logran resituarse. Las violencias que se generan, inducen
a recomposiciones de pareja, que abren nuevos ciclos de violencia, incluida la sexual, en
la segunda generación.
Después él se volvió violento porque la mayoría de los hombres campesinos al salir a la
ciudad pierden el rol de jefes, pues al ver que su mujer ya tiene un cambio en la ciudad
se sienten impotentes, incapaces, Y como el machismo todavía reina y más en esta zona
de Santander, entonces el papá de mis hijos empezaba a decir: ¡usted sale a la calle seguramente
es a buscar machos! ¿Por qué se queda todo el día en la calle? ¿Por qué no
llega temprano? Porque me tocaba salir a trabajar, yo le cuento que yo me ganaba 5 mil
pesos en todo un día, desde las 6 de la mañana hasta las 9 ó 10 de la noche trabajando
en una cafetería. Yo llegaba y ese señor en todo el día no les había hecho a los pelados
ni una gota de agua de panela, hermana. Y yo llegar a esa hora a llevar la platica para
hacerles en la noche la comida, que a lavar, que a todo, y empezó a ser violento… me
maltrataba psicológicamente, física no. No puedo decir que él me haya maltratado física,
pero psicológica sí. San Vicente de Chucurí, Santander, 1990, P.745.
Los cambios e impactos familiares también se dan entre las diferentes generaciones. En
este caso, la ausencia de las hijas lleva a la abuela a hacerse cargo de los nietos, a asumir
su búsqueda y retomar su rol materno en la protección y el desarrollo de sus nietos. Estas
mujeres mayores, en medio de una enorme precariedad, expresan su dolor por la pérdida
y a la vez su sentido de responsabilidad por los otros.
Eso es un karma ¡muy horrible, mija! ¡Ay! (llanto) que no les pase, que a nadie
le pase… yo pido a Dios nuestro Señor que a nadie le pase más nada de esto. Ay
no! Y mis hijas, donde estén, que Dios nuestro Señor me las tenga a lo bien, que a
340
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
lo menos no sufran, por nada, pero esas niñas donde están, están muy enfermas,
sin poder ver los hijitos ni nada, y a mí es la que me ha tocado esa bendita lucha.
Puerto Rico, Risaralda, 2001, P.601.
Dificultades económicas y sobrecarga de roles
Las consecuencias económicas de la violencia recaen de forma dramática sobre las espaldas
de las mujeres. La vida se hace más precaria en lo económico, y las mujeres asumen
toda la carga, con un sentimiento de daño moral, por el sobreesfuerzo que les implica. Se
da una asociación sistemática entre violencia y precariedad económica.
Tratar de sobrevivir dignamente, trabajando, yo he trabajado mucho acá, incluso
he trabajado con la alcaldía, he trabajado con fundaciones, en restaurantes, en
hoteles, de ahí en todo lo que se denomine, pegando afiches en la calle, barriendo,
entonces mantener, la dignidad por encima de todo. Valle del Cauca, 1990, P.172.
Las mujeres llegan a diversas estrategias de sobrevivencia ante el empobrecimiento extremo,
tales como: pedir limosna, vivir de “arrimados” donde familiares; o trabajos como
cuidadoras de niños, dentro de la familia. De esta manera, agregan nuevas funciones a los
roles ya tradicionales, con la consiguiente sobrecarga.
Me tocó lo que toda mamá cuando mueren o son desplazaditas. Les toca pedir,
trabajar y Dios no lo quiera hacer otras cosas para la estabilidad económica de
sus hijos. A mí me tocó pedir limosna durante 9 meses, eso fue como enterrarme y
volverme a desenterrar y eso me traumatizó mis hijos, perdieron el año, ellos apenas
están comenzando la primaria. Maruchenga, Bello, Antioquia. 1992, P.78.
También tienen que afrontar situaciones y asumir actividades diferentes para poder obtener
recursos: piden enseres prestados; realizan trabajos duros que no garantizan las condiciones
mínimas de vida, caen en el endeudamiento; hacen elecciones de pareja fallidas,
para resolver inestabilidad económica. Algunas llegan a la prostitución como salida, ante
situaciones límite.
Inclusive cuando me vine a vivir acá, no conocía a nadie, (llanto), nadie me ayudaba,
nadie me conocía, yo me prostituí por un año, yo trabajé en la prostitución
en un año, porque fue la única manera que encontré para sacar a mis hijos adelante.
Corinto, Cauca, P.180.
En ocasiones, las estrategias de sobrevivencia, se basan en la solidaridad mutua y en la
ayuda a otros. Los testimonios de las víctimas están plagados de enormes esfuerzos por
preservar la familia unida afrontando tantas dificultades en medio de la soledad.
Entonces me ha tocado ser como jefe de hogar, sea se me ha perdido todo el rol de
mujer, porque con las responsabilidades, me ha tocado ser hombre y ser mujer, a
341
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
la vez, responder con todas las obligaciones de la casa. Florencia, Caquetá, 2003,
P.108.
Ante la magnitud y el carácter abrupto de los cambios vividos, se producen problemas
de salud y enfermedades. Estos son causados por el hambre y las carencias, la precariedad
extrema, la sobrecarga de trabajo, la desnutrición. Van desde lo psicológico, hasta
lo somático. Y sin embargo, se hacen esfuerzos para reconstruir los lazos y los apoyos
familiares.
Era comer nosotros o comer nuestros hijos, tocaba sacarnos el pan de la boca para
dárselo a nuestros hijos. Distrito Aguablanca, Cali, Valle del Cauca, 2003, P.158.
Uno queda afectado, queda con temor, queda inseguro, se vuelve uno inseguro,
desconfiado, le duele a uno, si es en el caso físico, le duele a uno todo, todo lo está
afectando, la cabeza, hasta los dientes se le caen a uno…terrible porque pierde
uno la familia, se desintegra la familia, se desintegra la amistad, la comunidad,
todo se tiene que volver a empezar. Distrito Aguablanca, Cali, Valle del Cauca,
2003, P.158.
En el caso de las mujeres desplazadas, subrayan el contraste entre las condiciones en el
campo y la ciudad, y ese contraste tiene el peso de la pérdida: entre la situación de vida
que tenían, anterior a los hechos. Evidencian dificultades para adaptarse, se sienten sin
herramientas apropiadas y sin apoyo del Estado para afrontar esos retos.
Mi vida antes de los hechos seño, no como rico, pero usted sabe que uno en el
campo mantiene su plátano, mantiene su arroz, su maíz, todas sus cosas, sus gallinas,
sus marranos, todo eso… aquí me toca pensar qué le voy a dar de comer
a mis hijos el día que van para la escuela o para el colegio, que no tengo plata
para el transporte y les toca bajarse a pies o subirse a pies, y eso me tiene muy
aburrida; yo aquí en Quibdó no tengo una ayuda… no he tenido una ayuda con
mis hijos para sacarlos adelante y eso me tiene muy aburrida. La Balaza, Buenos
Aires, Cauca, 2007, P.428.
La respuesta institucional es muy precaria, ante la magnitud de las problemáticas que se
afrontan y el apoyo del Estado o institucional está lleno de irregularidades. Las mujeres
denuncian los obstáculos de la burocracia, las promesas de subsidios se enredan entre
trámites, de la corrupciónde los recursos para los desplazados.
Tampoco me dan susidios ni nada, esa es la vuelta que tengo que ir a hacer ahora.
Yo hace un año fui a bienestar social allá por la avenida Oriental y me apuntaron
con cédula y todo y hasta aquí no me ha llegado, ahorita voy a preguntar. Barrio
Blanquizal, Medellín, Antioquia, 1994, P.63.
Una bienestarina para nosotros no es alimento, lo digo yo, para mí no es alimento,
porque eso que hace, uno le da a un niño y empieza a soltársele el estómago y
342
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
unas bienestarinas dañadas, como todo lo que nos llega allí son unos enlatados
dañados, unas harinas ya vencidas, llenas de gorgojos, el arroz lo mismo, entonces,
para uno como mujer tener que afrontar todas estas cosas, ver que no tiene
ni un pedazo de panela. Toca ir con los compañeros líderes, pues siempre como
mujer dicen, ustedes como mujeres pueden hablar, ya uno empieza a ir, a pedir a
estas galerías que nos regalen algo, y de todas maneras a uno le toca dejar a su
hijo, porque uno para andar... Santander de Quilichao, Cauca, 2001, P.381.
La falta de un trabajo digno lleva a la incertidumbre familiar y a la imposibilidad de rehacer
la vida. Una situación de limbo permanente en la que viven especialmente las mujeres
desplazadas durante años.
Pues económicamente ya no me ayudo por mí misma porque por adulta nadie me
da trabajo. Yo quisiera trabajar, así sea interna en una casa de familia, pero para
nosotras las adultas ya no resulta trabajo, los trabajos que resultan son para jóvenes
de 15 años a 30. Nunca necesitan una de 50 o 60 años. Chigorodó, Antioquia,
1995 - 1997, P.63.
Las mujeres que han perdido a sus esposos o compañeros viven la incertidumbre cotidiana
para afrontar la sobrevivencia. Se acumulan las carencias económicas; falta el dinero,
hasta para enterrar sus muertos. Se encuentran con la imposibilidad de estudiar, aunque
les falta capacitarse para el trabajo. En ocasiones, las situaciones traumáticas, les impiden
incluso reaccionar para buscar alternativas. Junto a la sobrecarga de roles se acompaña
del profundo impacto afectivo.
Lo que pasa es que nosotras cuando tenemos marido, que nos da todo y pasa lo
que pasó, nosotras creemos que ahí se nos acabó la vida. Mi vida ha dado un
cambio total, porque antes no pensaba para comer y ahora tengo que pensar
cómo voy a darle de comer a los niños, a comprarle lo que ellos necesitan y
todo. Mi Marido era una gran persona, un hombre trabajador, quería mucho a
sus hijos, a su mujer y a nosotros nos hace mucha falta. Buenos Aires, Cauca,
2001, P.451.
Las consecuencias de esas dificultades se miden para las mujeres en la incapacidad de
dar estudios a sus hijos. Ese sueño de toda una generación con el mejor desarrollo para
la siguiente, expone en las condiciones de violencia a nuevas experiencias difíciles y
riesgos para la vida. Al impacto de la precariedad se suman las dificultades de la vida
en nuevos contextos, a menudo también peligrosos, en un círculo de pobreza, dolor y
exclusión.
Mi sueño no se me cumplió, porque de lo que hace la masacre para acá, mis hijos
estudiaban en una forma digna, ahora el estudio de mis hijos es más complicado
porque yo no tengo trabajo. Mire lo que me pasó con mi hijo. Mi hijo tras el desplazamiento
que nosotros llegamos aquí me dijo: “mamá, yo aquí no consigo un tra343
Capítulo 3. Consecuencias e impactos específicos en las mujeres
bajo bueno para comer yo y darle de comer a usted” Entonces se fue para Bogotá,
consiguió su trabajo, y en el trabajo lo mataron, entraron y lo mataron entonces...
lo mataron los paramilitares. Medio Atrato, Chocó, 2002, P.471.
En el contexto de los cambios hacia dentro en la estructura familiar por la pérdida de
seres queridos y hacia afuera en los recursos económicos, los mecanismos de producción
o los roles cumplidos por muchos hombres en sus familias como proveedores, las mujeres
asumen, casi obligatoriamente, nuevos roles para mantener a sus hijos, viviendo una
sobrecarga social y económica como consecuencia. Se ven obligadas a realizar jornadas
de trabajo extenuantes, con niños a cargo o les toca asumir la crianza de los nietos, ante
la muerte del hijo. Asumen roles que antes asumía el marido, sin que se dé una nueva
redistribución de los mismos u otras formas de apoyo.
Me toca levantarme a las 4 de la mañana para poder salir a las 6 de la mañana
y salir a las 4 de la tarde dejando mis niños solos… me toca trabajar, aportar,
endeudarme… El Buco, Sotará, Cauca, 2005, P.387.
Se trata entonces de roles asumidos forzada y abruptamente de forma traumática. También
se presenta la sobrecarga, al incursionar en el mercado de trabajo y duplicar la jornada
de trabajo para sobrevivir. En estos casos, deben adaptarse a requerimientos laborales,
en un contexto de trabajo, cuyas reglas la mayor parte de las veces desconocen.
Nos tocaba levantarnos a las 3 de la mañana con el niño a bañarnos a empacar
y nos íbamos porque había que caminar una hora a donde era la cafetería y
llegábamos allá a las 4 de la mañana a trabajar el niño en una sillita se acomodaba
y yo lo cobijaba y ya trabajamos todo el día y nos daban el desayuno
y el almuerzo y trabajábamos todo el día. Nos tocaba desde las 4 de la mañana
hasta las 5 o 6 de la tarde por 10 mil pesos y todo el día ese voleo y entonces
ahí nos quedamos hasta diciembre. Barrio Miraflores, San José del Guaviare,
2007, P.35.
Las mujeres enfrentan esta situación en medio del cansancio y agotamiento, pero se ven
obligadas a sobreponerse. Muchas de ellas articulan esa lucha por la sobrevivencia con
actividades sociales y de servicio a la comunidad.
El sin sentido de seguir viva
Bueno, cuando fue la violencia así tan dura, me tocó ser testigo de una cantidad
de ataúdes que se llevaban. Vi en un solo día que se llevaron como 10, la mayoría
de estas familias se fueron, o sea ellas recogían a sus muertos, los que los podían
recoger porque había muchos que no podían recoger, o porque los tiraban a los ríos
o no los encontraban, pero la mayoría de estas mujeres tuvieron como la decisión de
desplazarse para otros lugares.
344
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
De las dos que me volví a rencontrar, hay una que volvió al sitio, a la finca y pues es
una mujer que me la encontré muy enferma, ya está muy anciana, de esos seis hijos
que tenía solamente le quedaron dos mujeres, los cuatro hombres todos fueron asesinados,
me encontré con su esposo completamente enfermo, prácticamente la que
trabajaba o la que trabaja es ella y no tengo palabras, es muy, muy triste volver a encontrarse
con esas mujeres así. O sea luchan, porque dicen “es que Dios quiere que
yo esté viva y no sé por qué quiere que yo esté viva”. Mocoa, Putumayo, 2006. P.933.
Frente a esos impactos, también surgen solidaridades que ayudan a afrontar la lucha por
la sobrevivencia, a reconstruir los lazos familiares y/o comunitarios, a sobreponerse a
los hechos. Emerge la creatividad para afrontar dificultades, apelando a la mutua colaboración.
Ante los problemas de los hijos, surge la solidaridad entre las madres, o en
ocasiones de sus propios compañeros. El impacto de la violencia en las familias cambia
por tanto hacia fuera como hacia dentro, el cosmos de relaciones afectivas y de significado.
Las relaciones de soporte y desarrollo colectivo. El manejo del impacto del dolor
o las consecuencias de las pérdidas. En muchas ocasiones también la extensión de las
relaciones a otros miembros de la familia extensa o del medio social cercano, o incluso
las relaciones en las organizaciones de víctimas son un soporte afectivo y social para las
mujeres afectadas.
Las mujeres de mi familia nos apoyábamos las unas con las otras y pues con serenidad
y esfuerzo hemos salido adelante…nos ha tocado organizar casas, lavar
ropas, conseguir chamba en casas de familia que es lo más pronto y rápido que le
dan a un desplazado… Alto Baudó, Chocó, 2001, P.482.
Entonces ya la gente, los de la Junta, los de la tienda, los del barrio pues traían
verduras, traían cosas, ya empezaron a colaborarme… Barrio Policarpa, Apartadó,
Antioquia, 1997, P.128.
Estos impactos muestran la extensión de la violencia en un sentido horizontal, hacia las
mujeres y sus familias, pero también vertical con el impacto en la siguiente generación.
Los niños y niñas que pueden mantener un apoyo afectivo y familiar importante, que
cuentan con información a su nivel para entender lo que les sucede y que viven en un
entorno de confianza con sus familiares pueden enfrentar mejor las condiciones de alto
estrés permanente que conllevan las violaciones de derechos humanos sufridas por ellos
mismos o sus familiares. Las consecuencias en los hijos e hijas son también un potente
factor de estrés para las mujeres entrevistadas que consisten en la mayor parte de los casos
en el eje en torno al cual se rearticula la vida en sus familias.
Capítulo 4.
La violencia sexual
contra las mujeres

347
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Un hecho devastador 349
Los datos de la violencia y tortura sexual 350
Abordar la violencia sexual 353
Reconocimiento y respuestas a la violencia sexual 354
Los significados de la violencia sexual 357
Atravesar el silencio 360
Militarización de la vida cotidiana, antesala de la violencia sexual 363
Por las buenas o por las malas 366
La violación sexual 368
Insinuaciones sexuales a mujeres menores: entre la seducción y la amenaza 372
Tortura durante el embarazo y aborto forzado 377
Esclavitud sexual y prostitución 380
Resistencia frente a la violación 383
No sé de qué grupo era 386
El imaginario de poder de los perpetradores 388
Completar el rompecabezas de la violencia sexual 393

349
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
No es el primer desplazamiento, los abuelos y mis suegros ellos sufren también un
desplazamiento que fue de Corinto, Santander de Quilichao, en donde ellos se desplazan
y se van para el Naya. Ellos nos cuentan esa historia y nosotros sabemos que
violan, entonces por ese motivo yo, teniendo mis hijas, más bien preferí salir, aunque
estaba enferma con mi pie. Santander de Quilichao, Cauca, 2001, P.381.
Un hecho devastador
La realidad de la violencia sexual contra las mujeres, y en particular la violación, como
una práctica de guerra es conocida por la población -“nosotros sabemos que violan”- a
través de las generaciones. En el testimonio que encabeza este capítulo, este conocimiento
atraviesa cuatro generaciones de mujeres indígenas, un colectivo particularmente
afectado por las vulneraciones de derechos humanos. A través de las generaciones de
mujeres amenazadas por esta violencia se ha transmitido asimismo el horror a este hecho
lacerante y, por consiguiente, la firme voluntad de evitarlo, en este caso con el desplazamiento
forzado.
La experiencia de vivir en un cuerpo violable37 es común a todas las mujeres, en tiempo
de paz y en contextos de guerra, pero en estos últimos la amenaza de la violencia sexual
planea continuamente sobre ellas. Por ello las mujeres comparten el saber que la experiencia
de la violencia de la guerra es diferente para mujeres y hombres. Mientras éstos
suman el mayor número de muertes, las mujeres son las víctimas mayoritarias de las
agresiones sexuales.
El 20 de agosto de 2006 es algo que nunca se me va olvidar… yo le voy a hablar
de la violencia, también le voy a hablar de la muerte de él, ese es el dilema que
yo mantengo porque para mí las dos pasaron, acá lo mataron a él y como yo corrí
media cuadra, me violaron… Medellín, Antioquia, 2006. P.58.
Pero la experiencia de sufrir violencia sexual es únicamente de cada mujer violentada. Es
una experiencia que pasando por su cuerpo destruye la integridad del ser mujer dejando
una huella imborrable, aunque haya mujeres que han conseguido rehacer sus vidas. La
violencia sexual no puede ser considerada como un estigma que genere una visión pasiva
o negativa de las víctimas.
Ella dice que quedó con un trauma, con mucho temor, que le da miedo, que recuerda
todo lo que le pasó, que la fueron a tocar, ella dice que los tipos lo que querían
era violarla, entonces eso le afectó, ¡le afectó, le afectó y le afectó! Y no he sido
capaz de que ella vuelva a estudiar, ella trata, pero no, inicia, dura dos, tres meses
37 Alexandra Bocchetti, Lo que quiere una mujer. Historia, política, teoría. Escritos 1981-1995, Madrid,
Cátedra, 1996; Elena Grau Biosca, “Vivir en un cuerpo violable”, revista En pie de paz, nº 28, primavera
1993, p. 47.
350
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
en el colegio y para atrás, hasta noveno y de ahí no ha querido pasar, porque dice
que la marcó, que eso la marcó de por vida. San Vicente de Chucurí, Santander,
1990, P.745.
A su vez la violencia sexual tiene una dimensión simbólica, como todo lo que concierne
a los cuerpos femeninos, que en este caso es devastadora. Es devastadora porque en ella
confluyen la huella permanente del daño que se inflige a personas de carne y hueso, con
el ataque a la intimidad e integridad personal de las mujeres y, por otra parte, la evidencia
del poder de destruir aquello que la humanidad femenina custodia pero que pertenece a
mujeres y a hombres: la capacidad de crear y cuidar vida en relación, haciendo viable la
continuidad de la sociedad humana. Precisamente por eso se ejerce y tal vez por lo mismo
se esconde, porque es un hecho lacerante para cada mujer, para todas las mujeres y para
las comunidades de las que ellas forman parte.
Los datos de la violencia y tortura sexual
Aunque es comprobado el enorme subregistro de los abusos sexuales por la carga emocional
y el rechazo social que genera este tipo de violencia, un porcentaje importante de
mujeres denunciaron hechos de esta naturaleza. De los casi mil testimonios recogidos
para este informe, un 13.2% (n=123) de las mujeres entrevistadas reportó haber sufrido
violencia y tortura sexual. Eso supone que más de una de cada ocho mujeres entrevistadas
sufrió violencia sexual en el marco del conflicto armado. Las mujeres refirieron en esos
testimonios haber sufrido entre una y diez formas de tortura o violencia sexual, con una
media de entre dos y tres formas (M=2.33; s.d.=1.75). Estos datos muestran la gran incidencia
de la violencia sexual entre las víctimas del conflicto armado interno.
Del conjunto de mujeres que refirieron violencia sexual, casi seis de cada diez sufrieron
violación sexual por parte de los perpetradores (56.10%; n=69). También otras formas de
violación de sus cuerpos y violencia sexual como manoseos en el cuerpo (26.83%; n=33),
la amenaza de violación sexual (25.20%; n=31), la agresión o burla con contenido sexual
(24.39%; n=30) y una situación de control afectivo familiar (21.14%; n=26) en la cual no
pudieron hablar de la violencia sufrida. Igualmente se describieron métodos como la seducción
o las insinuaciones como ataques sexuales a mujeres menores de edad (15.45%; n=19).
Por otra parte, se refirieron otras formas de tortura sexual contra las mujeres como el
desnudo forzado (14.63%; n=18), los golpes en senos y/o genitales (8.94%; n=11), las
marcas como símbolos de dominio en el cuerpo de las mujeres (8.13%; n=10) e impedimentos
para usar determinadas ropas (3.25%; n=4) como parte del control sobre las
mujeres. Incluso en algunos casos la obligación de presenciar violencia sexual de otras
mujeres, especialmente las hijas (7.32%; n=9).
También se recogieron, en casos menos frecuentes pero de extrema gravedad, testimonios
de esclavitud sexual (5.69%; n=7), embarazo forzado (4.07%; n=5), tortura durante el
351
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
embarazo (2.44%; n=3), aborto forzado (2.44%; n=3), esclavitud doméstica con servicios
sexuales (2.44%; n=3), prostitución forzada (1.63%; n=2), obligación a usar su cuerpo
para extraer información a los grupos en conflicto (1.63%; n=2), mutilación sexual (.81%;
n=1) o trata de personas para explotación sexual (.81%; n=1).
El análisis de los testimonios, no muestra una asociación estadísticamente significativa entre
la violencia y tortura sexual con alguno de los grupos indicados como responsables.
Aunque el modo de actuación pueda ser distinto, la violencia sexual ha sido utilizada, según
las denuncias de las mujeres, por los diferentes actores armados, legales o ilegales, en el
conflicto armado en Colombia. Otras investigaciones, como el reciente informe de Amnistía
Internacional sobre esta problemática “Colombia: invisibles ante la justicia - impunidad por
actos de violencia sexual cometidos en el conflicto: informe de seguimiento”38, de octubre
de 2012, han puesto de manifiesto la falta de investigación de estas violaciones.
El análisis de la relación de la denuncia de violencia sexual con la etnia de las víctimas u
otros hechos de violencia sufridos, mostró que la violencia y tortura sexual se asocian al
reporte de mujeres afrodescendientes y mestizas especialmente, así como es más frecuente
en los testimonios de las regiones de Antioquía, Bogotá39, Chocó y Valle. Además, en
el análisis factorial de los hechos de violencia sufridos por las mujeres, la violencia sexual
se asoció a otras formas de tortura física y psicológica.
Yo fui golpeada brutalmente mi seno derecho… siempre he pasado al médico y
el doctor me dice que no tengo nada, pero yo siempre me aferro a los golpes, yo
fui maltratada con la cacha del revólver que los tipos cargaban, varias veces, mi
seno duró más de dos meses completamente hinchado, inflamado y todavía no he
tenido la oportunidad directamente de que un especialista me vea por si depende
de pronto de un tumor, o algo, algo, algo… demasiado, demasiado, demasiado.
Ríonegro, Antioquia, 2003, P.730.
Además, mostrando la importancia del continuum de violencias contra las mujeres, la
violencia sexual en el ámbito intrafamiliar o comunitario ha estado presente a lo largo de
la vida de una de cada siete mujeres entrevistadas (15.2%; n = 142). El 43,7% de las mujeres
que fueron maltratadas en su niñez lo fueron asimismo por sus parejas, mientras que
un 36,6% de las mismas sufrieron violencia sexual durante sus vidas. Cuando se dieron
estos malos tratos, en casi siete de cada diez mujeres fueron de forma reiterada (66.7%).
Si se tienen en cuenta los casos de violencia sexual en el conflicto armado y en el ámbito
familiar y comunitario, casi una de cada cuatro mujeres refirió haber sufrido algún tipo de
violencia sexual durante su vida (23%; n=235). Este capítulo se basa en el análisis de estas
235 entrevistas, y las 431 citas que tienen referencias en sus testimonios a la violencia sexual.
38 http://www.amnesty.org/es/library/info/AMR23/031/2012/es
39 Hay que tener en cuenta que las víctimas entrevistadas en la regional Bogotá son de muy diferentes lugares
del país que se desplazaron a Bogotá de forma forzada.
352
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Tipo de violencia Citas Tipo de violencia Citas
Violación sexual 173 Desnudo forzado 8
Seducción 93 Tortura durante embarazo 6
Amenaza de violación 45 Prostitución forzada 8
Otras formas de violencia 41 Manoseos 4
Marcas en el cuerpo 10 Esclavitud sexual 15
Presenciar violencia sexual 13 Requisas 4
Golpes en senos y/o genitales 8 Uso del cuerpo 3
Total 435
0
20
40
60
80
100
120
140
160
180
200
173
93
45 41
10 13
8 8 6 8 4
15
4 3
353
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Estos datos muestran la gran frecuencia de la violencia sexual y la profundidad de sus
impactos en las mujeres. Impactos de los que muchas veces no se atreven a hablar y
experiencias que guardan en silencio, dado el contexto social negativo y de ausencia de
reconocimiento.
Casi una de cada tres mujeres refirió impactos en su sexualidad (28.9%; n = 270) como
consecuencia de las violaciones de derechos humanos. Dado que la frecuencia de violencia
sexual es menor, estos datos muestran el fuerte impacto de otras violaciones de
derechos humanos, el duelo, el estrés y el sufrimiento vivido por las mujeres en su vida
sexual, incluyendo la violencia de género o intrafamiliar como parte de ese continuum de
violencias descrito. Si bien en estos casos pueden influir otras violaciones, más de cuatro
de cada diez mujeres refirió separación y abandono como consecuencia de la violencia
sufrida (41.8%; n=391) que ha tenido consecuencias a largo plazo.
Los impactos de la violencia sexual contra las mujeres tienen un gran alcance tanto
por lo que se refiere a la afectación individual, como a la dimensión social de la vida
de cada una de las mujeres afectadas. El abuso sexual y la violación pueden producir
no sólo sensaciones de humillación o vergüenza, sino que también causan dificultades
para mantener relaciones sexuales y confiar en el otro sexo. Las mujeres pierden
frecuentemente su confianza en los demás, su sentido de seguridad y de aceptación social.
La violación sexual es una de las experiencias de violencia que más efectos psicológicos
produce a largo plazo, incluyendo problemas de relación, recuerdos traumáticos y formas
de anestesia afectiva y alteración en las relaciones sexuales. Además, predomina en
el entorno la negación o la minimización de los hechos, utilizando lo más íntimo de
las mujeres, o de la relación de ellas con su cuerpo y su sexualidad, como una forma
de justificación del horror. En los casos de violencia sexual, el estigma se asocia a la
propia violación, considerando a la mujer como “marcada” y atribuyendo los hechos a
su conducta. El estigma de la violencia sexual conlleva frecuentemente la negación o
el rechazo en su medio social, sin reconocimiento institucional o social. Esos estigmas
hacen que las experiencias de violencia sufrida se consideren como parte de una identidad
cerrada: violada.
Abordar la violencia sexual
En el capítulo general de este informe se han recogido algunas de las reflexiones y análisis
procedentes del feminismo para entender el origen de la violencia contra las mujeres, y
los mecanismos que la recrudecen y naturalizan. La violencia sexual constituye la manifestación
más extrema de aquella violencia, puesto que en ella se consuma, y se muestra
sin paliativos, el núcleo central de la relación patriarcal: el sometimiento de las mujeres
reduciéndolas a cuerpo-cosa disponible, susceptible de ser dañada y destruida, para el
placer y la dominación masculinos. La violencia es el instrumento que permite en última
instancia ejercer el poder de someter y controlar los cuerpos, las sexualidades y las vidas
de las mujeres atentando de forma abierta contra su libertad. Precisamente por eso diver354
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
sas autoras han observado que no se trata de una forma de sexualidad con violencia, sino
de una forma de agresión con contenido sexual.40
La violencia sexual contra las mujeres ha sido un tema central para el movimiento feminista
puesto que es la forma más directa y brutal de ejercer el propósito de controlar los
cuerpos y las sexualidades de las mujeres en el patriarcado.41 El feminismo ha denunciado
la existencia de violencia sexual contra las mujeres en los ámbitos privado y público, y
especialmente en los conflictos armados, con la intención de convertirla en un problema
visible. Para el feminismo la violencia sexual en tiempo de paz o en tiempo de guerra
tiene un significado profundamente político.
Asimismo se ha tratado de analizar y comprender las lógicas que explican y alimentan
esta práctica violenta ejercida mayoritariamente por hombres y padecida mayoritariamente
por mujeres. También desde los movimientos sociales feminista y de defensa de
los derechos humanos partieron las primeras iniciativas de apoyo y acompañamiento a
las mujeres víctimas, así como la recogida de sus testimonios y experiencias. Finalmente,
desde estos movimientos se ha luchado y presionado para que la sociedad y las instituciones
dieran respuestas políticas y jurídicas que sirvieran para enfrentarla. 42
La violencia sexual se ha abordado así por lo menos desde tres perspectivas: el análisis y
la reflexión teórica; la experiencia de las mujeres como víctimas de la misma; la perspectiva
jurídica y normativa. Los diferentes enfoques sobre la violencia sexual han producido
conceptualizaciones, han abierto campos de conocimiento y terrenos de investigación.
Han dado lugar también a marcos jurídicos a escala de los estados y del derecho internacional.
Reconocimiento y respuestas a la violencia sexual
Si bien las mujeres y las poblaciones en general han sido conocedoras de la existencia, y
han vivido bajo la amenaza de la práctica de la violencia sexual en los escenarios de paz
y de guerra a lo largo de la historia, sólo muy recientemente esta práctica ha sido reconocida
como punible en los marcos jurídicos internacionales y de los estados.
40 Mila Ramos, “Cuando el cuerpo de las mujeres se convierte en campo de batalla”, revista Tiempo de paz,
nº 84, 2007, pp. 34-36.
41 Yolanda Aguilar y Amandine Fulchiron, “El carácter sexual de la cultura de la violencia contra las mujeres”,
Escuela Política Feminista, Módulo 4: Subjetividad y Sexualidad en Clave Feminista. Heterorrealidad,
Guatemala, diciembre de 2010.
42 Entre los informes más conocidos en este sentido están el de Amnistía Internacional, Colombia. Cuerpos
marcados, crímenes silenciados. Violencia sexual contra las mujeres en el marco del conflicto armado, 13
de octubre de 2004; La violencia sexual en Colombia, un arma de guerra, informe elaborado por Paula San
Pedro para Oxfam Internacional con la colaboración de las organizaciones integrantes de la campaña «Violaciones
y otras violencia. Saquen mi cuerpo de la guerra», septiembre de 2009. Stefania Gallini, “Violenza
di genere e conflitto armato interno in Colombia”, DEP, rivista telematica di studi sulla memoria femminile,
nº 12, 2010, resume la genealogía de estudios sobre violencia contra las mujeres en Colombia.
355
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Durante muchos años, la violencia sexual contra las mujeres se minimizó, considerándola
como un problema privado, o como una actuación marcada por ciertos individuos como
muestra de un sexismo extremo. El reconocimiento internacional sobre la violación sexual
como un crimen de lesa humanidad en el contexto de los conflictos armados se puso
de manifiesto en la jurisprudencia del Tribunal Penal para la Ex Yugoeslavia. Se habló entonces
de la violencia sexual como un ataque a las mujeres convertidas en botín de guerra,
y la violencia contra el cuerpo y la sexualidad de las mujeres como una violación grave y
como una forma de tortura. Si bien durante el siglo XX, otras violaciones masivas durante
la segunda guerra mundial o durante los conflictos armados en Centroamérica las mujeres
habían vivido experiencias similares de violación y desprecio masivos a través de la
práctica de la violación sexual contra mujeres como parte de la “lucha contra el enemigo”.
Desde el final de la II Guerra Mundial hasta la actualidad se ha dado un proceso por el
cual se ha pasado de la invisibilidad de la violencia sexual en el orden internacional a
su visibilización. Este proceso ha tenido lugar a través de la interacción de tres tipos de
normas procedentes de Derecho internacional humanitario (DIH), del Derecho penal internacional
y del Derecho internacional de los derechos humanos.
El núcleo inicial, perteneciente al DIH, lo constituyeron las disposiciones de los Convenios
de Ginebra de 1949 destinadas a proteger a las mujeres en situaciones de conflicto armado.
Las normas e instrumentos del Derecho penal internacional se desarrollaron sobre
todo a partir de los años noventa del siglo XX, con la creación de los Tribunales Penales
Internacionales para la Antigua Yugoslavia y Rwanda. De este sistema de justicia penal
internacional destaca particularmente el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Estas normas tipifican diversas formas de violencia sexual como crímenes de guerra,
crímenes contra la Humanidad y genocidio. Finalmente los anteriores interactúan con los
instrumentos y los mecanismos procedentes del ámbito del Derecho internacional de los
derechos humanos.43
También la actividad de los organismos de Naciones Unidas, en particular la Asamblea
General y el Consejo de Seguridad, se han ocupado de los crímenes de naturaleza sexual
cometidos en el marco de conflictos armados. Para enfrentarlos, estos organismos han
incluido dichos crímenes en planes de acción específicos y han adoptado algunas resoluciones
y recomendaciones, como la 1325 (2000) sobre mujeres paz y seguridad, y la 1820
(2008) sobre violencia sexual.
A pesar de la existencia de marcos normativos internacionales y en países como Colombia,
en su implementación y sus resultados prácticos existen grandes deficiencias y
limitaciones que no han evitado la realización de dichos crímenes.
En Colombia la violencia sexual se encuentra tipificada en el Código Penal como acceso
carnal violento contra otra persona; así como acto sexual diverso acceso carnal, lo implica
43 Magdalena M. Martin; Isabel Lirola, Los crímenes de naturaleza sexual en el Derecho internacional humanitario,
Informes 8/2013, Institut Català Internacional per la Pau, Barcelona, 2013.
356
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
otras formas de violencia sexual. El Código ha armonizado la legislación penal al contexto
del conflicto armado, llevando estas conductas el tipo penal de acuerdo a las normas
internacionales de derechos humanos y el DIH cuando define la violación en contextos
de conflicto armado en persona protegida. De otro lado por el accionar del movimiento
de mujeres, la Corte Constitucional en el Auto 092 sobre las mujeres en condición de
desplazamiento, encontró 183 casos de violencia sexual en las investigaciones realizadas
para dictar sentencia en el 2008, las cuales fueron compulsadas a la Fiscalía General de la
Nación, desde entonces solo se ha investigado 4 casos de esta compulsa.
Cabe destacar que aún es incipiente la normatividad y las políticas que se requerirían para
conductas de esta magnitud en el país, pero lo más preocupante es la profundización de la
brecha entre las normas y las investigaciones y sanciones, en este terreno la situación de
impunidad es de más del 99%.
Otra perspectiva desde la cual es necesario el reconocimiento de la violencia sexual es la
social. La falta de un marco social de reconocimiento de la violencia sexual hace que el
hecho de haber sido víctima de la misma se oculte frente a la sociedad o incluso los más
próximos. En casi todas las sociedades y conflictos armados se reconoce como “héroes”
o “mártires” en particular a los hombres y menos a las mujeres que son heridos o asesinados.
Sin embargo, no hay un estatus de reconocimiento para las mujeres y los hombres
que han sufrido violación sexual. En la deshumanización de la violación el sufrimiento de
la persona violada y su familia ni siquiera pueden ser socialmente validados.
La mayor parte de las veces tampoco los victimarios, que exaltan su hombría por medio
de la agresión sexual y el desprecio de las mujeres, reconocen haberla perpetrado. En general
los perpetradores niegan la violencia sexual amparándose en un sentido de virilidad
igualmente sexista que les lleva a expresar que eso “nunca se lo harían a ninguna mujer”,
o bien argumentando que estaba prohibida en sus códigos de conducta.44 Por ejemplo, en
las llamadas audiencias libres de los grupos paramilitares en Colombia, sólo un 0,14% de
los hechos reconocidos corresponden a delitos sexuales, mientras que es mucho mayor la
proporción de asesinatos o ejecuciones extrajudiciales confesados.45
Cabe preguntarse el porqué de este silenciamiento de los propios actos de violencia sexual
por parte de quienes los perpetran, que en cambio sí reconocen otras prácticas violentas.
Este no hacerse responsables de estos actos es una muestra más del desprecio de
44 El informe realizado por la Corporación Humanas, La Violencia sexual, una estrategia paramilitar en Colombia,
Corporación Humanas, Bogotá, 2013, pág. 57, confirma esta falta de reconocimiento de los actos
de violencia sexual a la vez que muestra cómo en los entrenamientos de los paramilitares se fomentaba la
violación de mujeres guerrilleras o vinculadas con la guerrilla.
45 A 1 diciembre de 2012, hay 4.000 postulados en justicia y paz. 39.546 hechos confesados, solo el 0,14%
(n. 96) responden a delitos sexuales y hay 14 sentencias judiciales en http://www.fiscalia.gov.co/colombia/
tag/justicia-y-paz/ Así mismo, la Red Nacional de Mujeres dice que en los temas de violencia sexual y de
género, analizados en la marco de la Ley de Justicia y Paz, en 941 casos reportados solo se han emitido 2
sentencias condenatorias ratificadas, lo que constituye menos del 0,3 por ciento de justicia del total de los
casos reportados.
357
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
los perpetradores hacia las mujeres, y del cuestionamiento de los perpetradores si los
hechos se reconocen públicamente. Pero tal vez por su mismo carácter de depravación
sin límite y de violación de tabúes, no se puedan reconocer los umbrales traspasados en
la práctica sistemática de la violencia sexual.46 También por esa misma naturaleza, las
agresiones sexuales son extremadamente aterrorizantes como amenaza.
Los significados de la violencia sexual
En el contexto de conflicto armado, la violencia sexual cobra diversos significados que la
convierten en una práctica preparada y fomentada como recurso para vencer al enemigo.
Se convierte pues en un arma de guerra.47
Se ha explicado repetidas veces cómo se utiliza el simbolismo del cuerpo femenino en el
imaginario patriarcal atribuyéndole el significado de botín de guerra que corresponde a
los vencedores. A su vez, la violación del cuerpo femenino se significa como humillación
a los hombres en quienes recae el rol de protegerlo como algo suyo. La violencia sexual
es pues una práctica a través de la cual los hombres de bandos enemigos intercambian
mensajes en clave patriarcal sobre la propia hombría. Hombría que se mide según la
capacidad de controlar los cuerpos femeninos que se protegen de las agresiones de otros
hombres, o de la capacidad para degradarlos y destruirlos rompiendo el control y la protección
que sobre ellos ejercen los hombres enemigos. La violencia, directa o indirecta,
es en todos los casos el instrumento que se utiliza para ejercer esas capacidades sobre y
contra los cuerpos de las mujeres.
Se llama Elba, la amarraron, se la llevaron para el campamento de los señores y
ahí la soltaron diciéndole un poco de barbarismos que hasta las nalgas le cogieron.
Le decían que era la mujer de Máximo, que ella era guerrillera, porque ella
también era de esas mujeres malas, que no sé qué, bueno un poco de vainas le
decían a la muchacha que cuando iba pasando un alambre, le metieron el pie por
las nalgas, allá donde estaban también le cogieron las nalgas y hubo uno que dijo
que respetaran a la señora. Cucal, Bolívar, 1996, P.202.
Así el cuerpo de las mujeres cobra un sentido de territorio en el que se juega la victoria y
la derrota de la virilidad de los enemigos en términos de honor, venganza o humillación.
En esta lógica, como hemos visto, los cuerpos femeninos son a la vez objeto de control
46 Janie L. Leatherman, Sexual violence and Armed Conflict, Cambridge, Polity press, 2011, pág. 32- 62, trata
el tema de los umbrales de trasgresión que cruza la violencia sexual.
47 Maria Villellas, La violencia sexual como arma de guerra, Quaderns de Construcció de Pau, Escola de
Cultura de Pau, septiembre de 2010; «La violación como arma de guerra», revista Tiempo de Paz, nº 84,
primavera 2007, págs. 3-83.
358
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
y de desprecio, puesto que alcanzan la máxima expresión simbólica como receptores del
ejercicio del poder y como soportes insignificantes de vida humana.48
Imagínese siete tipos violándolo a uno. Después de eso, ellos me pusieron armas
en la cabeza. Me dijeron que si yo los denunciaba a donde fuera me mataban, nos
mataban a todos. Tenían todos tapada la cara, tenían pañoletas amarradas en la
cara, por eso es que yo no he logrado reconocerlos. Me decían “guerrillera hijuenosequé”.
Me decían que “vos sos de la guerrilla, que tu marido también, que a
ese lo que cogemos ahorita y lo matamos”. Tibú, Norte de Santander, 2002, P.104.
El significado de la violencia sexual dentro de las lógicas de guerra entre hombres en el
patriarcado, permite entender las consecuencias posteriores que para las mujeres tiene el
haber sido víctimas de agresiones sexuales. El silencio impuesto sobre la violencia sexual
es probablemente un modo de ocultar la humillación que representa como derrota de la
hombría; y la estigmatización que sufren las mujeres víctimas es un modo de culpabilizarlas
por el hecho de seguir siendo la prueba material y viva de la misma.
Pero además de los significados que remiten a las lógicas masculinas de la guerra entre
hombres, hay que explorar los significados que cobra la violencia sexual en la experiencia
de las mujeres y en la relación entre los sexos. Esta es la dimensión de la violencia
sexual que concierne al presente informe, donde se aborda la violencia sexual desde las
experiencias de mujeres que viven en el contexto de conflicto armado, pero que no sólo
han sido víctimas de ella como consecuencia de la guerra.
Muchas de las mujeres refirieron experiencias de violencia y abuso sexual a lo largo de
su vida, dando cuenta de una continuidad de experiencia que descubrieron al mirar hacia
atrás desde una nueva conciencia. Fuera del contexto de la guerra una parte de estas estas
mujeres habían experimentado cómo hombres con los que tenían vínculos familiares
(padre, hermanos, marido o parientes) ejercían violencia sexual contra ellas aprovechándose
de ese vínculo. En el contexto de la guerra, hombres armados las obligaron a tener
relaciones sexuales bajo la amenaza o con el uso de la violencia. Afrontar la violencia de
la guerra ha llevado a numerosas mujeres a cuestionar aquella violencia que vivían como
destino incuestionable en su vida familiar.
Vea aquí tengo cicatrices, vea. Era como a violarme, como a supeditarme, me
tenía…no sé si él me violó porque yo en ese momento, usted sabe que a uno en
el campo no le decían nada, ni nada. Yo me recuerdo que él me obligaba a hacer
cosas y cuando yo no, entonces llegaba a pelear a la casa y me pegaba y le pegaba
a mí mamá… Bucaramanga, Santander, 2005, P.790.
48 Olga Amparo Sánchez, Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra, Bogotá, Ruta Pacífica
de las mujeres colombianas, junio de 2008, págs. 67-90.
359
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Ahora muchas mujeres nos dimos cuenta, pero por ejemplo nosotras que somos
personas mayores en realidad uno hay veces sin querer hacia el amor, ya después
de conocer las leyes ya dice no, un momentico, y empecé a trabajar con los grupos
de mujeres a enterarme de cosas. Barrio La Camila, Bello, Antioquia, 2004, P.68.
Los testimonios de mujeres que refieren hechos de violencia sexual en el marco del conflicto
armado, narran esta experiencia como una arbitrariedad y un ejercicio brutal de
poder por parte de los perpetradores, hombres, que causa un gran dolor y aterroriza a
las mujeres. De la escucha de sus voces se desprende que las agresiones sexuales son
expresión del continuum de las violencias, por una parte, en cuanto a la relación entre los
sexos y, por otra, como modus operandi de los actores armados que apunta a las mujeres
convertidas en objetivo militar.
En numerosos testimonios se relata cómo los actores armados se relacionaban con algunas
mujeres en unos términos que ponen de manifiesto el continuum de las violencias:
“un hombre que se enamoró de mí y quería violarme a la fuerza”. Para los perpetradores
existe una normalidad en el ejercicio de una “seducción amenazante” que persigue la posesión
al margen del consentimiento. Se trata de poseer a la mujer bajo una amenaza más
o menos velada (“por las buenas”); o bien por medio de la violencia (“por las malas”). En
el contexto de la guerra, las relaciones entre hombres armados y mujeres no combatientes
incorporan la violencia sin solución de continuidad entre lo que se consideran vínculos
afectivos interpersonales y lo que son imposiciones del victimario a la víctima.
El que mandaba allá, que era Frank, así se llamaba el tipo, él se había salido
como de la guerrilla o no sé, todo el mundo que conocía. Él llevaba un tatuaje en
el brazo izquierdo que decía: “Por siempre AUC”. Por siempre AUC, y todo el
mundo decía que él era un guerrillero, pero él llegó allá a mandar. Entonces ya
a lo último dijeron que tenían que coger a todas las niñas, o sea, cogían así a las
niñas y las hacía, digamos… si este decía: “No, es que yo quiero que esta sea mi
novia”, entonces tenía que ser la novia o si no la mataba. Y eso sí se vio. Pereira,
Risaralda, 2003, P.692.
El enfrentamiento armado resulta un hecho incomprensible para muchas mujeres, que lo
experimentan como un fuego cruzado entre actores armados en el que están inmersas y
del cual tienen que escapar. En este marco, la violencia sexual es una práctica arbitraria
y atroz que los perpetradores han convertido en un modo de hacer la guerra. Las mujeres
cuentan cómo ellas han vivido la amenaza y el miedo a la agresión, sin saber las razones
de todo ello. La generalización del terror.
Edwin era un muchacho de la organización de las autodefensas y ¡me cogió a la
fuerza! O sea, me llevó de mí casa y amenazó a mí mamá y yo vivía con mi mamá
y mi hermano, entonces me sacó de mi casa y me llevó para San Blas y allá mejor
dicho, allá fue mi mamá a buscarnos y sin embargo cuando eso no había ley, la ley
eran ellos, entonces tocaba hacer lo que ellos decían, sino los paganos iban a ser
mi familia. Uno a veces por más que quiere hacer las cosas no puede. Yo era una
360
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
niña, no tenía ninguna experiencia, yo hacía lo que… lo que él me decía, por miedo
a que me matara a mí mamá y a mí hermano. San Blas, Bolívar, 2005, P.786.
En los testimonios se percibe también cómo la violencia sexual es un arma de guerra
eficaz porque destruye, o pretende destruir, a cada una de las mujeres que la sufre. Por
medio de ella se persigue la eliminación de aquellas figuras que aseguran la creación y recreación
del entramado familiar, comunitario y social con su capacidad de tejer relaciones
y de cuidarlas. Más allá de la destrucción directa, la violencia sexual pretende extender el
terror y la amenaza a todas mujeres y a las poblaciones para que desistan de la resistencia,
para que abandonen el empeño de seguir vinculadas a las comunidades y la tierra.
La violencia sexual forma parte de la dinámica de la guerra puesto que es una forma de
destruir y de aterrorizar con fines definidos, por ejemplo el control del territorio, pero
también la violencia es un modo de acceder sexualmente a las mujeres desde una posición
de poder, que las convierte en materia disponible para la sexualidad masculina en el
patriarcado.
Atravesar el silencio
Los silencios de las mujeres acerca de sus experiencias como víctimas de violencia sexual
se han comentado en muchas ocasiones buscando explicaciones para los mismos. En numerosas
Comisiones de la Verdad, que han pretendido abordar este tipo de abusos, se ha
comprobado que la proporción de mujeres que testimoniaron sobre los mismos era muy
pequeña en relación a la realidad de violencia sexual que se podía suponer.49 De entre los
diversos motivos de las mujeres para mantener silencio sobre su experiencia de agresiones
sexuales se pueden señalar la vergüenza, la evitación de la estigmatización, el miedo
a la repetición o la falta de protección.
Pero también conviene tener en cuenta las condiciones en las que se da el testimonio. La
mirada sobre las mujeres que dan testimonio a menudo las sitúa únicamente en el lugar de
víctimas y las obliga a hablar de ellas en un idioma de vulnerabilidad y degradación sexual
que no hace justicia a la globalidad de su experiencia, a sus esfuerzos para protegerse y proteger,
a su resistencia y a sus estrategias para minimizar los daños. Además de una manera
de protegerse del dolor, el silencio puede ser una forma de evitar la injusticia de ese desajuste
entre lo que ha sido su experiencia y a lo que queda reducida después de testimoniar.50
Tampoco en este caso ha sido fácil para las mujeres entrevistadas hablar de sus experiencias
como víctimas de la violencia sexual, sin embargo muchas de ellas atravesaron el si-
49 Elisabeth Porter, Construir la paz. La experiencia y el papel de las mujeres en perspectiva internacional,
Barcelona, ICIP, 2012, págs., 254-288.
50 Fiona C. Ross, Bearing Witness. Women and the truth and Reconciliation Comission in South Africa, Londres,
Pluto press, 2003; Kimberly Theidon, “La teta asustada: una teoría sobre la violencia de la memoria”,
Praxis, 2009.
361
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
lencio gracias a la mediación establecida por otra mujer en el espacio de la entrevista. La
escucha y el acompañamiento de las documentadoras favoreció la creación de un clima
de acogida que hizo más fácil transmitir lo que es casi indecible.
En algunos casos la imposibilidad de hablar tuvo que ver con la imposibilidad de recordar.
Tal vez porque en el momento de los hechos se desmayaron, cayeron inconscientes
o tienen amnesia selectiva sobre lo sucedido. Probablemente muchos de estos olvidos selectivos
son parte del impacto traumático sufrido y actúan como mecanismos defensivos
frente el horror a modo de amnesia traumática.
Cuando yo desperté, unas cuadras mucho más arriba, no supe, yo nunca miré
hacia atrás, si no que siempre era la voz que hay que correr y perdí el sentido,
no supe cuántos vinieron encima. Fue en el 2006. Yo me acuerdo que cuando
estaba quedando inconsciente, cuando la caída que ya se me estaba yendo todo,
los tipos me manoseaban me metían la mano en la vagina y decían “es que esta
hijueputa está muy buena”; bueno y palabras más vulgares. Medellín, Antioquia,
2006. P.58.
Otras mujeres no querían hablar de sus experiencias porque pretendían dejarlas atrás y el
hablar sobre ellas les generaba malestar: “no me gusta hablar de eso”, “no me acuerdo”.
Estas expresiones revelan la decisión de no hablar, o el disgusto y el esfuerzo que supone
hacerlo de algo que ha sido tan lacerante y que forma ya parte del propio cuerpo. Volver
sobre ello es revivir un daño que se quiere dejar atrás.
Sexualmente me violentaron, como se les dio la gana, anal, mejor dicho, por las
dos partes, como dice el dicho. Los unos me maniataron las manos, los pies, y me
tocaban por todas partes. Es algo muy asqueroso, recordar eso es algo, por eso a mí
no me gusta hablar de eso, porque es muy triste. Marquetalia, Caldas, 2001, P.129.
Porque fue él que empezó a arrancarme mi ropa y a mandar los otros, no sé, no
me acuerdo. Tumaco, Nariño, 2002, P.199.
Algunas mujeres sintieron que no eran capaces de verbalizar todo lo que habían vivido.
Los abusos sufridos fueron actos tan crueles que no hay palabras para describirlos. Son
experiencias indecibles.
¡Yo no sé! La peladita, la verdad, si la violaron y al rato llegaron con ella. Y dijo:
“¡No! no mami, no más” (solloza). Tadó, Chocó, 2002, P.666.
En muchos casos se trató de la primera vez que alguien les ofrecía un espacio de palabra
y de escucha para hablar de algo tan largamente silenciado, pero que seguía causando
mucho dolor. La mujer del testimonio acompaña esta primera vez con palabras que dan la
dimensión de gravedad de lo que se sabe y no ha podido ser dicho: un secreto muy oculto
que a nadie se ha contado hasta este momento. Sus palabras también dan la medida de la
necesidad de la descarga y la denuncia.
362
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Mire yo le voy a contar un secreto que tengo muy oculto… a una sobrina mía, estando
la base allá, la base militar, a la china la cogieron y la violaron, claro que yo esta
denuncia la hago, pero yo a nadie se la he dicho. Hasta ahora la voy a decir. Venía
con la mamá, a la mamá la cogieron, le pusieron una pistola en la cabeza y le dijeron
¡siga!, le colocaron el revólver, le dijeron ¡vaya para allá! Váyase usted y siga
usted y deje la china, agarraron la china y la metieron para el lado de la cañada dos
tipos, pero eran tipos de la base, soldados de la base, cogieron la china, le taparon
la boca, le hicieron hasta que ya… Puerto Berrío, Antioquia, 1979, P.739.
¿Qué buscaban las mujeres al hablar de estas experiencias extremas en las entrevistas?
Para muchas mujeres poder contar o re-contar la experiencia de violencia sexual sufrida, en un
marco de confianza entre mujeres que podían entenderla y acompañarla supuso un gran alivio
emocional. La relación de reconocimiento entre la mujer entrevistada y documentadora evitó
la presión de tener que dar una información para convencer o explicar los detalles para que
la interlocutora diera credibilidad a su testimonio. Algunas mujeres sólo pudieron sacar esas
experiencias escondidas acompañándolas de profundos sentimientos de dolor y desconsuelo.
Disculpe es que hay algo que yo le conté y tan sólo le conté a Ana (llanto) que a
mí me violó un señor de esos (sollozos), un guerrillero (llanto) por eso, o sea, porque
yo había contado. (sollozos) Porque yo disque los había delatado. Y eso fue
terrible para mí y yo no lo he contado. Es que no se lo he contado ni a… y debido
a eso, pues uno queda con, a uno no se le olvida eso. De pronto eso es lo que, a mí
recordar esa época en seguida se me viene eso y gracias a Dios que a mis hijas no
les pasó nada. Sabana de Torres, Santander, P.710.
Así muchas mujeres buscaron un espacio de comprensión para lo que difícilmente encuentra
palabras y es demasiado doloroso para decirse. Por ello en numerosos testimonios
los hechos se entrevén en un relato indirecto. Los relatos a menudo incompletos dejan en
los puntos suspensivos la concreción de hechos que no se pueden pronunciar porque el
daño está vivo en los cuerpos de las mujeres.
Pues, la verdad mami, de lo que le venía contando. La niña cuando se la querían
llevar una mujer y había un hombre que quería violarla, era así alto -¿Cómo le
dijera yo?-… que yo francamente a mí no me gusta contar ¿Ya?, porque ella me da
como pena o yo no sé, y a la final le da como tristeza, porque a veces le pregunta uno
eso y entonces ella se pone afligida y se pone a llorar. De Andes, Antioquia, P.666.
Otras señalaron que hablar de los abusos vividos las ayudaría a buscar alternativas de
apoyo psicológico y emocional. O bien pensaron que relatar su historia contribuiría a contar
con un reconocimiento que les ayude a exigir reparación al Estado. Aún otras quieren
que sus testimonios sirvan para crear conciencia en la sociedad, y de manera particular y
urgente en los sistemas de justicia, de la gravedad de la violación sexual. También hubo
mujeres que denunciaron a través del relato de su vivencia cómo la impunidad sobre la
violencia sexual es parte del sistema y la cultura patriarcal que las permiten.
363
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Militarización de la vida cotidiana, antesala de la violencia sexual
Una de las experiencias que permea muchos testimonios de mujeres es la presencia de los
actores armados de todos los signos en sus vidas diarias. Éstos podían presentarse en cualquier
momento imponiendo sus normas, sus formas de control de la población e irrumpiendo de
forma violenta en los espacios y las actividades de las mujeres para ponerlas a su servicio.
Este contexto de militarización de la vida cotidiana favoreció y facilitó el acceso sexual de los
actores armados a los cuerpos de las mujeres adoptando formas diferentes, desde la seducción
amenazante, hasta la violación y otras formas de agresión y abusos contra ellas.51
Si ellos llegaban las personas no podían salir a trabajar porque tenían que atenderlos
a ellos, ese fue otro hecho. Algunos iban normales y otros iban encapuchados.
Un día se presentaron y llegó una mujer y allá estaba un estanque, o sea
nosotros estábamos lavando y nos obligó a que le lleváramos allá al estanque a
bañarse. Después de que se bañó, salió y cuando llegáramos llegó a la casa nos
obligó que le cocináramos. Nos tocó dejar lo que estábamos haciendo por venirle
a cocinar a ellos. Cartagena, Bolívar, P.209.
El control del territorio y las poblaciones penetró hasta el espacio privado del hogar familiar.
La ocupación de la casa por parte de la guerrilla y el intento de “seducción amenazante”
de la hija muestra cómo los actores armados disponían de los espacios, los objetos
y las personas con el poder de coacción de las armas.
Y bueno así empezaron y entraron y se acostaron en la cama de nosotros. Buscaron
ropa y se pusieron la ropa del papá de mis hijos, y dicen mis hijos que venía
un pelado, más o menos en ese entonces como la edad que tenía mi hijo, que tenía
14 años, se bañaron, se cambiaron, comieron lo que había en la nevera, se acostaron
y en las dos puertas de la casa, tanto del patio como la de la calle pusieron
hombres armados a que no dejaran salir a mis hijos. Y bueno enamorando a mi
hija, enamorándola, que mire que usted tan bonita, que a tocarla y ella nada. Entonces,
a la final uno disque dijo: ¡Ay esta hijueputa china no le gusta la guerrilla,
le gusta son los paracos! ¡Fuéramos paracos verá que ahí sí estaba enamorada
de nosotros! San Vicente de Chucurí, Santander, 1990, P.745.
La intrusión abusiva de los perpetradores en la vida cotidiana de las mujeres estuvo teñida
indefectiblemente de connotaciones sexuales. Aunque no se tratara de violencia directa,
su presencia en los espacios más íntimos fue una forma de poner de manifiesto que ningún
espacio, ni mujer alguna, quedaba fuera de su dominio.
Así fueron pasando las cosas. Un día me metí a bañarme, y entonces como ellos
no estaban ni nada, él llegó ahí con otro muchacho, que le digo que es Berrinche.
51 Casa de la Mujer y Ruta pacífica de las mujeres, “Cuerpo y militarización. El despojo de nuestro primer
territorio” en X Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 200-
2010, Bogotá, Mesa de trabajo Mujer y conflicto armado, diciembre de 2010, págs.. 15-23.
364
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Entonces él llego y yo no sé dónde se quedaría Berrinche. El otro llegó y se fue
metiendo, y yo estaba en la pieza y él se metió para allá para la pieza. Líbano,
Tolima, 2006, P.154.
Las mujeres sintieron continuamente que no les quedaba reducto alguno de intimidad.
Otra violación de su dignidad y de sus cuerpos fue saber que eran espiadas en sus propias
casas. Esos contextos que normalizan las violencias sexuales contra las mujeres por parte
de actores armados, se trasladan a sus vecinos y comunidades afectadas, como es el caso
asentamientos de personas y comunidades desplazadas, donde las mujeres y especialmente
las jóvenes y niñas nuevamente pueden ser objeto de violencia sexual por estos
hombres.
Este año y el año pasado un grupo afro de negros cogió mucho esto y eso se volvió
un descontrol. El barrio no estaba así, ahora se meten con uno directamente. La
cosa es tan maluca que, por ejemplo, como la casa es de madera tiene huecos entre
tabla y tabla y ellos cada que yo me iba a bañar estaban parados ahí. Entonces
nosotras envolvimos todo el baño en plástico para que no se viera para el lado
de adentro y estos tipos llegaron y rompieron el plástico para poder mirar para el
baño. Cañasgordas, Antioquia, 1995, P.11.
El control de las mujeres se extendió incluso a su forma de ser y su comportamiento, de
modo que no sólo era penalizada la falta de colaboración o la resistencia; cualquier comportamiento
poco acogedor con los ocupantes armados fue motivo de graves amenazas
contra la integridad y la vida.
Ese hombre no me hizo nada, pero me dijo: “Vea china, yo sé que por esto hasta
de pronto me pueden matar, pero la orden que yo tengo es de violarla y matarla,
y dejarla en los rumbones. Usted es muy orgullosa, usted es muy repelente”.
“No, es que esa es mi manera de ser, lo que pasa es que yo nunca he tratado
con ustedes”, le dije yo. Porque a él supuestamente le había mandado el propio
comandante a hacerme eso, no supe si serían mentiras de él o sería cierto. San
Rafael, Barrancabermeja, Santander, 2001, P.731.
La militarización y control territorial por parte de los paramilitares conllevó en muchas
zonas la imposición de reglas de comportamiento siguiendo su ideología autoritaria y patriarcal.
Dichas reglas incluían el modo de vestir, los horarios, las formas de relacionarse
hombres y mujeres o el control de actividades cotidianas.
El incumplimiento de esas normas se pagaba con castigos incluso públicos a quien desobedeciera
la orden, por ejemplo, de no llevar ropa corta, piercing o enseñar el ombligo.
Porque allá más que todo era zona de paramilitares y allá, ¡Si vivía yo con miedo!,
porque ellos por ejemplo a uno de mujer… que las niñas de hoy en día casi
no se ponen ropa, viven semidesnudas. No, allá tenía uno que ver cómo iba a salir
vestido porque, ¡pobrecita a la que encontraran vestida así con una faldita! le
365
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
quitaban la ropa y la mandaban para la casa. Desnudita para la casa, para que
se vistiera. Guadací, Cesar, 2000, P.663.
Estaba prohibido utilizar ropa cortica, ponerse muchos descotes, usted tenía que
vestir normal, no podía ponerse así cositas así muy este no, tenía que andar bien
cubiertico. Timba, Cauca, 1992, P.380.
Así, las mujeres vivieron bajo la amenaza de ser castigadas o agredidas si se atrevían a
moverse por lugares o durante horas que los paramilitares habían vetado. La militarización
de las vidas de las mujeres conllevó un ataque grave a la movilidad libre de las
mujeres y a la libre relación con su propio cuerpo.
Ellos pusieron esa ley que no querían ver a ninguna mujer en short, ni en faldas.
Hay veces uno estaba durmiendo y había muchas mujeres que salían, mujeres que
andaban con ellos, porque había mujeres que salían como al bailadero. Uno del
miedo no salía, pero había mujeres que sí salían y usted escuchaba que gritaban
en media noche: ¡Auxilio, ayúdenme! Personas que usted veía que pasaban, porque
uno sabía que eran ellos. El miedo de que a qué hora llegaban y le empujaban
la puerta a uno a matarlo por algo, ese temor, uno siempre psicológicamente uno
queda afectado horrible. Naya, Cauca, 2005, P.378.
En consonancia con la ideología patriarcal que sostiene que las mujeres pertenecen a los
hombres, las mujeres sin pareja masculina fueron consideradas particularmente accesibles
ya que no contaban con la protección de ningún varón. En estas condiciones, los
paramilitares eran explícitos en sus imposiciones a la mujer entrevistada, señalando que
ser mujer y estar sola era equivalente a no estar en condición de decir nada o, lo que es lo
mismo, equivalente a tener que obedecerles.
Los paramilitares estaban viviendo en la vereda, sin embargo el hostigamiento y
la persecución que en cierto modo me hacían a mí era porque en un inicio yo estaba
viviendo sola y me hacían un tipo de acoso sexual. Me decían cuando a veces
pasaban por ahí “usted no puede decir nada porque es mujer y está sola”. Lo otro,
a veces pasaba el comandante, el de ellos, y como es tierra caliente uno siempre
está en ropa ligera, en una oportunidad yo estaba con un jean y el comandante se
paró en frente de la casa y lo que me dijo fue “usted se ve mejor en pantaloneta
que en blue jean, así que use la ropa que tiene que usar”, cosas así, voz de mando
muy autoritaria por decirlo así. El Castillo, Meta, 2005, P.130.
Las mujeres que perdieron al marido se sintieron más vulnerables frente a los actores armados
y se vieron obligadas a prestarles servicios como cocinar para ellos. Estas formas
de trabajo forzado fueron en muchos casos la antesala de amenazas o intentos de violación,
cuando ellas no accedían a todas las pretensiones de los armados. En el siguiente testimonio
se percibe un continuum que va del trabajo forzado, al supuesto enamoramiento, el intento
de violación y la amenaza de muerte. La violencia que recorre la relación entre victimario
y víctima es la que caracteriza la relación entre los sexos en el marco del conflicto armado.
366
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Cuando me mataron mi esposo, cuando quede viuda en mi casa ahí sí me sentí
obligada cuando los grupos esos me estaban poniendo a cocinar cuando ellos
querían o sea estaba un hombre que se enamoró de mí y quería violarme a la
fuerza, y yo decía no y no y nunca me deje de estar con él. Yo le decía “te voy a
denunciar” pero yo no pude denunciarlo porque como él era de los grupos, me
daba miedo denunciar y él me decía: “como tú me denuncies yo te mato” me decía
él a mí. San José del Playón, María La Baja Bolívar, 1980, P.206.
Los diferentes actores armados que actúan en el conflicto colombiano tienen como uno de
sus objetivos más importantes el control del territorio y, por consiguiente de la población
que en él habita. Para este propósito es clave la militarización de los espacios y de la vida
que en ellos se desarrolla. La militarización de la cotidianidad es una forma de disciplinar
a las poblaciones en el cumplimiento de las normas impuestas por aquellos y de habituarlas
al sometimiento. Este control se impone a las mujeres en forma de trabajo forzado,
normas de conducta y limitaciones a su movilidad; y pone sus cuerpos a disposición de
los actores armados bajo la amenaza del castigo, la violencia directa o la muerte.
Por las buenas o por las malas
Con esas palabras señalaron varias mujeres las amenazas de que fueron objeto para obligarlas
a mantener relaciones sexuales con los perpetradores. Esta expresión refleja cómo
la relación entre los sexos queda afectada por la militarización de la cotidianidad y por
el contexto de violencia armada, confirmando y profundizando el continuum de las violencias
contra las mujeres. La disyuntiva es inexistente, puesto que en ambas situaciones
el perpetrador impone el acceso al cuerpo femenino por medio del chantaje asociado a
las amenazas de violencia o incluso muerte. En ambos casos se pretende imponer una
relación entre mujer y hombre que es una relación entre víctima y victimario, aunque se
nombre como “esposa” o “novia”, es decir una relación basada en el dominio y el poder
de coacción.
Porque ese señor dijo, que me cogían por las buenas como esposa, o por las
malas. Entonces que ellos verían. Y así, eso fue lo que me pasó con ellos ahí.
Nosotros salimos de allá, y nos tocó salir inmediatamente. Pero imagínese, allá
me decían, no, ellos la cogen por las malas, si usted se va por las malas, ellos
la cogen por las malas, la tienen hasta que ellos se aburran, la pueden matar, la
pueden coger a la fuerza que usted siga con arma. Y, tantas cosas. Él me mandó a
decir, que si yo quería una casa acá en Cali, yo la podía tener. Pero yo iba a tener
vigilantes. No iba a saber quiénes eran, pero si sabía con quién salía, cómo me
comportaba, y así. Platanero, Cauca, 2000, P.839.
En algunos casos, detrás de la posesión del cuerpo de la mujer se halla el objetivo de
poseer asimismo la tierra. En el testimonio que se cita a continuación “por las buenas” y
“por las malas” significa lo mismo: poseer el cuerpo de la mujer y la tierra que le pertene367
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
ce. La resistencia de la mujer a ser objeto de posesión por parte del hombre, miembro de
la guerrilla, tiene como respuesta el despojo y la expulsión de la tierra, sin el menor atisbo
de compasión. Se confirma pues en este caso, la estrecha asociación entre la violencia
contra las mujeres y el objetivo de ejercer control y apropiarse del territorio por parte de
los actores armados.
Entonces él una mañana llegó y me dijo: ¡Rosa, si usted no va a ser mía por las
buenas, lo va a ser por las malas! Yo en ese momento me puse a llorar y entonces
yo le dije: ¿por qué Freddy, usted me hace esto? Usted sabe que yo no tengo por
qué ser suya. Entonces él me dijo: ¡vea Rosa, si usted no es mía, le doy tres días
para que me desocupe el terreno! Yo le dije: ¿Pero por qué? si este terreno es mío,
mi papá me lo dejó. Él me dijo: ¡No me interesa! Pero usted misma se lo buscó.
Así como usted no es mía, pues se me tiene que ir de acá. Entonces a mí no me
interesa para dónde usted se va, a mí no me interesa nada, lo único es que me deje
el terreno. Papayal, Bolívar, 2003, P.766.
A veces las agresiones o amenazas tuvieron más que ver con comportamientos individuales
de miembros de grupos armados que con pautas sistemáticas y modos de operar de los
mismos. No obstante, el hecho de actuar entre la conquista y la coerción venía facilitado
por la pertenencia a un grupo armado, en este caso guerrillero, y el miedo que generaba
conocer esta realidad en la mujer acosada.
Había un señor de un grupo armado que él se interesó bastante en mí y él a mí me
decía y a veces hasta me ofrecía plata, como a conquistarme. Como me le puse
brava a lo último y a mí me daba rabia porque igual yo ya tenía mi hijo, tenía mi
marido. Entonces yo le decía que no y él se embravaba. Él de la guerrilla era. A
cada rato me llamaba y a veces me mandaba a decir con algún otro que vaya y
yo a veces me asustaba. Una vez me dijo que si yo no iba por allá donde me iba a
mandar a llamar. Todo eso que me mataba, yo no hablaba con nadie yo me callé,
pues para uno es duro. Me quedé callada hasta ahora. Si eso fue como unas 5 o 6
veces y a lo último ya me daba era miedo. Samaniego, Nariño, 2006, P.351.
Incluso en los casos en que no hubo coacción directa ni violencia, en un contexto de conflicto
armado, la relación entre una mujer perteneciente a la sociedad civil y un actor armado,
se da en una desigualdad de posiciones de fuerza tan evidente que pueden traducirse
fácilmente en decisiones no libres a la hora de establecer una relación entre los sexos.
No, o sea no acoso no, siempre después llegaba el ejército, pero ellos tampoco era
obligarlo a uno porque ahí está en uno, una cosa es que uno quiera y otra cosa
que no. A veces llegaban comandantes, me mandaban notas, todo eso pero pues
igual decía: si las acepta mándeme una respuesta y todo eso; pero nunca tampoco
de ser agresivos, no. Samaniego, Nariño, 2006, P.351.
368
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
La violación sexual
La violencia sexual incluye formas como la violación, desnudo forzado, tortura sexual,
mutilaciones, esclavitud sexual, etc. La violación sexual ha sido la forma de violencia
sexual más extendida según los testimonios de las mujeres entrevistadas (56,20%; n=69).
La violación no sólo es una forma de violencia sexual, sino que también es considerada
una modalidad de tortura. Pero la violación se practica normalmente acompañada de otras
agresiones y vejaciones.
De los testimonios analizados se desprende que la coacción física y psicológica fue el
preámbulo de muchas violaciones sexuales. La coacción tiene múltiples formas, desde la
brutalidad física, hasta el uso de un arma. En el caso siguiente se relata cómo una joven
fue obligada a tener relaciones sexuales primero con un guerrillero y luego con uno de sus
superiores, por medio del engaño, la fuerza física y el uso de armas.
Me dijo: “mamá, la primera noche ese tal Vallenato, me tiró al suelo, me empujó y
me dijo que tenía que estar con él”. Le había dicho que se pusiera una inyección,
que esa inyección era para las enfermedades, pero mentiras era para planificar. Por
la noche, a la brava la empujó y le puso el arma y a la brava tuvo que estar con él.
Ella lloraba… esa noche la violaron ahí. La segunda noche cuando ya estuvo en el
Plateado, el otro el comandante estuvo con ella… el tal Albeiro. Ese estuvo con ella.
Ella le rogaba, le suplicaba, pero nada… El Tambo, Cauca, 2001, P.308..
Normalmente las mujeres trataron de alertar a otras personas gritando, se resistieron o
suplicaron a sus agresores. La respuesta de los perpetradores fue habitualmente la indiferencia
e incluso una mayor virulencia en las coacciones utilizadas. En este testimonio
la mujer refiere cómo fue vendada de ojos, amordazada y amenazada con un cuchillo
quedando en la más absoluta indefensión en manos de los paramilitares.
Ahí me cogieron, me vendaron los ojos y yo pues me hice la desmayada, pero
igual, ellos no me soltaron. Yo gritaba, y me cogieron con un cuchillo en el cuello
y me llevaron hacia el río de Kennedy, debajo de unas casas. Ahí me cogieron
allá y ahí me violaron, me amordazaron con el cuchillo. Rio de Kennedy, Quibdó,
Chocó, 2003, P.415.
En muchos casos los perpetradores asociaron actos de extrema crueldad a la violación
de las mujeres. A la tortura de la violación sumaron otras torturas corporales como si
el objetivo fuera no sólo la agresión sexual, también la desfiguración de la víctima, el
propósito de dejarla marcada. En los dos testimonios siguientes fueron paramilitares los
que marcaron los cuerpos de las mujeres como un daño infligido además de la violación.
Los paramilitares hicieron conmigo lo que quisieron. De darme una porreada
a cuestión de machete, coger un machete nuevo y darme por todas las costillas.
Hasta la punta de los pies hasta la cabeza. Donde me dejaban como nuestro señor
Jesucristo, prácticamente amolada, prácticamente vuelta nada. Después violarme
369
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
no sé qué personas, como cuatro o cinco personas pasando sobre mi cuerpo… San
Miguel, Putumayo, 2001, P.773..
Él hacía eso. Me reventaba… me marcaba. Tengo las piernas marcadas, me reventaba…
Mejor dicho hasta la cabeza me la rajó… Me violaba… San Blas, Bolívar, 2005, P.786.
Si bien en la práctica totalidad de los testimonios son solo hombres quienes participaron
en esos abusos, en uno de ellos se señala la participación de una mujer paramilitar, confirmando
que las mujeres han actuado desde distintas posiciones en el conflicto armado
colombiano, como en muchos otros, interviniendo también como actoras armadas y victimarias
aunque en número muy inferior al de varones.
Hubo una muchacha de que ella la cogieron le hicieron mucha maldad. Ella se
la llevaron para una casa, cogieron carbón, le puyaron todo el cuerpo. A ella la
violaron varias veces muchos de ellos, la violaron. Hasta hubo una mujer de ellas
ahí que la tocaba… Fueron los paracos. El Salado, Bolívar, 2000, P.252.
Las lesiones físicas en genitales y otras zonas con fuerte carga sexual se han dado en otros
casos que muestran el ensañamiento de los perpetradores, en particular los paramilitares,
contra los cuerpos femeninos subrayando su trasgresión de todos los límites. En el siguiente
caso, de dos niñas, además de la violación sexual se denigró del cuerpo de ellas con las
heridas graves causadas en sus órganos sexuales, que llevaron a la muerte de una de ellas.
Conocí un caso, de dos niñas, que comenzaron primero a enamorarlas. Entonces,
las niñas como que no le aceptaron, porque pues obvio, una persona al margen de
la ley, paracos… Entonces llegaron un día y las llevaron a las niñas y las violaron.
Luego les metieron unas navajas por la vagina… Las remitieron a Pasto, y en
Pasto se murió la niña. Una era como de 13 años, la otra era como de 16. La niña
que murió era la de 16, porque la de menos, ella fue la que sobrevivió, pero igual,
ella quedó como traumatizada, algo así… Olaya Herrera, Nariño, 2006, P.838.
Como hemos señalado antes, en la lógica de la guerra en el patriarcado los cuerpos de las
mujeres se convierten en receptores de violencia como muestra del ejercicio del poder.
Un poder que se manifiesta en el desprecio por la dignidad de las mujeres y en la insignificancia
de la misma vida. Así, en numerosos casos las violaciones fueron acompañadas
de asesinatos.
Ahí había una muchacha que se llamaba Cecilia. Ella era de acá, de Córdoba. Ella
estaba trabajando allá y también la violaron y la mataron… El Bagre, Antioquia,
1996, P.287.
La sevicia en la muerte de mujeres que previamente fueron violadas muestra el grado de
deshumanización de los grupos armados que tratan los cuerpos como objetos denigrándolos
y destruyéndolos. Los perpetradores, tratan de eliminar toda resistencia o contestación
a sus prácticas de control de las mujeres. El hecho de denunciar una violación llevó al
370
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
asesinato y el despedazamiento del cuerpo de la mujer denunciante probablemente como
forma de aterrorizar a toda la comunidad.
Violaban a las mujeres. A mí nunca me violaron gracias a Dios, pero si a las amigas
mías… Yo tengo una amiga mía que se llamaba Candelaria porque ya a ella la mataron.
Esa amiga mía dejó dos niños que no sé ahora mismo dónde están, pero a ella la
violaron y después, como ella denunció ese caso, la mataron. Apareció muerta en el
río. La destrozaron con una segueta, con una motosierra. Eso dicen, que fue con una
motosierra porque ella apareció toda despedazada en el río… Córdoba, 2003, P.287.
Algunas mujeres fueron violadas mientras estaban estado de gravidez. En el siguiente testimonio
se señala cómo un grupo de soldados violaron sexualmente a una mujer con ocho
meses de embarazo traspasando uno de los umbrales de respeto entre personas humanas.
En este caso, fueron miembros de la fuerza pública, el ejército, quienes se valieron del
conflicto armado para cometer abusos contra la integridad sexual de una mujer.
Otra compañera estaba embarazada. Se llevaron a la compañera hasta un puesto…
militar que había en un sitio que le decían La Ganadera. Ahí tiene otra base
militar donde se llevaban la gente, los torturaban… Tenía ocho meses de embarazada…
con ocho meses de embarazo. La violaron 14 soldados, la violaron en esa
base… Puerto Berrío, Antioquia, 1979, P.739.
La violación sexual fue además causa de desplazamiento forzado, redoblando las vulneraciones
de derechos humanos. En este caso, la única manera en que una mujer pudo poner
fin a las continuas agresiones sexuales cometidas por un miembro de las autodefensas
fue la de abandonar su casa junto con su familia.
La verdad, fui… violada, maltratada, eso me sucedió en Simití, Sur de Bolívar. Me
trataron mal, me pegaron. Hacía conmigo lo que le daba la gana, me violaba cada
vez que quería, me llevó de mí casa. Incluso por eso nos desplazamos, se desplazó
mi familia por lo mismo. San Blas, Bolívar, 2005, P.786.
Otra de las dimensiones de la violación fue añadir al daño individual de la violación, el
hecho de convertirla en un hecho presenciado por otras personas, en particular personas
con vínculos afectivos con la víctima. De este modo se aunaban en la agresión el daño
individual, la vejación y la tortura colectivas. En algunos casos mujeres menores o niñas
fueron violadas en presencia de sus familiares. En el testimonio siguiente la violación de
la hija fue la forma de pagar por todo en la represalia contra la familia.
Cuando yo tenía 13 años… Exactamente iba a cumplir los 13, cuando llegaron
unos hombres allá a donde mi mamá, a donde nosotros vivíamos. Llegaron buscando
uno de mis hermanos y como no lo encontraron, entonces, me cogieron a
mí. Me hicieron lo que quisieron, me violaron, delante de mí mamá, delante de mis
otros hermanos. Me pegaban… me violaban y me decían que yo era la que iba a
salvar a ellos, a los otros. Decían que eran del M-19, del ELN, algo así… y así
pasó todo… PuertoWilches, Santander, 2003, P.785.
371
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Cometer una violación obligando a que otros miembros de la familia la presencien es una
forma de castigo y estigmatización colectiva. La mujer entrevistada sufrió como madre
por el daño sufrido por todas sus hijas e hijos y, probablemente, por su impotencia para
evitarlo.
Mi hija mayor fue violada (llanto), mientras la violaban los muchachos veían,
mi hija Brigith veía, la pequeña veía como violaban a su hermanita de 14 años.
Saravena, Arauca, 1996, P.137.
La violación se utilizó también dándole la dimensión de espectáculo público. El uso de
las imágenes de abusos denigrantes que se refiere en el siguiente testimonio fue una forma
intencional de humillar a la colectividad atentando contra la dignidad de las mujeres en
su propio medio social.
A las chicas que violaron les hicieron videos y eso lo mostraron en la cancha. Eso
ya es historial también de eso… Sí, lo mostraron ante todo el pueblo. Mejor dicho
nos hicieron quedar como un zapato… Vereda Peralonso, Meta, 1998, P.774.
El uso de la simbología sexual en actos de violencia constituye asimismo una violación.
La mujer entrevistada vivió como una violación de su integridad el hecho de sufrir una
simulación de sexo oral como burla, después de haber sido sometida a otro tipo de atropellos
físicos humillantes.
Eso para mí es violación. Después de que a ti que te penetran con un miembro
cualquier parte de tu cuerpo es violación. No fue genital pero si oral. Después de
que juntos hacen conmigo lo que se les da la gana, me golpearon, me manosearon,
se burlaban de mí. Apenas me decían “míreme la cara, no se le va olvidar, nosotros
no somos fáciles de olvidar”. Me cogieron una botella de agua, me la echaron
en la boca. Saravena, Arauca, 1996, P.137.
Violación masculina
No solo mujeres fueron objeto de violación sexual. Los abusos sexuales contra hombres
en el contexto del conflicto armado son un hecho tal vez más invisible que la propia
violencia contra las mujeres. Pues si la violación de las mujeres supone una humillación,
la violación del cuerpo masculino sitúa a los hombres víctimas en una posición
feminizada que conlleva aún mayor vergüenza y humillación según los códigos de la
masculinidad patriarcal. Por otra parte, la vejación forma parte de la estructura de poder
y la jerarquía de los ejércitos y cuerpos armados que, como se ha señalado con anterioridad,
fomentan una masculinidad agresiva en extremo que proyecta la violencia tanto
hacia las mujeres como entre los mismos hombres. El siguiente testimonio relata cómo
las humillaciones y violaciones múltiples a que fue sometido un soldado por sus mismos
compañeros, desembocaron en su deterioro mental y el homicidio de uno de ellos.
372
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Entonces ya faltándole tres meses a mi hijo para salir del ejército me llaman. Me
llamaron que mi hijo había matado a un tipo, a un compañero en el ejército. Cuando
yo llegué allá y vi a mi hijo, le dije: “¡Dios mío! ¿Usted por qué hizo eso?”, me
dijo, “No mamá es que yo ya no aguantaba más, a mí me violaron, me violaron”. Lo
violaron los mismos compañeros. “En la misma área me violaron”. Que le dieron
algo en la comida, o en el juego. Lo durmieron, lo doparon y lo violaron. Me dijo que
por eso lo cometió, porque lo violaron doce personas. Se burlaron de él y todo, y le
decían que lo iban a grabar. Él iba escribiendo en un cuaderno todo lo que iban haciendo,
hasta que llegó el día en que no resistió más, y lo mató. Le dieron ocho años
de cárcel. Él salió porque él tiene problemas mentales, a raíz de eso, de la violación.
Tibú, Norte de Santander, 2002, P.104.
Insinuaciones sexuales a mujeres menores:
entre la seducción y la amenaza
En un escenario de guerra y militarización de la vida cotidiana, también las relaciones
entre los sexos se militarizan. Esto significa, como hemos visto en apartados anteriores,
que la posesión de armas y el respaldo de la violencia del grupo armado condicionan de
forma directa cómo se desarrollan las relaciones entre mujeres y hombres.
Eso, mujeres sí para dormírselas por ahí, hablando claramente, y ellas no quisieron.
La Moniquita era una niña que estaba estudiando abajo en el colegio,
entonces cómo se iba a entregar pues a un malandrín de esos. Que es muy distinto
uno conseguir que una muchacha, que se consiga un amigo por cuenta de ella que
le guste que, mejor dicho, que no irse a dormir con otro porque le saque un arma
porque lo amenaza a uno, no, no, no. San Antonio de Prado, Antioquia, 1998, P.61.
En particular, las mujeres menores de edad, adolescentes y niñas, se vieron involucradas
en situaciones y a veces en relaciones en las que la desigualdad en cuanto al monopolio de
la fuerza o simplemente la diferencia de edad, de estatus o de poder adquisitivo, superaba
su capacidad de mantenerse a salvo de la relación con actores armados cuya intención
principal era utilizarlas y abusar sexualmente de ellas.
Los actores armados han practicado la seducción de mujeres menores de edad utilizando
formas aparentemente normales que les permitieron introducirse incluso en las casas de
las familias y tomarse familiaridades con sus miembros que, en particular las madres, padecían
tanto por el peligro que entrañaba la relación para sus hijas, como por la invasión
del espacio privado.
Sí, y nomás la vio ese tipo ¡que ahí sí!, ahí sí que más se mantenían en la casa y
ya ese me decía suegra y yo, ¡por Dios! nosotros, ¿qué vamos a hacer? Pero mire,
373
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
esa gente viene ya le hacían regalos. Le regalaban camisetas, dulces y así. Entonces
yo ya me puse que no sabía qué hacer, ya no podía salir de la casa, porque
cuando menos me acordaba, ¡llegaban! Riosucio, Caldas, 2002, P.611.
Yo en ese momento yo no le dije nada, porque él estaba, sabía que el paramilitar
estaba persiguiendo a mi hija. Sucedió en el 2001. Entonces, claro la chica se estaba
dejando enredar del tipo ese. La asediaba, iba a la casa y con su grupo para
que lo cuidaran, porque como era comandante, uno de los que los comandaba,
y entonces, pues claro, que enamorado de ella, y que esto. Ella tenía 15 añitos.
Marquetalia, Caldas, 2001, P.129.
No obstante, las pretensiones de seducir a mujeres jóvenes no siempre lograron su objetivo,
algunas no se avinieron a mantener una relación con un actor armado. Pero el no consentimiento
se pagó a veces muy caro, pues los perpetradores no se regían por los códigos
de la relación amorosa entre jóvenes, sino por la voluntad de posesión de las mujeres. En
el siguiente testimonio, la desaparición de una joven de 17 años se vincula directamente
con su no aceptación de relación con un paramilitar.
Yo fui y declaré mi desplazamiento el 18 de septiembre de 2006 y al otro día se
desapareció mi niña que tenía tan solo 17 años. Mi niña se llamaba Martha. Yo sé
que a ella le picaron arrastre [la perseguía para seducir] según lo que me dicen a
mi es que había un jefe que estaba enamorado de mi niña y mi niña no accedió a
las pretensiones de él y mi niña era más bien directa con sus cosas. Lo cierto es
que tuvieron una discusión y el hombre la amenazó que le iba a dar bala. No tengo
idea de cómo se llama ese hombre, pero era de los paramilitares. Lo cierto es que
a mi niña la desaparecieron en Tarazá. Tarazá, Antioquia, 1990, P.57.
Las mujeres relataron numerosos casos en que la violencia entreveró continuamente las
relaciones de los paramilitares con mujeres jóvenes, pues el hecho de pretenderlas se
acompañaba a menudo con la amenaza de muerte y con el uso de las armas. La mujer
entrevistada debió huir por un tiempo para quedar a salvo del acoso de los victimarios.
En el año del 2001 y 2002, estaba Richard, estaba el Negro y estaba el Coco,
entonces ellos querían pues que yo tuviera algo con ellos y yo pues no, porque
pues igual lo amedrentaban a uno. Entonces yo no les acepté y me amenazaron
de muerte. Una vez en el bailadero estábamos todos ahí, estaba con unos amigos
y uno de ellos me sacó un revolver y me lo colocó: que por qué yo no me quise ir
con él; y entonces pues yo al ver eso, me azaré y todo. Yo cogí y me fui para Cali.
Buenos Aires, Cauca, 2000, P.361.
En otros muchos casos, como el siguiente, la supuesta seducción fue en realidad un acoso
a las menores y a la familia que ellas intentaron eludir de cualquier modo.
A veces he podido salir perjudicada porque, estando en la casa junto con abuela
llegó el que le llamaban el Chino. Recuerdo que yo tenía dieciséis años. El llegó y
374
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
le preguntó a la abuela que yo qué era de ella; y dice, esa es nieta mía; y le dijo,
su nieta está muy linda. Y entonces andaba atrás de mí y yo me le escondía porque
él me la montó que estaba bonita y yo lo que hacía era que me metía en el cuarto
y entonces él: ¿para dónde cogió la muchacha, la muchachita para dónde cogió?
Y entonces abuela, no sé y yo estaba encerrada en el cuarto, porque yo dije este
hombre lo que es que se llevan a uno. Pertenecía a los paras, él era jefe de los
paracos. Le decían el Chino. Corregimiento Bayano, Bolívar, 2000, P.218.
El acoso cobró a veces un contenido de insinuación sexual que se hacía presente en el
espacio de la vivienda, en los momentos de mayor intimidad y de modo colectivo. La
mujer víctima del mismo experimentó una intrusión por parte de paramilitares de la que
de ningún modo podía librarse.
Ya después de eso comenzó esa casa a llenarse de paramilitares, porque era
una casa muy grande, tenía catorce habitaciones y nosotros solo ocupábamos
una solita que igual no nos alcanzaba para más en ese tiempo. Entonces ya me
cansé porque cada vez que yo iba a lavar la loza, siempre había un tipo allá
invitándolo a uno a bailar, a salir molestando, azarándole el ambiente, y uno
le decía no o de pronto para que no se lleven jodiéndola. El acoso hacia mí era
mucho yo no me podía bañar porque ya me habían espiado y ya me conocían mi
cuerpo y como era. Todo eso para mí era un acoso tan terrible que me digan ahí
“qué chévere que te corra la espuma por tu cuerpo, te conozco yo ya te conozco
tu cuerpo”. Eso para mí era una cosa horrible, cada vez que me iba a lavar, me
decían, “tienes un cuerpo maravilloso”. O sea que ese acoso para mí era horrible.
Dorada, Caldas, 2005, P.532.
La mujer entrevistada vivió como una persecución y un asedio intimidatorio la pretensión
de un perpetrador de que ella fuera su novia, de la que sólo pudo librarse huyendo.
Y empezó como una persecución todo ese día, mejor dicho, de ahí para adelante,
ese tipo cada que yo lo veía, yo cruzaba la mirada y ese señor estaba por ahí. Era
súper intimidatorio, porque ellos siempre están armados, uniformados, y la gente
pues, sobre todo no, cuando tú vea a estas personas, ni levantes la mirada. Pero entonces
el tipo, me asediaba, a los sitios donde estaba, él me decía que quería. Como
al quinto día, de yo estar en ese pueblo, que no, que yo le gustaba y que si yo quería
ser la novia de él. Entonces yo le dije, no, es que yo no vengo a eso. Este señor me
montó una cacería impresionante. Bolívar, 2007, P.784.
Frente a los intentos de seducción o el acoso, algunas mujeres menores debieron abandonar
su lugar de residencia para eludirlo. El recuerdo de la experiencia de seducción
amenazante permanece en algunas mujeres que optaron por no volver a vivir en el lugar
donde ocurrieron los hechos, siendo la situación de hecho un desplazamiento forzado.
375
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Una vez que estábamos ahí en la casa, pasaron unos encapuchados, yo estaba
ahí, unos encapuchados a ellas las vivían fregando. Usted sabe cómo hacen los
hombres para arrimarse cuando una muchacha es joven y más o menos bien parecidita.
Y esas muchachas tuvieron que ir y vea, hasta el sol de hoy que esas
muchachas a veces suben, pero vea entran un momentico, ellas quedaron muy
nerviosas. Pues yo tomo pues lo de las hijas mías, lo tomo como desplazamiento.
San Antonio de Prado, Antioquia, 1998, P.61.
Muchas veces fueron las madres quienes tomaron esta decisión con respecto a sus hijas
para impedir que se relacionaran con hombres armados o para protegerlas en una situación
de peligro.
Ya cuando empezaron con la niña, “¡Vamos a conquistar esta muchachita para
llevárnosla, para que nos sirva”. Sí, porque ellos cuando menos acordaba llegaban
y empezaban a enamorarla, a enseñarle cómo se cogía un arma, a enseñarle
cómo se manejaba. Yo había mandado la otra niña también, porque ¡también me
la estaban conquistando! Una niña de catorce años, ya había mandado a tres
fuera de la casa. Riosucio, Caldas, 2007, P.613.
En el ambiente militarizado que permitía la presencia de actores armados incluso en espacios
habitualmente protegidos como las escuelas y ante la presión coactiva que suponía el
ser un actor armado, algunas menores no se atrevieron a rechazarlos por miedo.
No, ella le conversaba era porque le daba miedo de ese fulano, que porque las
mismas amigas le habían dicho que era miliciano, entonces ella decía: Ay ama
¿Qué voy a hacer yo con ese muchacho que vea, cada que yo voy a salir del colegio
está ahí? Y como ellos se mantenían metidos en el colegio, ellos entraban a la
hora que quisieran al colegio. Entonces ella llegaba aburrida a la casa y decía:
Ay ama qué pereza ese muchacho que no hace sino seguirme y me dice que yo soy
una negra muy linda, que cuando menos piense el me va a robar y a mí me da
mucho miedo. Medellín, Antioquia, 1997, P.88.
También por miedo a veces las familias permitieron que sus hijas se relacionaran con
perpetradores y que estos entraran en sus casas. El ambiente de terror generalizado bajo
la amenaza de muerte, no dejaba alternativa entre el consentimiento o el desplazamiento
forzado.
Uno de ellos se enamora de la hija mía, y yo pues sin poderle decir nada, porque
pues ya le teníamos miedo. Ya del miedo, pues él llegaba, se sentaba con ella y
todo eso, y uno permitía. Entonces uno debido a eso, uno dejaba hacer, pues que la
abrazara, la besaran, por miedo de que a uno lo mataran. Cariñito le decían a él. Él
tenía como unos 25 años por ahí. Mi hija se sentía muy nerviosa, por miedo, porque
ya uno decía no, si dice uno algo lo matan. Mientras bregamos a irnos, y ahí fue que
ya nosotros decidimos bueno, ya por miedo. Buenos Aires, Cauca, P.353.
376
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Instaladas en un ambiente aterrador en el que las jóvenes sabían que no tenían defensa
frente al acoso y las agresiones de los victimarios, ellas optaron por aceptar ser novias de
ellos o esconderse.
Cada quien digamos si mataron a fulana lo que hacían las demás era esconderse
o escondernos. Pero jamás alusivo a una defensa, jamás. La única defensa que
ellas optaban era por ennoviarse por el hecho que ya las vieron bonitas o las amenazaron
a ennoviarse. Muchas no fueron capaces de decir no, eso sí es el caso.
Dorada, Caldas, 2005, P.532.
La estrategia para abusar sexualmente de las jóvenes pasó a veces por forzarlas con engaño
o suministrarles alguna droga. En este caso, un miembro del ejército violó a una
joven por este medio. El hecho, además, dio paso a un acoso por parte del violador con el
argumento que haber mantenido una relación sexual con él la convertía en su mujer. De
nuevo, nos encontramos con la lógica del continuum de las violencias en el hacer de los
actores armados que naturalizan el ejercicio de la violencia en la sexualidad pretendiendo
convertir una violación en relación normalizada.
Cuando yo volví, pues yo tomé normal, no sé cuánto pasaría, yo empecé a sentirme
mareada. Yo recuerdo que yo pasé por la plaza recuerdo que me paré y ya no…
no me acuerdo de más. Al otro día, cuando yo me levanté, a mi me dolía mucho
pues la vagina y tenía en las manos unos morados, como si me hubieran cogido
muy duro y en las piernas, los senos me dolían, la cara me dolía, yo me levanté
enferma. El decía que yo era la mujer de él, entonces yo: “No, yo no soy su mujer”,
me decía: “No, porque usted estuvo conmigo y si usted estuvo conmigo usted
es mi mujer”. Pereira, Risaralda, 2003, P.692.
En algunas ocasiones las mujeres menores quedaban atrapadas en las divisorias del conflicto
por haber sido seducidas o establecido una relación con un miembro de uno de los
grupos armados. Ellos probablemente las utilizaban para sus fines, por ejemplo haciéndoles
pasar información.
La pillé en una foto con un guerrillero. Ella se encerraba en la pieza, yo ya lo había
visto a él, él me miraba y yo un día le ví una foto. Yo le conté eso a la doctora
sicóloga: ella se fue como enrolando, enrolando, enrolando, así doctora a mí me
da eso de pensar que ella está pasando información de ellos porque ella me dijo
con tanta seguridad sobre quien venía. Vereda la Afiladora, Putumayo, P.593.
La ingenuidad de las mujeres menores de edad, su falta de conocimiento de la situación y
los peligros, pudo facilitar que fueran manipuladas por actores armados. En este caso, la
madre preocupada por si la hija se había visto involucrada en actividades de información
para un grupo armado, advierte a la hija sobre ello.
“Mija ¿usted que está haciendo? ¿Usted a quién está llevándole algo?, ¿Usted
está llevándole información a quién?, ¿Usted pa’ donde va?”. Entonces dijo: “No
377
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
mamá, es solamente ese muchacho, ese mono, que dice que él se va a retirar de
allí, que dizque me case con él.”Le dije yo: “Pero usted que le lleva a él, usted le
trae algo, usted está trayendo alguna cosa, o a quién le está llevando algo”, dijo:
“No mamá, nada, nosotros conversamos con él, es cosas de nosotros mismos, que
él me dice que está muy enamorado de mi, que yo le gusto mucho, pero no me dice
que le lleve ni le traiga nada”. Yo le dije: “Mija mucho cuidado”. Santa María de
Dagua, Valle del Cauca, 2001, P.831.
Los miembros de grupos armados pasaron rápidamente de intentar seducir a las mujeres
menores a controlar sus vidas y sus comportamientos de forma amenazadora. Las distintas
experiencias de ese control y de recibir amenazas dejaron una impronta de miedo en
la vida de algunas jóvenes y sus familias.
Ella me dijo que había un comandante de la guerrilla que quería hablar conmigo,
que él estaba enamorado de mí, que dejara de hablar con los soldados. Porque
había ejército y ellos entraron a hablar al colegio, a hacer una requisa y volvían y
salían y eso. Yo no le podía quitar el habla a cualquiera porque llegaban ¡Buenos
días! ¡Buenos días! Entonces saludar a cualquiera no se le quita nada, el saludo
¿sí? Entonces ella me dijo a mí, -en la vida que se me quedó marcada-, que me
iban a matar. Que me iban a matar al bajarme del bus. Vereda la Petronila, Quindío,
1997, P.776.
Hay otro tipo de violencia sexual como que usted tiene que estar conmigo, como
que usted no puede estar con otra persona sino es conmigo. O sea de ese acoso,
de que las niñas no quieran estar con ellos y ellos si la quieren estar acosando
en ese sentido. De la guerrilla nunca he sabido nada, es ese sentido sino podría
responder porque no, o sea ellos tienen una práctica que si tú te encuentras con
ellos nunca te dicen nada, no te hacen nada, pero sí se ejercen al interior de sus
filas, allá si, allá ejercen pero afuera no. Mocoa, Putumayo, 2006. P.933
Tortura durante el embarazo y aborto forzado
Los hechos de violencia y maltrato tuvieron a veces consecuencias muy graves para las
mujeres embarazadas. Recibir golpes y patadas en una situación aterrorizante provocó el
malogro del embarazo de la mujer que dio testimonio. Se trata pues de un aborto forzado
por la situación de violencia física y emocional a la que ella fue sometida.
Lo otro que también para mí fue muy doloroso en esa noche, era porque tenía cuatro
meses de embarazo y también, pues, esa noche de los golpes, de las patadas que me
daban, también que se enrollaron mi cabello con sus manos y me daban junto a la
pared. También se me vino un sangrado, también perdí, esa madrugada una hemorragia
muy grande que de cuando eran las seis de la mañana, cuando salí corriendo,
pues del susto no me sentía nada, tan solo sentía las piernas como mojadas…
378
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
ahí en San Alberto, me salieron dos tipos armados y me dijeron que si yo iba, que
me devolviera, que me devolviera porque si no me iban a matar, que me tenía que ir.
Pues yo dije: “me tendrán que matar porque yo me voy para el hospital”. No, pues
no se identificaron, pero uno sabía que quienes estaban sembrando el terror en el
pueblo eran los paramilitares. San Blas, Bolívar, 2005, P.786.
En otros casos, los actos de crueldad y violencia contra los cuerpos femeninos se dirigieron
específicamente a su capacidad procreadora. Sacar la criatura del vientre de una madre embarazada
es un acto de trasgresión extrema de los límites de respeto a la condición humana,
en este caso contra el más femenino que es la capacidad de albergar y hacer crecer otra
vida. El simbolismo de este hecho se relaciona probablemente con la intención de mostrar
la voluntad y el poder de arrasar poblaciones y comunidades sin que quede rastro de ellas.
A la socia de él que tenía 8 meses de embarazo la mataron, le sacaron el bebecito
que tenía adentro, a ella la enterraron en la misma casa donde nosotros vivíamos,
ella era la que estaba ahí porque nosotros habíamos salido. Barranquilla, Atlántico,
1995, P.607.
En la misma sintonía y en la lógica de la guerra entre enemigos, la amenaza de “rajar la
barriga” simboliza la intención de acabar con el enemigo de raíz, destruyendo cualquier
semilla que pueda crecer. Puesto que el crecimiento de cada nueva vida humana pasa por
el cuerpo de una mujer, la violencia se descarga contra ellas como portadoras de la semilla
del enemigo. Para cada mujer, sin embargo, la amenaza o la brutalidad contra su cuerpo en
embarazo cobra la forma de tortura y crueldad contra su ser mujer y su ser madre. De nuevo,
la potencia simbólica del cuerpo femenino se instrumentaliza en el escenario de guerra para
aterrorizar a las poblaciones y debilitar al bando enemigo.
Ese día que me paso a mí, en la otra finca donde desaparecieron el tío mío, a la
otra tía mía que también estaba en embarazo, a ella le iban a rajar la barriga
con un machete, le decían guerrillero, aquí te sacamos ese guerrillero, te abrimos
con un machete… bueno, horrible. No a ella no la violaron, pero ella estaba en
embarazo, tenía una barriguísima, le decían que ese niño era un guerrillero, que
le iban… y cogían el machete. Gabarra, Norte de Santander, 2001, P.896.
La vida convertida en pesadilla
La realidad siempre ofrece una complejidad mucho mayor de la que pueden reflejar
los instrumentos que utilizamos para comprenderla. La historia que se resume a
continuación reúne muchos de los elementos que se han comentado en este capítulo.
Engarzados en la biografía de una mujer joven, aparecen numerosos significados que
la convierten en el símbolo del sometimiento y la humillación de toda una comunidad
que se halla bajo el control de un grupo de paramilitares.
379
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
A.T. trabajaba en Cali y a los 20 años decidió volver a su pueblo, en Risaralda, porque
le llamó su hermano diciéndole que habían llegado los paramilitares a la región
y estaban matando a gente conocida. El día que llegó a Santuario, saliendo del taxi
para coger el recorrido para la finca un tipo que iba en una moto la vio, se interesó, y
fue a preguntar a sus amigos quien era la chica que había llegado. Le dijeron: “Eso
es lo más lindo que tiene este pueblo y es lo más buena gente que hay, la mujer más
juiciosa de todas. Todo el mundo la quiere aquí.”
Una semana más tarde, A.T. había salido por la tarde con un primo a tomar algo a
una discoteca y apareció el mismo tipo para que fuera donde su jefe. “¿Cómo así
que donde el jefe?”, le preguntó ella y el primo le dijo “China le tocó. Vaya o si
no nos quiebran el culo”. Ella se encontró con el jefe que, tras su rechazo a sentarse
con él tal como le había pedido, le dijo: “Sé quién es usted, sé dónde vive, sé
cuántos hermanos tiene, sé cómo se llaman todos, sé que no tiene papá. ¿Usted
no sabe quién soy yo? Yo soy el comandante de los Paramilitares”. Añadió además
que quería salir con ella y le preguntó cuánto cobraría por irse a pasar una
noche con él al hotel. Ante su negativa el jefe se paró delante de ella, le enseñó
un arma y dijo: “En serio, qué quiere, váyase a pasar la noche conmigo, vea yo
tengo… Se lo estoy diciendo por las buenas, quiero que usted este conmigo, no
importa lo que me pida, lo que usted quiera, porque si yo quisiera por las malas
me la podría llevar”.
La discoteca se encontraba adelante del CAI [estación de Policía] y la muchacha
entró directamente a la estación de policía para denunciar lo que le había pasado,
ante el asombro de los policías. Allí se enteró que el jefe que le había hablado era
Peligro, responsable de toda la violencia y muertes que estaban ocurriendo en el
municipio.
Al día siguiente, domingo por la noche, se encontró con dos amigos en una discoteca
y estando ahí conversando llegaron dos hombres; uno de ellos sacó una pistola,
se la puso en la frente y le dijo: “¿Se va ir conmigo? ¿Sí o no? No, es que no es que
usted quiera ya, es que a mí se me da la gana y si usted no se va conmigo, pues ellos
dos se mueren”. La sacó de la discoteca y la llevó a un hotel dejándola en manos
del jefe paramilitar.
“Me hizo quitar la ropa y me hizo sentar en el piso, en la baldosa y ahí me hizo quedar
toda la noche, no me tocó, sino que él quería que todo el pueblo pensara que él
había abusado de mí esa noche. Así me tuvo toda la noche, con dos pistolas y una
granada, cuando a las 6 de la mañana se paró, él estaba recostado y él tampoco
durmió por ponerme cuidado a mí. Cogió y sacó cien mil pesos y los puso encima
de la cama y me dijo: “Eso es para que se compré una ropa bien bonita”. Llegaron
las 9, 10, 11 de la mañana y yo no era capaz de salir del hotel. Salí como a las 2 de
la tarde”.
380
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Ese mismo domingo, haciendo el recogido para irse a la finca de su mama, llegaron
unos tipos en moto y la obligaron a subir diciéndole: “Vea, arriba por la Cumbre hay
muchos de nosotros y por su bien súbase. La que está corriendo peligro no es usted si
no se sube a esta moto, sino los que hay en su casa”. La llevaron para una finca abandonada,
en territorio controlado por los paramilitares, donde la esperaba el jefe y ahí
estuvo hasta al final del día. Ese mismo día se voló a su casa pero algunas horas más
tarde, cuando ya estaba montada en un taxi para irse a Pereira, la detuvieron y amenazaron
que torturarían a toda su familia. En ese momento decidió irse con los paramilitares
que la llevaron nuevamente a la finca. A partir de este momento, la esclavitud fue total:
“Me tocaba hacerles de comer, lavarles la ropa toda ensangrentada. Él vivía allá,
toda la ropa de él, las cosas buenas y las cosas nuevas de él estaban en esa casa. Él
se iba para el monte dos días y bajaba a la casa y se estaba todo el día y así sucesivamente.
Allá vivía otra moza, él tenía tres viejas. Cada que él tomaba algo, él tomaba
por ejemplo hasta las 5 de la mañana y a las 5 de la mañana me hacía meter al hotel,
estaba conmigo un momentico, volvía y salía y ya normal.”
Durante seis meses vivió a disposición de su victimario que la obligaba a vivir recluida,
bajo vigilancia. Durante este tiempo trabajó para él haciendo comida, lavando
ropa, haciendo mandados. Fue sometida a abusos, violación sexual y a la vez era
exhibida como la mujer de Mauricio, el jefe paramilitar. “Eso era lo que a él más le
gustaba, que lo vieran conmigo, con la muchacha que todo el mundo pretendía y que
sólo él la podía tener.”
Pocas veces tuvo contacto con su familia en este tiempo: “Me tocaban la puerta, pero
yo bajaba a la calle o me encontraba con ellos en el parque cada ocho días. Mi mamá
bajaba a mercar y yo me encontraba con ella en una esquina, pero yo siempre veía
que había tres o cuatro personas poniéndome cuidado.”
Finalmente logró salir libre porque mataron a Mauricio en un ajuste entre paramilitares.
Estaban seguros de que no iba a presentar denuncia porque todo el tiempo le
decían que la estaban investigando: “Que por qué yo vivía con ellos y que a mí me
podían matar o meter a la cárcel y que la Fiscalía estaba averiguando quién era yo
y que el nombre mío aparecía allá”.
A.T. fue ingresada y estuvo a punto de morir por un principio de aborto. Supo entonces
que estaba embarazada de cuatro meses y que llevaba una criatura muerta en
su seno.
Esclavitud sexual y prostitución
Una de las vulneraciones de derechos humanos más graves es la esclavitud sexual de
mujeres que en el conjunto de los testimonios recogidos se dio con una frecuencia de
381
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
5,69% n=7. Las mujeres que fueron esclavas sexuales vivían recluidas y controladas
por el grupo armado, mayoritariamente paramilitares, y sufrían violaciones y abusos
sexuales por parte de los integrantes del grupo. Los embarazos forzados fueron frecuentes
en estos casos y no recibieron seguimiento ni atención médica de ningún tipo.
En algunos casos las mujeres sometidas a esclavitud sexual intentaron escapar aun a
riesgo de la propia vida.
A ella se la llevaron para san José del Nuz, a ella la tenían encerrada allá el grupo
Metro. Se la llevaron para san José y la mantenían encerrada, por allá ella quedo
en embarazo y la mantenían encerrada, entonces ya ella no aguantando más
la situación se voló por la ventana, una señora disque que la ayudo a salir por
la ventana para ella poderse volar y debido a eso ella perdió él bebé. Vereda El
Rayo, Tarazá, Antioquia, 1996, P.51.
La esclavitud sexual es un estado de cosificación y vejación permanente en el que la
violencia se convierte en el comportamiento habitual hacia las mujeres. Según los testimonios
recogidos, las mujeres esclavas sexuales de grupos paramilitares estaban obligadas
a tener relaciones sexuales con los hombres del grupo, bajo las órdenes de quienes
mandaban. En el caso que se cita a continuación, el hecho de que la muchacha mostrase
preferencia por un joven que había sido reclutado de manera forzada por los paramilitares,
provocó diversas reacciones todas ellas teñidas de crueldad que acabaron con muerte
de los dos jóvenes.
La persona que dio la orden de que acabaran con la vida de Andrés le cogió entre
ojos porque desde que llegaron una muchacha de allá no se separaba de Andrés.
Todos tenían relación con la muchacha y un tipo de esos que le gustaba la muchacha
le había cogido rabia a él. Entonces dice que un día había dicho que él
estaba cumpliendo años y otro que mandaba había dicho, de regalo va hacer que
tenga relaciones con la muchacha. Si y él dice que ese día lo obligaron a Andrés
a tener relaciones con esa muchacha. Entonces el otro tipo que los mandaba, más
rabia le había cogido a Andrés. Yo no sé si a ella yo creo que también la mataron.
Monterrey, Casanare, 2004, P.567.
Las trabajadoras sexuales fueron tratadas con especial crueldad por los actores armados y
en algunos casos fueron convertidas en esclavas sexuales. La práctica de la prostitución
en contextos ajenos a la guerra es vivida por los hombres clientes de la misma como
una relación mercantil que les da acceso al cuerpo de las trabajadoras sexuales sin que
deba mediar ningún afecto o respeto. En un contexto de conflicto armado, en el que se
militariza la vida y las relaciones entre mujeres y hombres se vuelven más coactivas y de
dominio abierto, el trato que reciben las trabajadoras sexuales es instrumental y cosificador
en extremo, siendo en ocasiones utilizadas como informantes. Es decir, se las usa
y se prescinde de ellas como objetos para usar y tirar con un desprecio absoluto por su
dignidad y sus vidas.
382
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Dice mi hija, como el restaurante quedaba detrás de la pesa, detrás de la pesa
habían esos prostíbulos. Dijo, mamá se iban, agarraban esas muchachas usted,
usted, usted, usted, [las seleccionaban] las echaban en esas canoas y se las llevaban
por allá para arriba para donde ellos estaban y llevaban esas muchachas, se
llevaban diez y regresaban cuatro o cinco. El resto se quedaban por ahí, el resto
las mataban por allá. Había dos que nos contaron que habían ido varias veces y
no les había sucedido nada. Bueno, y ¿a ustedes no les ha sucedido nada? Dijo:
No, porque nosotras nos dejamos hacer lo que ellos quieran hacer con nosotras.
La Gabarra, Norte de Santander, 1999, P.780.
También debido a la convivencia en dichos contextos de control, algunas de ellas resultaron
conociendo informaciones que les volvieron más vulnerables, y fueron finalmente
asesinadas.
Ese era el caso de una trabajadora sexual, me acuerdo mucho que era una morena
muy bonita de Cali, parece que la muchacha se dio cuenta de algo, quizás una
incursión que ellos iban a hacer y la sacaron del lugar donde trabajaba. Yo miré
que la llevaban más o menos unos ocho hombres y a ella todos la violaron, la torturaron
y tristemente también la asesinaron. A ella se la sacaron en ese momento
de un lugar de esos que se llamaba “la muñecas”, una cosa así se llamaba, a ella
la sacaron un lunes como en el año 2003. Lo que si me di cuenta fue la que la
llevaron a la salida del Mocoa, eran en la parte de San Diego. A ella la echaron
al río. Mocoa, Putumayo, 2006. P.933.
Los paramilitares actuaron con respecto a las trabajadoras sexuales disponiendo de sus
cuerpos y sus vidas de manera despiadada. En este caso, la mujer además de abusada fue
torturada y luego expulsada del territorio.
Abusaron, como de muchas prostitutas. Había un paramilitar, que era un negro,
que le decía Betún. Cogió y le cortó los pezones a una muchacha con un alicate.
La muchacha se fue, porque allá le decían a la muchacha: “Bueno, tiene tantos
minutos para que se vaya.” La Dorada, Caldas, 2003, P.856.
La guerrilla ejerció asimismo un control sobre el ejercicio de la prostitución, no para
erradicarlo, sino para asegurarse que las trabajadoras sexuales en ejercicio no tenían enfermedades
contagiosas. El control sobre los prostíbulos era tan absoluto que la guerrilla
tenía en su poder los resultados médicos y decidía qué mujeres podían seguir ejerciendo y
cuáles debían abandonar la zona. Es decir, el control de la prostitución formaba parte del
control del territorio por parte de la guerrilla, también como una forma de protección de
su propia tropa frente a enfermedades de transmisión sexual.
Cada mes, hacían un examen, la guerrilla; mandaba, a tomar unas muestras de
sangre, a las mujeres que trabajaban en los negocios, que allá son billares y todo
eso, y cuando llegaban los resultados no se los daban a ellas, si no que ellos, ha383
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
cían una lista, supuestamente de las que estaban enfermas, e iban a cada negocio,
y las llamaban en la lista, y las citaban, como, o sea, las hacían llevar como a
un sitio, y entonces: usted tiene esto, usted tiene lo otro, y tal, entonces, hacían
como la separación; a las unas las desterraban, y desterraba, destierro era que
se iban…entonces era horrible pues, porque eso era súper tensionante para las
mujeres y de todo. Vereda el Manco, Huila, 2005, P.874.
Reclutamiento de mujeres para la prostitución
Es una mujer y ella tiene mañas de hombre y viste como hombre pero ella es una
mujer. Está por ahí entre los 30 o 40 años y ella ha mandado muchas niñas para allá
y se hizo muy amiga de mi casa y ha bregado mucho a mandar mis niñas. Yo le dije
por favor no me atormente y me dice, doña Carmen déjese ayudar, ya ellas se están
cuidando, tienen cada una de a hijo, déjelas ir que eso es lo que está dando. De prostitución
ella de una vez les dice qué van a hacer allá con los 38 paracos. Medellín,
Antioquia, 2000, P.96.
Resistencia frente a la violación
Frente a las agresiones directas, intentos de violación o coacciones para que las mujeres
mantuvieran relaciones sexuales con un victimario, ellas ejercieron resistencia o intentaron
evitar que se perpetraran esos abusos contra ellas mismas o contra sus hijas.
A pesar de su indefensión, debida a la parálisis o la indiferencia de la gente en un acto
público, ante el uso de la fuerza por parte de un comandante de la guerrilla, la mujer entrevistada
defendió su dignidad y su derecho a ser respetada.
Entonces fui y había un comandante de la guerrilla, y me cogió de la mano y me
dijo que tenía que irme con él. Entonces estaban en un partido de fútbol, porque
había hartísima gente de todas las veredas, y todos se dieron cuenta como el señor
me jalaba, y nadie, nadie, hizo, o sea por defenderme ni nada. Entonces cuando yo
me le logré soltar, y yo saqué coraje y le dije que no, que yo no había ido a prostituirme
allá, que yo había ido era a educar unos niños, y que me hiciera el favor
de que me respetara, que así como yo merecía respeto que él también. Florencia,
Caquetá, 2003, P.108.
Otras mujeres que sufrieron el asalto de hombres solos con la intención de violarlas, se
defendieron como pudieron recurriendo al forcejeo y la pelea física con el uso de objetos
que se hallaban a mano para golpear al agresor.
Me agarró la mano, y me metió a un rancho de esos que ellos tienen, me empezó
a golpear. Decían que era paramilitar. Me empezó a golpear duro en la cabeza,
y me pegaba patadas. Pero yo no me dejaba, yo también le tiraba. Y yo tenía una
384
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
sombrilla en la mano, que nosotros cuando, como me tocaba paletear, yo tenía
una sombrilla para cuando lloviera. Y yo le di con la sombrilla en el ojo, y ahí me
le pude soltar, y arranque a correr, y él le decía a los amigos de él que me mataran.
Triana, Buenaventura, Valle del Cauca, 2009, P.881.
En ese momento yo quedé sola y fue cuando llegó un muchacho, o sea, Yamin.
Yo estaba con un cucharón, estaba revolviendo una sopa. Cuando él llegó se me
botó, me agarró y me cogió a la fuerza primero a besarme. Entonces, como yo no
me dejé, él me agarró a la fuerza, me empezó a tirar la ropa, a dañármela. Él me
alcanzó a desgarrar lo que fue la falda. Yo forcejeé con él, ahí peleamos los dos y
yo me le alcancé a soltar. Imagínese, él encima mío, pues yo lo primero que hice
fue soltármele como pude y con el cucharón que yo tenía, lo agarré y le pegué, y
fue cuando yo alcancé a gritar. Santander, P.787.
En numerosas ocasiones, la resistencia de las mujeres fue en defensa de sus hijas, incluso
reaccionando con violencia física contra el perpetrador.
No sé lo estaba metiendo, pero se lo estaba así frotando por la cola, no la alcanzó
a penetrar, la tenía recostada contra la pared así, con las piernitas abiertas
(llanto). La tranca del baño era un pedazo de madera, y cogí esa cosa y le mandé
el garrotazo a él, y se lo pegó aquí en la nuca, y él cayó a ese lado de aquí y se
alcanzó a dar con el pedazo del baño y quedó brincando ahí (llanto). Mi niña no
reaccionaba, no decía nada, ella ahí quieta, lo único que hacía era temblar. Líbano,
Tolima, 2006, P.154.
La implicación de numerosas mujeres en la protección de sus hijas ante la amenaza de la
violencia sexual tuvo elevados costos que ellas estuvieron dispuestas a asumir, para evitar
que aquellas pasaran por una experiencia que toda mujer adulta teme y sabe que comporta
consecuencias irreversibles en la vida de una mujer. Percibiendo el peligro de violación de
las hijas, la mujer que se siente indefensa frente al agresor deja entender que es preferible
sufrir ella misma una agresión sexual que permitir que la sufran ellas.
Pues la verdad es que yo no me preocupé tanto por eso, o sea, yo me preocupé,
¡fue más por salvar mis hijas!, porque yo pensaba dentro de mí: “Si este señor no
logra nada conmigo, ¡de pronto se va a desquitar con una de mis hijas”, yo pensaba
eso y para mí ¡eso era más duro!, porque uno como mujer es más indefenso y
no se puede defender de la misma manera. Guarne, Antioquia, 2009, P.670.
El miedo a las agresiones sexuales, o los intentos de forzar relaciones sexuales con sus
hijas fue una de las razones que llevó a un número importante de mujeres al desplazamiento
como una forma de proteger su integridad, a pesar del enorme costo y pérdidas
que ello supone. En el caso siguiente, la amenaza de muerte si no se consumaba la
violación de una joven, fue la que determinó la huida de la hija y el desplazamiento de
toda la familia.
385
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Pues le habían dicho a ella que le daban 10 minutos para que fuera a la casa y se
bañara y la esperaban para que durmiera junto con uno de ellos y entonces ella
fue a la casa y me dijo: mamita, dijo, me sucede esto y esto. Entonces y si no iba
a dormir con ellos allá, entonces que mañana hacemos la vuelta, le habían dicho,
y entonces la vuelta era para matarla. Tenía 22 años. Claro nos tocó sacarla,
nosotros la mandamos adelante y nosotros salimos atrás. Zabaleta, Putumayo,
2005, P.396.
Enfrentando a los perpetradores
Numerosas madres enfrentaron directamente a los actores armados para impedir que
abusaran de sus hijas, menores de edad, por medio de la seducción o con amenazas.
Estaba yo en la lucha con la otras muchachita, de 14 años, porque había uno de esa
gente, de la guerrilla, que se la estaba asediando. Esa gente era muy insistente, como
no tenían nada que hacer sino estar por ahí parados. Entonces yo le dije, vea parado
ese tipo a metros, apenas lo vea que viene para donde usted, retírese o no salga de
aquí. Él estaba por ahí cerca a la casa, entonces a él le chocó mucho porque yo me
la había llevado y entonces me dijo que él se vengaba de esa muchacha y de mí. Y yo
le dije, la muchacha es mía y es menor de edad, así es que yo me la podía llevar. Así
es pues que yo mucho me enfrenté con esa gente, mucho es mucho. La muchacha me
tocó mandarla también que se viniera y yo me quedé por allá con el esposo y 2 hijos
mayores. Vereda La Aldea, Antioquia, 1998 y 1999, P.22.
Las mujeres no siempre estuvieron solas para defenderse de la violación u otras agresiones.
En el siguiente testimonio, una familia es atacada por paramilitares que intentan además
violar a la mujer embarazada. El esposo se interpone físicamente defendiendo con
los puños a la esposa y argumenta su situación de gravidez para poner un límite al asalto.
Aparecen en este testimonio varios de los elementos que se han mencionado con respecto
a la violencia sexual: el deber masculino de defender a la “propia mujer”, ofreciendo incluso
su cuerpo como receptor de la agresión; y también la recurrencia a unos umbrales de
la crueldad contra el estado de gestación de una mujer. Umbrales que, como hemos visto,
son trasgredidos por los perpetradores en el conflicto armado colombiano como forma de
mostrar su ilimitado poder de destruir y su capacidad de aterrorizar sin límite.
Uno de ellos se regresó, uno que decían que se comía los corazones de la gente,
uno de los autodefensas, un negro que tenía cara de matón ¡hijueputa era tenaz!
Se regresó ese señor y me golpeó, quería abusar de mí, estando yo embarazada.
Entonces mi esposo, yo no sé cómo se les salió de las manos. El man yo lo tenía
encima mío… me había desabrochado la blusa. Pero se vino y lo agarró y le dio
un puño por la cara. Dijo, a mí mujer la deja tranquila, a mí esposa. Dijo ¡con ella
no se meta, métase conmigo, pero a ella no me la toca! ¡Porque ella está emba386
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
razada y hágame el favor y a ella no me la toca! Le dijo. Llegaron y lo golpearon
a él. Delante de mí, estaba el niño mío que vio eso, las cosas. Vereda la Petronila,
Quindío, 1997, P.776.
No sé de qué grupo era
Los relatos de las mujeres muestran cómo la militarización con el fin de controlar el
territorio, es un contexto favorecedor de la violencia sexual contra las mujeres. En el
conflicto armado colombiano todos los actores armados que actúan ejerciendo control
han perpetrado violencia sexual contra ellas. La violencia sexual, y en particular la violación,
han formado parte del objetivo de sometimiento, la expulsión o la eliminación
de mujeres en las zonas que pretendían dominar o mantener bajo control.
Los casos de violencia sexual se reparten pues entre los diferentes actores armados: ejército,
paramilitares y guerrilla. Como se señaló al inicio del capítulo no se detectó una
asociación estadísticamente significativa entre violencia sexual y alguno de los grupos
indicados como responsables, por lo que no se muestran diferencias apreciables en la
frecuencia de los hechos, aunque el modo de actuación de los grupos armados responde
a diferentes modus operandi.
Los perpetradores
Las mujeres identificaron a veces con claridad quiénes habían sido los agresores, no
sólo el grupo armado al que pertenecían, sino incluso los rangos y los nombres de
algunos de ellos.
A los 15 días nos dimos cuenta que ella había sido violada por el segundo mando del
grupo paramilitar. A ella la cogieron al salir de la casa, como a las 6 de la tarde. Se
la llevaron unas dos o tres horas, y en ese transcurso la violaron. Barrio La Camila,
Bello, Antioquia, 2004, P.68.
Inclusive se vio implicado un militar, porque la niña lo reconoció, después de que
las violaron las pusieron en el río a lavarles la ropa, y esa humillación es muy dura
para el ser humano. Natagaima, Tolima, 2008, P.135.
Él era de la guerrilla, él era el que mandaba. Ahí estaba en la cauchera, ahí estaba
el Moncho, estaba el tal Sadi, el que yo le digo que me violó y se reía y las tangas me
las rasgó. Blanquizal, Antioquia, 1994, P.67.
No obstante, muchas mujeres no identificaron a los responsables de las violaciones sexuales.
El nivel de terror y confusión en algunos territorios en disputa entre varios grupos
armados hicieron que las mujeres no supieran a veces de dónde procedía la agresión,
puesto que eran habituales los ataques por parte de diferentes perpetradores.
387
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Fueron 4 hombres. No sé si eran de la guerrilla, no supe nada porque estaba
recién llegada por allá. No estaban vestidos de camuflado. Eran civiles, cuatro,
lo único que sí sé es que a uno le decían por apodo Linterna, los otros tres no sé.
Chigorodó, Antioquia, 1989, P.36.
Por otra parte, muchos de los perpetradores no se identifican, tratan de ocultar su identidad
o usan sobrenombres como parte de un modus operandi que facilita la agresión.
Tampoco es fácil a veces identificarlos por el uniforme o la vestimenta, dado que son
uniformes muchas veces indiferenciados y puesto que algunos cometen los asaltos vestidos
de civil.
También yo fui abusada por un muchacho de esos a las malas, pero no se dé que
grupo era. Yo ya tenía mi niño mayor. Yo estaba en mi casa y él pasó por ahí y
de una ahí mismo me puso el arma y me agarró a las malas: que porque yo daba
cuentas que de un señor él me preguntaba. Y yo decía no yo no distingo a nadie, él
me empujaba y de todo. Pero no se dé que grupo era. Como él iba de civil, lo único
que se le distinguía eran las botas así como de soldado, yo no sé, iba de civil, no
sé… Bogotá, D.C., 1986, P.3.
Todo ello hace que en los relatos de las víctimas no aparezca muchas veces de forma
explícita el violador, o los violadores, aunque pueda inferirse del territorio, la época o las
circunstancias de los hechos.
Aunque muchas de las mujeres entrevistadas identifican a los perpetradores con el fin de
denunciar los hechos y que estos no queden impunes, es significativo que otras muchas
no les identificaran. En el momento de una violación lo que cobra mayor relevancia es
el hecho de la agresión que perpetra uno o varios hombres armados contra una mujer
indefensa.
Yo cuando vi que corrieron hacia donde mi tío, yo corrí hacia donde mi tío también,
y ahí es donde ellos me cogen a violarme. Me cogieron siete, si entonces
desde ahí ha sido un desastre. Gabarra, Norte de Santander, 2001, P.896.
Para las mujeres que han sufrido violencia sexual no existe diferencia entre la agresión
cometida por uno u otro perpetrador, puesto que la experiencia de ataque a su ser mujer,
a la integridad y la dignidad personales es la misma.
Cogieron por la circunvalar y allá en el cruce hay unos puentes para bajar por
la 86, que es cuando ya termina la circunvalar. Ahí me bajaron del taxi, y me
subieron por el monte ahí me golpearon, me dieron con la cacha del revólver, me
metieron el revolver en la boca, se bajaron los pantalones, me metieron el pene
en la boca, que no me iban a matar, que me iban a martirizar, que así me iban a
mantener. Saravena, Arauca, 1996, P.137.
388
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El imaginario de poder de los perpetradores
Se ha señalado con anterioridad cómo la violencia contra las mujeres responde a la deshumanización
y cosificación de la otra, mujer, y a la banalización de los cuerpos, también
como crímenes de odio, donde la misoginia es un soporte y motor de la agresión sexual
masculina en la guerra.
También se subrayó cómo la militarización genera una hipermasculinidad brutalizada
que adoptan precisamente los hombres situados en la escala inferior de la jerarquía de
masculinidades.
En los modos de hacer de los perpetradores de violencia sexual contra las mujeres, aunque
se puedan hacer algunas diferencias, quedan al margen las divisorias que enfrentan
a distintos cuerpos armados en Colombia. Todos los grupos armados actuaron siguiendo
unas pautas que responden al militarismo patriarcal de los hombres que los componen.
En esas formas de hacer los hombres recrean un imaginario de poder de vida y muerte
sobre las personas. En algunos casos se trata de un imaginario que los refleja con un poder
ilimitado para destruir y vejar cuerpos, en especial cuerpos femeninos.
Por ejemplo en el marco era imponer a las muchachas la forma en cómo se vestían
más que todo. También otra cosa que yo miraba es que un tipo de estos era a
imponerse más que todo, no solo por conquistarla sino por el temor para que la
muchacha estuviera con él. También hubo violaciones con acceso carnal violento,
hay una que me marcó mucho y que, a pesar de los años que han pasado, a mí no
se me ha podido olvidar. El acoso, el acoso de las jovencitas, en ese tiempo tenía
mi hija que tenía como 14 años y era muy duro la forma como me tocaba cuidarla
para que no me la acosaran más que todo los paramilitares. Mocoa, Putumayo,
2006. P.933.
La militarización de la vida cotidiana de las poblaciones, con su dimensión de violencia
directa y de control sobre la vida de las mujeres, lleva a una constante zozobra. A cualquier
hora, cualquier actor armado puede entrar en sus comunidades y sus casas para
obligarlas a cocinar, a lavar para ellos, o para robar. La apropiación mediante la fuerza y
la coacción incluye su trabajo, sus cuerpos y su intimidad.
Pues de pronto así que cuando estaban esos pues los mismos paracos ellos de
pronto le obligaban a alguna señora pues así que tenían que irse con ellos. Entonces
pues y que si de pronto no se iban con ellos que ellos las mataban; entonces
eso es una cosa muy dura. Túquerres, Nariño, P.508.
En repetidos testimonios se alude a la preferencia de los perpetradores por las mujeres
jóvenes, como una fascinación por las jóvenes y sus virginidades, lo que refuerza el poder
simbólico viril de la violación. Entre las víctimas de agresiones sexuales encontramos
tanto a niñas, como adolescentes, mujeres jóvenes y adultas.
389
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Creo que ellos buscaban mujeres más jóvenes para ellos hacer sus cosas; claro ellos
buscaban era mujeres más jóvenes y a uno lo respetaban un poquito. Pues claro que
ahí yo no, porque pues había mujeres que sí les gustaba, pues, tal vez de pronto hasta
por miedo se tenían que ir con ellos. Si entonces, pues yo pienso que algunas lo
harían de miedo, cierto, se acostaban con ellos. Buenos Aires, Cauca, 2001, P.376.
La búsqueda de niñas y adolescentes por parte de los paramilitares llegaba a adquirir el
carácter de requisa en las casas de las familias donde ellos sabían que habitaban.
Pues claro, ellos más querían era violar las niñas también, porque era que llegaban
a preguntar por otra hija, que a donde está la gorda y ella se había venido a
dormir para acá abajo. Después llegaron y dijeron: denme posada para dormir.
Se subieron pero solamente era por ver si estaba mi hija ahí. Eran de las Águilas
Negras. Lo habían dejado escrito en una pared. Timba, Cauca, 1999, P.336.
Una de las formas más habituales de conseguir muchachas jóvenes para abusar de ellas
era la estrategia de la seducción hasta convencerlas de irse con ellos.
De los paras, supuestamente se enamoró de mi hija, pues que se la quería llevar,
que porqué se había enamorado de ella, pero entonces eso es lo que ellos hacen
para conquistarse las chicas y llevársela para el monte. Marquetalia, Caldas,
2001, P.129.
El cortejo de las jóvenes permitía reclutarlas con normalidad, aunque se sabía que las
muchachas que se iban a los campamentos de los actores armados no eran ya libres de
decidir quedarse o regresar. Se sabía también que huir se pagaba con la muerte, no sólo
de la joven, también la amenaza recaía sobre la familia.
Ellos reclutaban muchachas. Ellos se las llevan. Se las llevan para allá. Ellos, las
conquistan, supuestamente, o sea normal, que no va a pasar nada, que, como si
fuera una persona, un muchacho, que a uno, que a uno lo corteja. Exactamente. Y
fíjese que están allá, no se pueden salir, y si sale lo matan, lo matan, o le matan a
la familia. San Sebastián, Cauca, 2010, P.893.
Pero el modo de actuar de los perpetradores, en particular de los paramilitares, fue a menudo
mucho más directo y evidente. Su posición de fuerza se tradujo en disponer de las
mujeres jóvenes como si fueran objetos de consumo.
Se formaron unos grupos, los llamaban los Macetos, donde esos señores cogían
a la muchacha que les gustaba; no, tú tienes que irte conmigo ta, ta, ta prácticamente
la forzaban. San Miguel, Putumayo, 2000, P.536.
En el testimonio siguiente se refiere cómo se realizaba la adjudicación de mujeres en un
grupo armado y cómo las menores de edad eran las que recibían peor trato y más abusos.
390
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Habíamos un grupo de chicas, como unas 15 conmigo y “Jota Jota” le dijo al viejo
David, “¡Escoja!” y él me escogió a mí. Dijo: “¡Yo la quiero a ella!” Humberto
solamente se quedó mirándome y ni forma de decir algo. Gracias a Dios que a mí
me escogió ese señor. Esas peladas usted viera todo lo que les hacían, todo como
las maltrataban, fila por fila comiéndose esas peladitas, disfrutándolas, mientras
que esas peladas eran menores de edad. Vereda Peralonso, Meta, 1998, P.774.
La aparición de cadáveres de muchachas o su desaparición levantó la sospecha de asesinatos
de adolescentes y jóvenes después de haber sido reclutadas o haber tenido relación
con armados. La conclusión es que ellas son tratadas como material desechable una vez
que han sido violadas y, sobre todo, si presentan algún tipo de resistencia a la sumisión
que les es exigida.
A las mujeres, con ellos, les iba muy mal. Les va mal ¿sabe por qué? Porque ha
habido casos de muchachas jóvenes que han andado con ellos y aparecen muertas.
Ahí está. Aparecen muertas. Como también ha habido desaparecidas. Niñas
jóvenes, de 16, 17, 18 años, 15, han aparecido muertas. Se supone que ellos, disque
donde están no puede entrar nadie más de otro bando, digámoslo así. Entonces,
¿quién mata a las muchachas que andan con ellos, si no son ellos? Cuando
algo le ven mal o que ya no quieren andar con él, las matan. Buenaventura, Valle
del Cauca, 2006, P.851.
Algunos testimonios relatan violaciones en grupo. El grupo de hombres actúa como un conjunto
en el uso de la fuerza y de las armas para facilitar la violación por sus integrantes sus
integrantes y para impedir cualquier resistencia o denuncia por parte de la mujer violada.
Me cogieron y me violaron entre 3 hombres. Eso era guerrilla, pero ellos tenían
otro nombre. Hombres jóvenes por ahí de 18 o 27 años. Eso fue a las 6 de la tarde,
un viernes. Eso hace por ahí unos 12 años. Yo muerta de miedo porque eso era
con un revólver aquí. Unos me tenían y otros me violaban. Medellín, Antioquia,
1989, P.14.
Yo corrí… que nosotros no éramos guerrilleros. Entonces ahí es que proceden a
violarme siete tipos. Me cogía el uno y me soltaba el otro. Después de eso ellos me
pusieron armas en la cabeza, me dijeron que si yo los denunciaba a donde fuera
me mataban, nos mataban a todos. Tibú, Norte de Santander, 2002, P.104.
Otro tipo de violación en grupo sufrida por mujeres siguió las pautas jerárquicas que rigen
en las organizaciones armadas. Los mandos son los que imponen su rango para ser los
primeros en violar a una mujer. Después de lo cual ésta queda en manos del resto de los
soldados.
Ver de qué, uno estaba expuesto no solamente a esa persona, si no, a todo el,
como se llama, a todo el comando, pues a todo lo que ellos, las mujeres, o sea,
después de que las usa el comandante, las puede usar cualquiera de los demás,
391
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
o sea, cualquiera. Y le dicen vea, vaya súbase ahí, como si uno fuera un caballo.
Una yegua. Y hágale. Y uno. Ahí. Yo de verdad, como que, no, no, no. Vereda el
Manco, Huila, 2005, P.874.
Hubo situaciones que favorecieron los abusos sexuales por parte de actores armados. Por
ejemplo, los militares aprovecharon su posición de poder durante las requisas para obligar
a las mujeres a desnudarse.
El Ejército también era muy bravo, el Ejército lo cogía a uno, eso le daba con la
pata a uno, en las requisas llegaba y cogían a uno y que tenía que quitarse la ropa
así, que para mirar. Urrao, Antioquia, 2005, P.597.
También en contextos más urbanos, las horas de la noche, las rumbas o momentos de
distracción fueron aprovechados en muchos casos para ejercer la violencia sexual contra
las mujeres. Varios de los relatos ofrecidos por las mujeres hablan del uso de drogas como
forma de doblegar la voluntad y parte de la dinámica de abusos sexuales. Los miembros
de las fuerzas policiales se vieron también involucrados en casos de violencia sexual,
como pone de manifiesto el testimonio siguiente.
Un día mi hija salió a bailar, no recuerdo el año aproximadamente tres años atrás.
Cuentan que un policía le dio un trago y hasta allí se recuerda ella ya que perdió
el conocimiento. Fue cuando me llamaron y me dijeron que a mi hija la tenían
amarrada por allá en un patio y estaba desnuda. A mí me llamó la esposa de otro
policía que fue quien la defendió para que no la violaran; pero sí la habían golpeado
en todo el cuerpo, en los senos tenía muchos moretones. Mi hija tenía entre
19 y 20 años. Cuando la llevaron a los exámenes el reporte del médico no habla
de penetración pero parece que sí había presencia de una sustancia que había
sido ingerida. Todo esto lo hicieron los policías, eran como cuatro de ellos. San
Miguel, Putumayo, 2001, P.545.
El control militar del territorio estaba estrechamente unido al control de las mujeres que
los actores armados consideraban disponibles para ellos. La mujer entrevistada narra
cómo tuvo que huir por el río para evitar ser detenida en los controles de carretera y caer
en manos del hombre que la había estado asediando.
Yo me salí porque el asedio de esta persona era constante, era amenazante. Entonces,
en últimas decidí volarme, porque ellos tienen como unos controles, unos
anillos de seguridad para entrar al pueblo y para salir del pueblo; si yo salía por
carretera, el tipo se enteraba. Entonces, la opción que yo tuve fue en lancha, por
el río, y me tocó salir a las cinco de la mañana. Allá, la mayoría conoce que todas
las mujeres que llegaban nuevas, o sea foráneas al pueblo, o de las veredas cercanas,
o las que eran mujeres nacidas allí, pero que se iban formando y creciendo,
si a ellos les gustaban, ellos las tenían. Eso era casi como una propiedad de ellos,
y si querían acostarse con ellas, ellas tenían que, obligadas, así no quisieran.
Vereda el Manco, Huila, 2005, P.874.
392
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Otras prácticas frecuentes entre los hombres armados fueron la burla y la vejación después
de la violación.
Hubo un combo, que cogieron una muchacha, abusaron de ella, después de abusar,
le metieron una pasta de jabón por la vagina. Portada de Robles, Valle del
Cauca, 2002, P.846.
En algunos casos el ensañamiento contra los cuerpos femeninos alcanzó, sobre todo entre
los paramilitares, grados extremos.
Al que mataron que yo le eché la maldición lo llamaban Morcilla, hay otro que le
decían Chepe. Bueno en Aranjuez fue peor todavía, porque cogían esas mujeres
allá en Aranjuez para matarlas. Cerquita del refugio de Aranjuez, que pesar a
estas mujeres las cogían, las violaban, les mochaban un seno, les ponía un seno
en la cabeza ya ellas muertas. Eso era cosa horrible, cosas muy tristes. Barrio
Blanquizal, Medellín, Antioquia, 1994, P.63.
Las crueles actuaciones de los grupos paramilitares contra las mujeres contaron en algunos
casos con la complicidad de miembros de la policía y el ejército que, según la mujer
entrevistada, conociendo el destino de las mujeres apresadas por esos grupos permanecieron
inactivos, ignorando y permitiendo los hechos.
A la segunda que mataron fue a Sandra a ella la descuartizaron, la violaron con
una guadaña delante de mí, a ella la investigaron y que la debía, no sé qué, yo
me acuerdo que llegó un hombre muy grande que estaba comandando y le decían
King-Kong, yo no me acuerdo de más nada, solo me acuerdo de sus gritos. Ella
llamaba mucho la mamá y tenía dos niñas… hay algo que paso aquí y yo quiero
que lo sepa todo mundo, cuando llevaban la gente a matar, había ejército y había
policía, cuando nos pasaban por el lado de una estación de policía, hacían así y
ya sabían que los llevaban para matarlos pero no hacían nada. Comuna 13, Medellín,
Antioquia, 2002, P.69..
La práctica de la violencia sexual contra las mujeres expresa una cultura general compartida
por diferentes perpetradores, asociada al poder de las armas y la militarización.
La militarización genera las condiciones favorables para la violencia contra las mujeres,
y cuando dicha violencia no se sanciona sino que se prima y se utiliza por parte de los
responsables de comandos, frentes o batallones, supone una responsabilidad de alto nivel
en las diferentes fuerzas en conflicto.
La violencia “exagerada” que se relata en algunos de los testimonios forma parte del modus
operandi de la violencia “normal” cuando la población civil se convierte en objetivo
militar. Esta violencia se puede explicar por la acción simultánea de factores culturales
profundos (cultura patriarcal, misoginia, sexismo, control del otro como muestra del poder);
elementos facilitadores de la agresión (actuación en grupo, exaltación y demostra393
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
ción de la “virilidad”, obediencia ciega); y por la ausencia de factores que la limiten (investigación
o castigo, imagen negativa al interior del grupo de quien comete esa acción,
órdenes de no realizar dichas acciones).
Estos vejámenes son propios de crímenes basados en el desprecio a la otra, mujer, considerada
como un objeto desechable. Esta forma de comportamiento misógino de odio
hacia las mujeres es lo que el sistema patriarcal ha propiciado y se ve reflejado en los
distintos modus operandi.
Completar el rompecabezas de la violencia sexual
En los relatos de violencia sexual que ofrecen las mujeres entrevistadas se detecta la imposibilidad
de comprender la razón por la cual han sido víctimas de aquella. Sin embargo
se vislumbra también la percepción de que ese tipo de violencia entra en la lógica de los
hombres armados de los que ellas han sido víctimas. Ellas tienen la experiencia de que
los actores armados llegan a arrasar, a matar y violar, aunque no entienden por qué los
victimarios se ensañan de esa manera contra el cuerpo de las mujeres. No obstante, muchas
de las mujeres, al ser preguntadas, narran otras formas de violencia sexual que han
experimentado a lo largo de sus vidas. Emerge así en las entrevistas la violencia sexual
como realidad estructural que se relaciona con el mismo tipo de violencia contra las mujeres
en el escenario del conflicto armado y que establece lo que se ha nombrado como
continuum de las violencias. La constatación de ese hecho preexistente y enraizado en
la relación entre los sexos en Colombia lleva a pensar que: “solo mediante una reforma
de la intimidad será posible desmontar la escalada de la violencia societaria, desde los
niveles microscópicos de las agresiones domésticas a los niveles macroscópicos de las
agresiones bélicas”52.
Un 15% de las mujeres señalaron violencia sexual en el marco de la relación con su pareja,
los contextos familiares, de trabajo o comunitarios. Esta frecuencia, mayor aún de
la declarada en la violencia sexual en el marco del conflicto armado interno, muestra las
profundas capas de experiencia de las mujeres que han sido ocultadas y remite a las historias
que las mujeres han guardado en su corazón para protegerse de una posible respuesta
social negativa.
Cuando nos vinimos la primera vez de Dabeiba yo me vine para acá a trabajar y
un patrón me violó, tenía yo 17 años. A mí no me gusta hablar de eso, era un médico
del hospital mental, imagínese. Yo nunca comenté nada, ahora en estos grupos
de mujeres sí dije, pero ni a mi mamá a nadie. Dabeiba, Antioquia, 1988, P.80..
Los relatos de las mujeres sobre dichas formas de violencia están llenos de silencios y
rodeos, a veces son relatos incompletos y otras insistentes y repetitivos. Con frecuencia
52 Rita Laura Segato. Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología,
el psicoanálisis y los derechos humanos, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmas / Prometeo, 2003.
394
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
las dificultades para hablar y expresarse sobre la violencia sexual pueden ser interpretadas
como dudas o falta de consistencia, lo que coloca los relatos bajo el signo de la sospecha
por parte de los profesionales de la justicia, de la salud, de la educación, o de la misma
familia. Las denuncias de violencia sexual en el ámbito familiar, laboral o comunitario
han estado rodeadas de un halo de poca credibilidad, de modo que las mujeres han debido
demostrar agresiones que se han negado o minimizado bajo los estereotipos sexistas, la
cultura patriarcal o la falacia del cariño.
Algunas respuestas frecuentes
Minimización: Por ejemplo, atribuyendo a problemas interpersonales o de pareja, lo
que constituyen agresiones, violencia sexual o en algunos casos feminicidios.
Privatización. Señalando que se trata de crímenes aislados que no tienen que ver con
el hecho de ser mujer.
Culpabilización: Además de ser agredidas se les culpa de ellas misma de haber provocado
la agresión del violador y se habla de la necesaria actitud de cautela y protección
frente a los hombres. Las violaciones son así responsabilidad de la víctima en
vez del perpetrador, frente al cual predomina una actitud comprensiva.
Victimización secundaria: En los procesos de denuncia o investigación, la dignidad
de muchas víctimas es de nuevo golpeada cuando recaen sospechas sobre ella, no se
investiga de forma adecuada, se repite de forma reiterada la toma de testimonios, o se
confronta al perpetrador sin protección.
Revictimización: Cuando se agrede a las mujeres de nuevo provocando nuevas violaciones,
como respuesta a sus demandas o como intento de implantar la impunidad.
La violencia intrafamiliar ha sido una de las experiencias más silenciadas y menos compartidas
por las mujeres. Sin embargo, en el espacio de confianza creado en la entrevista,
en algún momento, un número importante de mujeres empezaron a verbalizar algunas de
esas experiencias escondidas.
Esto yo nunca esto se lo he dicho a nadie. Cuando mi mamá se casó ella me tenía
a mí y tenía a mi hermanita y resulta que el señor con que ella se casó como que
abusaba de nosotras cuando estábamos pequeñas. Eso nunca se lo he dicho a
nadie, nadie sabe esto. Estábamos muy pequeñas, era por ahí de 6 o 7 años. Medellín,
Antioquia, 1999, P.37.
Entre las experiencias contadas son muy numerosos los casos de mujeres que testimoniaron
haber sufrido violencia sexual en la niñez. Estos abusos se produjeron en su mayoría
en el espacio de relación en el que ellas crecían, un espacio supuestamente regido por la
confianza y la protección. Esta proximidad probablemente facilitó el acceso de los violadores
a las niñas que, en algunos casos, ni siquiera entendían lo que estaba ocurriendo.
395
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Después yo sentía más no sabía, pero si yo sentía que a mí en la noche me tocaban,
me tocaba, me tocaba y yo cogí y me fui para mi casa. Yo tenía doce años en
ese entonces. Cucal, Bolívar, 1996, P.202.
Tuve varios intentos de violación de parte de un señor que vivía con mi abuela, de
parte de primos, de un tío que fue que ya me iba a penetrar a las malas y ese momento
llegó una tía, él me había metido debajo de la cama, me había tapado la boca, me
encontró justo cuando ya me iban a violar. Medellín, Antioquia, 1993, P.44.
Las personas cercanas, hombres familiares próximos, se convirtieron en agresores de
niñas o adolescentes pervirtiendo el sentido de la relación de afecto y convirtiendo la
violencia en un silencio generador de culpa y control. En el siguiente ejemplo, se trata del
padrastro convertido en agresor. A la violación y el daño físico y psicológico que causa se
unió el sufrimiento y la dificultad de tener que afrontar en la niñez la posibilidad de irse
de casa para huir del agresor.
A mí me acosaba mucho, me acosaba y me acosaba y un día me violó. ¡Eso es muy
duro! Y entonces, la vida mía era llorar de niña cuando cumplí pues mis 10 años.
Después pues yo no pensaba como irme mal ida de la casa ¿Cierto?, hacerle eso a
mi mamá, yo pensaba mucho, yo estaba muy joven y pensaba mucho, pero la vida
que yo llevaba ¡Ay no! Vereda de San Pedro, Nariño, P.595.
En el testimonio que se refiere a continuación, también el padrastro, por medio de la intimidación
y la amenaza, consiguió mantener en el silencio a la niña de la que abusaba.
Si bien las situaciones son diferentes y tienen mecanismos facilitadores distintos en el
caso de la violencia organizada en el conflicto armado, hay un hilo común en las formas
de perpetrar la agresión por medio de la fuerza y el miedo que forma parte de la cultura
patriarcal que normaliza la violencia contra las mujeres.
Recuerdo que vivíamos muy bueno, pero nos tocaba muy duro porque yo sufría
toda clase de violencia, porque yo sufría acoso sexual estando muy niña porque
mi padrastro abusaba de mí. Yo desde muy pequeña él me tocaba y me decía que
si le decía a mi mamá que él me pegaba y mi mamá también y uno del miedo se
quedaba callado. Murrí, Frontino, Antioquia, 1983, P.71.
En los casos de niñas o adolescentes, la familia a menudo ignoró el testimonio de las
víctimas o prefirió ocultarlo para no enfrentar otros problemas, a pesar del enorme
impacto que eso generaba en ellas. En este caso, la muchacha ni siquiera contó a su
mamá los abusos sufridos después de la experiencia repetida de falta de credibilidad
frente a ella.
Cuando le decía a mi mamá: ¡mamá mire los pelados de la escuela me están pegando!
mamá mire los pelados de la escuela esto, los pelados de la escuela aquello,
mi mamá decía que eso era mentiras, que eso era yo que me les iba encima,
396
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
que yo no sé qué, yo no sé qué más, ella nunca me creía nada, entonces cuando yo
fui abusada yo tampoco le dije nada porque ahí cómo le iba a decir. Las Granjas,
Barrancabermeja, Santander, 2004, P.748.
La falta de credibilidad ha sido uno de los obstáculos más difíciles de superar por parte
de las niñas y mujeres jóvenes. Los perpetradores, conscientes de este desequilibrio de
poder, lo aprovecharon para actuar con total impunidad.
El desgraciado ese dijo, “entonces qué”. Yo le dije “qué de qué”, entonces dijo,
“estamos solos, aquí no pasa nada, hágale por las buenas, a usted no le va doler,
por las buenas lo pasa uno más rico”. Entonces le dije, “desgraciado hijueputa,
verá que lo voy hacer comer tierra, le voy a decir a su hermano” le dije yo.
Entonces dijo: “aquí el rey soy yo, usted aquí es una aparecida, a quién le van a
creer…” Líbano, Tolima, 2006, P.154.
Esas formas de violencia sexual tienen un componente crónico que teje las relaciones
cotidianas cuando el perpetrador es cercano. La posibilidad de nuevas agresiones está
siempre presente, favorecida por la imposibilidad de hablar o denunciar los hechos. La
mujer entrevistada que había sufrido el acoso de un familiar tuvo que enfrentarse a él para
defender a su hija de una agresión parecida.
Un tío, cuando yo estaba pequeñita… él también trató y entonces yo me le esquivé, y él
ahorita trató de hacer con mi hija lo mismo, mi hija una vez sí me dijo… (Llanto)…y
yo un día sí lo insulté y yo le dije “Usted trató de hacer eso conmigo, y conmigo no fue
capaz, entonces va hacer con mi hija”, y yo: “Respete, usted es mi tío, usted qué clase
de familia es, nosotros somos muy decentes”, la niña más asustada y ella: “Mamita,
yo no quiero volver por allá”. Medina, Cundinamarca , 2003, P.662.
Las mujeres adultas sufrieron asimismo agresiones de hombres pertenecientes al entramado
familiar. Aunque no siempre denunciaron los hechos, tenían más recursos para
defenderse y enfrentar a los violadores.
Un día cuando yo ya tenía el niño y la niña, mi hermano llego muy ebrio, me cogió
a la fuerza y me obligo a tener relación sexual con él. Yo le cogí mucho fastidio y
dije este señor se tiene que ir. Ya no aguanté más, eso ya rebasó la copa, me sentí
burlada, es algo que la autoestima de uno se siente ultrajado. Natagaima, Tolima,
2008, P.135.
No obstante, muchas mujeres adultas fueron objeto de violación y abusos sexuales dentro
del matrimonio. En algunos casos, las mismas mujeres no eran conscientes de lo inadmisible
de aceptar mantener relaciones sexuales a la fuerza, puesto que la educación recibida
y la ideología predominante en el entorno no las había formado en el respeto a ellas
mismas. La mujer que dio testimonio reconoce al cabo del tiempo que en su matrimonio
la violación había sido habitual.
397
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Ah, eso sí, uno que es un pendejo, un estúpido que no sabe diferenciar una violación.
De hecho yo creo que tuve 2 hijos por violación porque llegar un tipo
borracho a cogerlo a uno así, eso es una violación. Tarazá, Antioquia, 1990, P.57.
La idea patriarcal del matrimonio, o la pareja, como una unión basada en la relación de
dominación del hombre sobre la mujer, en la que las relaciones sexuales son una obligación,
ha propiciado la agresión sexual, puesto que la imposición del marido pasa por
encima de la voluntad de la mujer, aunque sea con el uso directo de la violencia física.
Él me forzaba a tener relaciones sexuales más yo le decía que no. Me desnudaba y
me dañaba mi ropita, entonces yo al ver que llegaba todo embriagado me tocaba
sacar mis uñas y dale. Los niños veían la escena y gritaban esas pobre criaturas
“no le pegue a mi mamá, no sea descarado”. Bello, Antioquia. 1992, P.78.
Las agresiones sexuales y la violación acompañan a menudo otras formas de maltrato
dentro de la pareja. Los hombres maltratadores se comportan como verdaderos victimarios
en el ámbito privado, tratando a todas las mujeres de su entorno como objetos a su
disposición.
Y ya después de que me salí de la casa…conseguí…el tercer esposo él ya fue que
me cogía…me… me acosaba sexualmente, me maltrataba, me pegaba y sí fue ahí
donde sucedió el caso que me violó hasta la niña. Carmen de Chucurí, Santander,
1998, P.757.
En los testimonios de las mujeres entrevistadas hallamos indicios de la normalización
de la violencia sexual contra las niñas, adolescentes y mujeres en los ámbitos de relación
más cercanos. La constatamos, no sólo en el registro y la frecuencia de los abusos
relatados, sino también en la indiferencia que denota el comportamiento de las personas
del entorno.
Uno en estas cosas tiene que decir la verdad y a veces contando le da un remedio o
se cura. Mis hermanas me llevaban a los 11 años a cuidar unos niños y ahí ingenuamente
tuve una violación del cuñado. Eso me pasó allá y no quise saber más nada
de esa familia, me regresé a la casa con un hermano que era el que me apoyaba.
La hermana ni siquiera me preguntó qué vamos a hacer con esa persona, ponerle
frenos, no pasó nada y eso me dolió mucho. San Marcos, Putumayo, P.540..
En el caso siguiente, la mujer entrevistada comenta asimismo cómo entre las niñas se hablaba
de los abusos que los hermanos mayores cometían contra ellas como algo muy extendido.
Yo me salí de la casa a los 10 años, por el acoso sexual del hermano mayor, y en
esa época yo conversaba con muchas amiguitas siempre era como moda de que
los hermanos mayores se metieran siempre con las demás niñas. Belmira, Antioquia,
1986, P.90.
398
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
La naturalización de la violencia contra las mujeres en diferentes comunidades y culturas
ha sido parte de los mecanismos que la han hecho posible hasta hoy en día. La creciente
denuncia y rechazo a esos hechos, y la fuerza creciente de las mujeres para hacer oír sus
voces también hacen que estos casos sean más visibles y las respuestas de investigación
y justicia algo más frecuentes que en el pasado.
Por esta razón el primo mío le daba golpes y le decía que quien la violó hasta que
la niña le contó al primo mío, y la niña se voló de la casa y ya en este momento está
en las manos de bienestar familiar y ya esa niña lo denunció y ya ese papá esta
capturado, está en la cárcel, en el pueblo tenemos cárcel. Los indígenas manejan la
cárcel, hay un cabildo, hay un gobernador y hay el segundo gobernador entonces él
lo mando a capturar y está en la cárcel. El Jardín, Antioquia, 2001, P.60.
El poco valor dado a las mujeres en ellas mismas es parte de los factores culturales que
están en la base de la naturalización de dichas agresiones. En el patriarcado las mujeres
son devaluadas hasta la deshumanización que permite tratarlas con desprecio y justifica
la violencia contra ellas.
Cuando nosotras estábamos pequeñas mi papá siempre nos rechazaba porque
éramos niñas, porque éramos mujeres, él solo quería hombres en la casa y a nosotras
siempre nos rechazaba. En el caso de violación… y también esto maltrato
verbal, mi papá nos insultaba, mi papá nos pegaba muchísimo. Carmen de Chucurí,
Santander, 1998, P.757.
Los testimonios de mujeres muestran la extensión y la naturalización de la violencia
sexual en los ámbitos de relación más cercanos. Se encadena así la experiencia de
violencia sexual en las biografías femeninas en un continuum que va desde la relación
interpersonal en la intimidad familiar a la relación entre víctima y victimario en el escenario
de la guerra.
Las mujeres entrevistadas narraron en primera instancia hechos de la violencia sexual
ejercida por actores armados, y en algunos casos después hablaron de sus experiencias
de violencia sexual por parte de familiares, vecinos o de violencia intrafamiliar. Numerosas
mujeres que padecieron violencia sexual de actores armados, también habían
sido víctimas en su niñez, adolescencia y hasta adultez de violencia sexual, ya fuera en
sus hogares o en sus comunidades, espacios en los que se espera que haya protección
y seguridad.
En el siguiente caso la mujer entrevistada sufrió violación sexual durante la adolescencia
en la comunidad y posteriormente fue víctima de violencia sexual con su hija por parte
de grupos paramilitares.
399
Capítulo 4. La violencia sexual contra las mujeres
Violencia sexual en la adolescencia Violación sexual en el conflicto armado
De mi juventud, tuve un caso muy duro,
pero ustedes saben que uno cuando viene
a estas cosas, por lo menos ya ha
pasado el miedo, es triste recordarlo,
pero sí, yo tuve una violación, de esa
violación es la niña que fue violada después.
Son historias muy tristes, que uno
a pesar de todo, en medio de todo, uno
sabe, ha aprendido y quizá quien me violó
también fue un mismo indígena… ya
después que le conté a mi mamá y lo que
hizo fue castigarme, porque me dijo que
eso era mentira. Usted sabe cómo eran
los mayores, ya no son así, ahora ya por
lo menos se prestan para dialogar. Ese
señor se murió y en el infierno ha de estar.
San Sebastián, Cauca, 1983, P.299.
Como a mediados de agosto fue que
la violaron y sigue la persecución con
ella. Después viene la persecución con
la niña, es cuando el mismo tipo hace
llevar la niña y la hace violar, la violan
y sigue el calvario con ella. A ella no
sé con qué fin la perseguían. Lo denunciamos,
ahí si ya nos tocó apelar a la
autoridad. Como ella conocía el tipo,
a ella intentaron matarla. Le exigieron
una plata, pero ya no era él, sino que
mandaba los compinches de él, y nos
tocó reunir 500 mil pesos entre toda la
familia para darle a estos tipos para que
no la mataran. Se la llevaron para acá,
un punto que se llama Patico. San Sebastián,
Cauca, 1983, P.299.
La denuncia pública ha empezado a hacer visibles las violaciones de derechos humanos
en el marco del conflicto armado, y esto permite que puedan tener reconocimiento social
y político, mientras que la violencia cotidiana contra las mujeres sigue siendo un problema
al que todavía en Colombia no se le presta la debida atención y se invisibiliza, sin
reconocer que se trata de un problema estructural que es correlato de injustica, impunidad
e inequidad.
En el presente estudio, centrado en las violaciones de derechos humanos cometidas en
el marco del conflicto armado interno o la represión política, se ha optado por recoger
también las referencias a la violencia sexual en el ámbito privado porque ayudan a comprender
el impacto de la violencia contra las mujeres desde una perspectiva más amplia
completando el rompecabezas de la dimensión sexual de la violencia contra las mujeres
en el patriarcado. Dimensión que cobra un carácter endémico cuando se contempla como
hecho estructural en la relación entre los sexos y, por tanto, favorecedor de la violencia
sexual en el ámbito del conflicto armado.
Las formas de respuesta a esta violencia contra las mujeres deben poner en marcha mecanismos
específicos y formas de colaboración con las redes de apoyo de mujeres. Ninguna
respuesta hacia las víctimas puede darse sin la confianza de las víctimas y las organizaciones
que han tejido saberes y relaciones en el acompañamiento a las mujeres.
CPues en el trabajo que yo he hecho con las mujeres, lo que pasa es que tiene que
ser con mucha, mucha confianza para que una mujer que hayan violado o que
hayan tenido acceso carnal ellas le cuenten a uno. Tiene que ser como un trabajo
400
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
más seguido, de este tipo de orientación de las mujeres con las que uno trabaja,
para poder uno llegar a la confianza de ellas y que digan sí, a mí sí me pasó eso
y me pasó tal cosa con tal grupo o tal grupo me hizo tal cosa. Entonces por eso
se debe hacer un continuo acompañamiento a las organizaciones o veredas donde
uno trabaja, para poder tener ese conocimiento de si a ellas les pasó, sí le hicieron
algo y qué le hicieron. Mocoa, Putumayo, 2006. P.933.
Capítulo 5.
Afrontamiento y resistencia
de las mujeres
De la protección a la reconstrucción
de sus vidas y la transformación
de su rol

403
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Introducción. Afrontando el horror 405
Cómo han enfrentado la violencia las mujeres 406
Los patrones de afrontamiento 407
Relación entre las formas de afrontamiento y las consecuencias sufridas 408
I. Vivir como propio el dolor de las demás 410
Las motivaciones de la solidaridad 411
Luchar por las víctimas, reconstruir, mantener viva la memoria 414
Experiencias solidarias vividas por las mujeres 417
II. Organizándose como mujeres 419
Del apoyo mutuo a la organización 419
Las organizaciones como apoyo 423
Venir a la organización es como la libertad 425
De la protección a la resistencia 427
Iii. Transformaciones en su rol e identidad: familia y nuevos roles 429
No podía quedarme ahí en el dolor 429
Tratar de vivir el presente 433
Nadie más lo va a hacer por mí 436
Responder por esos niños 437
El apoyo familiar 441
Vea, esta es mi casa 442
IV. Ocupar nuevos espacios, transformarse como mujer 444
Conseguir trabajo para empezar de nuevo 445
La posibilidad de estudiar 450
El liderazgo de las mujeres 453
Una mujer totalmente diferente 457
¿Cuál era tu sueño? 465
La oportunidad de vivir otro futuro 468
V. Tengo que cuidarme. Precaución, autocuidado y seguridad 472
Estrategias de precaución, cuidado, vigilancia y seguridad 473
Cuidarse de la calle y de la noche 475
Desconfiar… de todo y de todos 476
Autocuidarse, denunciar, pedir la protección del Estado 477
Huir, huir, huir 479
La denuncia pública y la visibilización como estrategia de protección 481
Bajar el perfil… por un tiempo 482
Esconderse, encerrarse, hacerse invisibles 483
Algunos hallazgos 486
404
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
VI. La religión en la búsqueda de sentido 489
La experiencia de “no poder” 489
¿Qué será de la vida mía? La plegaria como recurso 490
El gobierno no nos ha cuidado. La experiencia de la desprotección 491
Oración para la resistencia 492
Ritos y prácticas tradicionales 493
Las mediaciones: instituciones y personas de referencia 494
Las actitudes: entre la resignación y la liberación 498
Abandono y ocultamiento 499
Reflexiones finales sobre los afrontamientos religiosos 500
VII. La fuerza de las mujeres 502
La fuerza de los afectos enfrentando el miedo 503
Arrebatárselos a la guerra 505
Evitar la violencia sexual 507
Buscarlos sin cesar 508
Encontrar la verdad 509
Los efectos de la desobediencia y la confrontación 512
Conclusiones 513
VIII. Denunciar para vivir 513
Denunciar para proteger la Vida 514
Acompañamientos y soledades en la denuncia 516
Presiones para no denunciar y amenazas posteriores 519
La lucha de las sobrevivientes contra la impunidad 521
Conclusiones 523
IX. Búsqueda de apoyo psicosocial 523
De dejarse ayudar a buscar apoyo 524
¿Qué buscan las mujeres en esa atención? 526
Llegando al límite 529
La razón de los hijos e hijas 531
Apoyo psicosocial en el contexto de la denuncia 533
Cuando el apoyo no sirve 534
Construyendo la confianza 536
Apoyo psicosocial y participación en grupos de mujeres 537
¿Quién proporciona la atención psicosocial? 541
X. Conciencia política y construcción de identidad de las mujeres 544
Desinvertir de la guerra 544
Nuestras políticas como mujeres 546
La apuesta por la paz 550
405
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Introducción
Afrontando el horror
Hay cosas que yo sé y que comparto, porque es una manera de decirle a las mujeres:
vea, somos capaces en medio del dolor; ¿sabes qué da el dolor?, da fuerzas
para no hundirnos en las nostalgias, yo lo he vivido. Bello, Antioquia 2003, P.15.
Si además de la profundidad y extensión de la violencia en sus vidas, hay algo que se pone
de manifiesto en los testimonios de las mujeres víctimas, es su enorme valor. En su gran
mayoría, han enfrentado la violencia y sus consecuencias con los elementos que han tenido
a su alcance, con estrategias creativas, resistiendo con las uñas frente a la destrucción y
la amenaza contra sus vidas, aferrándose a formas de protección, pero también buscando
la transformación de sus condiciones de vida y su rol en sus familias o en la sociedad, y
la conciencia de su identidad como mujeres.
Una conciencia de sobrevivientes que se deja ver en los testimonios y relatos, en las
respuestas a la pregunta que se les planteó en las entrevistas: qué ha hecho para enfrentar
todo esto. Esta identidad como sobrevivientes, como personas que han enfrentado
experiencias traumáticas y han sabido sobreponerse y enfrentar sus impactos, muestra
una actitud proactiva frente a los hechos o los perpetradores, y las consecuencias de las
violaciones de derechos humanos.
Por afrontamiento entendemos entonces las maneras en cómo las mujeres enfrentaron la
situación, manejaron el impacto y sus emociones, y trataron de adaptarse o transformar su
situación y sus vidas. Si bien las diferentes formas señaladas a continuación dependen de las
características personales, el tipo de hechos y el contexto en el que se dieron o en el que han
seguido viviendo las mujeres, en este capítulo se incluye un desarrollo de estas diferentes
experiencias, teniendo en cuenta los patrones de respuesta más frecuentes en las mujeres.
La capacidad de las mujeres de asumir, afrontar, y superar las adversidades e inenarrables
sufrimientos producidos por los actores de esta guerra, es impresionante. Es una actitud
de sobreponerse, que no se queda en la resistencia a la destrucción y en la capacidad de
protegerse y proteger a sus familias de la pérdida de su integridad y dignidad, sino que se
manifiesta en la capacidad de rehacerse, de empezar de nuevo, después de tantas pérdidas53.
La toma de contacto con sus historias, a través de la atenta lectura de las entrevistas,
muestra las diversas formas no sólo de resistir a las agresiones de los actores armados
y sus consecuencias, sino su capacidad de resurgir de las cenizas. En ese afrontamiento
cuentan las historias personales, las convicciones, las experiencias de lucha vividas. Son
importantes también los lazos de solidaridad que se construyen, entre ellos los lazos familiares
y las redes de apoyo.
53 Vera Poseck, Beatriz: “Resistir y rehacerse: una reconceptualziación de la experiencia traumática desde la
psicología positiva”, en Revista de Psicología Positiva, vol. I (2004)
406
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Cómo han enfrentado la violencia las mujeres
Para poder hacer este análisis se categorizaron tanto de forma cualitativa como cuantitativa
las respuestas de las mujeres. Un primer análisis de este afrontamiento puede
valorarse teniendo en cuenta la frecuencia de las diferentes maneras en cómo las mujeres
han enfrentado los impactos o la propia violencia. Dichas formas de afrontamiento tiene
un fuerte componente organizativo, pero también se muestran las formas individuales en
cómo las mujeres han tratado de manejar los hechos.
La mayoría optó por centrarse en su familia para proteger su vida y la de los suyos
(64.99%; n=607). Sin embargo, este centrarse en sus próximos muestra una respuesta
tendente a no solo a su propia protección, sino un cuidado por los otros y sus responsabilidades
familiares. Centrarse en sus relaciones más próximas y cuidar sus vidas es
seguido en frecuencia por la transformación de sus roles al interior de la misma (57.39%;
n=536), siendo su principal sostenimiento económico y afectivo (54.50%; n=509). Este
afrontamiento muestra los esfuerzos de las mujeres por apoyar a los suyos y el fuerte
sentir de deber colectivo, unido a la necesidad de afrontar cambios dramáticos en su vida,
como la pérdida de seres queridos y el desplazamiento. Pero que también la mayor parte
de las mujeres entrevistadas transformaron su propio rol e identidad, como una forma de
afrontar las consecuencias de la violencia.
Más de seis de cada diez mujeres (63.21%; n=590) hizo alguna denuncia de los hechos
ante distintas instancias. La mayor parte de estas denuncias fueron ante la Defensoría
(24.5%; n=166) o la Fiscalía (22.5%; n=228), y un 25.9% (n=152) ante otras instancias
no especificadas, probablemente organizaciones de la sociedad civil. En mucha menor
medida, las mujeres denunciaron los hechos a la policía (9.5%; n=65) o mucho menos
(3.2%; n=22) ante el ejército. Es decir, una buena parte de las mujeres denunciaron los
hechos, ante diferentes instancias, especialmente ante las instancias de control del Estado
o la sociedad civil. Los datos también muestran la escasa confianza de las mujeres en las
fuerzas de seguridad del Estado o militares para denunciar los hechos, incluyendo los
casos de participación de dichas fuerzas en las violaciones sufridas.
Sin embargo, solo una de cada seis denuncias presentadas (18.3%; n=108) por las violaciones
sufridas estaban siendo investigadas según las mujeres entrevistadas, aunque
en la gran mayoría de los casos estas investigaciones no habían sido efectivas, ni habían
llevado a procesos judiciales con sentencias condenatorias.
Casi cuatro de cada diez mujeres, refirieron haber realizado un afrontamiento de tipo
religioso (38.33%). El uso de las creencias religiosas para dar sentido a los hechos o
procesar el dolor o la rabia, es parte de los mecanismos y experiencias culturales en
muchos pueblos, y también en Colombia, utilizado por las mujeres víctimas de forma
complementaria.
Más de una de cada tres mujeres se organizaron para defender sus derechos (35.87%;
n=335) o hacen parte de alguna organización de mujeres (34.58%; n=323). Si bien estos
407
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
datos muestran probablemente un sesgo en el acceso en esta investigación a las víctimas
más cercanas a la Ruta u otras organizaciones de mujeres, también señala la importancia
de la organización para ellas.
Un tercio de las mujeres entrevistadas (31.37%) decidió no hablar sobre lo que había
pasado como una forma de protección, debido al contexto de peligro y hostilidad de los
perpetradores, y en la misma medida (29.44%) buscó apoyo de tipo psicosocial y acudió
a organizaciones de mujeres o de derechos humanos para solicitar apoyo. Finalmente,
una cuarta parte (25.92%) trató de afrontar los hechos encontrando un sentido a lo ocurrido,
a través de mecanismos como el análisis de la realidad o la conciencia política de
lo sucedido. La búsqueda de sentido es una forma constructiva de enfrentar los hechos
traumáticos y ayuda a las víctimas a enfrentar de forma más activa la situación y encontrarse
mejor psicológicamente, aunque las formas de tratar de dar sentido a algo que no
lo tiene también pueden hacer que las personas se queden dando vueltas a lo sucedido sin
mirar delante.
Los patrones de afrontamiento
¿Cómo se agrupan estas diferentes formas de afrontar la violencia? Para analizar los patrones
de estas formas de afrontamiento señaladas, se hizo un análisis factorial que agrupó
estas respuestas en cuatro grupos o factores54. Estos grupos de respuestas de afrontamiento
muestran patrones o tendencias de acción, es decir, asocian las diferentes respuestas en
el conjunto de los testimonios, y sirven para dar una idea de las grandes modalidades de
resistencia, más allá de las diferentes formas de afrontamiento señaladas anteriormente.
Estos patrones sirven también para estructurar el análisis cualitativo de las experiencias
de las mujeres que se recoge posteriormente.
El primer factor incluye aquellas estrategias de apoyo mutuo y en organizaciones de
mujeres y es referida por el 40.4% (n=377) de las mujeres entrevistadas.
El segundo factor integra aquellos ítems que median la transformación del rol de las
mujeres y su papel al interior de la familia al haberse convertido en su principal fuente
de sostenimiento económico y afectivo para los demás. Este factor fue mencionado por
un 66.1% (n=627) de las mujeres.
El tercer factor de protección y búsqueda de sentido hace referencia a estrategias de
tipo más evitativo, como no hablar, y otras como apoyarse en la religión o centrarse en la
familia tratando de dar un sentido a la experiencia. Este factor fue referido por el 78.2%
(n=730) de las mujeres.
54 Los factoriales se obtuvieron con rotación varimax. Los cuatro factores explicaron el 59.76% de la varianza.
El primero explica el 26% de la varianza. El segundo factor, el 14.42%. El tercer factor el 10.61%. Y
finalmente el cuarto factor explica el 9.63% de la varianza.
408
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Finalmente, el cuarto factor (9.63%) incluye aquellas estrategias como la organización
para la reivindicación de sus derechos, la denuncia o la búsqueda de apoyo psicosocial
y es mencionado por un 70.6% (n=659) de la población entrevistada.
Enfrentando la violencia
Apoyo mutuo y
organización de
mujeres
Transformación
de rol y
sostenimiento
familiar
Protección y
búsqueda de
sentido
Organización,
denuncia y apoyo
psicosocial
Hacer parte de
organización de
mujeres
Apoyo mutuo y
solidaridad
Transformación rol
dentro de la familia
y comunidad
Sostenimiento
económico y
afectivo familia
No hablar
Afrontamiento
religioso
Centrarse en su
familia
Darle un sentido
Hizo denuncia
Buscar apoyo
psicosocial.
Organizarse para
defender sus
derechos
40% 66% 78,2% 70,6%
Relación entre las formas de afrontamiento y las consecuencias sufridas
Para conocer la relación de estas formas de afrontamiento con los hechos de violencia o
las consecuencias señaladas por las víctimas en sus testimonios, se hizo un análisis estadístico
de correlaciones, que asocian los diferentes factores y variables entre sí.
En general, en todos los casos, el haber sufrido graves consecuencias de la violencia
activó fuertemente las formas de afrontamiento, reforzando esa idea de que las mujeres
víctimas actuaron para defender su vida y manejar las consecuencias de distintas formas
para tratar de reconstruir sus vidas. A continuación se muestran las asociaciones entre
afrontamiento, los hechos sufridos y las consecuencias referidas, que son estadísticamente
significativas en el conjunto de los testimonios:
• Tanto el apoyo mutuo y organización con mujeres (r= .108) como la transformación
de rol y sostenimiento familiar (r= .130) y la protección y búsqueda de sentido
(r= .112) se hacen más significativos entre las personas con familiares asesinados.
• Las mujeres que más refieren haber sufrido más consecuencias específicas como
mujeres, hicieron más denuncias ante autoridades públicas (r= .131), lo cual muestra
probablemente que una mayor conciencia de las consecuencias y la identidad de las
mujeres se asocia a mayor denuncia y movilización.
• Aquellas mujeres con familiares desaparecidos se nuclearon significativamente más
en torno a las organizaciones con otras mujeres, reforzando el apoyo mutuo y la
búsqueda conjunta de los desaparecidos (r= .071).
409
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
• Haber sufrido hostigamiento y destrucción (amenazas, seguimientos, atropellos o requisas)
refuerza tanto el apoyo mutuo y en organización de mujeres (r= .206) como
la transformación de rol y sostenimiento familiar (r= .256), la protección y búsqueda
de sentido (r= .140), y la denuncia, organización y apoyo psicosocial (r= .193).
• Igualmente, haber sido víctima de torturas, refuerza los cuatro estilos de afrontamiento
señalados (r= .091 para el primer factor, r= .172 para el segundo, r= .111 para el
tercero y r= .091 para el cuarto factor). Es decir, que las víctimas de tortura en general
actuaron enfrentando la violencia y sus consecuencias de forma igualmente global,
aunque de forma algo menor que las víctimas de hostigamiento y destrucción.
• Por su parte, las violaciones a la libertad personal (detenciones, allanamiento, confinamiento,
reclutamiento) y los atentados contra el derecho a la vida (ejecuciones,
desapariciones y atentados) se asociaron con un mayor estilo de protección y búsqueda
de sentido (r= .073 y r= .083, respectivamente). El desplazamiento en cambio
mostró una relación de tipo negativo (r= -.091) con dichas formas, por lo que muestra
que las mujeres desplazadas son las que menos refieren haber usado las formas
evitativas de afrontamiento. Las mujeres desplazadas hicieron mucho más énfasis en
sus testimonios a las formas de reconstruir sus vidas en su nueva situación. Mientras
quienes han seguido enfrentando las condiciones de tensión y amenazas han manejado
la situación con formas más de autoprotección.
Por su parte, el análisis de la relación de los distintos estilos de afrontamiento con las
distintas consecuencias que tuvo la violencia sobre las mujeres muestra que en todos los
casos, las diferentes consecuencias activaron en mayor medida todos los estilos de afrontamiento.
Es decir, que a mayor referencia de consecuencias de las violaciones, también
se refieren mayores formas de afrontamiento, en general. Estos datos sugieren que las mujeres,
a pesar del impacto y especialmente cuando han sufrido un mayor impacto, se han
movilizado para encontrar diferentes estrategia de afrontamiento ya sean más evitativas o
de protección o búsqueda de sentido, como de apoyo mutuo y solidaridad, de transformación
de su propio rol, y de organización.
El siguiente cuadro muestra esa relación positiva entre las consecuencias y el afrontamiento.
Se han señalado con cruces para dar a entender la fuerza de esta relación55. Las
relaciones más fuertes se dan entre la transformación de rol y sostenimiento familiar
como afrontamiento, con el conjunto de tipologías de las consecuencias analizadas (socio-
afectivas, específicas como mujeres y consecuencias en la salud) señalando la importancia
que tiene este cambio de rol en las mujeres y su refuerzo del apoyo familiar como
parte del afrontamiento de las consecuencias de la violencia.
Por su parte, las mayores consecuencias socio-afectivas y en el proyecto de vida se relacionan
de forma especialmente fuerte con el afrontamiento de protección. Es decir, a
55 La fuerza estadística de las relaciones (r) puede verse en la tabla correspondiente en el anexo.
410
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
mayor impacto socio-afectivo, mayor búsqueda de protección y sentido. Por último, las
mayores consecuencias socio-afectivas y en el proyecto de vida también se relacionan
con mayor búsqueda de apoyo organizativo, denuncia y de apoyo psicosocial.
Relación entre consecuencias de la violencia y formas de afrontamiento
Consecuencias
socio-afectivas y
proyecto de vida
Impactos
específicos
como mujer
Consecuencias
en la salud y el
cuerpo
Apoyo en organización de
mujeres + + +
Cambio de rol y
sostenimiento familiar +++ +++ +++
Protección y búsqueda de
sentido +++ ++ ++
Organización, denuncia y
apoyo psicosocial +++ ++ +
I. Vivir como propio el dolor de las demás
Si tienen una peregrinación a un santuario, los acompaño, aunque ya mi hijo está
libre, pero yo los acompaño, porque el dolor de ellas, es el mismo que yo tuve.
Olaya Herrera, Nariño, 2008, P.879.
En sus relatos, las mujeres víctimas del conflicto narran numerosas experiencias de solidaridad
y apoyo mutuo. Estas experiencias se producen en contextos donde se viven
fuertes carencias, que se concretan en dificultades cotidianas para la satisfacción de las
necesidades humanas fundamentales56.
Tuvimos que salir (del Jardín de las Peñas, en Meta) con el solo vestido que teníamos
encima, y pues eso fue lo más duro que nos pudo pasar porque nosotros
teníamos muy bien de qué vivir, vivíamos súper bien y desde ese día la vida de nosotros
se volvió un caos porque uno sufre muchísimo acá, la vida acá es muy dura,
y hemos aguantado hambre. Mampuján, María La Baja, Bolívar, 2000, P.232..
56 Manfred Max Neef , Antonio Elizalde y Martin Hopenhayn: Desarrollo a Escala Humana. Una opción para
el futuro. CEPAUR. Fundación Dag Hammarskjöld. Medellín 1997.
411
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Las motivaciones de la solidaridad
¿Cuáles son las motivaciones que impulsan a las mujeres, en contextos donde experimentan
profundas carencias y la casi total imposibilidad de satisfacer sus necesidades, al
ejercicio de la solidaridad? Estas razones son varias. Por una parte, el sentir junto a otras
mujeres que han vivido experiencias de despojo similares ayuda a mitigar el dolor de la
nostalgia.
Teníamos unos cuentos de jóvenes. Eso nos ayudaba a mitigar un poquito las
nostalgias, porque no sólo era yo la que vivía estas violencias. Bello, Antioquia,
2003, P.15.
Pero también la prevención es una poderosa motivación. Las mujeres, en sus testimonios,
se muestran profundamente sensibles hacia las situaciones de maltrato y violencia que
viven otras mujeres, se reconocen en las otras, se identifican con ellas -“yo ahora estoy
ayudando a una mujer que está pasando por lo mismo que yo…” (Cartagena, Bolívar,
P.213)- y manifiestan continuamente el deseo de que otras no vivan lo que ellas vivieron.
Esto se convierte en una fuerte motivación para el apoyo y la solidaridad entre mujeres,
una expresión de profunda sororidad.
Entonces era como entender un montón de cosas, que uno ahí tiene su cuota de
responsabilidad… Ahí es cuando yo digo: yo quiero trabajar, quiero estudiar, quiero
salir adelante, ahí es donde yo digo que otras mujeres nunca vivieran lo que yo viví.
Por eso no me canso de hacer los talleres… Bello, Antioquia 2003, P.15.
Llegaba al restaurante y miraba cómo los esposos cacheteaban a las mujeres y las
golpeaban. Yo fue víctima de todo eso. Pensaba: seguramente esa mujer no sabe
dónde ir, permite que la maltraten. Eso me motivaba mucho, salir del restaurante
a las cinco de la tarde y ver mujeres desplazadas, en un semáforo con tres, cuatro
niños, pidiendo limosna... Tumaco, Nariño, 2002, P.199.
Muchas mujeres víctimas han enfrentado el dolor de la pérdida no con un mayor aislamiento
o pensamiento más individual, sino en este “sentir con”, este ejercicio de solidaridad
entre mujeres que requiere de un proceso de transformación personal, de cambios en
la manera de pensar y vivir que algunas de ellas narran: “pues no, en el inicio no lo veía
así; yo pensaba que cada uno tenía que vivir la vida y valerse como pudiera, pero al ver
tantas cosas que le han pasado a uno, lo obligan a tener ese respeto hacia los demás y
valorarlos, y hacer también que se les respete y a luchar por aquellas personas que uno
sabe que son capaces de salir adelante. Carmen de Bolívar, Bolívar, 1996, P.222.
Que se haga justicia es otra razón para la solidaridad. A veces las mujeres tuvieron relaciones
de solidaridad significativas con otras, en esta dimensión de apoyo mutuo, estimulando
la organización de las mujeres.
412
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Yo estaba sola, sola, hasta que encontré a esas personas que ya les habían hablado
de eso, y me llevan a conocer a otras más, y me dio mucha alegría, y me
solidaricé mucho con ellas porque… sé que ya ellas están sintiendo lo que yo, y
estoy compartiendo con ellas ese dolor, yo sé qué sentía esa mamá y ella sabía
qué sentía yo, y eso me alegró porque ya no estoy sola, ya somos un grupito, así
seamos poquitas, pero somos un grupito. Y qué bueno, que la voz de una llegue
a otra y que sean muchas…. Porque si no, van a seguir abusando de nosotras.
Zarzal, Valle del Cauca, 2005, P.599.
Para estas mujeres, dar su apoyo a otras es una forma de encontrar un sentido al dolor,
de canalizar el sufrimiento de una forma positiva. Mujeres que han sido víctimas en el
conflicto, sienten que la ayuda y el apoyo mutuo es una forma concreta no sólo de afrontar
la situación, sino de prevenir y generar una conciencia positiva de los derechos de las
mujeres.
Yo conozco muchas mujeres, niñas violentadas que no se atreven a denunciar,
mujeres que no dejan que uno denuncie, niñas que son violentadas por sus padres.
Una trata de decirles que eso es delito, hacer un trabajo muy grande. Yo pienso
que es lo único que podría sanar un poco mi herida y la de muchas mujeres, porque
el poder ayudar a una persona en eso que uno no pudo tener, eso sana, y le da
a uno satisfacción y sentido de vivir. Bello, Antioquia, 2004, P.68.
En algunos casos, las mujeres que han perdido a sus seres queridos se han comprometido
con sus comunidades y otras mujeres para ayudarles a transformar su situación, pero
también como una manera de enfrentar sus propios duelos.
Después que murió mi hijo yo decía: no vale la pena luchar. Y en el camino me
encuentro una historia que para mí es muy bonita: el servicio de la comunidad yo
me lo gocé, yo me sentía feliz. Mi motivación es trabajar con niños, me gusta, me
encanta ayudar a la gente. Nueva Colombia, Antioquia, 1994, P.17.
Esas formas de ayuda mutua, en las que algunas de las mujeres entrevistadas ayudaron a
otras que veían que se encontraban en peor situación que ellas, suponen un ejercicio de
reciprocidad y de fortalecimiento personal.
Eso sube la autoestima porque uno se siente importante, de estar no sólo trabajando
para uno sino para mucha gente más que lo puede necesitar; generamos
empleo, lo que vamos aprendiendo lo damos a conocer a otras mujeres que no
sabían nada de eso y les hemos enseñado. Entonces, eso llena de satisfacción a
uno, de que no todo es que me lo den, que me lo den, yo también puedo dar. Urrao,
Antioquia, 2000, P.667.
Estando en la comunidad, ayudando a otras personas, por ejemplo, a una señora
muy querida que le han matado cuatro hijos, una socializa ese tema con ella, esa
señora pasa, yo la veo y la saludo y a veces esas cosas lo fortalecen a uno; ella
413
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
lleva cuatro hijos yo apenas enterré uno, una compara, gracias a Dios lo enterré,
no está desaparecido. Manrique, Antioquia.2002. P.16.
Además de proporcionar apoyo a otras mujeres o retejer nuevas redes y relaciones sociales
entre ellas, el desarrollo de organizaciones de mujeres se asocia a la creación de
nuevos espacios positivos que antes no existían en las comunidades afectadas. Por ejemplo,
el deseo del retorno está presente en muchos relatos de las mujeres desplazadas, pero
algunas de ellas sueñan con formas organizativas solidarias para reconstruir la vida, en las
cuales puedan recuperarse y hacerse visibles las capacidades de liderazgo de las mujeres.
Yo tengo un sueño y es volver a la tierra, a donde tengo mi casa, organizar a las
mujeres; allá hay poquitica gente, yo veo el testimonio de toda la gente que ha retornado
a la tierra y organiza a la gente. Siempre le digo a mi marido “si pudiéramos
retornar y lograr que la gente se organice…”. Vereda Mejía, Bolívar, 1997, P.162.
Las mujeres constatan cómo en estas acciones solidarias se descubren y fortalecen liderazgos
femeninos que promueven la convivencia pacífica.
Empecé a ver que algo hacía falta, como un líder, alguien que hablara, que mirara,
yo no sé, y yo empecé a irme metiendo en la gente, ya muchos, inclusive parejas, me
llamaban. Me convertí en la consejera también, o sea como que fui descubriendo
cosas que yo no sabía. Cuando había problemas entre hombres, de pleitos, era machete
lo que se daban, yo me metía, evitaba, les hablaba, y así, yo hablaba con la
gente, conformábamos grupos, conformamos el comité de la iglesia, el comité del
colegio, empecé a ver cómo hacer actividades para las obras del pueblo, y fíjate que
ahí vi que tengo esta vocación que no había descubierto. Ahí empecé a servir en la
comunidad, ya yo era una cabeza visible. Líbano, Tolima, 2001, P.162.
En esta construcción de liderazgos femeninos destacan narrativas de mujeres indígenas
para quienes esta ha sido una experiencia de reconocimiento y valoración de los propios
saberes y poderes.
Y lo que en últimas, en este tiempo, por lo que he optado es por tener un grupo
en el que lo que yo aprendí en ese momento, pueda transmitirlo a otras mujeres
y es así como sale un proyecto que me lo mandan a coordinar a mí; y es donde
nace otra vez el grupo de mujeres y empieza una a ver que, verdaderamente,
a esto hay que seguirle caminando, porque la parte de artesanías indígenas
está quedando solamente en un lado, y si viven en la parte alta, acá en la
parte baja que tienen más contactos con los campesinos o más contacto con
ciudades entonces eso se está perdiendo; hay mayoras que lo saben porque
han venido de la parte alta, pero ya los hijos de esas mayoras y los nietos,
ya van olvidando, entonces lo que hacemos es recoger esas mujeres que han
sido realmente indígenas pero que desafortunadamente ya por la situación
económica se van para Cali a trabajar como empleadas domésticas, o las
otras se dedican al marido, al campo, y se olvidan en ese momento de que
414
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
ellas, en las tardes o el día sábado o el día domingo, pueden hacer algo con
sus manos. Lo que yo sé, poderlo transmitir a ellas. Entonces ahí es donde
nace el grupo y empezamos a trabajar todos los días. Puedo hacer esto por
los demás, puedo aportar para que se vuelva otra vez a la reintegración de
nuestra herencia… Vereda Panamericana, Cauca, 2002, P.312.
Luchar por las víctimas, reconstruir, mantener viva la memoria
Reconstruir la memoria, ser fieles a la memoria de las víctimas, es una poderosa motivación
que comparten muchas mujeres, para ser solidarias con otras: “por eso yo me he
dedicado a la reconstrucción de la memoria histórica y hacer un recorderis de todo lo
vivido. Ver el sufrimiento de las demás mujeres yo creo que me ha fortalecido y me ha
servido para ayudar a muchas mujeres que han vivido también este flagelo de la violencia.
Zambrano, Bolívar, P.227.
El testimonio de una madre de Soacha expresa claramente cómo esta memoria por los
familiares que ya no están puede convertirse en un motor de la solidaridad con otras
mujeres. Incluso las formas de simbolizar la pérdida o de comunicarse con los ausentes
constituyen potentes formas de dar sentido y fortaleza a la propia acción.
Creo que nosotras tenemos la tarea de seguir luchando, yo creo que ese es mi proyecto
de vida, porque yo me paro en la sala, y le cojo el rostro en la foto a mi hijo,
y le digo: “me dejaste una tarea muy grande, pero no solo por ti, no solo por el
caso de Soacha, sino por todas las víctimas que han sido inocentes en todas estas
guerras, que el gobierno no quiere reconocer”; creo que vale la pena, y no quiero
defraudar la memoria de mi hijo, porque yo le hice una promesa muy grande a él,
que lucharía, no solo por él, sino por todas las víctimas que tienen miedo, y que me
permitan ser su vocera... Barrio Compartir, Soacha, Cundinamarca, 2008, P.138.
Este sentido de la memoria constituye también un ejemplo para otras mujeres. Que las
experiencias vividas no caigan en el olvido es una motivación importante para los afrontamientos
solidarios. Este sentido de la memoria está asociado a un sentimiento de responsabilidad
para con las otras mujeres.
Si olvidamos todo eso que pasó, si lo ignoramos, entonces las otras mujeres a
quienes están violando en estos momentos ¿qué va a pasar con ellas?, quedan
igual, en silencio. Entonces si todo lo que nos ha pasado a todas nosotras lo
tenemos ahí presente, las otras mujeres lo ven y van a decir: yo decido hablar…
Medellín, Antioquia, 2006. P.58.
Destaca en los relatos la actitud de responsabilidad frente a las situaciones que viven otras
personas, que pone de manifiesto el carácter ético de las formas de actuar de muchas mujeres
en el marco del conflicto57. Sentirse responsable, es sentirse sujeto de acciones que,
57 Boff Leonardo: Ética planetaria desde el gran Sur. Trotta, Madrid 2001.
415
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
como en este caso, van en un sentido de favorecer a otros seres con los que se comparte
la misma suerte: me he basado mucho en el trabajar con otras personas y ellas me han
ayudado a sobrellevar el peso (Masacre, Nueva Colombia, Antioquia, 1994, P.17). Es
una responsabilidad a contracorriente, pues los cambios se perciben lentos, inciertos: …
en lo comunitario, cuando uno quiere tirar la toalla, porque llegan momentos que uno no
quiere nada más, porque uno quiere hacer un cambio de país, y ve que entre más trabaja
no pasa nada, como que le provoca a uno tirar todo. Pero entonces llega alguien que te
dice: no, mire, es que usted es capaz, por usted estamos aquí, colabórenos, usted es la
única que puede. Entonces uno vuelve y coge fuerzas. Y esto es como una adicción de la
que uno ya no se puede zafar... Granada, Antioquia, 1999, P.895.
La lógica de un sistema basado en relaciones sociales orientadas a la acumulación privada
de bienes, entre ellos la tierra, se presenta de forma cruel y despiadada en el caso del
conflicto armado colombiano. Seres humanos han causado inenarrables sufrimientos a
otros seres humanos, generando humillaciones y desestructuración en las familias y las
comunidades. Lo que sorprende en los relatos anteriores es la capacidad de las mujeres
para asumir una ética de la compasión58, una actitud de comprender e identificarse con el
padecimiento de la otra mujer:
Muchas sobrevivientes que dieron su testimonio muestran que lo que se rompe por el
desarraigo se funda en los fragmentos de sentido que las mujeres pueden sostener como
significantes, especialmente la memoria de sus seres queridos. Las organizaciones y la
actuación colectiva permiten no olvidar la historia que les fue despojada, se convierten en
el espacio en el que se resisten a perder la memoria.
El recordar, o sea a uno le duele recordar pero eso como que le ayuda a madurar y le
ayuda a cicatrizar, entonces ha sido bueno. Barrio Chalán, Bolívar, P.270.
Dar a ese recuerdo y dignificación una dimensión pública ha sido un empeño de muchas
organizaciones, a pesar de los riesgos que ello significa. Para algunas de las mujeres, es
una forma de “mantenerlos vivos”, de resignificar el duelo. Esta memoria de sus seres
queridos es también una motivación colectiva en la que las mujeres que participan en
procesos organizativos pasan del afecto o la relación individual con sus familiares, a una
visión más colectiva y con un sentido de prevención.
Inicialmente me apegué a la memoria de las víctimas. Hicimos un trabajo muy
grande en la recuperación de la memoria allá, con un salón, que se llama el salón
del Nunca Más. Donde quisimos plasmar la memoria de todas las personas que
fallecieron, que desaparecieron, o las víctimas de algún tipo de tortura. Entonces,
en nombre de ellos, uno dice listo, ellos murieron allá, pero uno no puede dejar
que esto siga como impune. San Blas, Bolívar, 2005, P.786.
58 Ibid. Pp 84
416
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
A través de sus palabras, se evidencia la necesidad de sostener la memoria, de configurar
arraigos en sus nuevos o viejos territorios, algo que les permita juntar su nueva condición con
algunos aspectos de “normalidad” que vivían antes de los hechos. Hacer visibles elementos y
objetos públicos y privados que ligan sus afectos con la tierra y con la historia personal, es una
forma de resistencia a perder la memoria: casas de la memoria, fotos y objetos de sus seres
queridos desaparecidos o asesinados en aquellos lugares en donde sería imposible no verlos
de manera permanente, son algunas de las estrategias que realizan las mujeres para no olvidar.
Por ejemplo ahora la casa de nosotros, es el Refugio del Saber, ahí, en esa casa,
ahí está en toda la orilla de la carretera, donde todo mundo, baja y sube, y mira
los letreros y dice: Casa de la Memoria en nombre de Hortensia, Emanuel... Antioquia,
1997, P.753.
Formas simbólicas creativas de solidaridad.
El arbolito sembrado en el bosque.
Sí, el arbolito lo vamos a sembrar en el bosque y ahí voy a plantar el árbol y cuando
se den las cosas yo voy a sembrar dos árboles, el de mi hijo y el del amigo que iba
con él…, con su familia no he hablado, pero yo voy hacer eso por ellos. Medellín,
Antioquia, 2001 y 2011, P.50.
El libro de Gildardo.
Mabel nos prestó fotos, muchas fotos nos prestó ella. Nos contó las historias de Gildardo,
de cuando Gildardo empezó, de cuando se casaron, de todas las cosas más
de familia ¿cierto?, más íntimas, porque con Mabel queríamos abordar esa parte,
la parte más humana ¿cierto?, más del hombre, más del ser, más del esposo, más
del papá… y fue muy difícil, pero nosotras siempre entendimos, y siempre nos ayudó
mucho. Y así fuimos…, así fuimos generando ideas y todo, y empezamos a trabajar,
le trabajamos mucho al libro de Gildardo, muchas personas nos ayudaron... Pereira,
Risaralda, 1987, P.691.
Las muñecas de trapo
La solidaridad también se expresa a través de iniciativas colectivas que posibilitan
formas simbólicas de afrontamiento de los impactos del conflicto en los cuerpos de
las mujeres. Por ejemplo la iniciativa de las “muñecas de trapo”.
…nos estamos reuniendo en el museo de Antioquia, nos abrieron un espacio y allá
nos reunimos cada quince días a trabajar y a debatir en qué va el proceso, cómo va, y
estamos haciendo unas muñecas preciosas, unas muñecas de trapo, una que se llama
la familia Sujo que quiere decir “parque de los sueños justos” y estamos haciendo
una línea de reflexión para un lanzamiento, una convocatoria para invitar a todos
los artistas de la ciudad a que nos intervengan una muñeca, entonces a los artistas
le hemos llamado mucho la atención y nos van a regalar una original y nos van a
autorizar para sacarla. Frontino, Antioquia, 1990, P.53.
417
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Experiencias solidarias vividas por las mujeres
El ejercicio de la solidaridad se orienta a elaborar las experiencias vividas, a mejorar la
calidad de vida de las mujeres y sus familias, a desarrollar sus potencialidades en nuevos
contextos, y a restaurar o reinventar formas de convivencia solidaria.
En este ejercicio de solidaridad y apoyo mutuo, se están produciendo nuevas formas de
relación entre mujeres. Las mujeres víctimas del conflicto, están creando espacios propios
en los que se encuentran, dialogan y establecen acuerdos para el bienestar propio, de sus
familias y de sus comunidades, buscando la satisfacción de sus necesidades fundamentales
de subsistencia, protección, entendimiento, afecto, participación, creación, libertad…
Son experiencias que les dan la oportunidad de conocer y reconocer a las otras y de reconocerse
en las otras, a través del sufrimiento común experimentado. En este proceso,
las mujeres establecen nuevos vínculos y generan iniciativas hacia dentro (apoyo mutuo,
relaciones, duelo) y hacia fuera, ayudando a enfrentar los desafíos que los nuevos contextos
les plantean.
Empecé a trabajar con ellas, y más era como por encontrarnos, porque nosotras
siempre hemos tenido esos espacios, de natilleras, de reunirnos, de hacer uno
actividades… y nos damos cuenta que llegaron aquí las mujeres y les cambiaron
los roles. San Miguel, Putumayo, 2005, P.895.
Estos espacios donde las mujeres víctimas se encuentran, dialogan y establecen acuerdos,
son una enorme fuente de poder. Oportunidad de escuchar y valorar la palabra de las
otras, todas las palabras. De crear espacios que facilitan el sentido de pertenencia y la
construcción de la identidad. Los espacios de mujeres son los lugares para construir pactos
intra-género o de la pertenencia conocida59. Estos espacios y pactos “entre mujeres”
son una oportunidad para trabajar la difícil sororidad. En esta ruta de construcción de poderes
alternativos, la sororidad es un concepto de alto significado político, puesto que está
basada en la búsqueda de mutuo reconocimiento entre las mujeres. Permite enfrentar la rivalidad
entre mujeres, que es una construcción patriarcal y uno de sus pilares más sólidos.
A través de estas formas de afrontamiento solidario, algunos testimonios muestran precisamente
un esbozo de superación de la rivalidad entre mujeres. Podemos advertirlo en
la reflexión que hace una mujer cuando narra el asesinato de una joven, en el marco del
conflicto, que era amante de su esposo.
Esta niña me duele todavía mucho y me dolió en este momento eso que le sucedió.
Yo nunca tuve roces con ella a pesar de que yo tenía una moto y me la quitaron y
se la entregaron a ella. Yo estaba muy joven también, pues yo me quedé viuda a
los 22 años. Yo no la vi como una rival. Mi reacción cuando llegamos al anfiteatro
59 Simón María Elena: Democracia vital. Mujeres y hombres hacia la plena ciudadanía. Editorial Narcea,
2002.
418
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
y llegó la mamá de esta niña gritando, yo me le fui encima y a mí me tuvieron
que coger, porque yo sentí que ella no la supo acompañar”. Medellín, Antioquia,
1993, P.44.
En su dimensión en las organizaciones de mujeres, esta sororidad60, es una práctica política
entre mujeres que se encuentran en el feminismo, para reconocerse a través de la otra, y que
se traduce en hermandad, apoyo y acogida para construir un mundo diferente. La sororidad
en estas organizaciones está basada en la relación con mujeres de las cuales se aprende, a
las que también se les puede enseñar, a las que se acompaña y con quienes se construye.
Son mujeres luchadoras, emprendedoras que apoyan a sus compañeras, que le
brindan asesoría cuando uno está ciego prácticamente como estaba yo, no sabía
para dónde coger como dice el disco, y ellas me decían: negra, no se desespere,
venga Negra, vea siéntese aquí vamos mañana para un taller, vamos con Nubia
para la Ruta, a la casa de Encuentros a un taller, no sé dónde, al convento. Bueno
así, pero ellas sí me brindaron apoyo porque la verdad es para Dios y gracias a
Dios y a ellas. Tierralta, Córdoba, 1993, P.82.
“Ser-con-las-otras”, “sentir-con-las-otras”, “construir-con-las-otras”, son experiencias
vividas y narradas por las mujeres víctimas que se constituyen en formas de afrontamiento
positivo de las afectaciones vividas en el marco del conflicto. Paradójicamente,
en ese reconocimiento de las otras, las mujeres se están construyendo “a sí mismas”,
están fortaleciendo su autonomía y capacidad de liderazgo y están transformando roles
que históricamente las situaban en posiciones de sumisión y dependencia. El impactante
y hermoso relato de una mujer de Putumayo evoca estas transformaciones en las se teje
simultáneamente esa doble construcción, personal y colectiva.
Dejamos todo eso y ahora estamos trabajando acá. También las mujeres están estudiando,
eso me alegra otra vez, aquí la educación le hace falta mucho a la gente,
saber las leyes; y como mujeres, valorarnos. Las mujeres acá tienen la autoestima
muy baja, por la misma cultura, por el maltrato de los maridos que les dicen: vos
no servís para nada…; o piensan que el mundo se les ha acabado porque ha tenido
un hijo o porque les mataron el esposo; pues sí, es difícil, pero tiene una que
salir adelante. Eso me hace a mí ser fuerte y trabajar por ellas, ya los hombres
saben que tenemos unos derechos, así a una la miran mal, y dicen: “cómo, ella
es una que le gusta irse para toda parte y el marido no le dice nada…”, pero así
quiero que sean todas. Putumayo, 2000, P.339.
60 La palabra sororidad se deriva de la hermandad entre mujeres, el percibirse como iguales que pueden aliarse,
compartir y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diversas maneras, hemos experimentado
la opresión. De esta forma, el feminismo propone que este concepto vaya más allá de la solidaridad. La diferencia
radica en que la solidaridad tiene que ver con un intercambio que mantiene las condiciones como están;
mientras que la sororidad, tiene implícita la modificación de las relaciones entre mujeres. (Lagarde, 2009)
419
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
II. Organizándose como mujeres
Si, pues estamos en las mismas pero venga ayudémonos, salgámonos de la rutina,
cantemos, bailemos. Cañas Gordas, Antioquia, 1995, P.11.
Hasta ahora se ha descrito cómo las relaciones de solidaridad llevaron a crear procesos
de apoyo mutuo y, en algunos casos, procesos organizativos de las mujeres. Una buena
parte de los testimonios de las mujeres víctimas se refiere a aquellos esfuerzos que realizaron
para soportar, manejar, y transformar el dolor propio y ajeno, para transformar
su realidad y hasta el contexto, para proveer de sentido sus vidas, las de sus hijos e hijas
y las de otras mujeres en circunstancias similares. Vincularse a un proceso organizativo
las ayudó a entender, a través del espejo de las otras, el sufrimiento propio, a otorgarle
al dolor un sentido colectivo, político, que contribuye a la recuperación y la reconstrucción
de sus vidas.
Según los datos de este estudio, más de un tercio de las mujeres entrevistadas se organizó
para defender sus derechos (35,9%) y en una medida similar (34,6%) hace parte en la
actualidad de alguna organización de mujeres. Si bien muchas mujeres que dieron su testimonio
lo hicieron por la cercanía con la Ruta u otras organizaciones cercanas, los datos
apoyan también la importancia de la organización para las mujeres.
Algunas de las mujeres eran lideresas en sus territorios con procesos organizativos arraigados,
en otras emergió el liderazgo a partir de los hechos violentos y algunas más tomaron
la decisión de participar sin mucha visibilidad hacia el exterior de las organizaciones.
En todos los casos, reconocen en sus organizaciones el espacio que les posibilita superar
algunas aristas del dolor y las secuelas de las acciones directas del conflicto en sus vidas.
El encuentro con otras mujeres se convierte en una forma vital de resistencia, especialmente
en un contexto de violencia política permanente y frente a una sociedad que les
exige sostener y resolver los efectos del conflicto en términos sociales y familiares. Por
ello, la mayoría tiene claridad, que es en la acción colectiva con otras mujeres en donde
está la opción para “salir adelante”.
Porque allá fíjate que esto que yo viví, las que tomábamos las iniciativas éramos
las mujeres, eran muy poquitos los hombres que se organizaban, las mujeres éramos
las que liderábamos, las que decíamos vamos a hacer lo uno, vamos a hacer
lo otro”. Vereda Mejía, Bolívar, 1997, P.162.
Una vez en la organización, se expresan diversos intereses de las mujeres que participan
en los procesos: para la mayoría, las organizaciones son el espacio de ayuda mutua; también
para exigir sus derechos; otras sienten que es un espacio de protección.
Del apoyo mutuo a la organización
Muchas mujeres pasaron de una práctica del apoyo mutuo, como maneras informales de
ayudarse con otras, a procesos de construcción comunitaria que les permitieron de mane420
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
ra muy solidaria, creativa y esperanzadora afrontar las situaciones vividas en el marco del
conflicto. Son mujeres que han conseguido tejer sus sueños colectivamente.
La capacidad de las mujeres de tejer redes comunitarias, se vuelve un aspecto clave para
el acceso de las mujeres víctimas a las organizaciones. Muchos de los testimonios expresan
que llegaron a la organización por la invitación de una amiga, de una vecina o de
otra mujer víctima, lo que permite ampliar y reconstruirlos lazos solidarios entre mujeres,
como estrategia de acompañamiento a otras que han vivido circunstancias similares. Se
evidencia que la participación en organizaciones, de la mano de otras mujeres, ha ayudado
a muchas de las víctimas a salir de su dolor, romper el aislamiento y participar en espacios
colectivos con efectos positivos sobre el manejo de su sufrimiento, el aprendizaje
y el apoyo mutuo.
Yo me quede paralizada, muy enferma, yo no quería salir, yo no quería saber de
nada... un día una amiga me dijo usted se va a morir, y entonces una amiga me
ayudó y ella tenía conocimiento de Vamos mujer y dijo “venga yo la voy a llevar
a una corporación”. Antioquia, 1996, P.53.
En algunos casos, el eje son los hijos e hijas que crecen y el apoyo emocional entre
mujeres. Reunirse, hablar, participar, debatir, soñar juntas, “ver a los hijos crecer”, son
experiencias de apoyo mutuo que las mujeres destacan en sus relatos.
Íbamos y hablábamos, y soñábamos, soñábamos y soñábamos… Vimos los hijos
crecer. Fue un proceso de cinco años lo que estuvimos juntas; como mujeres, fue
más la unidad, sí, lo que existía era el apoyo emocional, que nos dábamos, éramos
temperamentos muy distintos que se dan en una comunidad, muchas veces no nos
poníamos de acuerdo, a veces había una discusión, había confrontaciones, pero
siempre razonables, por lo que se estaba viviendo. Pero siempre era buscando
todas la misma posibilidad de liberarnos… Cali, Valle del Cauca, 2002, P.891.
La participación en organizaciones de mujeres tiene como objetivo apoyarse mutuamente
y apoyar a las mujeres víctimas en procesos de restitución de sus derechos. A veces, ellas
mismas toman la decisión de crear esas organizaciones de apoyo mutuo. Las mujeres
hacen referencia en sus testimonios a diversas formas organizativas a través de las cuales
conocen las rutas abiertas para reconstruir sus vidas.
Pues nosotras desempeñamos el papel de orientar a las víctimas, somos orientadoras
y les decimos qué papeles necesitan, a dónde tienen que ir, qué tienen que hacer,
porque aquí no había sino la personería y el funcionario que hay no da la orientación
como debe de ser. Sí, sabemos que es una función del Estado pero aquí han
sido muy negligentes los funcionarios respecto a eso, entonces decidimos formar
una organización, somos trescientas mujeres. Como mujer me ha ayudado mucho
y ha ayudado a las demás mujeres que lo necesitan. Chigorodó, Antioquia, 1995 –
1997, P.59.
421
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
En la mayor parte de las ocasiones estas formas de apoyo mutuo han estado dirigidas no
solo a mostrar apoyo emocional o tejer relaciones significativas, sino también a mejorar
su situación económica, hacer trabajos colectivos que ayuden a la reconstrucción de
condiciones materiales de vida digna. Por ejemplo, que el desplazamiento obliga a las
personas a empezar de nuevo en territorios casi siempre hostiles, como lo expresa uno de
los testimonios: ¡Ah, sí!, pues eso sí fue a llegar a tumbar montaña, templar un plástico,
empezar a trabajar otra vez de cero, a trabajar con los muchachos, con mis hijos, y salimos
adelante porque ellos son trabajadores, ellos tienen su finquita, a mí me ha gustado
trabajar en lo que se presente. Me ha gustado con organizaciones, tener amigas, trabajar
por la gente, eso me ha hecho salir de eso. Putumayo, 2000, P.339.
En otras ocasiones esta organización colectiva ha sido la forma de responder a la hostilidad
del contexto que se manifiesta en la desconfianza y el rechazo que en general experimentan
las familias desplazadas, pero también en los lugares casi siempre insalubres que
se ven obligadas a ocupar: primero aquí llegamos y nos organizamos, pasamos bastante
trabajo primero, tocamos varias puertas muchas veces no nos la abrían, nos decían cosas
muy feas y ahí fue que tomamos decisión de que nos organizáramos los poquitos que
habíamos y ahí fue que nos tomamos el Coliseo… (Neguá, Chocó, 1995, P.Vereda Peñol,
Antioquia. 1998, P.47.4.). Afrontar estas situaciones es casi imposible sin la solidaridad
y el apoyo mutuo. En los relatos de mujeres víctimas de todas las regiones del país es
posible encontrar formas colectivas de reconstruir espacios habitables y afrontar de esta
manera el despojo y el desarraigo vividos. Esto se convierte en una poderosa motivación
para el ejercicio de la solidaridad.
La adecuación de viviendas, servicios básicos, alimentación de las familias, construcción
de escuelas, se convierten en tareas urgentes en las que el apoyo mutuo entre las mujeres
ha sido una condición básica.
Nosotras, mujeres, tenemos que luchar por la vida de nosotros, porque nosotras
somos víctimas de todo lo que ha pasado y no queremos estar así, pero tenemos
que luchar pa’ seguir adelante con nuestros hijos, todas las mujeres desplazadas
venimos de la finca, pasamos trabajos aquí, venimos luchando y trabajando, hacemos
sopa, la que no hace sopa hace bollo y así pa’ defenderse. San José del
Playón, María La Baja Bolívar, 1980, P.206.
Duramos dos años construyendo las viviendas porque fue por autoconstrucción;
una ONG aporto los materiales y el Distrito el terreno y nosotros la mano de
obra, tanto niños como mujeres y hombres construimos las casas. Corregimiento
Bayano, Bolívar, 2000, P.222.
Las formas de solidaridad se basan en gran medida en el intercambio y en el ofrecimiento
compartido de los escasos bienes materiales que se poseen. Esta forma de solidaridad, a
veces encubierta en los contextos de temor o control, otras veces de forma más abierta y
pública, que permite cultivar los afectos y la amistad en la vida cotidiana.
422
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Después de que nosotros hayamos logrado sobrevivir con lo que se ha trabajado
por ahí, hay mucha gente que tiene su parcela y dice “que vea que ahí le traje su
guayabita, le traje este platanito”, eso lo tiene uno que comprar aquí en el pueblo,
entonces es mucho lo que uno se ahorra, esto es para el que tiene amigos, pero
el que no, el que tiene enemigos no tiene nada. Chigorodó, Antioquia, 2010, P.59.
Las mujeres descubren también experiencias de creación de formas de apoyo organizativo
y acompañamiento legal y psicosocial que restauran y otorgan sentido a la vida.
Muchas narraciones lo confirman, pertenecer a la organización devuelve algo de la vida
perdida. El contexto de la organización con otros provee de relaciones de apoyo afectivo
y sostén, y de un sentido de valor y autoestima muy importantes cuando se han vivido,
como la mayor parte de las mujeres víctimas, tantas experiencias de desprecio.
Yo experimenté la muerte, la muerte en vida, ya no encontraba que hacer; no
le encontraba sentido a la vida. Ya después que entre a la organización, que ya
estuve contacto de nuevo con los compañeros desplazados que me comentaron
de la organización, ya se habían tomado el Coliseo, entonces, en la organización
ahí fui tomando nuevamente ánimo y se me fue subiendo la moral cuando vi que
yo podía ser útil, con mis conocimientos, con lo poco que yo había… Popayán,
Cauca, 2006, P. 309.
Además del apoyo material o legal que las mujeres pueden encontrar en organizaciones
de derechos humanos, el contacto con otras mujeres víctimas que han vivido experiencias
similares ayuda a pasar de una visión individual a una más colectiva, además de
contrastar las experiencias personales en un contexto más amplio. Para muchas mujeres
este compartir con otras ayuda a reconocer sus propias experiencias sintiéndose comprendidas,
a generalizar sus vivencias y no verse como desviadas o extrañas, o incluso a
relativizar algunas de sus experiencia en el contraste con otras mujeres.
Creo que fue importante refugiarme en organizaciones amigas, de derechos humanos,
cumplen una labor importantísima en el acompañamiento, no solamente frente al
tema jurídico que finalmente es el más fácil, sino en un acompañamiento en el apoyo
emocional; creo que es fundamental, creo que eso me ayudó mucho, las organizaciones
que me acompañaron. Conocer otros casos de otras mujeres que han pasado por
situaciones muy complicadas. Conocí a mujeres por ejemplo de la comunidad de San
José de Apartadó que sufrieron situaciones muy complicadas y estar con esas organizaciones
me hizo llenar de fortaleza. Popayán, Cauca, 2006, P. 309.
Por otra parte, este afrontamiento permite también realizar experiencias de formación y
capacitación en las que las mujeres adquieren nuevos conocimientos y habilidades, pero
también una percepción diferente de sí mismas que ayuda a romper los estereotipos de
género que han tejido durante muchos años la percepción de las mujeres sobre sí mismas.
Un buen día fui yo a la Casa de la Participación y hay unos programas de unas
capacitaciones sobre el Auto 092, que es un Auto que habla precisamente de la
423
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
protección a las mujeres víctimas, habla también de la violencia, de las minorías
étnicas. Yo soy mujer, pertenezco a una minoría étnica y soy víctima en todos los
aspectos. Entonces asisto a esos talleres y me convierto en multiplicadora, lo que yo
aprendo allá lo replico a las mujeres en Suba. Segundo Nuevo, Bolívar, 2002, P.199.
Ante la ausencia del Estado en los procesos de atención a las víctimas, la ayuda, el acompañamiento
y la escucha de otras mujeres que hacen parte de las organizaciones generan
un espacio de confianza para hablar y compartir experiencias, que les permite juntar las
historias de sus vidas y dar pasos hacia adelante.
A la Ruta le doy muchas gracias por su labor; aunque uno lo hace con mucho
miedo, pero gracias por todo porque le ayuda mucho a uno, porque uno hay cosas
que las tiene por dentro y no encuentra con quien desahogarlas, no encuentra uno
a quien contárselas porque uno sabe con quién hablar, no sabe si le está hablando
al que no le debe hablar… dar muchas gracias a ella porque le cogí confianza.
Saravena, Arauca, 1996, P.137.
La sensibilidad de las otras mujeres con el dolor de las víctimas, ha contribuido al afrontamiento
positivo del trauma y también ha otorgado sentido a quienes son solidarias,
convirtiendo esta circunstancia en un aporte de doble vía al afrontamiento, que termina
fortaleciendo a las mujeres en la reconstrucción de sus vidas y a la organización misma.
Ellas trataron de ayudarme, colaborarme porque eso es lo único que en estos
momentos tengo, la ayuda de ellas, el apoyo de ellas, si me falta algo ellas me
colaboran”. Riosucio, Antioquia, 1992, P.99.
En otras ocasiones, las mujeres que se suman a los procesos organizativos después de ser
víctimas de algún hecho violento, toman la decisión fundamentadas en la necesidad de
tomar distancia, de mantener la “mente ocupada en otra cosa” o para “no pensar tanto”;
algunas mujeres narraron cómo el trabajo colectivo, las reuniones con otras, les ayudan a
inhibir el recuerdo de los hechos traumáticos como una forma de protegerse ante el dolor,
o como reflejo de la impotencia de no poder obtener justicia, reclamar o denunciar
Yo me he metido mucho en el trabajo social o así en cositas así yendo a reuniones
para no acordarme tanto. Medellín, Antioquia, 1989, P.14.
Por eso a mí no me gusta estar metida en la casa, pues como ya me gusta estar
mucho en la Ruta y todo porque así sale uno y se olvida un poquito de las cosas.
San Antonio de Prado, Antioquia, 1998, P.61.
Las organizaciones como apoyo
Las organizaciones y los movimientos de mujeres han sido activas en dar apoyo a otras
mujeres que habían sido víctimas del conflicto armado. Una de las formas de hacerlo ha
424
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
sido ofrecer apoyo psicológico tratando también de animarlas a participar en la vida asociativa,
en grupos de mujeres, como forma de entrar en relación con otras y empoderarse.
Otro modo de dar apoyo fue la protesta o el acompañamiento público, a modo de denuncia,
a mujeres que habían sufrido atropellos o habían perdido a seres queridos.
Las mujeres de la asociación me acompañaron en las novenas, la Ruta Pacífica
estaba en Bogotá y viajó. yo todavía no hacia parte de las mujeres de la Noroccidental,
solo hacia parte del grupo de mujeres de elaboración de duelo. La Ruta
estuvo aquí en Medellín conmigo. Me acompañaron las mujeres en el entierro.
Medellín, Antioquia, 1998, P.66.
La participación en grupos o la vinculación a organizaciones, además de proporcionar
ayuda material, fue un modo de salir del aislamiento posterior a un desplazamiento forzado
que las había llevado a vivir en un nuevo medio.
Me ayudó mucho la tranquilidad, todo… la tranquilidad que ya tenía, yo no conocía
nada por aquí, pero me fui enseñando a conocer una oficina y la otra, dele
y el hospital y así, a sacar las citas, todo (…) fue ya hace poco que me metí a las
reuniones. Me metí porque una vecina me dijo: “Venga vamos a una reunión que
hay allí que es muy bueno, que dan ayuditas”. Andes, Antioquia, P.675.
Participar en las actividades ofrecidas por las organizaciones propició el contacto con
otras víctimas de violaciones de derechos humanos, proporcionando una dimensión distinta
del daño recibido y facilitando retomar la relación con otras personas. Todo lo cual
favorece la reorientación de la propia trayectoria hacia una visión más positiva para seguir
adelante.
Después de los 17 meses, hablé con un sacerdote, y él me orientó y me decía que la
vida seguía, que había que seguir luchando, y los de Justicia y Paz también. Y ya me
comencé a integrar a esas capacitaciones, y uno como que comienza a tomar ese
rumbo, que solo uno, uno es víctima, que hay otros pueblos que sufren más que uno.
Entonces uno comienza a integrarse, y la cosa comienza cambiar, no a olvidar, pero
da un cambio. Peruanza de Garzón, Huila, 2006, P.859.
También a través de las organizaciones, las mujeres pudieron compartir su experiencia
con otras. El trabajo en grupo les permitió poner palabras a su dolor aligerando la carga
de sufrimiento y también salir de la soledad de la propia desdicha sabiendo que formaban
parte del colectivo de víctimas del conflicto armado.
Pero vuelvo y pienso, no solamente, o sea para mí las organizaciones han sido
de mucho valor, porque eso nos ha quitado a nosotros ese peso que sentíamos:
que por qué yo tengo que salir de mi tierra, por qué esto. Pero llegamos a otras
compañeras, a otras que nos cuentan quizás hasta peor, cosas peores y decimos:
pero es que yo no solamente fui la víctima, hubieron muchas víctimas más.
Urrao, Antioquia, 1996, P.70.
425
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Una de las tareas llevadas a cabo por las organizaciones de apoyo a las víctimas del conflicto
fue la capacitación en derechos humanos que permitió a las mujeres conocer los
canales para denunciar y reclamar sus derechos, sacándolas de la impotencia debida a la
falta de información.
Ahora, ahora me siento, o sea con las organizaciones ahora y todo lo que he
visto que uno tiene un derecho de reclamar, le doy gracias a la a todo que ya
nosotros tenemos derecho a reclamar. En ese tiempo a pesar que no había,
[grupos armados] había respeto y todo, pero cuando uno se sentía obligado
por los grupos o las personas a veces, como me sucedió a mí, me sentía afectada
bastante. Yo siempre me acuerdo de eso, me siento dolida por todo lo
que me pasó yo nunca pude hacer nada a esa persona pues. San José Playón,
Bolívar, 1980, P.210.
Otro ámbito del que recibieron apoyo fue la comunidad. En particular, mujeres indígenas
experimentaron un proceso de empoderamiento en este ámbito. Para la mujer entrevistada,
el compromiso con la reclamación de derechos, la lucha por la justicia y la reparación
fue un camino de superación sostenido por la pertenencia a la comunidad.
Pero es más que eso, este cabildo me ha, esta organización me ha dado esas
pautas para yo superarme y para seguir adelante con esto de seguir reclamando
los derechos, a la justicia y si, a la no repetición de los hechos y a la reparación
que igual eso es importante para mi hija y para mí. Santander de Quilichao,
Cauca, 2001, P.318.
Venir a la organización es como la libertad
La transformación en las subjetividades de las mujeres a partir de la formación política,
del conocimiento de otros territorios, de la reflexión sobre otras realidades y la comprensión
de las razones por las cuales sucedieron los hechos, potencia el reconocimiento de
sí mismas como sujetas de derechos y les permite avanzar en estrategias de exigibilidad
que no conocían antes de los hechos violentos. En el tránsito por las organizaciones, las
mujeres encuentran el espacio para la reflexión sobre lo que les ha pasado y sobre sí mismas.
A esto se suman las habilidades que adquieren para poner en lo público su palabra y
su voz, que se convierte en un recurso clave para enfrentar el dolor, luchar por la verdad
y la justicia, reconstruir sus vidas y su identidad como mujeres.
Hubo charlas, talleres, seminarios; en primer lugar conocer el conflicto armado
y que el desplazamiento es un delito y que nunca es igual para los hombres como
para nosotras como mujeres, nunca pasa la guerra igualmente a los hombres
como para la mujer. Primero nos tocó conocer eso, para ahora sí entender el sentido
de organizarnos, eso fue lo que hicimos y todavía lo estamos haciendo. Barrio
Miranda, Medellín, Antioquia, 2002, P.84.
426
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Las organizaciones promueven y apoyan la denuncia sobre los hechos ocurridos en el
conflicto armado, y han jugado un papel fundamental para que las mujeres exijan y accedan
a los derechos a la verdad, la justicia y la reparación. Esto permite que la complicidad
del silencio frente a los hechos se quiebre, y que las mujeres víctimas encuentren
sentido en el proceso organizativo. A través de las organizaciones, las mujeres avanzan
en la búsqueda de justicia y la exigencia al Estado por sus derechos como víctimas de la
violencia del conflicto armado y de las múltiples violencias que se ejercen contra ellas
en los espacios privados. De esta manera, la conciencia de tener derechos está asociada a
una revalorización de su identidad como mujeres y de su posición frente al Estado o los
perpetradores.
O sea, con las organizaciones ahora, y todo lo que se ha visto es que uno tiene un
derecho de reclamar, me da sentido y doy gracias que ya nosotros tenemos derecho
a reclamar y todo eso... Sur de Bolívar, P.175.
La organización de las mujeres víctimas ha servido como un instrumento para la no repetición.
Para muchas madres, que otras mujeres no pasen por lo mismo que ellas es parte
del sentido de su acción. Esta conciencia de la prevención es una motivación más allá de
sí mismas o sus necesidades, como una contribución de las mujeres a la reconstrucción
del tejido social.
Yo lo que quiero es hacer una justicia... poder llegar a la plaza de Bolívar, a donde
nos toque ir, al pueblo, a donde nos toque ir a mostrar lo que pasó con nuestros
hijos, para así mismo que ellos con estas versiones se den cuenta que no puede
seguir sucediendo y seguiré hasta el final, hasta que tengamos en Soacha una organización
de madres de falsos positivos. Becerril, Cesar, 1998, P.735.
Las organizaciones han jugado también un papel importante en los procesos de recuperación
económica de las mujeres para aquellas sobrevivientes de la guerra que cargan
consigo el peso del sustento para sus familias. En muchas oportunidades, el impulso para
la creación de organizaciones se centra en la satisfacción de sus necesidades básicas, sin
embargo el ingreso a redes o plataformas nacionales defensoras de derechos, otorga un
sentido político a la actuación de estas organizaciones que empiezan a transitar hacia la
construcción de sujetas políticas que luchan también por sus necesidades estratégicas.
Las mujeres víctimas y sus organizaciones participan entonces en procesos relacionados
con acceso a vivienda digna, a la tierra, a proyectos productivos, que mejoraran sus
condiciones de vida. Esta acción colectiva y pública de las mujeres para generar ciertas
condiciones que permitan mejorar sus vidas cuestiona el rol tradicionalmente atribuido
a las mujeres y supone una afirmación colectiva para generar cambios sociales para ellas
y sus familias; sin embargo muchas de esas acciones se han topado con la respuesta negativa
por parte del Estado, considerando a las mujeres como “invasoras” de terrenos en
lugar de personas con derecho a rehacer sus vidas. Lograr las condiciones legales para
llevar a cabo dichos cambios ha sido parte del trabajo de estas organizaciones. La unión
de numerosas familias desplazadas, muchas veces lideradas por mujeres, ha generado
427
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
nuevas condiciones de negociación con los poderes públicos en la exigencia de sus derechos,
convirtiéndose en interlocutoras de las instituciones. Así lo narran algunas mujeres
lideresas en la construcción de sus barrios.
Nos fuimos a tomarnos el barrio, el terreno y nos fuimos ahí a reubicarnos las 500
familias... nos tomamos el terreno y duramos tres meses también en lo mismo, peor
todavía, la lluvia por encima, tapados con plásticos, empezábamos a armar los
ranchitos y llegaba el ejército y la policía a sacarnos... finalmente pudimos lograr
lo que fue el barrio, lo de empezar a legalizar el barrio. Tadó, Chocó, 2002, P.666.
Bueno para salir de esa situación que teníamos ya, no le digo que nosotros vivíamos
de invasión en invasión, nos sacaban y volvíamos a meternos, y nos volvían
a sacar y así, porque era que se veía que no podíamos pagar arriendo, porque no
nos alcanzaba para el arriendo, y entonces fue ya cuando nos organizamos y nos
metimos a una asociación. Medina, Cundinamarca, 2003, P.662.
De la protección a la resistencia
Las mujeres buscan también en los espacios organizativos medidas de protección. Reflejan
gran escepticismo frente a la protección que debe brindar el Estado a las mujeres
víctimas que se encuentran en medio del conflicto armado, por ello la organización se
constituye en el lugar inmediato de protección para ellas y sus familias.
...Porque no tenemos amparo del Estado que nos brinde una protección para uno
salvaguardar sus vidas. Samaniego, Nariño, P.338.
Enfrentar el dolor colectivamente genera en las mujeres una sensación de tranquilidad
otorgada por dos circunstancias: de un lado sentirse rodeadas de otras, crea una imagen
colectiva de fuerza que minimiza la percepción del riesgo. Esta dimensión simbólica y
afectiva de ser parte de un “nosotras” es muy importante en las organizaciones de las que
forman parte las mujeres entrevistadas; y de otro lado la visibilidad política que alcanzan
las acciones de las organizaciones contribuye a que la sociedad conozca lo sucedido y la
premisa de que actúe como contención social para que lo hechos no se repitan.
Mi protección fue... continuar unidas con las compañeras, acudir a las organizaciones
para defender nuestros derechos, cuando uno sale de todo eso uno busca
organizaciones que compartan nuestras ideas. Macayepo, Sucre, 1998, P.236.
Yo pienso que la denuncia que hemos hecho nosotras ya alerta a todo el mundo,
a la juventud como una alerta temprana de lo que puede suceder y… al ejército
también porque desde que esto pasó ya no hay falsos positivos, ya no hay ejecuciones
extrajudiciales, desde que se denunció esto, entonces, la denuncia, la
lucha, seguir, perseverar, eso sirve para que otros jóvenes se alerten, para que
otras familias sepan lo que ha pasado, igual nosotros en Bogotá hemos hecho
jornadas de prevención en colegios, en universidades de estratos altos y estrato
sbajos porque, no porque ellos eran del sur entonces a los del norte no les puede
428
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
pasar, entonces eso lo hemos hecho en forma de prevención para que esos casos
no vuelvan a repetirse. Cabarga, Riosucio, Caldas, 2008, P.625.
Adicionalmente, desde las organizaciones se instauran mecanismos jurídicos de protección
a las mujeres víctimas, se establecen estrategias entre mujeres y se promueve el
autocuidado, acciones todas que aportan en convertir a las organizaciones en espacios en
los que las mujeres no solo se sienten acogidas, sino que efectivamente se trabaja por su
seguridad y la de sus familias. En este proceso, el papel de las organizaciones ha sido ir
más allá de los mecanismos del Estado, por una parte promoviendo el acompañamiento a
las mujeres víctimas frente a distintas diligencias o gestiones, pero también llevando algunos
casos ante el sistemas internacionales de derechos humanos para tratar de ampliar
las garantías de sus derechos. La seguridad y la protección de las mujeres víctimas es un
elemento clave para las distintas organizaciones.
Acá en la Casa de la Mujer, pues acá nos documentaron, porque nosotros ya
habíamos hecho la denuncia en Fiscalía, entonces documentaron eso, y vieron
los casos que eran, y hablaron con la Comisión Interamericana, y de ahí salieron
unas medidas cautelares, porque es que vieron, que era un riesgo extraordinario,
y pues yo ahorita tengo medidas de protección. Viotá, Cundinamarca, 2000, P.131.
Por último, la solidaridad, la defensa de sus derechos, el apoyo mutuo y la protección, son
parte de forma creciente de una conciencia de la resistencia frente al conflicto armado y la
violencia más ampliamente contra las mujeres. Un espacio clave para avanzar un escalón
en la recuperación de su identidad, la recuperación económica y tejer lazos que las afiancen
en el nuevo y a veces desconocido territorio.
Nos fuimos a acompañar a las víctimas, y eso es un trabajo muy bonito, que nosotros
y nosotras en nuestra comunidad indígena tenemos una resistencia muy buena y todo
pero, no hemos hecho lo que hace la Ruta que nos llevan a diferentes partes a mirar
como han hecho miles de masacres con nuestras mujeres, y siempre mira uno que son
las mujeres las que son más afectadas… y así seguiremos y aquí estaremos en las buenas
y en las malas con la Ruta. Santander del Quilichao, Cauca, 2001, P.326.
El afrontamiento positivo a través de la vinculación de las mujeres a los procesos organizativos
contribuye a sanar individual y colectivamente, a la búsqueda de justicia, a que
las generaciones siguientes no tengan que vivir los efectos de la guerra, a resistirse a creer
que la guerra es su único destino.
El estar hoy aquí en la organización con las mujeres y hacer resistencia a todo
esto, con mi familia, mis hijos principalmente, mis nietos que están aquí, mis nietas
que han quedado sin un papá, me han llevado a tener más fortaleza, a tener
más conocimiento de las cosas ya querer que tengamos un país con justicia social
que realmente nuestras voces, a donde quiera que vamos, se sientan. Ocaña, Norte
de Santander, 2008, P.788.
429
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
III. Transformaciones en su rol de identidad: familia y nuevos roles
La mirada reflexiva hacia el pasado que trazan las mujeres en las entrevistas les lleva a
reconstruir un recorrido interior en el que debieron sobreponerse al dolor y la impotencia
para seguir adelante y rehacer lazos con la vida en positivo. Al volver a rememorar esa
experiencia, aluden a los asideros que les dieron fuerza para vivir el presente sin quedar
apegadas al dolor. Entre ellos mencionan la responsabilidad por las hijas e hijos, la lealtad
a personas queridas, la propia dignidad y el aprecio del valor de la vida.
Como se señaló en la introducción de este capítulo, la mayoría de las mujeres optó por
centrarse en su familia para proteger su vida y la de los suyos (65%). Sin embargo, este
centrarse en sus próximos muestra una respuesta tendente a no solo a su propia protección
o un afrontamiento individual, sino un cuidado por los otros y sus responsabilidades
familiares. Además, casi seis de cada diez mujeres señaló también una transformación de
sus roles al interior de la familia y de su propia identidad (57.39%), siendo su principal
sostenimiento económico y afectivo (54.50%).
Las mujeres señalan también cómo en el proceso de afrontamiento hubo hechos cruciales
que les hicieron sentir que sus vidas volvían a recobrar un cierto orden y sentido: el hecho
de rehacer la casa como espacio de vida, la obtención de medios para subsistir, la recepción
de ayudas y el saberse formando parte de nuevo de una comunidad de relaciones. Las
mujeres nombran los apoyos recibidos y expresan gratitud por ellos.
No podía quedarme ahí en el dolor
Entre las mujeres entrevistadas, algunas reexaminan el momento en que, situadas en el
estrecho paso entre “no poder vivir” y “seguir pudiendo” en que las había sumido el
quebranto debido a las pérdidas o a los abusos sufridos, encontraron el modo de seguir
anudando los hilos de la vida. El complejo aprendizaje derivado de esta experiencia se
expresa en las voces de mujeres con variados matices.
Para hablar de ese momento crucial y delicado, utilizan en ocasiones imágenes que refieren
a un lugar de dolor del que pudieron salir, y a los recursos que pusieron en marcha en
este proceso. El lugar del dolor, asociado al desconsuelo y a la culpa, se puede abandonar
con determinación buscando salidas; en este caso, la actividad de estudiar asociada al
recuerdo y al vínculo con el hijo asesinado permitió a la mujer salir de aquel.
Yo me acordé de unas frases que él me dijo cuando terminamos la primaria. Me
dijo: “mamá lo que yo tengo te lo debo a vos, yo voy hacer mamá que todo el
mundo se enorgullezca de mí y que se enorgullezca de usted, porque vamos a
estudiar junticos y voy a pasar a la universidad, y quiero que estemos juntos”.
Esas palabras, cuando yo las recordé, para mi ese momento cuando terminamos
la primaria fue muy efusivo, salir al frente. Todas estas cosas me dan fuerza y dije
no voy a desfallecer. Y terminé mi bachillerato... No podía quedarme ahí en el
dolor… todo el tiempo culpándome. Bello, Antioquia, 2003, P.15.
430
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El lugar del dolor se describe en otros testimonios como inmovilidad que no permite
mejorar. Una inmovilidad que genera el estar encerrada en los propios problemas y el
descuido de todo lo demás. Permanecer sellada en ese lugar sin poder vivir el presente,
significa también seguir sin esperar nada del futuro. Esta fijación en el dolor repercute en
las relaciones pudiendo tener duras consecuencias para las hijas y los hijos.
Pues el mensaje que yo digo que así hay muchas montañas que se le vienen encima
a uno, pero uno se para y volver a empezar. Que uno sabe que tiene que
luchar es por los hijos... Uno no puede quedarse en el dolor, porque si se queda
en el dolor, ahí se queda para siempre… Por eso siempre uno espera vivir el hoy
para esperar el mañana mejor, porque si no, se queda uno sellado ahí, entonces
no puede salir adelante. Naya, Cauca, 2005, P.378.
No quedarse fijada en el dolor requiere ser capaz de superar la parálisis que provocan los
hechos traumáticos. De su experiencia de desplazamiento forzado la mujer entrevistada
aprendió que es necesario tener la fortaleza y la sabiduría de no detenerse para conseguir
que las situaciones cambien para mejor.
Entonces a veces uno tiene que saber sobrellevar la situación, como tener esa
fortaleza para uno salir adelante. O sea, no sentarse en un sentimiento de que me
voy a quedar sentada aquí y no voy a hacer nada, porque sentada tampoco le llega
nada. Entonces así ha sido la vida mía, la situación desde los cinco años que he
sido desplazada. Urrao, Antioquia, 2005, P.597.
Para salir adelante sin quedar apegada al dolor provocado por los hechos violatorios es
necesario un proceso de fortalecimiento al que puede contribuir el apoyo de otras personas,
sabiendo no obstante que el daño recibido va a dejar su huella.
Con mucha resistencia y digo que no nos debemos quedar aunque hay cosas que
nos marcan toda la vida, hay que tratar de ir saliendo de ahí, ir fortaleciendo,
gracias a todas estas entidades que uno ha estado ahí, lo han ayudado mucho,
porque saber que uno está con la mamá por allá detenida… hay que aprender a
afrontarlo. Belén de Guajirá, Antioquia, 1992, P.19.
Probablemente las mujeres sintieron a veces que aun deseando la muerte, que es inmovilidad
y abandono, el compromiso con la vida y con las personas a su cargo las obligaba
a seguir viviendo.
Uno quiere morirse al instante, quiere morirse, quiere irse con ellos. Pero toca seguir
su vida. Toca salir adelante luchando como quiera, seguir incluso por los hijos
que dejan. Toca seguir luchando. La Hormiga, Putumayo, 1998, P.544.
La pena y el sufrimiento prolongados enseñaron a las mujeres un límite a partir del cual
el desconsuelo es inútil. Tal vez ese fue el punto de inflexión para retomar la vida con
431
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
sus vínculos, aunque nada volviera a ser lo mismo porque la experiencia de transitar y
sobrevivir al dolor las había cambiado.
Sufrir y sufrir, derramar lágrimas, ya hasta el momento me he cansado de llorar,
porque con llorar no los revivo, pero sigo pensando que la vida sigue, y que tengo
que seguir luchando por mí, y por mis hijos. Pero que eso fue muy duro y el vacío que
hay en mi corazón, que yo ya no soy la misma, no soy la misma. Caseríos de Frías,
Tolima, 2000, P.164.
La autocompasión como una actitud improductiva lleva al abandono de una misma y de
los demás. Las mujeres aluden, por el contrario, a la valentía que ellas desplegaron para
enfrentar los hechos y seguir adelante con la vida.
También digo que las mujeres tenemos que ser verracas. Y algo tiene que resultar,
así sea barriendo calles o algo. Así sea barrer calle o a reciclar, lo que sea, pero
yo digo que las mujeres no nos podemos dejar morir de hambre. La Dorada, Caldas,
2003, P.856.
Algunas mujeres aprendieron a poner freno al derrumbe personal - y las condiciones
de precariedad y no en pocas ocasiones en estado de indigencia - que les supuso de ser
víctimas de violaciones de derechos humanos. La percepción de haber entrado en una
dinámica de hundimiento que podía no tener retorno fue para muchas de ellas, el tope a
partir del cual tomó fuerza para salir.
Antes de eso, me propuse yo misma salir pues de ese abismo, que yo veía que cada
vez me iba como más. Dagua, Valle del Cauca, 2002, P.863.
La experiencia del hundimiento es un círculo vicioso en el que se retroalimenta la desdicha
y el dolor. Contar con algunos recursos para detenerlo permite reconducir hacia
sentimientos positivos y encontrar asideros para seguir adelante.
Yo lo que tenía era que trabajar, seguir adelante y trabajar, de pronto a mí me ha
ayudado ya después, salir por ahí si hay conferencias, charlas interesantes, de
trabajo espiritual, de trabajo de autoestima y todo este tipo de cosas, eso lo fortalece
a uno mucho. Lo fortalecen a uno y le da una visión también, de cÓmo de
pronto manejar cositas, de cómo soltar tanta cosa también, porque a veces uno va
cayendo en un círculo vicioso en que se le va volviendo cada cosa una tragedia…
Buenos Aires, Cauca, 2000, P.354.
Una imagen recurrente para expresar cómo algunas hicieron frente a los impactos de las
violaciones de derechos humanos es la de una situación paradójica en la que se hace posible
lo que parece imposible: seguir sacando fuerza cuando una siente que no le queda
ninguna; tratar de olvidar lo que no es posible dejar de recordar. Y sin embargo de esos
imposibles emerge lentamente la mejora. La capacidad de asimilar los hechos ocurridos
permitió, poco a poco, volver a poner orden en el caos emocional
432
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Pidiendo primero a Dios fortaleza y luchando uno, sacando fuerzas donde uno
no las tiene para salir adelante y olvidar todo ese proceso, aunque todavía no se
olvida, pero… ahí ya está uno un poco mejor. Particularmente, yo lloraba, como
estrés y como impotencia y como desaliento al mismo tiempo. Pero ahí tratando
de asimilar las cosas, fuimos superando ese caos, por decirlo así. Barrio Kennedy,
Bogotá, D.C., 1998, P.746.
Algunas de las mujeres entrevistadas narran procesos personales de transformación de
sentimientos y sensaciones negativas que les permitieron reorientar sus vivencias en un
sentido de mejora y recuperar la relación con la gente.
No sé cómo cambié, principié yo misma a cambiar, a olvidarme de tanto dolor.
Principié yo misma, a recordar cosas bonitas, y no recordar tanto dolor, y tanta cosa
mala que nos pasó. Entonces, fui cambiando las cosas malucas, por cosas bonitas, y
en salir, y en tratar más como la gente. Dagua, Valle del Cauca, 2000, P.863.
La mujer entrevistada narra cómo los sentimientos de rencor, de rabia y los pensamientos
de venganza la ocuparon hasta que desplazar su pensamiento hacia las hijas y los hijos le
proporcionó una medida, un sentido del límite, a partir del cual trató de cambiar, aunque
con elevados costes emocionales. Sin embargo, sólo pudo superar el resentimiento cuando
tuvo empleo y se capacitó, encontrando una proyección profesional. Esa situación se
ha dado en otras numerosas víctimas.
Hubo un tiempo en que yo estuve con los pensamientos de venganza. Después,
como tengo los hijos jóvenes, también las hijas, entonces yo no pensé solo en
mí, pensé en mis hijos. Yo ya tenía otros dos hijos que tengo. Entonces me detuve
de eso. Al momento de que yo tenía ese pensamiento malo, ese rencor, esa
rabia, traté de pensar diferente. Hubo un tiempo que traté de perder la memoria.
Y gracias a una oportunidad que me dieron aquí, pude entrar a trabajar dos
meses desempeñándome como promotora de salud. Entonces ahí me incluí en
Samaniego en unas capacitaciones y entró Oxfam. Eso me sirvió harto porque
pude de pronto olvidar el resentimiento o el rencor que yo tenía. Villagarzón,
Putumayo, 2002, P.345.
En otros casos, en esa búsqueda de sentido a los hechos, la víctima puede pasar a culpabilizarse
o culpabilizar a otras personas como en el siguiente caso. No obstante, su
capacidad de reflexión le permitió discernir la realidad y reconducir sus actividades y
sus sentimientos hacia una valoración de la vida. El aprendizaje que ella transmite es la
necesidad de aceptar con el tiempo el hecho de estar viva, a pesar de haber pasado por
una experiencia atroz. Esto permite buscar apoyos y ayudas que facilitan convivir con las
secuelas de la violencia sufrida.
Yo como que culpaba a mi propia gente de eso, sabiendo que ellos nada tenían que
ver; ellos creo que sentían el mismo dolor de ver que yo a esa edad había perdido
433
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
el brazo. No era el caso, después yo me puse a reflexionar, ellos nada tienen que
ver, fue un problema muy aparte a la vida de ellos, luego volví a mi resguardo otra
vez, es allí cuando… y claro yo aprendí rápido a manejar, entonces con eso me di
cuenta que yo estaba viva, que podía seguir haciendo cosas y eso. Páez, Cauca,
1986, P.302.
Tratar de vivir el presente
Uno de los movimientos interiores necesarios para superar los impactos de la violencia,
tiene que ver con el tiempo y se expresa con la imagen de dejar que el pasado quede atrás,
que no ocupe el lugar del presente.
Me siento mejor, porque hay que tratar de dejarlo en el pasado, ¿no? Tratar de
vivir el presente, y pa’ delante. Nada pa’ atrás, porque atrás… Bocas de Satinga,
Nariño, P.877.
La idea de ir hacia adelante es tal vez la más repetida para subrayar la necesidad de delimitar
un momento anterior en el que ocurrieron los hechos traumáticos. Hacer que esos
hechos queden circunscritos al pasado para evitar que sigan invadiendo el presente. Un
presente que se va haciendo en las relaciones vivas, con apertura a lo que pueda ocurrir.
Mira, mejor dicho echar pa’lante, pa’tras ni un pase, echar pa’lante, porque lo que
fue, fue, y pedirle al señor resignación, y que me dé unos días más, para yo estar con
los hijos, y de pronto dejarles algo, no se sabe. Apartadó, Antioquia, 1997, P.128.
En la mente yo ya decía, pues ya esto pasó, ya yo no puedo, o sea, yo decía que
eso que me había pasado no me va volver a pasar y que gracias a Dios no me pasó
nada más grave y…o sea, tener una mentalidad… tener una mente positiva, no
pensar siempre en las cosas negativas, en pensar en lo que me pasó sino pensar
en el presente, pensar en lo que me va a pasar más adelante, en lo que viene…
Bodegas, Santander, P.787.
Hacer una nueva vida, empezar de cero, son otros modos de afirmar que hay que ir dejando
atrás el daño sufrido. Soltar el peso que imponen los “sentimientos malos, los sufrimientos
de la guerra”, para poder recomenzar la vida en presente, aunque ese presente
siempre estará acompañado de recuerdos que son imborrables.
Creo que es justo cambiar de vida hacer una nueva vida aunque yo digo sería muy
bueno que a usted se le borrara todo del CD y empezar una vida de cero, pero es
imposible. Se pueden dejar cosas, pero las de la mente no se pueden borrar nunca,
eso lo llevamos acá presentes porque a donde vayamos siempre irá con nosotros.
El sufrimiento es algo que hay que ir alejando de nosotros al ver que las cosas
buenas van pasando… San Francisco, Antioquia, 2001, P.91.
434
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El transcurso del tiempo en sí mismo es también un factor de cambio porque el fluir de la
vida y los acontecimientos se imponen, permitiendo resituar las experiencias dolorosas. Si
bien el tiempo no lo cura todo, a pesar de lo que dice el dicho, el tiempo puede ayudar a poner
ir enfrentando la situación y aminorar el dolor, aunque también este puede cronificarse.
Pues yo y mi familia a la medida de que el tiempo iba pasando y las cosas se iban
dando, fuimos enfrentándolas. Me puse a pensar que la vida seguía, que la vida no
es ahí y tenía que sacar mis hijos adelante. Buey, Chocó, 2005, P.462.
Uno de los aprendizajes que transmiten los testimonios de mujeres es la aceptación de que
los hechos dolorosos ocurridos son irreversibles. Es esta aceptación de la realidad la que
permite seguir recibiendo lo que la vida ofrezca en presente. La aceptación de los hechos,
también en este caso de desplazamiento forzado, se expresa en el siguiente testimonio
como adaptación a la situación, puesto que la añoranza y el deseo del retorno persisten,
pero se reconoce la imposibilidad aún de volver al lugar de origen por la presencia y el
control de los perpetradores.
Siempre, todavía me acuerdo de mi tierrita que tenía, pero al mismo tiempo se
resigna uno y… De todas maneras uno tiene que bregar para salir adelante. Cómo
se va a tirar uno pues a no hacer nada… Entonces ahí está uno sí en la lucha, sí, a
ratos piensa de volver a regresar a su tierra; pero no, porque uno ha visto la situación
de esa gente cómo han matado, entonces no. Aguadas, Caldas, 2004, P.597.
La fragilidad del curso de la propia vida es también un aprendizaje que permite asumir la
realidad de que unos hechos inesperados empeoren bruscamente la propia situación vital.
Esa misma conciencia de la continua posibilidad de que ocurran cambios, da la convicción
de que con esfuerzo la vida puede volver a mejorar.
Un cambio drástico en la vida donde tu estás bien y de un momento a otro estás
mal. Pero luchando, tú otra vez te mejoras. Son cambios que uno no espera y
que de pronto ya están marcados en la vida y uno tiene que aceptarlos. Será,
pero sí, ha sido un cambio muy grande. Riosucio, Chocó, 1996, P.217.
La idea de conformidad tiene que ver, en el siguiente testimonio, con una actitud vital de
no rendirse como persona dejándose invadir por sentimientos negativos que empeoran la
propia existencia. En esa actitud está también, la necesidad de circunscribir los hechos
violatorios al pasado para proseguir el curso de la vida.
Ahora, a uno ya le va pasando, ya tiene uno que conformarse, lo que pasó, pasó,
porque uno ya qué puede hacer. Uno ya maldecir no puede, amargarse la vida
tampoco. Ya lo que pasó, pasó, y hay que asumir uno mismo las consecuencias, ya
es como que se acostumbra. El Tambo, Cauca, P.301.
Al volver a recordar cómo salieron del lugar del dolor y se volvieron a vincular al presente,
las mujeres entrevistadas dieron significados profundos a sus procesos y explicaron
435
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
aprendizajes que van más allá de su vivencia concreta e irrepetible, para constituirse en
un saber de la experiencia que ponen a disposición de las demás.
Para la mujer entrevistada que narra su experiencia de desplazamiento forzado, salir adelante
es no dejarse arrebatar la dignidad. Su testimonio transmite la resistencia a quedar
fijada en el lugar de “desplazada”, con todas las connotaciones negativas que conlleva.
No se resigna a ser la “otra” desconocida, a quien se niega valor y de quien se desconfía.
Pero la incorporación a la vida colectiva de barrio, sin el estigma de la víctima de desplazamiento
forzado, requiere una actitud personal asertiva que ayude a transformar la
mirada de los demás.
Cuando apenas llegamos al barrio, decían que nosotros éramos malos, que ahí eran
ladrones, que eran… bueno, que matones, de todo por el hecho de que éramos desplazados…
nos discriminaban mucho, pero entonces yo le dije: si nosotros no somos
lo que ellos piensan, ¿por qué no vamos a andar con la cara en alto? Andemos con
la frente en alto. Inclusive cuando entró el alcalde nunca nos ponía atención, para él
éramos unas viejas que se la llevaban pidiendo, unas muertas de hambre que venían
al municipio a poner problemas. Sucre, Cauca, 2002, P.390.
Hacerse cargo de las propias experiencias, por duras que sean, afrontándolas sin convertirlas
en culpa o en carga para otros, requiere fortaleza y sabiduría. Muchas mujeres
apelan a esa capacidad de afrontamiento en nombre de la responsabilidad que se contrae
cuando se da la vida a otros, que no merecen heredar el daño injusto recibido por sus
antecesores.
Uno no puede pasar en la vida culpando a los demás de lo que le pasa a uno.
Usted tiene que ser capaz de afrontar sus propias cosas, por grandes y duras que
sean, usted tiene que ser capaz, porque si usted es débil y usted se entrega a todo
lo que le pasa, sus hijos van a cargar con la misma cadena que uno cargó, y yo
pienso que no. No porque ellos no pidieron venir al mundo, uno les dio la vida y
uno tiene que responder por ellos. Primavera, Arauca, 2007, P.693.
Poner el valor de la vida por delante del de las cosas materiales fue otro aprendizaje
emergido de la experiencia de la desposesión derivada de los hechos de violencia. Ante el
dilema de defender las posesiones propias o la propia vida, muchas mujeres eligieron el
don único de la vida, aceptando que las cosas materiales pueden reemplazase y la vida no.
Para nosotros fue muy duro porque uno trabajar tanto tiempo en el monte y conseguir
las cosas con dificultades y perderlas así… pues nos pusimos a pensar que la
vida estaba primero y que las cosas materiales se podían remplazar en otra época
si Dios nos daba la oportunidad, pero la vida era una sola y que mejor preferíamos
la vida. Riosucio, Chocó, 1991, P.496.
436
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Nadie más lo va a hacer por mí
Una de las formas de dar sentido a las experiencias vividas y a la necesidad de seguir
adelante en la vida, es la lealtad al vínculo con la persona amada y el proyecto compartido
con aquella, aunque ya no esté. Estas formas de recuerdo de los que ya no están, que son
maneras positivas de enfrentar el duelo, son también modos de dar sentido y continuar la
trayectoria emprendida, frecuentemente como un legado al que hay que dar continuidad.
Prácticamente ha sido el mismo legado que él me dejo. En cierta medida ya estaba
preparada cuando él murió, él me dijo “es posible que vaya a pasar esto y usted
tiene que seguir, usted no se me puede quedar. No se me vista de negro, se me va a
vestir bien alegre”. Pues él ya me tenía en cierta manera sensibilizada frente a lo
que iba a pasar. Pero bueno si yo lo amaba y él también y estábamos construyendo
un sueño juntos. Lo que yo menos puedo hacer en este momento es tirarme para
atrás, entonces vamos para adelante y la universidad si él estaba feliz de que yo
me matriculara, todo lo contrario, voy a terminarla pues con todo mis dolores,
con todas mis debilidades y mis incapacidades. Cuando me gradué, el grado se lo
dediqué fue a él porque finalmente fue por él que lo hice, él es el que siempre me
ha dado la fuerza. Medellín, Antioquia, 1996, P.64.
Otras mujeres sacaron fuerzas para enfrentar los hechos traumáticos del respeto a ellas
mismas, de la que proporciona mantener la propia dignidad, no aceptar visiones degradantes
que otras personas puedan proyectar sobre una.
Yo, en los primeros días de eso me adelgacé, me puse enferma, me dolía mucho la
cabeza, no tenía el mismo apetito para la comida, mucho estrés, me dolía mucho
la cabeza, era lo que más me dolía; pero con todas esas dolencias que tenía, yo
era para adelante, porque la meta mía no era venir a mendigar aquí, porque yo
no soy mendiga, yo tenía mis cosas y para venir a mendigar aquí tampoco. Yo lo
que exigía era que me dieran trabajo para poder sostener mi familia. El Tambo,
Cauca, 2001, P.308.
Si bien la lógica de proporcionalidad (“si nada debo nada temo”) no funciona en la guerra,
dado que muchas personas han sido víctimas sin “deber nada”, y en todo caso nadie es
merecedor de sufrir violaciones de derechos humanos, la convicción de no tener culpa
alguna puede también ayudar a mantener la propia dignidad y defender el derecho a llevar
su propia vida.
Como nada hice malo cuando salí desplazada, siempre he pensado que por qué
tengo que estar huyendo, por qué no estoy llevando mi vida normal, como un ser
humano normal, tratando de salir adelante, trabajando, queriendo organizar mis
cosas mejor, por el bienestar de mi madre que es discapacitada, por el bienestar
de mis hijos, y llevando la vida normal, como cualquier ser humano normal. Bogotá,
D.C., 2008, P.193.
437
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Finalmente, la conciencia de que ante una situación de persecución injusta una debe sacar
de ella misma la fuerza y la entereza de enfrentarla, es otro modo de expresar que lo único
que nunca se debe perder es la propia dignidad. Si bien la violencia trata a la víctima
como un objeto de desprecio, el aferrarse a su propia dignidad es un elemento clave de
la resistencia.
Sacando fuerzas porque una vez alguien me dijo que saliera de esa situación, la
persecución de mis compañeras, me dijo “¿tú cómo haces para soportar todo
esto?”. Pero no es valentía, no es coraje. Estoy ante una situación y yo soy consciente
que si yo no saco la fuerza y la entereza para afrontar las dificultades con
la cabeza en alto, nadie más lo va a hacer por mí. Riohacha, Guajira, 2007, P.102.
Así la imagen que una mujer tiene de ella misma es un elemento fundamental de sostén en
las situaciones de vulneración de los derechos, pues permite mantener la conciencia del
propio valor y presentar resistencia a ser reducida a un objeto manipulable y prescindible
por medio de la violencia.
La creación de un territorio de palabra propia fue el modo que halló una de las mujeres
entrevistadas para crecer en un medio militarizado en el que se desarrolló su infancia.
A mí me criaron al estilo militar y es: se va para una montaña y camina todo el
día en una montaña porque esto es un entrenamiento que le están dando. Entonces
por lo que yo opté todo eso fue por escribir, primero hacía dibujos y después
escribir y escribir se volvió en un territorio. No era un territorio fijo pero si tenía
la oportunidad de plasmar lo que yo estaba pensando, el único territorio que tenía
era la palabra y es el único que tengo de manera que es mi proyecto de vida y el
sueño que yo tengo es ser escritora. Belén Rincón, Antioquia, 2000, P.12.
Nombrar las cosas, en sus propias palabras, permite darles medida y lugar, hurtarles la
posibilidad de que nos arrastren a abismos de angustia y de miedo. Salir del lugar del
dolor, dejarlo atrás, tratar de vivir el presente son las expresiones usadas por mujeres para
describir cómo afrontaron el quebranto producido por hechos de violencia. Los asideros
que ellas encontraron para llevar a cabo el proceso de afrontamiento fueron sobre todo
los vínculos afectivos, pero también movilizaron recursos interiores que mantuvieron su
fortaleza y dignidad.
Responder por esos niños
El vínculo con las hijas e hijos es tal vez el argumento más repetido para dar razón de lo que
empujó a las mujeres a seguir adelante. El amor, la responsabilidad o la obligación asumida
hacia ellos son los motores que sostienen un proceso de superación de la aflicción que a veces
parecía imposible lograr. Los hijos son pues el principal motivo, según los testimonios
de las mujeres entrevistadas, para salir del lugar del dolor y dejarlo atrás, para sacar fuerzas
de donde casi no quedan, para enraizarse en el presente y mirar el futuro.
438
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
En algunos testimonios se explicita la decisión de salir adelante con y por los hijos, como
un momento crucial después de sufrir violaciones de derechos.
Tomé la decisión de salir adelante con mis hijos. Buenos Aires, Cauca, 2001, P.451.
Me senté y recapacité, y miré que tenía otros hijos y tenía que salir adelante…
Bellavista, Chocó, 2002, P.457.
Salir adelante por los hijos fue a veces el impulso que permitió mantener el ánimo, la
forma de movilizar energías para la vida.
Algo que me ayude a superar… sí, pues ahorita en estos momentos sí tengo algo de
que me ha hecho ¡huy! Que son mis dos hijos, que son los que me dan fuerzas para
salir adelante, luchar por ellos y sacarlos adelante. Bodegas, Santander, P.787.
La idea de pelear por los hijos y las hijas es el motivo que da sentido al esfuerzo que
requiere rehacer la vida después de las pérdidas debidas a hechos de violencia. Estas relaciones
y el sentido de responsabilidad por los otros suponen experiencias resignificantes
para muchas mujeres que les han ayudado a enfrentar el impacto traumático.
Lo hacía porque sabía que seguir adelante con mis hijos, donde yo no los hubiera
tenido a ellos yo seguro que me hubiera mandado a la muerte también, yo seguí
por ellos porque sabía que tenía que hacerle frente porque prácticamente ellos
me tenían era a mí, entonces…que yo siempre en la casa he sido mujer y hombre,
me ha tocado la lucha con ellos y ahí los llevo… Entonces, pues yo también eso
me marcó mucho porque mi hijo tenía buenos pensamientos y todo, y al morir él,
todo se acabó, quedó ahí en pensamientos no más… Barrancabermeja, Santander,
1996, P.709.
Las mujeres asumen a menudo la responsabilidad de velar por los hijos como una prioridad
en sus vidas que pasa por encima de sus necesidades y sus estados de ánimo, y que
también supone una sobrecarga personal.
Yo vendía rifas, comidas, he vendido ropa, todo por mis hijos. Hambre no, primero
mis hijos, primero mi responsabilidad con mis hijos. De ahí, las otras cosas. En
eso, pero sí, yo creo que eso le afecta a uno bastante. Vereda la Afiladora, Putumayo,
P.593.
Responder por los hijos, hacerse cargo de ellos, es un rol atribuido en primer lugar a la
madre, aunque otras mujeres de la familia lo asumen en ausencia de aquella. La mujer
entrevistada dio un sentido positivo a la responsabilidad respecto a sus hermanos, convirtiéndola
en motivo para rehacerse después de haber vivido graves hechos de violencia.
Entonces eso también me motivó porque yo sabía que había un compromiso, como
era responder por esos niños que quedaron huérfanos de papá y mamá. Yo traba439
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
jaba y ayudaba a mirar por ellos. Creo que también fue un motivo por el que yo
tenía que vivir y trabajar. Entonces eso también fue más que una carga un motivo
para continuar. Belacazar, Cauca, 2009, P.302.
Apostar por la continuidad de la vida después de haber sido víctima de la violencia, y
a pesar incluso de la enfermedad, va estrechamente ligado a la responsabilidad que las
mujeres asumen en relación a sus criaturas. Una responsabilidad que es también respuesta
consciente a la dejación de los padres con respecto a responder por ellas.
Yo sé, yo tengo que seguir en la lucha con mi enfermedad. Pero yo sé que como me
mandan los médicos, yo me hago los remedios, para salir, para evitar que yo falte
a mis hijos, porque el papá no responde por ellos. El papá no responde. Ni sé de
la vida de él. Buenos Aires, Cauca, P.311.
Los hechos de violencia dejaron a numerosas mujeres solas a cargo de los niños y niñas.
Estas mujeres, que habían considerado su educación como un proyecto común con
su pareja, se vieron obligadas a hacerse cargo en solitario de la misma. No obstante, la
crianza y el progreso en los estudios de la hija y el hijo también fueron el acicate para no
estancarse en el dolor por la muerte del compañero. En algunos casos esta relación con
los ausentes es un fuerte motivo para seguir adelante, también un punto de apoyo para
completar la propia formación y seguir estudiando.
Pues yo creo que no les pude dar lo que pensábamos dar los dos, pero yo creo que
fui capaz de darle estudio a mi hija, la logré sacar de bachillerato, ahorita ya la
tenemos en la Universidad. El niño también está terminando ya bachillerato, yo
hice la tecnología, seguí adelante con sacrificios y cosas, pero pues… o sea, no
me podía estancar porque él se había muerto, yo dije: “Yo tengo que seguir” y mis
hijos tenían que seguir y seguimos, y ahí vamos y aquí estamos, y dando la pelea,
porque la sigo dando. Barranquilla, Atlántico, 1995, P.594..
En el mismo sentido, la misión de procurar por los hijos en ausencia del padre fue en otros
casos la palanca de apoyo para levantarse y volver a recuperar las ganas de vivir.
Yo los veía ya sin papá, yo a mi esposo lo daba por muerto, yo decía: “A él lo
mataron, lo tuvieron que haber matado” porque yo nunca más volví a saber de él.
Pero tengo la misión de mis hijos, y yo voy a salir adelante con ellos, si (…) Entonces,
eso es una situación como que uno pierde las ganas de vivir, pero si usted
tiene una semillita, como esas tres que Dios me había dado… yo pensaba que era
una misión que yo tenía que responderle a Dios algún día. Entonces, yo por esos
niños me levanté, y dije: “Voy a empezar”. Tibú, Norte de Santander, 2003, P.693.
Si las hijas y los hijos son el argumento que da sentido para seguir adelante con la vida,
también son el motivo por el cual las mujeres no se permiten flaquear, dejarse llevar por
los recuerdos, ni desmoronarse. Aunque todo eso supone también una sobrecarga afectiva y
social importante, que puede dejar fuera sus propias necesidades psicológicas y de apoyo.
440
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Los hechos los he enfrentado, como mujer, no dejándome llevar del tiempo. Porque,
a ver cómo saco mis hijos adelante y cómo sobreviven mis hijos, cómo estudian. Su
estudio más que todo eso, para que ellos no se queden… Que más tarde ellos tengan
que quedarse por debajo así de otros, para que sigan adelante. Porque ya una tiene
que enfrentar las cosas y no dejarse llevar del tiempo, de las cosas malas que le
suceden, sino salir adelante. Villagarzón, Putumayo, 2002, P.445.
No se permiten el desánimo, aun a costa de la propia salud, porque sienten que otros dependen
de ellas. Numerosas mujeres entrevistadas perciben su lugar en el entramado de
relaciones familiares como el puntal que las sostiene, como el elemento que las impulsa
y las dirige; un lugar que, por consiguiente, no pueden abandonar. A su vez, ellas buscan
ayuda en la medicina, en las relaciones de apoyo u otras formas de dar sentido.
Yo pienso que hay lujos que uno no puede darse y en mi condición de ser la jefe
de este hogar, ese es un lujo que yo no me puedo dar; el de desmoronarme es
un lujo que no está permitido para mí. Es como cuando uno va conduciendo el
timón de un barco, que uno no puede darse ese lujo de abandonarlo en ningún
momento. Entonces, si he recurrido a la homeopatía, porque hay un médico muy
bueno homeópata, un amigo, y que en este momento conoce la situación; sí, he
recurrido a él como en busca de ayuda. Cajibío, Cauca, 2006, P.371.
Apostar por el futuro de los hijos y los nietos hace mantener el compromiso con la
vida y con el futuro del país, a pesar de los momentos bajos en los que cuesta seguir
viva. Esta capacidad de muchas mujeres víctimas, de centrarse en su familia y retomar
nuevos roles sociales y familiares constituye también un aporte para el país que debe
ser reconocido.
Yo creo que no me afectó tanto la vida sexual. Creo que, a partir de eso, hoy en día
me reconozco que las depresiones me cogen de vez en cuando. Porque yo tengo
unos bajones de depresión impresionantes que no quiero nada, que incluso a mí
me duele respirar. Hay veces que creo que la lucha de este país está perdida, pero
igual yo digo, no mañana será otro día y yo tengo que trabajarle a esto, porque es
que yo todavía tengo nietos, y tengo hijos. Belmira, Antioquia, 1986, P.90.
Como se ha visto en numerosos testimonios, el vínculo con las hijas y los hijos es lo que
enraíza en el presente a las mujeres. Como señala el testimonio siguiente, pensar en las
propias criaturas la lleva a “pensar en la vida” en lugar de “echarse a la muerte”, dándole
razones para llevar una “vida normal”.
Pues de todo esto, yo no sé pero pienso mucho, y a pesar de eso, no me arrepiento,
de vivir mi vida normal. Yo tengo que pensar en mis otros hijos, porque yo no puedo
echarme a la muerte, porque yo por lo menos tengo este niño pequeño, tengo la niña
todavía, pues, pensar en la vida. Dagua, Valle del Cauca, P.865.
441
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
El apoyo familiar
De la misma manera que centrarse en la familia, y en particular en las necesidades de las
hijas e hijos, ha sido una de las formas más frecuentes de enfrentar la violencia, también
las fuentes de apoyo para las víctimas han venido en gran parte del apoyo familiar y
cercano. La solidaridad al interno de la misma familia fue fundamental para cubrir las
necesidades mínimas que permitieron salir adelante a las mujeres víctimas.
No pues positivamente porque ya uno empieza a trabajar y ya… gracias a Dios
pues, ya no falta la comidita y ya el niño mayor me le ayuda al niño con la ropa
y con lo del estudio, ya por esa parte pues… ahí. Aunque vivimos en dos piecitas,
mis dos hermanas y nosotros dos, ¡ahí vamos! Riosucio, Caldas, 2002, P.611.
Cuando los impactos de la violencia conllevaron la pérdida de partes del cuerpo, o la invalidez,
el cuidado familiar fue imprescindible para sobrevivir. En este caso, la atención
recibida por parte de la pareja, en forma de apoyo para conseguir una mayor autonomía
de movimiento, permitió a la mujer que dio testimonio volver a contribuir en las tareas
domésticas sintiéndose más valiosa y útil dentro del núcleo familiar.
Pues así primero, le dije yo que me dejase un carrito para cocinar yo misma.
Ahí está el carro, vea, lo mandó hacer él. Que yo le decía de hacerme una sillita
con llantas para yo moverme, para cocinar, jabonar, esperar la comida cuando
él salía. Y ya me la hizo hacer él. Yo me daba pena, porque él salía, pobrecito a
los quince días, se turnaron con el niño, porque él dijo: “no paguemos cocinera
porque no tenemos de dónde”. El gobierno no nos ayudaba. Entonces él le dijo al
niño que uno cocinaba, mientras el otro salía y que a lo que él salga, cocine él y
así se turnaron… Samaniego, Nariño, 2010, P.340.
Los hijos, el esposo y la familia fueron pues punto de apoyo para superar dificultades y
decaimientos, según numerosos testimonios.
Igual yo cogí fuerzas porque igual tenía mi hijito. Yo decía, tienes que luchar, tienes
tu hijo, tienes tu vida por delante. Y nada, seguir adelante, creer en ellos y mi esposo
que era el que estaba pendiente de mí, de día y de noche. Eso me dio como la fuerza,
fueron ellos: la familia, mi hijo y mi esposo. Dorada, Caldas, 2005, P.532.
Para las mujeres víctimas fue importante asimismo recibir apoyos afectivos que les ayudaran
a superar la pérdida de sentido de la propia vida. El apoyo material y afectivo que
proporciona una relación amorosa ha sido fundamental para que algunas mujeres recobraran
las ganas de seguir con la vida.
Yo era una hebrita de hilo aquí donde estoy, estoy por…porque me daba pena
hasta salir a la calle, porque los pantalones no me servían. Yo le doy gracias a él,
mis hijos me daban apoyo importante, porque yo prácticamente me mantenía sola
en la casa, porque ellos se iban por allá a Medellín y venían por ahí cada dos o
442
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
tres años. La hija mía era la que más estaba pendiente. Pero hasta ahora le doy
gracias al Señor porque me puso ese hombre en mi camino. Yarumal, Antioquia,
1969, P.38.
En el testimonio que se cita a continuación es el ánimo que transmite la propia hija, fruto
de un embarazo forzado, la fuerza que sostiene e impulsa a seguir hacia adelante enfrentando
la pobreza e incluso mejorando la propia formación.
Mis hijos, mis hijos porque yo digo, a veces hay días, hay semanas que no tengo ni siquiera
ni un pedacito de panela… Seguir, seguir afrontando, a veces mi hija, la que fue
producto de la violación, me dice: mamita, ¡luchemos! Por ejemplo, yo el año pasado
fue que me gradué; ella se quedaba los sábados, veía los otros dos niños, eh... hacía
almuerzo y me decía ¡mami siga! Vereda Peralonso, Meta, 1998, P.774.
Vea, esta es mi casa
La violencia y las violaciones de derechos humanos apuntan a destruir cuerpos y vidas, a
aterrorizar destruyendo para socavar y hacer imposible la vida en condiciones de humanidad.
El desplazamiento forzado es una de las violaciones que pone de manifiesto esta
intención, pues priva a las personas no sólo de la satisfacción de sus necesidades básicas,
como son la vivienda y la obtención de los medios de subsistencia, sino del lugar que
ocupan en la red de relaciones cercanas y en la comunidad. Con esta privación material y
relacional se pierde el lugar de los afectos y las relaciones íntimas, el espacio propio, la
seguridad del cobijo, la autonomía de los propios recursos, el reconocimiento de los demás
y con ello se trata de romper la dignidad de las personas y su capacidad de rehacerse,
de aparecer como seres valiosos para los demás.
Esta práctica sistemática en la guerra se dirige de forma especial a las mujeres porque son
ellas las que se han encargado históricamente de la tarea civilizadora de hacer y rehacer
las condiciones de humanidad. Probablemente por eso, en los testimonios que rememoran
cómo ellas afrontaron las violaciones de derechos sufridas y cuál fue el signo en positivo
que empezó a revertir su situación, mencionan repetidamente el momento en que consiguieron
un lugar para vivir, una casa, un espacio en el que hacer hogar, dar cobijo a sus
seres queridos y volver a ser alguien en una comunidad de vecinos.
En algunos de los testimonios, aun en condiciones de extrema precariedad, como en el
caso de las ocupaciones de tierras o barrios para vivir, la posibilidad de conseguir un lugar
y empezar a construir algún tipo de vivienda supuso un paso en positivo para salir del
desamparo que significa no contar ni siquiera con un techo.
Cogí un lugarcito, lo organicé, lo tapé con cartón, con colchitas, pues me tocó
organizarme así, con colchitas y ya me llegó ayudita gracias al señor, la entablé,
en tablita y me amplié y ahí estoy. Por el momento nos toca pagar por él, pero ahí
estamos. Hoy en día ya no pago nada porque ya tengo un terrenito. Vereda Peñol,
Antioquia, 1998, P.43.
443
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
El sentido de la dignidad, de no abusar de quienes prestan apoyo, convirtió en una urgencia
la consecución de un lugar para vivir. Así, las invasiones de terrenos fueron vividas
como oportunidades para conseguirlo, aunque fuera en unas condiciones tan extremas
como las que se narran a continuación.
Mi esposo llegó y se fue, por allá encontró… conoció una señora y la señora le
dijo: “Vea que por acá estamos invadiendo, si quiere róbese ese pedacito, si quiere
métase”, y él, muy contento, me dijo: “Mami vea, por allí hay un pedacito para
que nos metamos”, cortó unas guaduitas, le colocó unos plásticos, ¡Estuvimos un
tiempo ahí mojándonos, sufriendo en ese pantanero!… de ahí ya fuimos haciendo
esterilla, fuimos haciendo las piecitas, la cocinita, el lavaderito. Santa Bárbara,
Antioquia, 2001, P.673.
Si acceder a una vivienda satisface la necesidad de contar con un espacio donde se desarrollan
las actividades de la vida cotidiana que permiten reproducir las condiciones de
humanidad, tener una casa en propiedad se significa como algo valioso pues aunque la
pobreza siga siendo extrema, el hecho de no pagar arriendo la hace más llevadera.
Ya el 2003 yo hablaba y todo eso… en la Alcaldía para la casita, la casita nos
la dieron, nosotros tenemos la casita de propiedad… pero aguantando hambre sí
estamos niña, yo sí digo la verdad, pero gracias Dios y a María Santísima tenemos
la casita de propiedad, que no tenemos que pagar arriendo ni nada. San Lorenzo,
Nariño, 2001, P.612.
La compra de la vivienda o del solar donde construirla se menciona como un logro por el
que vale la pena sacrificarse. Son innumerables las estrategias que las mujeres han utilizado
para conseguir una casa, convirtiéndose en el centro de la reconstrucción familiar en
medio de la crisis del desplazamiento.
Trabajar y luchar, yo… sabía lo de la modistería, pues me defendí con eso y… yo
trabajaba las ocho horas en la fábrica porque el sueldo para mí no era muy grande,
y yo tenía una casita que ya había cogido yo, entonces empecé a trabajar para
esa casita y luchar, me tocaba trabajar día y noche, eran las madrugadas hasta
las dos, tres de la mañana trabajando para yo poder tener mi cuotita que era
8.000 pesos mensuales, cuando eso, y para poder sustentar estas niñas, cuando
les tocaba colegio, recreos, uniformes, todo. Piedecuesta, Santander, 1987, P.699.
En otros muchos casos las mujeres consiguieron tener una vivienda propia donde tener
los espacios y las condiciones mínimas para vivir en familia, construyéndola paso a paso
con sus medios o contando con la ayuda y la solidaridad de otros.
Compré un solar, hice primero una casa. Después de eso me salió un trabajo en
casa hogar. Planté la otra casa que hasta la tengo sin el piso, pero no es tanto eso
que ahí duermo. Le puse unos sacos de esos verdes que me dieron, que me han
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
regalado y le puse las paredes así y cobijas y ahí duermo hasta ver si me consigo
otra chamba para tirarle la madera. Curvaradó, Bojayá, Chocó, P.422.
En las zonas rurales o suburbanas, tener una casa significa también tener un modo de subsistencia;
en estos casos supervivencia, trabajo y cobijo van unidos dando seguridad física y
emocional. Sin embargo, en numerosos casos el desplazamiento no conllevó seguridad, y la
persecución política siguió en el lugar de desplazamiento. La acción de los antiguos o nuevos
grupos armados destruyó o dificultó la construcción y mantenimiento de los espacios de
vida. En esos casos, la firmeza, la constancia y la solidaridad entre la gente han sido recursos
frecuentemente empleados por las mujeres para defender sus espacios de vida.
Los grupos que habían acá, también nos perseguían y yo, ¡bendito sea mi Dios!,
pero aquí me voy a quedar, aquí me muero con mis hijos, y no ya todo fue pasando,
las guerras se fueron como acabando y si, hoy en día existen los reinsertados, pero
nadie se mete con uno. Urrao, Antioquia, 1996, P.70.
Bueno de tanto luchar y luchar después que se nos quemó todo eso. Pero nosotros
necesitábamos una vivienda donde nosotros pudiéramos decir vea esta es mi casa
con papeles y con de todo. Mas sin embargo esa gente fue y quemó eso, pero eso
nos ayudó porque nosotros, como llevábamos un proceso tan adelantado y nos
conocían tantas instituciones y tanta gente, entonces eso nos ayudó que más ligero
nos dieran una vivienda. Zaragoza, Antioquia, 1998, P.65.
En muchos testimonios se transmite el valor de la casa como espacio propio que da independencia,
dignificando a quienes la poseen. Las mujeres manifiestan la necesidad de
llevar una vida digna y expresan el placer de sentir que no se está en espacio ajeno, que no
se depende en lo más elemental. La posibilidad de alcanzar esta mínima calidad de vida
hace que la disposición al sacrificio para asumir los costes de tener casa propia sea muy
elevada. Por lo mismo, al tener ese espacio parece que se puede volver a reanudar la vida
con unas condiciones aceptables, aún en medio de la precariedad.
Sentirme de que estoy aquí en este pedacito y que esto es mío… que esto es mío y
que yo lo voy a valorar, así sea pagando un arriendo, esto es mío, yo tengo de que
ver, estoy trabajando y voy a volver a coger los míos… los míos, no mi esposo, pero
tengo un esposo muy hermoso que es Dios nuestro Señor y ya, digo a trabajar, ya
estoy en mis capacitaciones porque ya a nosotros ya con eso, ya se nos viene otra…
es obligación, pero no obligación forzosa… Puerto Rico, Risaralda, 2001, P.601.
IV. Ocupar nuevos espacios, transformarse como mujer
Las voces de las mujeres que dieron testimonio refieren cómo los cambios que tuvieron lugar
en sus vidas con el afrontamiento de la experiencia de sufrir violaciones de derechos humanos
supusieron para algunas de ellas pasar a ocupar espacios, realizar actividades y asumir papeles
que, en la sociedad colombiana, no se asocian al rol que cumplen las mujeres.
445
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Numerosas mujeres señalan además cómo, junto a los cambios de rol y en interacción
con ellos, vivieron una profunda modificación de su ser mujer que atañía a la forma de
percibirse ellas mismas, al modo de estar en las relaciones con la pareja y con los hijos.
También a su visión del mundo, a su comprensión de la realidad del conflicto colombiano
y a su compromiso con el futuro de la misma.
Las mujeres que han podido dar un sentido a ese camino recorrido desde la desdicha de
la víctima a la aceptación no resignada de los hechos traumáticos vividos, manifiestan
autoconocimiento, valoración de sí mismas y capacidad para expresar la modificación
experimentada por ellas. Desgranan las mejoras y los logros personales en terrenos como
el de la capacitación, el estudio, la creatividad, la reorientación profesional, la obtención
de ingresos y las relaciones personales.
Desde la colocación en el presente, que no supone el olvido ni la desaparición total del
dolor por las pérdidas y el sufrimiento vivido, las mujeres entrevistadas expresan también
sueños y deseos de mejora en un futuro para ellas, pero sobre todo para sus hijas e hijos,
para que recuperen o alcancen una vida buena en un país en paz.
Conseguir trabajo para empezar de nuevo
Las violaciones de derechos humanos sufridas colocaron a muchas mujeres en situaciones
inesperadas en las que debieron rehacer por completo su forma de vida. Uno de los
elementos clave para redefinir un modo de vida es la obtención de ingresos o recursos que
aseguren la subsistencia. La pérdida de la pareja u otros familiares, el desplazamiento de
un medio rural a uno urbano, la pérdida de bienes en la huída, los daños físicos y psíquicos
alteraron profundamente los equilibrios en la obtención de medios de subsistencia de
los núcleos de convivencia.
Para rehacer la vida era imprescindible ganar de nuevo el sustento y resituarse en los
espacios y la forma de vida urbana cuando se procedía de zonas rurales. Para las mujeres
campesinas el desplazamiento a la ciudad supuso, no sólo abandonar o perder todos los
medios que proporcionaban la subsistencia, también se vieron obligadas a aprender a
vivir en un medio desconocido.
Yo me puse a trabajar en una casa de familia, en eso me pagaban ochenta mil
pesos mensual, y para sostenernos nosotros cuatro con ochenta mil pesos, era una
situación bien pesada. Empecé a conocer la gente, a perderle miedo a la ciudad,
pues ya después empecé a trabajar en otra parte y ya después para darle estudio a
los hijos, porque eso era lo que más me atormentaba, dejar a los hijos sin estudio.
Y pues ya hasta hoy, ya un poquito frenteando a la ciudad, porque ya uno aunque
sea sabe coger un bus, y sabe salir así sea hacer mercado, y ya se defiende uno
mejor. Jardín de las Peñas, Meta, 1998, P.114.
El desplazamiento forzado desde una zona rural significó para muchas familias abandonar
o vender lo que se poseía y tener que sobrevivir con esos recursos hasta el momento
446
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
en que se consiguiera otra forma de acomodo y de obtención de ingresos para subsistir.
Conseguir trabajo, tener hijos y criarlos en una nueva ubicación son elementos fundamentales
para sentir un nuevo arraigo, donde el papel de las mujeres es clave en la readaptación
y la busqueda de recursos para la sobrevivencia en medios hostiles.
Sufrí cuando recién vine de por allá porque pues por acá casi nadie nos distinguía
entonces ahí fue el sufrimiento que tuvimos y lo poquito que trajimos pues vea las
vacas que yo vendí, pues eso fue lo que nos sirvió para comer y cuando en eso ya
había salido de la barriga el niño y pasamos un tiempo así hasta que él ya consiguió
trabajo con ese señor donde vivimos. Ahí pues le pagan barato pero pues ahí
hemos criado los hijos, los hemos hecho jóvenes, porque ahí ya se han jovenciado
y han nacido los otricos que trajimos. San Antonio Getuchá, Caquetá, 2000, P.549.
Numerosas mujeres quedaron además a cargo de los hijos y otras personas, como cabezas
de familia en hogares monoparentales.
Mi mamá es una verraca, o sea, ella sacarnos a nosotros adelante después de eso,
pues ella toda la vida había trabajado, pero implicaba dejarnos solas, implicaba
ella tener a mi abuela ahí, tratar de que nosotras tuviéramos una carrera, o sea,
implicaba muchas cosas ¡Sola!, porque ella siempre había tenido el apoyo de mi
papá… entonces para ella, yo pienso que muy duro, muy difícil, pero lo hizo, y
para nosotras el dolor, el dolor de no poder hacer cosas que queríamos de pronto
hacer con mi papá. Pereira, Risaralda, 1999, P.600.
Hacerse cargo de los hijos requirió coraje por parte de las mujeres que enfrentaron esta
situación. Además, esta responsabilidad supuso una sobrecarga económica que probablemente
limitó su autonomía de madres cabeza de familia monoparental en otros terrenos.
En la mayor parte de los casos la nueva situación supuso un empobrecimiento, a veces
significó perderlo todo quedando en la indigencia, y exigió una gran capacidad de sobreponerse,
de adaptarse y de aprender no sólo nuevas competencias de trabajo, también de
actitud, de disposición, de iniciativa y de autonomía personal.
En los testimonios de mujeres hallamos las múltiples formas que ellas encontraron para
afrontar la recomposición de la propia vida buscando el modo de conseguir ingresos.
Varias mujeres explican en las entrevistas cómo pusieron en juego los saberes femeninos
aprendidos en el proceso predominante de socialización de las mujeres, con la finalidad
de ganar el ingreso principal de su familia. Es decir, convirtieron esos saberes en competencias
laborales transfiriéndolos al ámbito mercantil para cumplir el rol de asegurar el
sustento familiar que se atribuye a los hombres. Una operación que ellas hicieron conscientes
de la cadena de trabajos feminizados en la que participaban. Hay que tener en
cuenta que pese a esta capacidad referida por las mujeres, el contexto de su situación ha
sido de indolencia y la falta de garantías de los derechos de la institucionalidad para con
las situaciones que tuvieron que enfrentar las mujeres o que siguen enfrentando. Porque
cualquier esfuerzo se hizo sin valoración social, en condiciones de alta precariedad y por
ganarse algo para no morir de hambre.
447
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Imagínese que yo llegué acá y empecé a trabajar en casa de familia, eso es lo que
hace uno, deja de hacer sus cosas en la casa y viene a trabajarle a otra en su casa.
Urabá, Chocó, 1995, P.169.
Yo estaba acostumbrada a trabajar como mujer que me enseñaron, pero no estaba
acostumbrada a venir aquí a casas de familia, no estaba acostumbrada a lavar, y
a cocinar pero para mí, no a cocinarle a otras personas, no a barrer baños, porque
me tocó un tiempo de mesera para poder subsistir aquí en Bogotá. Cambió
muchísimo mi vida. Pamplona, Norte de Santander, 2005, P.168.
Siguiendo la misma estrategia, un buen número de mujeres recurrió a la venta de comida
elaborada por ellas como el modo más inmediato de obtener ingresos.
Yo acá trabajo, trabajé en un negocito, mi hermana me dejó un puestecito como
tres años, trabajé vendiendo comida, arepas, empanadas, para el sustento de los
muchachos. Bogotá, D.C., 2004, P.165.
Recurrir al recurso de la elaboración de comida para vender permitió a algunas mujeres no
depender de la ayuda pública, por otra parte muy precarias para sobrevivir con sus familias.
Otro mercado
Ese día que me citaron a esa reunión yo no tenía ¡nada, nada, nada qué darle a mis
hijos! La reunión era a las dos de la tarde, mis hijos estaban sin desayuno. Llegué
a esa reunión y cuando terminó me acerqué a una muchacha, le digo “doctora yo
necesito ayuda, yo necesito que… me colaboren. Tengo cinco hijos, mi esposo me
lo desaparecieron, estoy sola, estoy enferma y no tengo nada para darle de comer
a esos cinco hijos, a esta hora están sin desayuno”. Entonces me dijo: “y usted
qué quiere ¿un mercado?” Entonces yo le contesté: “doctora pues, la verdad si
usted me va a dar un mercado yo se lo agradezco, pero le agradecería que fuera
incluido maíz, queso y mantequilla”. Entonces ella me miró como que… ve aparte
de todo jodida, exigente. Y me dijo: “¿por qué usted me pide que le dé eso?”, “una
muchacha me enseñó a hacer unas arepas, entonces si usted a mí me da eso yo voy
y hago las arepas, las vendo y consigo para la comida de mis hijos. Si usted me
da un mercado yo voy, les cocino a mis hijos y se me acaba el mercado y vuelvo
acá”. Entonces esas palabras a ella la conmovieron mucho que me dijo espere un
momento. Ella se fue por allá y consiguió 20 mil pesos. Esos 20 mil pesos fue el
tesoro más grande que yo recibí después de la desaparición de mi esposo. Entonces
con eso inicié yo. Ese día, entonces ya llegué a la casa llevé para trabajar y llevé
para hacerles una comida a mis hijos… y así continué y he continuado todo el sufrimiento.
Barrancabermeja, Santander, 2000, P.794.
La elaboración y la venta de productos de alimentación fue pues una de las actividades
económicas que las mujeres desarrollaron aprovechando sus conocimientos de los pro448
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
ductos y de las redes de distribución. La costura es también una de las habilidades que
las mujeres suelen poner en juego en situaciones económicas difíciles, transfiriendo lo
aprendido para el ámbito doméstico a la esfera del trabajo mercantil.
Yo ayudaba en confecciones porque en ese tiempo no sabía bien de modistería
entonces trabajaba en lo que salga, porque en la ciudad así sea para pegar un
bolsillo es operaria o para filetear. O sea en una fábrica así sea bodeguera le dan
trabajo, empezamos pegando botones, sacando los hilos, luego ya pasé a otros
niveles. La Hormiga, Putumayo, 1998, P.548.
Otras mujeres encontraron el modo, o recibieron el apoyo de otras personas, para seguir
desarrollando las profesiones para las que se habían formado, u otras para las que se requerían
conocimientos y habilidades muy próximas a los ámbitos en los que ellas habían
estado empleadas.
Con el apoyo de mis papás… yo, ya empecé a estudiar… empecé a estudiar y empecé
a trabajar, como promotora… ya me volví como promotora y me resultó para
estudiar como auxiliar, entonces… de auxiliar técnico, y he trabajado, siempre he
trabajado para sacar a mis hijos adelante, para que ellos estudien, y pues, ya mis
hijos son unos viejos y ahí vamos. Riosucio, Caldas, 1992, P.617.
En estos casos, aunque habiendo perdido el estatus y el reconocimiento que antes tenían
en el ámbito laboral y a veces partiendo de situaciones de extrema pobreza, las mujeres
pudieron recuperar de algún modo su perfil profesional, muchas veces colaborando en
proyectos de apoyo a población desplazada o en situación de exclusión.
Cuando ya el desplazamiento directamente, uno aquí en Timba como empleada de
salud que yo era, yo llegué fue directamente a trabajar con la comunidad, con los
desplazados, con los organizadores. Silencio, Cauca, 2000, P.379.
Las mujeres entrevistadas reconocen las mediaciones que las ayudaron en los momentos
difíciles y señalan cómo a partir de un momento, gracias a esos apoyos, lograron una
cierta estabilidad en los ingresos que les permitieron sostenerse por ellas mismas e incluso
contribuir al mantenimiento de otros. La creación de negocios familiares o pequeñas
empresas, en solitario o asociándose con otras, ha sido una de las opciones que las mujeres
han tomado para asegurarse unos ingresos y reorientar su modo de vida, buscando
una cierta estabilidad e independencia después de las violaciones de derechos humanos
sufridas.
En muy pocas ocasiones las ayudas proporcionadas por el gobierno han sido suficientes
o satisfactorias para las necesidades de las poblaciones desplazadas. La mayor parte de
las veces se limita a unos meses de ayuda humanitaria de emergencia para los desplazados,
aunque diferentes instituciones, el marco legal de la ley 387 y el auto 092 de la
449
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Corte Constitucional61 suponen un conjunto de recursos y posibilidades para la población
desplazada.
Las actividades económicas emprendidas por mujeres requirieron a veces que ellas aprendieran
a manejarse en terrenos que desconocían. Sin embargo, su capacidad de adquirir
nuevas competencias y su iniciativa permitieron hacer crecer los negocios dirigidos por
ellas. En el proceso de creación de pequeñas empresas por parte de mujeres, la capacitación
fue un vehículo que les proporcionó seguridad. En el caso siguiente, varias mujeres
desplazadas se asociaron para sacar adelante un proyecto colectivo de empresa de
industria alimentaria que les proporcionara ingresos. Un proyecto con el que la mujer
entrevistada, que fue su promotora, se siente comprometida más allá de un mero modo
de subsistencia.
Nos dimos cuenta que aquí había bastante personas desplazadas, se me vino la
idea de unirnos, de legalizarnos y la gente… sí yo siento que la gente me escuchó y
todavía todo lo que va pasando el tiempo. Con todos los logros que hemos tenido,
que hemos conseguido, yo me siento, no como más importante, me siento bien porque
sé que tengo personas que creen en mí, que han creído y que siguen creyendo
y algunas que se han agregado también. San Jacinto, Bolívar, 1989, P.214.
La producción de artesanías vinculadas a las culturas tradicionales ha sido otra de las
actividades económicas que han permitido a las mujeres indígenas tener una cierta independencia
económica o hacer aportaciones dinerarias a la economía familiar.
Hoy en día estoy trabajando independiente con mis artesanías Wayuú, que a nosotros
nos enseñan a hacer esas cosas e hice merito, o hice alarde de esas artesanías
y estoy trabajándole, pero ha sido duro. Riohacha, La Guajira, 2004, P.170.
Además de responder a la necesidad de obtener ingresos, el trabajo ha sido también una
forma de poner distancia emocional de los hechos, y no focalizar la atención sobre el
sufrimiento o la pérdida.
Porque, primero lo necesita, y lo otro me centré demasiado en el trabajo, entonces
eso se ayudaba a disipar el dolor y a disipar todo lo que estaba pasando. Pero
nunca me enfermé, yo nunca me enfermé, yo no sé qué es ir a un hospital para
nada. Entonces, cuando tenía que llorar lloraba y cuando tenía que reír yo reía,
y trataba de hacerles la vida feliz a mis hijos. No me dejé derrotar por el dolor ni
por nada… nada. Y la separación de mi esposo fue terrible, porque después de
haber pasado tantas cosas… Tibú, Norte de Santander, 2003, P.693.
Algunas de las mujeres entrevistadas, cuando revisan el recorrido realizado y a pesar
de las dificultades por las que tuvieron que transitar, saben reconocer los propios mé-
61 El auto 092 de la Corte Constitucional, expedido en el 2008, con base en la sentencia T025 declara el estado
de cosas inconstitucionales y los efectos desproporcionados para las mujeres derivados del conflicto armado.
450
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
ritos, las cualidades que ellas han revertido en el mundo del trabajo. Cualidades como
la independencia, la capacidad de realizar proyectos propios, la valentía, la dignidad
personal.
Tratar de sobrevivir dignamente, trabajando, yo he trabajado mucho acá, incluso
he trabajado con la alcaldía, he trabajado con fundaciones, en restaurantes, en
hoteles, de ahí en todo lo que se denomine, pegando afiches en la calle, barriendo,
entonces mantener, la dignidad por encima de todo. Valle del Cauca, 1990, P.172.
La posibilidad de estudiar
Muchas de las mujeres entrevistadas mencionan su empeño en estudiar, su disposición
a realizar un esfuerzo adicional para conseguir graduarse o titularse en algún nivel o
alguna rama de la enseñanza reglada. El estudio como actividad educativa ha sido a menudo
negado a las mujeres por considerar que no correspondía a su papel en la sociedad
patriarcal. Ellas en cambio manifiestan su deseo y su compromiso de realizar estudios
como una forma de mejora personal, de proyección profesional y también como una vía
de intervención para hacer justicia o ayudar a los demás.
Los obstáculos que las mujeres encontraron a su deseo de estudiar fueron probablemente
de muy diversa índole; algunos de ellos de carácter económico, relacionados con la extracción
social o con los parámetros culturales del lugar y la familia de nacimiento. Un
obstáculo crucial que se entrelazó con todos los anteriores fue el prejuicio relacionado
con el sistema patriarcal según el cual las mujeres, puesto que su función social “natural”
era el cuidado de las personas, la crianza de los hijos y las tareas en el ámbito doméstico,
no necesitaban ni debían adquirir unos conocimientos y una educación destinados a
quienes desempeñaban tareas en la esfera de las profesiones o el empleo, es decir, a los
hombres. La imposición de estos criterios generó a menudo una gran frustración entre las
mujeres que deseaban tener una proyección profesional.
Yo, por ejemplo, decía que quería estudiar, que quería ser una persona bien, una
profesional, al menos que terminara mi bachillerato, que en el tiempo que yo
estudié a uno como bachiller le daban trabajo y mis padres no me apoyaron, no
quisieron que yo estudiara, no me quisieron apoyar, no me dieron el apoyo que
en realidad necesitaba y todo eso me frustró, no me dejó salir adelante, ahora ya
después que tengo mis hijos fue que vine a terminar el bachillerato y todo eso.
Guayacal, Chocó, P.473.
La mayoría de las mujeres entrevistadas no tuvieron la oportunidad de acceder a niveles
de enseñanza reglada por encima de la primaria. Para ellas el reto es superarse accediendo
a niveles superiores con el empuje de su propio deseo.
Allá sí desafortunadamente la mera primaria, acá es que estoy bregando buscando
la forma de superarme, que hay un poquito de oportunidad para uno de
451
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
avanzar, pero voy en séptimo ahorita, yo siempre digo la edad no es un tropiezo,
un obstáculo para decir, no es que yo no puedo, lo importante quieres hacer las
cosas. Castilla, Meta, 1998, P.160.
Desplazarse de una zona rural a una urbana ha facilitado en ocasiones que las mujeres
accedan a centros donde se imparte formación reglada nocturna para personas adultas. El
acceso a los mismos constituye para alguna de ellas lo más positivo de su experiencia de
desplazamiento.
O sea muy distinto acá ejemplo he logrado superarme un poquito, tengo mi trabajo.
Allá trabajaba na más mi esposo, tú sabes que esas fincas. Entonces acá
yo no sabía leer ya estudié ahí poquito a poquito voy superándome… Ahora actualmente
tengo mi pequeño negocio de frutas y estudio en la noche un colegio la
primaria. Sur de Bolívar, P.204.
Eso es lo más bueno que a mí me ha pasado acá, estudiar. Y a mí me gusta y
no me he salido, y yo sé que no me voy a salir. Estoy haciendo noveno, porque
me tocó repetir, yo allá había hecho el octavo, pero me tocó repetir, octavo y
noveno porque es por la noche, y reciben por ciclos. San Sebastián, Cauca,
2010, P.893.
Muchas fueron las mujeres que estuvieron dispuestas a dedicar al estudio tiempo y energías
adicionales a las jornadas laborales que les permitían obtener ingresos para la subsistencia.
Además de constituir un sueño y un deseo de superación y de mejora personales,
algunas expresan el valor que para ellas tienen los estudios reglados porque son estudios
reconocidos oficialmente que proporcionan un título con el cual se mejoran las oportunidades
de empleo y de realización profesional.
Me gustaría terminar mi bachiller, y después lo que salga, alguna carrera. Esos
son mis sueños. Yo ya a veces pienso, ponerme a estudiar, para ser alguien en la
vida. Porque usted sabe que uno ya, el que no estudie, el que no es estudiado, no,
no consigue un trabajo pues, más o menos. Corregimiento de Cerritos, Risaralda,
2011, P.877.
Para otras mujeres, el estudio en ramas que han sido vedadas a las mujeres puede ser una
vía práctica de superación de la desigualdad entre los sexos en el terreno laboral y profesional.
En este caso, la mujer entrevistada, en el proceso de afrontamiento de las pérdidas,
propuso a su hija realizar una carrera para profesionalizarse en un sector tecnológico
masculinizado.
Le puse una meta: que una tenía que ser más varón que el hombre, y que una tenía
que hacer un trabajo que el hombre pensara que una no era capaz de desempeñar(…)
que una valía la pena, que si una no se hace valer los ¡calzones! -perdóneme
el dicho- entonces una no vale nada, una tiene que ser de raca mandaca.
452
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Le puse la meta de que escogiera una carrera que la hiciera un hombre… Ahora
se está graduando como tecnóloga en construcción… y pues, ahí va, excelente
estudiante. Peñol, Antioquia, 2002, P.602.
El estudio significa para algunas la posibilidad de intervenir a favor de una causa con
la que se sienten comprometidas. Para una mujer indígena conocer la legislación que
concierne a su pueblo puede ser un vehículo para defender sus derechos y para ello es
imprescindible tener un mínimo nivel de estudios.
Ahora quiero terminar mi bachillerato… porque yo quiero ir a estudiar lo que tiene
que ver con la legislación indígena; siempre me han gustado las leyes. Buenos
Aires, Cauca, 2001, P.310.
También la experiencia de ser víctima de violaciones de derechos humanos puede ser el
punto de arranque del deseo de entender lo que ocurre en el entorno, de defender a las
mujeres o de hacer justicia en relación a hechos violatorios contra ellas.
Hay tantas cosas de todo lo que me ha pasado y quiero estudiar y voy a estudiar
derecho, porque yo digo que hay mucho por defender y pienso que hay muchas
personas que quieren saber qué es lo que está pasando. Yo quiero ser abogada,
para recibir juicios de hombres que atropellan a las mujeres, a los que maltratan
a sus hijos, a los que dejan a sus familias. San Javier, Medellín, Antioquia,
2002, P.91.
Por otra parte, el ámbito del estudio puede contribuir al avance en el proceso de afrontamiento
y de resignificación de la experiencia vivida. La mujer que dio su testimonio
señala cómo en el mundo universitario se abrió su horizonte y pudo recapitular y elaborar
su recorrido biográfico, siendo esta una experiencia muy positiva.
Una gracias a Dios, por una u otra forma, tuvo la posibilidad de estudiar, y ver
como otros horizontes de la vida. He tenido muy buenos profesores que en la
universidad me han orientado bien. Cuando estuve en la Normal, un profesor
nos colocó a hacer una reseña, una biografía de la vida de uno. Entonces ahí
como que lo toca a uno. Esa profesora era sicóloga y no sé, todo eso le ha servido
a una en la vida. Dagua, Valle del Cauca, 1995, P.870.
Las voces de mujeres que hicieron referencia a sus experiencias de estudio nos cuentan
cómo esta actividad, a la que pocas habían accedido, jugó un papel en su proceso de
afrontamiento y recuperación después de haber sido víctimas de violaciones de derechos
humanos. En ese proceso, estudiar representó la posibilidad de superarse, de mejorar,
de ampliar el abanico de oportunidades de empleo y proyección profesional y, en este
sentido, fue un terreno que contribuyó a una percepción más positiva de ellas mismas y
al empoderamiento personal.
453
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
El liderazgo de las mujeres
Las mujeres entrevistadas que recapitulan y reflexionan sobre su proceso de formación
como líderes comunitarias, aportan elementos que ponen de manifiesto las raíces de su
compromiso, los retos, los miedos y los conflictos, así como sus estilos de liderazgo.
En muchas ocasiones el liderazgo femenino emergió especialmente entre las mujeres en
situación de desplazamiento que, empujadas por la necesidad de la búsqueda de un nuevo
lugar donde habitar, se involucraron en la creación y el desarrollo de asentamientos poblacionales
de familias desplazadas. Durante estos procesos de construcción de nuevos
barrios, ellas jugaron un importante papel en la consecución de unos mínimos servicios
que les permitieran vivir en condiciones de humanidad. Así llegaron a ser líderes de sus
comunidades apoyadas en la confianza que otras y otros depositaron en ellas. En algunos
casos llegaron a recibir un cierto reconocimiento en otros ámbitos, como el universitario,
por su tarea en las comunidades de población desplazada. Su liderazgo creció la mayoría
de las veces sin el apoyo de partidos, entidades o instituciones. Ejercerlo las llevó en
ocasiones a ocupar espacios de representación comunitaria, a enfrentar la interlocución
con la administración y a llevar a cabo negociaciones con cargos públicos, empresarios,
etc. Actividades todas ellas que, en el imaginario colectivo, no se asocian a las prácticas
femeninas. La mayoría de las mujeres que narran su experiencia, no obstante, las llevaron
a cabo con sabiduría y perseverancia para alcanzar los objetivos que se habían propuesto.
La conformación del liderazgo tiene que ver con una práctica de relación que pone en
juego la capacidad de escucha, la mediación, las propuestas de articulación de un tejido
social comunitario. Surge como una necesidad y un descubrimiento de las propias cualidades
y los deseos propios en relación a la vida comunitaria. Ejercer el liderazgo ha
supuesto además una ampliación de los horizontes y de las herramientas para comprender
el mundo.
Y a partir de ahí, yo empecé a ver el mundo, ya yo lo veía, ya no era como un caballito
con esa vaina que le ponen en los costados que no mire para ningún lado;
porque antes yo me considero que yo era así, solamente miraba ahí y ya. Cuando
yo llegué a este pueblo, sí me di cuenta que yo era otra persona, bueno pasaron
los años, rico la gente, bien, haciendo trabajos comunitarios con ellos. Líbano,
Tolima, 2001, P.162.
A veces el aprendizaje de una mujer en el liderazgo se dio entre hombres, es decir, entre
aquellos legitimados por el orden simbólico para serlo. En el caso citado a continuación,
la mujer entrevistada recuerda su incomodidad por el trato autoritario y jerárquico, como
en un adiestramiento militar, que los hombres le brindaron y señala cómo las cosas han
cambiado entre las mujeres, de modo que ya no es concebible un trato que carezca de
consideración hacia ellas.
Yo ahorita sufro que yo no me puedo expresar delante de las compañeras en esa
misma forma porque eso es horrible, eso es feo. A mí me chirreaban los oídos
454
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
cuando me decían: “muévase, córrale, eso se parecía era un capitán mandando”.
Entonces yo le digo: “compañera mire que eso nos ocurría cuando estábamos
apenas organizándonos, ahorita ya somos otra cosa”. Ahorita ya no, ahorita acá
la que va a gritar a la otra o que va a sentir que el otro le está gritando, ahí mismo
alza su voz y se defiende o nos defendemos. El Tambo, Cauca, 2004, P.310.
Pero el liderazgo comunitario no está exento de conflictos entre las personas y sus formas
de proceder. La mujer entrevistada describe con exactitud su estilo de liderazgo que se
caracteriza por la participación, la escucha, la capacidad de compartir ,la cooperación
y el trabajo colectivo, frente a otras prácticas que entienden el liderazgo de forma más
jerárquica y autoritaria.
Entonces yo le decía a la gente: “no, pues nombremos una persona que nos guie,
que diga bueno hoy hagamos esto y mañana hagamos lo otro”. Y así empezamos
inclusive empecé yo con eso, a organizar el barrio, porque eso nos dejaron unos
barrancos horribles, entonces la compañera ella decía: “no, que a usted le hacen
caso y a mí no”; le digo: “no, porque es que usted quiere es mandar, mas yo no
mando porque yo no soy nadie para mandar a los demás, sino que yo le digo hagamos
entre todos una minga, trabajemos juntos y mire que el barrio se va a ver
más bonito, pero con unión de todos”. Bellavista, Chocó, P.390.
En las narraciones de las mujeres encontramos una descripción de las realizaciones materiales
y organizativas que ellas lideraron con el fin de mejorar las condiciones de vida y
el desarrollo social en los nuevos asentamientos convertidos en barrios. Las experiencias
del desplazamiento y asentamiento muestran el papel de las mujeres en la rearticulación
del tejido social en sus nuevas comunidades.
Después legalizamos el barrio, pertenecía a la primera Junta que había en el barrio,
también pertenecía, era madrina de un equipo de fútbol del barrio. O sea que
yo en ese barrio aporté mi granito de arena para el desarrollo socio-económico,
socio-político y social en el barrio, entonces nosotros allá construimos iglesias
con la comunidad, construimos la escuela, construimos puesto de salud, y siempre
mirando en el desarrollo social del barrio. Cali, Valle del Cauca, 2003, P.158.
La ocupación de tierras, la búsqueda de servicios básicos, el uso del derecho de tutela y
otras herramientas legales para defender sus derechos han sido experiencias en las que las
mujeres han ido ganando protagonismo para ellas mismas y para sus comunidades en la
creación y la dignificación de asentamientos de población desplazada. Estas situaciones
han llevado a muchas mujeres líderes a tener que manejar la relación con los actores armados,
buscando un modo de que la población pudiese vivir en medio de la guerra por el
control del territorio.
Una de las mayores preocupaciones de las mujeres fue el acceso de las niñas y los niños
de las comunidades a servicios educativos tal como queda reflejado en la narración de la
455
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
mujer entrevistada. La relación de confianza y la complicidad establecida entre dos mujeres
permitieron ampliar la escolarización en el barrio y finalmente construir una escuela.
Resulté tan metida con lo de la escuela y como a mí siempre me ha gustado la
educación entonces yo ya empecé a ayudarles a ellos hasta tal punto que busqué
gente que nos ayudara. Yo me acuerdo que cuando eso había como 25 niños estudiando
con doña Jenny y un muchacho, Jesús, que desafortunadamente mataron y
estábamos como a finales así de año y me dijo doña Jenny: “hay doña Martha qué
vamos a hacer, hay por lo menos 150 niños para estudiar y yo no los voy a matricular”.
Le dije yo, “matricúlelos doña Jenny. ¡Ay! pero cómo hacemos… y yo
¡matricúlelos! y ¡cómo vamos a responder?” Pues algo se nos ocurre… Frontino
y Tarazá, Antioquia, 1990, P.57.
La implicación en el trabajo comunitario ha tenido también en algunos casos una dimensión
de realización profesional que en cierto modo ha colmado un deseo que no se pudo
materializar y que devuelve una imagen positiva y útil de sí mismas a las mujeres que
lideraron estos procesos.
Porque a mí siempre me ha gustado como los trabajos comunitarios y siempre me
ha gustado como así, ayudar a la gente porque yo quería ser una gran doctora,
pero por falta de todas estas consecuencias no lo fue, pero entonces ahora me
dedico también a prestar mis servicios a las personas y a veces doy sugerencias
sobre salud o lo que sea, porque me he puesto y ahorita soy Agente Comunitario
de la Salud y siempre, a veces cuando yo digo hágase tal cosa, es aceptado y me
dicen que excelente el resultado del remedio que digo, haga esto. Quibdó, Chocó,
2001, P.472.
Dentro de las comunidades se fue desarrollando un tejido organizativo y de servicios de
apoyo a las personas. En este caso se trata de la figura de las “escuchas comunitarias” que
trabajan orientando a mujeres en situaciones de violencia y derivándolas a organizaciones
que ofrecen servicios prestados por profesionales que pueden llevar sus casos.
Nosotras hacemos las denuncias y encaminamos las personas porque nosotras
aparte de ser lideresas tenemos un cargo que para mí es muy importante, somos
escuchas comunitarias. Este ser escucha comunitaria es casi como basado en una
psicología pero no al grado de su cartón, sino que vamos a encaminar esa mujer
para que Vamos mujer, Mujeres que Crean que son las profesionales que pueden
ya coger el caso de la mujer si es muy fuerte en violación, esto intrafamiliar, en lo
que le suceda que sea de derechos humanos se remiten aquí a estas corporaciones
Agua Sal, Chocó, 1994, P 487.
En el contexto de las comunidades se han desarrollado liderazgos femeninos de largo
recorrido. Mujeres que crearon comités que se hicieron cargo de temas como los derechos
de las mujeres, la conciliación, la infancia y, en general, el desarrollo del barrio. Estas
mujeres ocuparon el espacio público como representantes del tejido social en relación a
456
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
ámbitos de interés comunal, sus liderazgos estuvieron enraizados preferentemente en la
política cercana a las personas.
Comprometerse en el apoyo a la comunidad es también un modo de “disipar la pena” y
por tanto de enfrentar el dolor derivado de las experiencias traumáticas vividas. La colaboración
en tareas de ámbito comunitario como el acompañamiento a personas enfermas
proporciona un sentido de utilidad y de apoyo mutuo. Otras tareas desarrolladas va dirigidas
a mejorar la calidad de vida y preservar el medio ambiente.
Metida en la comunidad, ayudando a la comunidad, para poder uno, disipar la
pena. Ayudar mucho, cuando las personas están enfermas, si puedo, ayudarlos a
llevar al médico, entonces hay que colaborarles. Y hacer todo lo que pueda, a uno
le toca ir a hacer, tiene que ir. Trabajamos con una cooperativa ecológica. Y trabajamos
mucho con el agua y ahí hemos recibido muchas cartas, para recoger las
basuras, como para que no haya como tanta cosa, que se va, del medio ambiente.
Corregimiento del Palmar, Nariño, 2002, P.858.
En los testimonios de algunas mujeres se verbaliza la conciencia del propio liderazgo. Es
decir, ellas identifican sus cualidades y su compromiso; sienten y agradecen el apoyo, el
respeto y el reconocimiento de otros hacia su tarea.
Con mi entorno pues en cuanto a la cuadra sí soy muy respetada, porque también
creo que uno se ha hecho respetar pues nunca lo han visto a uno… como
una mujer de hogar así de estar así no. En cuanto a mi iglesia me han ayudado
mucho ahí para el fortalecimiento de la comunidad. Granada, Antioquia, 2002,
P.46.
Autonomía, autovaloración, afirmación del propio deseo y realización personal son las
cualidades que identifica en ella misma la mujer entrevistada. Su recorrido de vida, marcado
por el liderazgo comunitario y el compromiso con la educación, se ha visto reconocido
en el ámbito universitario como una aportación singular y única.
Yo era una persona con un liderazgo muy grande, hace mucho tiempo me dejé con
mi esposo pero eso a mí no me afectó en nada porque soy una mujer muy capaz
de las cosas. Me casé y no sé para qué, porque eso no era lo principal para mí.
Pero igual me separé de mi esposo y seguí siendo líder y me gusta mucho la educación,
desafortunadamente no terminé mis estudios pero con la poca capacidad
he ayudado a mucha gente a que aprenda a leer y a escribir (…) pues el sueño
mío era ser una educadora así no tuviera los títulos que se necesitan y creo que
en parte lo cumplí porque mucha gente aprendió a coger el lápiz a raíz mía. Mire
en la Pontificia Bolivariana el año pasado me hicieron un reconocimiento por ese
trabajo que hice y hay decanos en la Pontificia que me dicen: “doña Martha por
Dios que nos quitamos el sombrero ante usted porque el trabajo que usted hizo no
lo hace cualquiera”. Frontino, Antioquia, 1990, P.57.
457
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Como referente de otras mujeres indígenas se ve asimismo la mujer entrevistada. Ser la
primera mujer representante de un pueblo indígena la compromete a un hacer intachable
como un deber no sólo con respecto a su pueblo; también para que otras mujeres valiosas
como ella se atrevan a seguir sus pasos.
Precisamente yo pienso que para el caso del movimiento indígena yo era el referente,
porque fui la primer mujer en los 37 años de vida del CRIC hoy 40, fui la
primera mujer que llego en la historia del CRIC a ser representante y consejera
mayor, y fue las consecuencias que sufrí. Si yo no hago lo que tengo que hacer en
términos de hacer un buen papel en la orientación y segundo en la defensa y legitimar
la dignidad de los pueblos, pues difícilmente muchas mujeres lo van a hacer
después, porque yo creo que me corresponde. Primero, un deber moral, político
y social de seguir esta lucha pero, para que muchas mujeres sigan trascendiendo
en este camino porque hay mujeres muy valiosas y no tengan miedo en asumir un
cargo. Tierradentro, Cauca, 2008, P.317.
En la práctica de liderazgo comunitario de las mujeres que fueron entrevistadas se percibe
una interacción entre elementos de carácter diverso que transita por la subjetividad de cada
una de ellas. Partiendo de una experiencia traumática como la del desplazamiento forzado;
empujadas pues por las circunstancias de ser víctimas de violaciones de derechos humanos,
ellas se implicaron en procesos colectivos de supervivencia orientados a conseguir unas
condiciones mínimas de vivienda y servicios. En la experiencia de identificar problemas y
demandas de sus convecinos, de buscar los modos de conseguir soluciones, se descubrieron
a ellas mismas poniendo en juego habilidades para hacer presión, para negociar u organizar
procesos de trabajo colectivos. Las narraciones de mujeres desvelan modos de hacer y
estrategias propias que son resultado de ese dar y recibir en relación con una misma y con
las personas que integran la comunidad. El autoconocimiento vino acompañado por la confianza
que los demás depositaron en ellas y que les dio la autoridad del liderazgo positivo.
Un liderazgo que se generó en el proceso de interacción entre su modo de ser y el entorno
inmediato. Este círculo virtuoso las empoderó para intervenir con legitimidad en esferas
consideradas ajenas a las mujeres, trasgrediendo así el rol de género a ellas atribuido.
Una mujer totalmente diferente
La experiencia traumática y los cambios forzados por los hechos de violencia exigieron
de las mujeres un proceso de afrontamiento de los impactos y de la nueva situación que,
al recapitularse, se ve también como un proceso de modificación de una misma. Algunas
de las mujeres entrevistadas señalan cómo se fue produciendo en ellas un cambio en el
modo de ser, que se valora como positivo en cuanto a la fortaleza y la proyección personal
hacia las otras personas.
Ya fui yo cogiendo como otra personalidad, ya podía yo hablar, porque montañero
no pega en pueblo. Y bueno ya fui cogiendo fuercita, fuercita, capacitaciones, me
entré al SENA y ya. Guadací, Cesar, 2003, P.601.
458
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
La idea de que al enfrentar los hechos violatorios se fortalecieron, se expresa en numerosos
testimonios como una conciencia de la capacidad de sobreponerse. Es decir que a
pesar de haber sentido una gran vulnerabilidad, ellas podían seguir con la vida y lo que
ésta les presentara.
No he podido saber de dónde pero sale algo de posibilidad de volver a la vida de
volver a soñar… y la fortaleza y vuelve y salen las ganas de seguir luchando, de
seguir adelante. Y uno dice bueno estoy aquí, ya no tengo esposo, y es plantearme
metas, tengo esto. Yo me hice como un proyecto de vida. Bueno, voy a empezar con
esto y me meto en esto y ahí voy. Medellín, Antioquia, 2002, P.69.
El fortalecimiento personal se explica en el siguiente testimonio como superación de temores
y como autoconocimiento que permite mejorar los propios puntos débiles y valorar
sus capacidades.
Yo me considero una persona fuerte que ha superado los temores. Le tenía miedo a
todo. Esto que me pasó me ha ayudado a superar muchos temores. Esto me ha ayudado
a valorar muchas cosas que no valoraba de mí misma, superar temores que tenía
desde niña. Me ha ayudado a enfrentar cosas a las que les tenía miedo reconocer dentro
de mi vida. A mejorar dentro de mis cosas que yo fallaba, a reforzar muchas cosas
buenas que de pronto no sabía que tenía. Palmira, Valle del Cauca, 2007, P.167.
También muchas mujeres indígenas que vivieron un desplazamiento colectivo hicieron
un cambio desde la huida y el miedo, a la reflexión y la actitud proactiva de pensar qué
podían hacer, con el resultado de un cambio profundo en sus vidas. Como señala el siguiente
testimonio, ese “ser otras” se manifiesta en su actitud de atreverse a cambiar
cosas –lo que uno no piensa de hacerlo, lo hace-, en su independencia económica y su
capacidad de defenderse.
Huyeron del pueblo hacia acá la ciudad porque tenían mucho miedo. Pero después
se pusieron a pensar, tengo que pararme y hacer frente a los problemas para
poder saber qué vamos hacer. Hoy en día son otras, ya saben defenderse por sí
mismas. Lo que uno no piensa de hacer, lo hace. Por lo menos si alguna no había
trabajado nunca, hoy están trabajando, porque a veces nada más que vivimos del
compañero [esposo]. Caucasia, Bolívar, 2005, P.205.
Mujeres entrevistadas relatan también cómo hubo experiencias concretas que las cambiaron.
Estas experiencias resignificantes contribuyeron a otorgar un nuevo sentido al dolor
sufrido reafirmando la vida. En este caso, comprometerse en la ayuda a otras a través de
la formación fue crucial para salir del encierro, del ensimismamiento en el dolor, y abrirse
de nuevo a la relación.
Pues esas mujeres contaban sobre su situación económica. Mayormente se les
enseñó a hacer cositas y decoraciones y ellas cambiaron muchísimo. Gentes muy
459
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
humildes y ahí me cambió la vida un poco, porque yo ya salí de mi casa. Salí del
encierro, estuve con otras personas, las Hermanas Terciarias. Cambió mi vida
por completo, el encierro lo destruye a uno, la pena y el encierro. Olaya Herrera,
Nariño, 2008, P.879.
En ocasiones, la experiencia extremadamente dolorosa de pérdida se resignifica como
un motor de cambio. Un cambio que se imprime en el cuerpo y en el modo de ser. Se
reconoce la modificación personal como mejora de la capacidad de escucha de las necesidades
de otras personas, como una apertura hacia el reconocimiento de la humanidad
de los demás.
Yo me volví más humanitaria, quizás más persona (…) pues mucha tristeza por
la pérdida de mi hijo, pero también yo me humanicé con la gente, me volví más
humanitaria. Me abrió el corazón para que viera a las personas con otros ojos.
Nunca fui una persona déspota porque si alguien necesitaba que lo ayudara, lo
ayudaba. Pero uno no veía que la gente necesitara, solo los que estaban al ladito
de uno. Esto que me enseñó a ver el corazón de otras personas. Corregimiento de
San Antonio de Prado, Antioquia, 1998, P.65.
Los cambios en el modo de ser mujeres, propiciados por la experiencia vivida, llevaron
de forma inevitable a cambios en las relaciones con los demás y, particularmente, en las
relaciones familiares y de convivencia. Son numerosas las mujeres que explican cómo
se desarrollaron esos cambios, generando nuevas capacidades pero también una nueva
conciencia de sus derechos.
Acá en Bogotá me ha tocado llegar y enfrentar esas cosas, porque acá nadie me
conoce y me ha tocado empezar a abrir un camino nuevo por el cual tengo que
andar, hacer conocer. Pero tenaz, como mujer me ha ayudado a superar muchas
cosas, me siento más segura y más cómoda en cuanto a la relación con los demás.
Cali, Valle del Cauca, 2003, P.167.
Ya después de que aprende uno que tiene sus derechos y que yo misma puedo
decidir y tomar mis decisiones, yo ya me siento muy libre. Yolombo, Antioquia,
2001, P.28.
También las relaciones de pareja se vieron afectadas por los cambios experimentados
por las mujeres. Por ejemplo, en este caso después de ausencia del marido por un largo
secuestro, la forma cómo se reconstruyen posteriormente las relaciones en la familia está
condicionada por numerosos factores, pero frecuentemente también por un cambio en el
rol de la mujer.
La misión mía era luchar por su regreso, era lo que tenía todos los días, que me
estaba diciendo esa voz: lucha, lucha, hay que luchar permanentemente, y esa
misión está cumplida, hoy le entrego igual mi relación a Dios, hoy ya es en otro
460
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
plano, ya no es sueño, sino lo real, de hacer. (…) Una mujer que sabe que le va a
dar, a aportar paz, sabe que la va a necesitar. Y además el entorno de la familia
es distinto, ya no es la mujer que está pendiente de los niños, porque los niños se
crecieron… Noamito, Cauca, 2010, P.891.
El cambio personal al afrontar hechos traumáticos se vio muchas veces acompañado
por el apoyo psicológico y el trabajo realizado en contacto con corporaciones de
mujeres o de apoyo a las víctimas. En el testimonio siguiente, se narra el proceso que
discurre desde una primera resistencia al cambio, al trabajo interior -pensarme y repensarme
cosas-, y a la transformación de las relaciones de pareja mejorando el cuidado y
la valoración por parte del esposo, sin tener que “ejercer la violencia contra él”. Este es
un cambio de largo alcance que se enmarca en la profunda revolución cultural que ha
supuesto el feminismo: lograr transformar las relaciones entre mujeres y hombres sin
usar la violencia y trastocar los roles impuestos por el sistema de géneros que impone
el patriarcado.
Con esto puedo cambiar un poquito una mentalidad de madre. Porque hay un
objetivo que tiene la Corporación, que si se educa una mujer se educa una familia.
Te lo digo por mí porque yo me eduqué. Y no quiere decir que estaba mal
educada, sino que empecé a estudiar a leer a escribir y entonces una de las cosas
que empiezo a hacer es un proceso en mi casa, primeramente en mí, a pensarme
y repensarme cosas. Entonces cuando eso, en resumidas cuentas, la sicóloga
cuando me vio, me dijo, usted tiene que cambiar. Y yo dije, está tan boba, a mí me
violentan y esta me dice que yo tengo que cambiar, es la primera. Y sí, ella tenía
toda la razón, yo tenía que cambiar. Porque yo cuando cambié, mi esposo me miró
de otra manera diferente. Ya no de la manera violenta, sino que él se enorgullece
de la mujer que tiene. Que ya no es la persona que viene y me ataca, sino que me
entiende, que ya no es la persona que viene y me deja unos sobraditos, sino la
persona que viene y nos da la aromática. Y no he tenido que ejercer la violencia
contra él. Bello, Antioquia 2003, P.15.
Acceder a cursos de formación ha contribuido a la modificación personal y de las relaciones
con el entorno. En el siguiente caso, favoreció la reflexión sobre la herencia cultural
recibida, los modos de socialización que apuntalan las relaciones de dependencia y
violentas, -a uno siempre lo criaron fue a punta de garrote-, y la posibilidad de hacer las
cosas de otro modo.
Uno aprende mucho de los derechos, de lo que se debe hacer, de lo que no se debe
hacer, a ya no pelear ni siquiera con las vecinas, ni con el marido, ni con los hijos.
Porque pues, como a uno siempre lo criaron fue a punta de garrote, entonces uno
ya ve que esa no es la solución para los hijos, que uno siempre todo era garrote.
Esa no es la solución, ahorita existe el diálogo, para dialogar, hablar qué es lo
que está bueno, qué es lo que está malo. Timba, Cauca, 1992, P.380.
461
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
El aprendizaje del diálogo y los métodos de resolución de conflictos son trasladados por
las mujeres, como vemos en el mismo testimonio, al ámbito familiar mejorando las relaciones
entre sus miembros.
A mí varias me han dicho: “a mí me gustaría ser como es usted”. Le digo: “sí, es
que uno tiene que buscar la forma y no ponerse a pelear por todo, ni con todo el
mundo; qué porque lo miró mal…” A mí ese curso me sirvió muchísimo, porque yo
antes era peleona. Yo cambié, di la vuelta. Entonces, hay que tratar de remediar el
mal en vez de agrandarlo. Uno lo deja ahí, cuando ya se le pasa, regresa y le dice:
“no, es que tal cosa no me pareció”. Entonces, ahora sí ya, que bajen la guardia,
cuando ya la otra bajó la guardia, ahora sí se le puede acercar, pero mientras
tanto... Timbío, Cauca, 2004, P.380.
Las nuevas experiencias llevaron pues a algunas mujeres a preguntarse sobre cómo ellas
mismas ejercían la maternidad, las hicieron reflexionar acerca de la calidad de las relaciones
que establecían con sus hijas e hijos, aprendiendo a identificar y rechazar el maltrato.
Una nueva dinámica que en muchas mujeres hizo aumentar el respeto de los miembros de
la familia, o de sus parejas, hacia las actividades por ellas desarrolladas.
Pues sí y lo tuve, lo busqué personalmente, me realicé como mujer, aprendí a no
maltratar porque también estaba siendo una mujer maltratadora con mis hijos,
pero aprendí cuando gracias a Dios cogí el hogar, el ser madre comunitaria me
hizo una mujer totalmente diferente, una mujer sin miedo. Santander de Quilichao,
Cauca, 1980, P.526.
Por ejemplo en mi casa cuando los hijos míos están algo alteraditos yo les doy
ejemplo a mis hijos, vea estas son las cosas, esto no puede ser así, hay que ser
más respetuosos, respetarnos. No nos podemos violentar, yo verdaderamente con
mis hijos soy muy cansona hay que hablar bastante con los hijos para que más
adelante no le sigan el mal camino. Me valora mi marido también, todo el trabajo,
todo lo que estamos haciendo, él lo ve y lo valora, me apoya; a qué horas es que se
va a salir, a qué horas se va, deje ese oficio, me dice, todas las cosas que yo hago
él me valora y se queda contentico así. El Jardín, Antioquia, 2001, P.60..
El contacto con organizaciones de mujeres aporta a las mujeres formación e información
acerca de los mecanismos de dominación patriarcal y de los roles atribuidos a mujeres y
hombres por la misma. El aprendizaje y el fortalecimiento personal que supuso acceder
a estos nuevos espacios de relación redundan en cambios en el ámbito de la convivencia
familiar.
En primer lugar en Las Manuelitas comenzamos a direccionar algo del patriarcado,
porque en el patriarcado es donde a nosotros nos han enseñado. Nos enseñaron
nuestros abuelos de que simplemente la mujer era para cocinar, nos decían
muy claro allá, que para criar los hijos y para parirlos no más, que nosotras no
teníamos derecho a nada más. Íbamos así en el proceso, después ya comenzamos
462
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
como se podía comenzar con los hijos y con la familia que a uno lo redondeaban
como decimos. Como fortalecer, me fortalecían como mujer, pero dentro del fortalecimiento
que yo iba adquiriendo, también llegaba a mi familia y comenzaba
a fortalecerlos a ellos también. O sea, lo que me enseñaban allá yo llegaba y lo
replicaba en la casa. Eso fue algo muy importante en Las Manuelitas, llegar a
conocer como éramos las mujeres, porque éramos así, tanta cosa que le explican
allá. San Sebastián, Cauca, 1983, P.299.
Los cambios desencadenados por los hechos de violencia, como se ha observado, llevaron
en muchas ocasiones al fortalecimiento de las mujeres para enfrentar las dificultades
de todo tipo generadas por la nueva situación. En muchas situaciones de crisis, como la
del desplazamiento o las amenazas, las mujeres muestran una mayor capacidad de aferrarse
a la vida, reconstruir la vida cotidiana y resistir también transformando su rol en
relación a los otros o su papel en el sostenimiento familiar.
Al papá de mis hijos… lo agredieron, le pegaron patadas y cachetadas y esto…
entonces él se acobardó y yo era la que tenía qué enfrentar todo, yo era la que
tenía que salir a todo, yo era la que me tocaba…yo tenía un compañero, pero era
un compañero ahí, como para tener ahí a alguien, ahí al lado, pero no tomaba
decisiones, no enfrentaba, no buscaba soluciones, no…¡yo tuve que luchar sola!
Y con ayuda de algunos compañeros y organizaciones, pero por parte del papá
de mis hijos era yo la que tenía que solucionarle las cosas a él, y buscar cómo
ayudarlo. San Vicente de Chucurí, Santander, 1990, P.745.
No obstante, este fortalecimiento no siempre ha estado acompañado de cambios positivos.
También puede generar escenarios de conflicto o de resistencia al cambio por parte
especialmente de los hombres. La violencia ejercida por actores armados contra la población
civil, contribuye a aumentar los grados de violencia en las relaciones entre mujeres y
hombres. La mujer entrevistada es consciente de que la pérdida del rol masculino en una
familia campesina, debido al desplazamiento, generó en su relación de pareja un cambio
de responsabilidades en el seno del núcleo familiar y con él también dio lugar a comportamientos
violentos del marido hacia ella. Estas transformaciones en la identidad de las
mujeres en las situaciones de crisis cuestionan los roles tradicionales y son vistas como
amenaza por muchos hombres que responden de forma agresiva. Cuando se dan estas
reacciones hace falta tanto una actitud asertiva por parte de las mujeres, como formas de
protección para ellas.
Después él se volvió violento porque la mayoría de los hombres campesinos al
salir a la ciudad pierden el rol de jefes, pues al ver que su mujer ya tiene un cambio
en la ciudad se sienten impotentes, incapaces, piensan. Y como el machismo
todavía reina, y más en esta zona de Santander, entonces el papá de mis hijos empezaba
a decir: ¡usted sale a la calle seguramente es a buscar machos! ¿Por qué
se queda todo el día en la calle? ¿Por qué no llega temprano? Porque me tocaba
salir a trabajar, yo le cuento que me ganaba 5 mil pesos en todo un día, desde las
6 de la mañana hasta las 9 ó 10 de la noche trabajando en una cafetería, y yo
463
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
llegaba y ese señor en todo el día no les había hecho a los pelados ni una gota
de agua de panela. Y yo llegar a esa hora a llevar la platica, para hacerles en la
noche la comida, que a lavar, que a todo, y empezó a ser violento. Me maltrataba
psicológicamente, físicamente no. Media Luna, Cesar, 1996, P.745.
En general, la toma de conciencia de los propios derechos y el compromiso con otras
mujeres reforzó la visualización y el rechazo del maltrato en las relaciones de pareja
consolidando un cambio en la valoración de lo que es tolerable en la relación con un hombre.
Sin embargo, estos cambios en la relación con los hombres han conllevado muchas
veces escenarios de confrontación y situaciones de soledad en un contexto que se resiste
a reconocerlos.
No señora llevamos dos años separados de pareja. Como le digo, hago valer mis
derechos como mujer. Porque no sería coherente si me dejara maltratar, ¿cómo
les diría a mis amigas que no lo hagan? Ya llego a mi casa y sé que no me van a
maltratar de verbo o en medio de la borrachera. Ya hoy en día para atrás no, ya
tengo los hijos grandes. En medio de todo, cumplí con el deber de formarlos sin
ser de esclavitud. Esa es mi meta, que la gente se enamore de la educación. Natagaima,
Tolima, 1978-2009, P.159.
La presencia del continuum de las violencias en la vida de las mujeres y la rebelión frente
a la misma se hace patente en muchos testimonios. En este caso, la mujer entrevistada conecta
su aprendizaje de rechazo a las agresiones en la relación de pareja, y su rechazo de
cualquier agresión contra ella o sus hijos, dando respuesta a diferentes tipos de violencia
que forman parte de un mismo marco de dominación.
Cuando dejé a Jorge dije, nunca más un hombre me pone la mano encima a mí y
menos a mis hijos. Ahí comienzo yo a despertar, pero cuando me sucede el desplazamiento
forzado se me amplió un poco más ese universo. Y digo, ni un hombre,
ni una mujer, ni absolutamente nadie me vuelve agredir a mí y menos a mis hijos.
Entonces, en esa parte sí me afectó, en la parte psicológica, porque yo tenía
muchas cosas reprimidas que ahorita las he estado exteriorizando como en una
forma de defensa, cada vez que me siento agredida por alguien. Cali, Valle del
Cauca, 2003, P.167.
El afrontamiento de las experiencias de violaciones de derechos humanos cambió a las
mujeres, tanto a escala individual, en su modo de ser, como a escala relacional, en las
relaciones íntimas y familiares; también en su forma de estar en el mundo en el sentido de
desarrollar una conciencia política no sumisa, capaz de reaccionar frente a la injusticia.
Esto me hizo cambiar esa mansedumbre que yo tenía, por una rebeldía más diferente,
de saberme defender, cuando me toca hablar por mis derechos... Medellín,
Antioquia, 1998, P.70.
464
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
La conciencia de la propia identidad, en este caso de mujer indígena, se vio reforzada en
el proceso de afrontamiento dando lugar a una mayor implicación en la lucha contra las
violaciones de derechos humanos.
Eso reforzó mi identidad como mujer indígena wayuu, porque me hizo crecer
como persona y a pesar de las dificultades, a pesar de los momentos dolorosos
que he tenido que afrontar, he conseguido personas maravillosas, grandes sabios
no sólo de mi pueblo, sino de otros. Eso aumentó mi compromiso. Caucasia, Antioquia,
1999, P.102.
La capacidad de reaccionar frente a la persecución y los abusos creció con los aprendizajes
y la toma de conciencia propiciados en el contacto con organizaciones de mujeres, de
derechos humanos o de apoyo a las víctimas.
Ya estaba yendo a la red de las Manuelas, ya habíamos aprendido muchas cosas
y les dije: bueno aquí ustedes me respetan señores, yo no he matado a nadie, yo
no he hecho nada ¿por qué esa persecución? Y voy a colocar una demanda de la
persecución que me están haciendo ustedes. Si de hoy a mañana amanezco por ahí
muerta o desaparecida, no son sino ustedes. Que hay un tipo que trabaja con el
F2 y él me está siguiendo no sé con qué fin, si es con el fin de que me vaya a abonar
la Pacha Mama. Pero no es así, uno se va cuando le toca, no cuando ustedes
quieran. Caserío Monserrate, Caquetá, 2005, P.299.
El empoderamiento personal que el aprendizaje proporcionó a numerosas mujeres, les
permitió enfrentar directamente algunos abusos o ataques a la propia dignidad con firmeza
y con serenidad, sintiéndose respaldadas por el conocimientos de los propios derechos
y la forma de exigirlos.
Cuando siento que alguien me está discriminando, ya sé cómo responderle, cosa
que al principio no sabía y cuando alguien me decía algo, lo que hacía era ponerme
a llorar. Pero ya ahorita mismo lo enfrento. Llamo a las personas de buena
manera. Le digo, mira lo que dijisteis, como mujer a mí me duele. Así que mira yo
conozco mis derechos así, así, así, así, que por lo mismo no le voy hacer caso a
lo que tú acabas de decir, pero sí respeta a las personas. Corregimiento Bayano,
Bolívar, 2000, P.222.
“Saber defenderse” es la expresión que ellas utilizan para transmitir la seguridad adquirida
en la utilización de los canales y los instrumentos existentes para hacer valer los
propios derechos.
Yo anteriormente estaba ignorante. Nosotros no sabíamos nada, a diferencia de
hoy que ya uno sabe cómo defenderse y a dónde acudir (…) Hace las denuncias
y hace todo. Ya uno tiene más orientación de eso, pues anteriormente no. San
Jacinto, Bolívar, 1985, P.224.
465
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
La implicación en grupos de mujeres ha favorecido el intercambio entre las diversas
identidades, creando espacios de palabra en los que ellas han podido poner en común sus
experiencias. Compartir vivencias con otras, supuso por ejemplo para la mujer entrevistada
la posibilidad de fortalecerse y perder el miedo.
De ahí para acá ya fue cambiando mi vida, ya fui conociendo mis derechos y después
ya vine aquí a la casa de nosotras las indias, las campesinas, las afro, y he
aprendido muchas cosas, que me han dado fortaleza, he perdido el miedo, he podido
contar las cosas que me ha pasado. Caserío Monserrate, Caquetá, 2005, P.299.
Otras experiencias de implicación en entidades sociales, como parte del proceso de afrontamiento,
operaron cambios en los modos de ser y hacer de mujeres. Muchas mujeres se
reconocen diferentes después de haber accedido al liderazgo y a la palabra pública.
Ahoritica sí doy gracias a Dios lo que he cambiado. Yo era una mujer tímida que
no podía ni hablar. Ahoritica yo he despertado un poquito porque seguí saliendo
ya de eso de Familias en Acción, todo eso. Entonces ahoritica yo soy madre líder
de Familias en Acción; entonces eso es lo que me vino a despertar y ya cambié
un poquito, ya soy otra gracias a Dios. Timbío, Cauca, 2004, P.385.
Son numerosas las mujeres que establecen una conexión entre la experiencia de haber
sido víctima de violaciones de derechos humanos y su transformación como mujeres, en
particular su fortalecimiento personal. Sin embargo, esa conexión se vio mediada por un
proceso con elevados costes personales que dio forma a cómo ellas afrontaron los hechos
vividos y rehicieron sus vidas dándoles sentido de nuevo y poniendo en juego los aprendizajes
derivados de esa experiencia traumática.
De pronto si a mí no me hubiera pasado todo eso, yo no sería nada, yo sería una
empleada o por ahí una persona más, pero yo en este momento no soy una personas
más yo soy una persona importante, capaz. A mi nada me afecta, en este
momento a mi nada me afecta, por grave que sea yo digo: “Nada es tan grave”.
Yo pienso que cosas más malas de las que me han pasado no las puede haber en
esta tierra. Tibú, Norte de Santander, 2003, P.693.
¿Cuál era tu sueño?
En la preparación de este trabajo con las mujeres, la Ruta decidió que había que preguntar
a las mujeres por sus sueños. ¿Cuál era tu sueño? Esos sueños fueron truncados por las
violaciones de derechos humanos sufridas. Pero también el análisis de los testimonios
muestra la capacidad de muchas mujeres de reconstruirlos, y cómo esos sueños han sido
también el horizonte de muchas mujeres en su proceso de reconstrucción.
En el ejercicio de recapitulación y resignificación positiva de la experiencia vivida que
se hace en diversas entrevistas, se halla un cierto balance del pasado desde la situación
466
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
presente. Las mujeres señalan logros y mejoras, satisfacción personal por la situación en
la que viven y por el reconocimiento que hacen otros de sus capacidades y su trayectoria.
También expresan gratitud por estar vivas, por haber sido capaces de superar el quebranto
provocado por las violaciones de derechos humanos. Un daño recibido que, no obstante,
jamás será olvidado ni deja de tener secuelas graves.
En diversos testimonios se habla de “sueños cumplidos”. Con esta expresión las mujeres
se refieren a deseos reconocidos en algún momento anterior a los hechos violentos que,
a pesar de todo, han encontrado algún modo de realización. Los sueños originales se
expresan con una gran concreción, como una imagen de ellas mismas que nunca llegó a
tomar cuerpo. Sin embargo, el “sueño cumplido” es haber sido capaces de proyectar en el
mundo una capacidad propia que estaba implícita en aquella imagen. En esta valoración
positiva del cumplimiento de los sueños se transmite la capacidad de esas mujeres de
dar curso a un deseo que, a pesar de los daños y las pérdidas, ha encontrado un modo de
materializarse.
Pues en este momento se me está cumpliendo como ese sueño porque tengo mi negocito
de comidas rápidas. Los clientes son los mismos estudiantes de la escuela
de acá del sector, y mi proyecto es como ampliarlo y tener como empleados. Y ya,
si Dios quiere, para el año que entra voy a bregar a ampliarlo y a conseguirme
otras dos muchachas que me ayuden. Medellín, Antioquia, 1997, P.88.
Los deseos de realización profesional que expresan las mujeres se vieron incumplidos por
las circunstancias en las que ellas tuvieron que vivir. No obstante, encontraron modos de
acercarse a ellos trabajando, de forma remunerada o voluntaria, en ámbitos en los que se
requieren competencias técnicas o profesionales cercanas a las que ellas hubieran deseado
desarrollar como profesionales.
Pues yo soñaba con ser profesora y tener dos o tres hijos. Y vea tuve tres y soy
profesora, porque soy madre comunitaria. Antioquia, 1998, P.66.
Quería ser profesora, a mí me gustaba darles clase a los niños. Quería ser enfermera,
cosas así, atender a los niños y esas cosas. Que siempre van, que cúrame esta
herida y yo los curo les inyecto y todas esas cosas. Fue algo que me salió de mí y
yo dije, voy a ponerme, y eso me puse yo. Y como ahora que la hija mía estudio enfermería,
ella me va diciendo y esas cosas. Y ya yo inyecto, que cúrame esta herida,
que esto que lo otro... San José del Playón, María La Baja, Bolívar, 2002, P.207.
En algunas ocasiones la proyección de las propias capacidades, que no pudo encontrar
realización en el ámbito profesional deseado por causa de hechos relacionados con el conflicto
armado, se ha desarrollado con otras finalidades después de la experiencia de haber
sido víctima de violaciones de derechos humanos. Los deseos cumplidos de las mujeres
tienen que ver, en muchos casos, con la proyección de las competencias profesionales en
el ámbito comunitario.
467
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
A mí se me han cumplido en el sentido de que a mí siempre me ha gustado trabajar
con niños y me gusta más como trabajar con los niños que tienen como menos
posibilidades. Entonces, en ese sentido, a mí sí se me ha cumplido, porque estoy
trabajando en un hogar comunitario. Medellín, Antioquia, 1995, P.47.
Otras mujeres, cuando evalúan lo que supuso en sus vidas el cambio desencadenado por
los hechos traumáticos, hacen un balance en el que no sólo hay pérdidas. En ese balance
ellas distinguen aspectos no previstos que, al fin y al cabo, tuvieron efectos positivos en
sus vidas. En este caso, la posibilidad de estudiar en la universidad, a pesar de las dificultades,
abrió nuevas posibilidades de formación y de relación que aportaron un enriquecimiento
personal.
Pues se puede decir que no me fue tan mal, pude estudiar. Más adelante hice una
Maestría en la Javeriana en Literatura. Estoy en trabajo de grado, no me he graduado
porque tengo tres niños que me absorben todo el tiempo, siempre es difícil.
Fue una experiencia inolvidable, pero duro. Lo de la Maestría me gustó muchísimo,
me sentí muy identificada, conocí amigas que todavía conservo. La Maestría
me ha dejado muchos buenos sabores. Montería, Córdoba, 1996, P.151.
Asimismo, aunque la experiencia traumática del desplazamiento forzado supuso no sólo
empezar de nuevo la vida en otro lugar sino pasar del medio rural al urbano, las mujeres
hicieron de esa crisis una situación en la que reconstruirse. En el contexto de desplazarse
a un centro urbano algunas mujeres encontraron otras posibilidades de trabajo, oportunidades
de educación para las hijas y una vida con menos temor y sufrimiento. Sin embargo,
eso no cancela el recuerdo ni el impacto de la pérdida que ocasionó este cambio
radical de vida.
Uno ya no sufre como sufre por allá, uno todos los días trabajando, aquí uno ya
vive mejor. Ya más mejor para uno. Menos se sufre, y el estudio para los niños
también. Porque cuando yo vivía por allá, el estudio para ellas era muy duro. Mucho
sufrimiento, mucho y mucho peligro también. Y sí, gracias a Dios, aquí, mis
niñas están bien. De lo único, que yo siento mucho, y yo no me puedo librar, es la
muerte de él. Puerto Caicedo, Putumayo, 2008, P.845.
De nuevo, en el testimonio siguiente, se hace un balance que reconoce como positivos los
aprendizajes derivados de la experiencia traumática, y como negativos la imposibilidad
de olvidar que la huella del daño va a ser permanente.
Pues muchos cambios, para bien, pues que uno aprende más de la vida. Yo no sé,
para bien me ha cambiado mucho, me ha enseñado a ser fuerte, a asumir los problemas
de otra manera. Para mal, pues que es una experiencia que se lleva para
toda la vida, que nunca a él se va a olvidar. Samaná, Caldas, 2003, P.146.
468
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Otras mujeres expresan lo positivo afirmando su satisfacción por el presente que ellas viven.
Haber podido rehacer relaciones familiares, en algunos casos una relación de pareja,
y vivir con una cierta estabilidad económica son logros de algunas mujeres. Otro de los
elementos que es, poder vivir sin temor, tener la sensación de estar protegida.
Pues a mí ¿cómo me cambia? (sonríe), pues, yo ya me siento por acá contenta y
todo. Ya no tiene uno miedo de nada. El Salado, Bolívar, 2001, P.614.
Numerosas mujeres mencionan el acceso o la continuación del estudio como un logro
personal, y valoran muy positivamente la mejora que supone para los hijos alcanzar un
nivel de titulación que les proporciones oportunidades profesionales.
Esa es la parte que siempre me ha dejado marcada. Sin embargo, los pelados
cambiaron, tengo uno en la Universidad, otra trabaja en una empresa en Pereira y
el niño que está por acá en… O sea, para mí fue un logro que esos pelados fueran
ahorita, que ellos sean unos profesionales. Trujillo, Valle del Cauca, 1989, P.617.
Además de la seguridad, la estabilidad económica, la recuperación de relaciones familiares
sosegadas y la mejora personal que suponen los estudios, algunas mujeres manifiestan
su satisfacción presente por el compromiso adquirido en la defensa de los derechos humanos
o la actividad política y social que desarrollan.
Yo toda la vida he sido así, servicial, pero nunca, nunca, había pensado que otras
personas me necesitaran, que yo pudiera serles útil a otros en algún momento, con
todas las falencias que uno tiene en esta situación. Y a veces es grato uno despertarse
y darse cuenta que, bueno, toda esta lucha, toda esta vaina, algún día tiene
que servir de algo, cambiar algo. San José del Guaviare, Guaviare, 1998, P.827.
El aprendizaje realizado en el afrontamiento de los abusos sufridos ha permitido a algunas
mujeres mejorar su autoimagen, superar la dificultad de relación con el propio cuerpo
después de haber sufrido daños físicos perdurables, y manejar los estados de ánimo cambiantes.
Hemos aprendido a valorarnos, a querernos y a respetarnos nosotras, entonces
uno aprende a manejar la autoestima alta, la autoestima baja, pues a veces cuando
tengo así, que estoy con la, aquí le dicen la existencial, tengo la cosa existencial,
entonces no me da por salir, me quedo más que todo en mi casa, pero baja
autoestima nunca he tenido. Natagaima, Tolima, 1978-2009, P.168.
La oportunidad de vivir otro futuro
En las entrevistas, las mujeres formularon proyecciones de futuro en conexión con la
experiencia vivida. Lo que ellas expresan como sueños para el futuro son objetivos de
mejora, la mayoría de las veces para sus hijos e hijas, que se concretan en el estudio, la
469
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
casa, el empleo, etc. En ocasiones los sueños se manifiestan como deseo de una vida mejor
o de recuperación de la “vida buena”.
Uno de los deseos que más se expresan es tener casa propia. Se ha visto ya cómo la
consecución de un lugar para vivir, por precario que fuera, era señalada por las mujeres
entrevistadas como uno de los primeros pasos positivos en el proceso de recuperación de
los daños sufridos.
Ahora salir adelante, olvidar todo lo que pasó. Tener mi casa que es el sueño más
grande. Tener mi casa, con mis hijos, mi esposo. Porque ahora pasamos mucho
trabajo. Estamos pagando un arriendo de cuatrocientos mil pesos y eso no es la entrada
que uno tiene, la verdad, no tenemos esa entrada. Estanislao, Bolívar, 2008,
P.238.
Al mirar hacia el futuro, sigue siendo fundamental, para aquellas que no lo han conseguido,
tener un cobijo, un espacio propio y seguro para habitar con las personas
queridas. El derecho a la vivienda y la casa propia se expresa como sueño que culmina
una vida esforzada; como un espacio acogedor para disfrutar merecidamente de la vida
en familia.
Mi sueño es levantarme, tratar de seguir adelante, ahora quiero estudiar, sacar a
mis hijos adelante. De pronto, a ver si puedo conseguir, de pronto, una vivienda
digna donde vivir con mis hijos. Ese es mi grande sueño porque después que yo
tenga vivienda yo creo que…. Calera, Cundinamarca, P.504.
Las madres, en especial las que tienen hijos dependientes, por edad o por condición,
sienten que su responsabilidad con respecto al futuro pasa por tener una vivienda para
atenderles.
Yo le pido a Dios que me dé mi curación y que quiero seguir adelante así sea
con fuerzas mías o con la ayuda de alguien para trabajar, y poderles hacer una
casa a mis hijos porque ellos están pequeños todavía. San Miguel, Putumayo,
2008, P.535.
Mi sueño es sacar a mis hijas adelante, primero que todo, tener mi casa, sacar
a mis hijas adelante. Y lo mismo, tener mi propio negocio en mi casa, donde yo
pueda dedicarme a mis hijas. Porque por la niña que tiene ahora 14 años, con
parálisis cerebral, ella es especial y toca estar con ella pendiente. Entonces nadie
me la va cuidar como yo la cuido. Guaquira, Putumayo, 2007, P.132.
Se podría decir que para las mujeres, el sueño de un futuro mejor empieza por aspectos
concretos y materiales que aseguran las condiciones de humanidad. Piensan probablemente
que ese primer eslabón es imprescindible para construir un país en el que las necesidades
de la población están cubiertas y se pueda llevar una vida digna.
470
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Mis sueños es que yo la esperanza no la pierdo en que pueda tener una buena
casa, con el tiempo, por donde yo pueda ubicarme con mis hijos y les pueda dar
un buen estudio y educarlos bien, prácticamente tener médicos para mis hijos.
Naya, Cauca, 2005, P.453.
También el deseo de conseguir un modo de subsistir, de obtener ingresos, forma parte
del proyecto de futuro de muchas mujeres que señalan cuáles son los elementos básicos e
imprescindibles para llevar una vida digna.
Mi sueño ahora es realizar mis realidades y seguir adelante y cómo le diría este a
terminar, a acomodar como es que es agrandar mí negocio y conseguir con cosas
buenas, darle en adelante tener otra vida. Caucasia, Bolívar, 2005, P.205.
El trabajo por cuenta propia es otra de las aspiraciones que manifiestan las mujeres y que
remiten a un pasado en el que pudieron vivir por sus propios medios. Se trata pues de
un sueño que intenta recuperar algo del modo de vida perdido, de volver a encauzar la
capacidad de trabajo y los proyectos que quedaron truncados por causa de los hechos de
violencia.
Es decir, tener casa propia y medios para subsistir son aspiraciones prioritarias y básicas
para poner los cimientos de una nueva generación que aporte elementos positivos a la
sociedad alejándose de la violencia. Los deseos concretados para una misma y sus hijos
son también proyectos de reconstrucción del propio país.
Yo lo que aspiro es tener mi casa. Yo aspiro a que el Estado me dé mi casa y tener
un negocio para yo sustentar a mi familia. Porque yo no quiero que mis hijos queden
como estoy yo, quiero que mis hijos sean alguien en la vida. Quiero que sean
unos profesionales, para que ellos le sirvan a la sociedad más adelante. Que ellos
no sean unos gamines, no sean por ahí unos atracadores. Que si uno no llega a
ser alguien en la vida, a ser profesional, uno llega es a eso. Pues eso es lo que yo
aspiro en la vida. Cartagena, Bolívar, P.244.
Para las mujeres entrevistadas el futuro se materializa en las hijas y los hijos, aunque
algunas de ellas expresan también deseos de mejora personal que se concretan en el estudio.
En muchas de las entrevistas la proyección de futuro centrada en los hijos e hijas se
expresa como el deseo de que accedan a aquello que para ellas fue inaccesible: “lo que no
pude ser”, “lo que yo no alcancé”.
La educación es, para las mujeres, la vía para “ser alguien en la vida”, es decir una persona
que pueda aportar y que consiga situarse con seguridad en el mundo, realizando un
trabajo digno que le proporcione medios de vida suficientes.
Yo a mis hijos les digo que estudien, que en el mañana sean alguien. Que en el
mañana que no lo haya tenido como lo tuve. Por eso no tengo un trabajo que
471
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
me sirva, sino por ahí estar lavando platos porque eso es lo único que uno sabe
hacer. De resto si uno no tiene un bachillerato en ninguna parte le dan un trabajo
bueno. Yo les digo a mis hijos que tienen que estudiar, que en el mañana ese
estudio les sirva a ellos y salgan adelante. Melgar, Tolima, 2004, P.147.
Otro deseo fuertemente asociado al futuro de las hijas e hijos es que no tengan que vivir lo
mismo que ellas. Es decir, expresan el deseo de no repetición de los hechos de violencia,
de las violaciones de derechos humanos.
Mi sueño ahorita es… tratar de estar bien, de tener a mi familia bien, de trabajar
por los míos y… estar pendiente de mi bebé que viene en camino, de que no me le
pase lo que me p asó a mí. O sea, que ella sepa lo que a mí me pasó y que lo tenga
como una experiencia. Sabana de Torres, Santander, 1999, P.786.
No pues yo quisiera que ella apenas está empezando a vivir, que tuviera un futuro
bueno, que no le pase lo que me pasó a mí y dejarles en qué vivir, será lo único
Chigorodó, Antioquia, 1989, P.36.
El esfuerzo por los hijos e hijas se realiza, pues, con la esperanza que la violencia no se repita,
que ellas y ellos no vean su futuro roto por hechos como los vividos por sus madres.
Mis planes, a ver si consigo unas fuercecitas (algo de dinero) ahí trabajando, si
saco mis hijos adelante. Porque sí, ya están en bachillerato. Aunque ya una de las
hembras ahí con esfuerzo fue trabajando en casa de familia, pero terminó su bachillerato.
Ya tengo los dos que también están en bachillerato. Que luchando para
ver si, ya que yo no alcance, que esta violencia no sirva para truncarles el futuro
a mis hijos, yo quiero que ellos lleguen a alguna parte. Vereda Mundo Nuevo,
Bolívar, 2001, P.226.
La experiencia vivida por la mujer que dio su testimonio le lleva a afirmar que para evitar
un futuro marcado por las violaciones de derechos humanos es fundamental la educación
de la generación joven, para que pueda comprender lo que ocurre en el entorno y pueda
prevenir la puesta en marcha de dinámicas violentas en las comunidades. Para ella, como
para muchas otras, el acceso a la educación es un antídoto contra la repetición de la violencia.
Con lo que me sucedió, nadie está exento de que le pase eso, porque lo que me
sucedió a mí yo no lo esperaba, pero ya me pasó y ¿qué tengo que hacer? Buscar
pues la solución a que las cosas se mejoren. Cambiar el estilo de vida. Apoyar a
mis hijos para que no vayan a coger un mal camino, porque al menos no les pase
lo mismo que me pasó a mí. Porque uno por ser ignorante y porque uno está en un
medio donde no busca como salir adelante. Bojayá, Chocó, 2002, P.468.
Tal vez en ese deseo de no repetición manifestado, con tanta fuerza por las mujeres, hay
una cierta búsqueda de compensación por los sufrimientos experimentados en la genera472
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
ción anterior. Es decir, confiar en que los propios sufrimientos hayan servido para mejorar
la vida futura de los jóvenes.
Del cambio de allá a acá es mucho. Acá veo que mis hijos van a seguir un
futuro diferente, una vida diferente, van a poder estudiar. Yo sé que voy hacer
que sean alguien en la vida, mejor todavía. Y allá no había cómo, no había
la forma de ofrecerles un futuro, una vida a esos niños. Por ejemplo allá a la
mayoría no les pueden ofrecer eso, están viendo tanta violencia, acá les dan
tantas oportunidades a uno, más allá, no llega ninguna oportunidad. Peñón,
Santander, P.143.
En síntesis, la aspiración que muchas expresan es recuperar una vida tranquila y digna
en la que el sufrimiento y las pérdidas queden situadas en el pasado y puedan disfrutar
viviendo el presente junto con la familia con una mejor calidad de vida. Otras mujeres
expresan sus deseos de futuro a escala del país y manifiestan su disposición a intervenir
en los espacios públicos o en organizaciones que trabajen para mejorar la vida ciudadana
o defender los derechos de las mujeres.
Pues volverme a involucrar, a meterme otra vez en el concejo, hablar con los
concejales, a ver qué proyectos había y seguir trabajando. Pero ya un poco más
alejada, pero yo aspiro a que esto no siga así. Yo pienso que más adelante las
cosas van a cambiar a mucho mejor. Corinto, Cauca, 2010, P.314.
Como señala esta mujer, este deseo compartido manifiesta ilusión y ganas de empujar los
cambios, cifrando en las mujeres la esperanza de un futuro sin violencia.
Espero que a través de ustedes, mujeres, tengamos la oportunidad de vivir otro
futuro, de tener otra esperanza ya que aún hay ilusiones y queremos salir adelante
donde haya tranquilidad. San Miguel, Putumayo, 2001, P.545.
V. Tengo que cuidarme. Precaución, autocuidado y seguridad
María se levantaba con mañitica y rendijeaba por las tablas y veía a esos hombres
armados y enchaquetados, y ella a punta de oraciones… y puso hasta una cocada
de agua detrás de la puerta que para que se fueran. Y se quedaron como tres o
cuatro horas esperando a que les abrieran la puerta. Barrio Blanquizal, Medellín,
Antioquia, 1994, P.63.
Imaginemos a María. El terror que experimenta cuando, en la noche, siente que “hombres
armados y enchaquetados” rodean su casita de tablas, tan frágil y vulnerable. María vigila.
María ora. María se protege a través de creencias aprendidas de los mayores… Así
enfrenta a quienes merodean alrededor de su hogar, y logra hacerles creer que la casa está
vacía. El relato de María hace parte de las estrategias de precaución y vigilancia que las
473
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
mujeres ensayan, aunque a veces sin éxito, para afrontar situaciones de terror y acoso.
Estas estrategias de protección tratando de evitar el peligro, conllevan frecuentemente
profundos cambios en el comportamiento de las mujeres, generando desconfianza en las
comunidades, evitando movilizarse o limitando su vida cotidiana, o evitando la expresión
y hablar sobre lo que sucede. Una de cada tres víctimas entrevistadas decidió no hablar
sobre lo que había pasado como una forma de protección, frente a la hostilidad de los
perpetradores y el miedo.
Estrategias de precaución, cuidado, vigilancia y seguridad.
Las estrategias de precaución y vigilancia se ubican sobre todo en el campo de la resistencia
frente a la destrucción y la protección de la integridad. La situación de precariedad
vivida por las mujeres víctimas, es una constante que influye en la adopción de estas
estrategias. Como María, muchas viven en casitas de tabla, frágiles y vulnerables, apenas
protegidas por puertas y ventanas con ajustes precarios. Algunas de estas casas están aisladas
y no es fácil contar con el auxilio de los vecinos. La comunicación tampoco se facilita.
Muchas no cuentan con luz eléctrica, y esto incrementa la sensación de precariedad
e inseguridad. La falta de protección es otra situación que incrementa estas estrategias de
cuidado, vigilancia y precaución.
Ya, por medio de la policía… del patrullero de la avenida oriental, ese estuvo en
mi casa, me brindaron una orden de protección, me dieron dos cartillitas, para
decirme cual era mi modo de salir y por dónde tenía que caminar, que tenía que
cambiar mi forma de vestir, que tenía yo no sé qué vainas, todos esos reglamentos,
todo reglamento se especifica en ese libro y todo eso. Entonces resulta y sucede
que los policías después de que hubo esa muerte, ya iban a mi casa, estaban pendientes
de mí y de la familia: “¿hay novedades?, no, por aquí todo está bien, está
hasta bueno…”. Ya llevo más de 15 días que no sé qué es de esa tal… protección.
Barrio la Cruz, Antioquia. 2010, P.8.
El miedo, el temor a todos los actores involucrados en este conflicto, legales e ilegales, es
otra poderosa razón para la adopción de estrategias de cuidado y vigilancia.
El padre nos dijo que tuviéramos cuidado, que habían otra vez muchos grupos
armados, que parecía que volvía la misma violencia de antes, que estuviéramos
muy preparados, entonces qué se va a ir uno a un campo, si el hijo mío que volvió
dijo: “yo estoy aquí, mientras no oiga decir nada, pero vuelvo y me pierdo, yo no
me voy a hacer matar aquí”. Tarazá, Antioquia, 1996, P.51.
Esto se hace más claro en el caso de mujeres líderes sociales que están al frente de procesos
de resistencia y denuncia de los abusos cometidos contra la población en situación
de desplazamiento.
474
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Estuvimos haciendo un trabajo muy fuerte alrededor de eso, y había muchos intereses
sobre el trabajo con la población desplazada; como se habían tomado terrenos
hubo muchas veces intentos de desalojo, y nosotros estábamos frente a ese trabajo,
para que a la gente no se le atropellara, en general, denunciando… yo era la visible,
cuando había que dar entrevistas, firmaba los comunicados, mi teléfono celular
aparecía en los comunicados en general. Tibú, Norte de Santander, 2002, P.104.
Hay temor a la guerrilla, porque la percepción de las mujeres es que con ellos “el que la
hace la paga”.
Como de la guerrilla… decidí no salir mucho a los espacios públicos, por ejemplo,
no soy de las que hacen filas en lo de Acción Social, por allá, pidiendo mercado ni
nada, me evito todo eso, para que la gente no me vea, no me conozca, porque para
la guerrilla, el que la hace la paga, yo no le he hecho nada, lo único que hice fue
quitarles mis hijas, pero si me llegan a ver, no me la perdonan”. Barrancabermeja,
Santander, 2002, P.118.
Hay temor al Estado, a quien se percibe en muchos casos no como el que brinda protección
y seguridad, sino como el aparato que controla y castiga a quien trabaja por los
derechos de las víctimas.
Una de las cosas que me decía mi mamá, era “mija, yo prefiero verla lejos que
verla en la cárcel”, porque ella sabía que si le interceptaran el teléfono, no se lo
interceptaba un actor armado ilegal, si no que se lo interceptaba el Estado, entonces,
que posiblemente me estaban investigando para encarcelarme, entonces para
ella eso era lo peor. Floridablanca, Santander, 2004, P.101.
Y hay un inmenso temor a los paramilitares, un temor paralizante en muchos casos, debido
a las atrocidades cometidas contra la población civil.
Pues, un señor entró allá y nos dijo que habían mandado unas cartas, que teníamos
que salirnos de allá porque iban a entrar los paramilitares y que no iban a
dejar a nadie vivo. Agüitas-Santa Rita, Risaralda, 2004, P.671.
Salí cuando vi el paisa cerquita de mi casa, ahí yo me quería morir y sin poder
irme para ningún parte… Frontino, Antioquia, 1990, P.57.
Son todos ellos temores, miedos que destruyen la libertad de movimientos, incluso después
de adoptar estrategias de protección y cuidado.
Aquí una se siente más extraña, la libertad de los niños, todo. Duré como unos
6 meses que no salía, yo no salía ni al parque ahí, nada, a mí me daba miedo.
Pensaba que si salía a media cuadra me perdía, y los niños encerrados, y yo pues
también. Como siete u ocho meses, creo que más, dure sin salir, yo no salía. Bogotá,
D. C., 2007, P.126.
475
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Frente a la acción de todos los actores armados, las mujeres experimentan la necesidad de
estar muy vigilantes, y establecen estrategias de precaución y cuidado, tanto personales
como colectivas, para afrontar situaciones que limitan su libertad y ponen en peligro su
integridad y la de sus familias.
El abandono del Estado ha generado en las mujeres la necesidad de diseñar dichas medidas.
Muy conscientemente, las mujeres que habitan territorios de conflicto, han puesto
en marcha formas de actuar que, en muchos casos, contradicen aquellas construidas en
tiempos de paz basadas en la confianza mutua. ¿Qué tipo de estrategias de precaución,
seguridad, autocuidado, protección y vigilancia se descubren en las narrativas de las mujeres,
y qué elementos podemos identificar en ellas?
La diversidad de estrategias de protección, cuidado y seguridad es muy grande. Hay variaciones
de acuerdo a los grados de riesgo experimentados, al apoyo que se recibe de la
familia (muchas mujeres están solas, con hijos pequeños, y en territorios hostiles enfrentando
a los actores armados…), a la comprensión que se tiene del conflicto, a la capacidad
de tramitar los asuntos a nivel comunitario y al grado de liderazgo comunal, social o
político que tienen las mujeres. Pero todas convergen en la necesidad de cuidarse, de proteger
su vida y la de sus familias, en una situación en la que en general no experimentan
la protección del Estado.
Cuidarse de la calle y de la noche
En primer lugar, destaca el llamado, muy generalizado, a “cuidarse de la calle y de la noche”.
Las mujeres experimentan “la calle y la noche” como lugares y tiempos, poblados
de peligros, que comportan riesgos para ellas y sus familias. Ambos espacios dejan de
ser seguros. Marginarse de lo que sucede en la calle y en la noche comporta una fuerte
restricción de la libertad, pero la situación exige ser precavidas.
Nosotros manteníamos cuidado, uno no salía de noche ni nada, yo digo: no, de
pronto me le hacen algo a la niña o quién sabe qué, o llegan aquí, ya están las
masacres, y hacen algo y uno sin nada. Popayán, Cauca, 1987, P.315.
Seguramente la calle y la noche han ido asociándose al lugar donde ocurren “cosas extrañas
y oscuras”.
Nadie está libre de una bala perdida y es lo más común que pasa en nuestro medio,
porque el mismo Estado [fuerzas militares] es el que dispara al aire, pero si
brego a que no se infiltre en cosas extrañas u oscuras, yo si les digo “ojo muchachos,
se dejan utilizar”. Manrique, Antioquia, 2002, P.16.
Las amenazas que ocurren en la calle y en la noche, están muy relacionadas con la agresión
sexual a las jóvenes. Por eso la insistencia en protegerse de “la calle” es recurrente.
476
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Lo único que yo les digo, como ellas salen del colegio y se van hacer tareas por
allá hasta tarde, es que no se queden por allá. “Miren que hay mucho peligro, mucha
gente maldadosa, mire que las pueden violar o hacer algo, niñas, miren por
allá esas niñas que resultaron muertas en el Morro de Pan de Azúcar, por eso, por
estar por allá jugando, dos niñas que eran amiguitas; dejen esas pendejadas”. La
mía también estaba en eso, la de 15 años y yo le decía que a una cuando está en
la calle, le pasa lo peor. Bogotá, D.C., 1986, P.3.
Desconfiar… de todo y de todos
Inculcar la desconfianza hacia “los otros”, tanto hacia el forastero, el extraño, como hacia
la gente conocida… se constituye en una medida de precaución muy común. En contextos
de vida campesina o los barrios de ciudades, donde la base de la convivencia y el progreso
de las comunidades ha sido la confianza mutua, esta experiencia de convertir al vecino, al
visitante, incluso al amigo en alguien sospechoso, en quien no se puede confiar, es una estrategia
de seguridad mucho más común de lo que se cree. Una de las consecuencias más
grave de este conflicto, es la ruptura de lazos de solidaridad construidos, la desconfianza
y el miedo instalados en el corazón de las personas.
Yo amigos tengo, pero no… tampoco mucho, porque los amigos también son muy
chismosos, inventan güevonadas de uno, entonces es mejor estar solita. Pradera,
Antioquia, 2007, P.682.
Pues más bien estar en sitios que esté todo calmado queriendo evitar la gente
conocida, que lo distingue a uno, que no esté mucho al pie de uno para hacerle
un comentario porque uno nunca sabe las cosas…entonces estarse uno más bien
aislado y estar pendiente porque siempre se mantiene uno pendiente. Cimitarra,
Santander, 2000, P.721.
Desconfiar de todos los actores armados es una actitud común para prevenir consecuencias
indeseables, especialmente en los territorios donde se da presencia de varios que
pueden acusarlas de colaborar con “el otro lado”..
Cuando lo miré, que él comenzó a llegar ahí, yo le dije: “bueno mija, eso si nada,
así le ofrezca esta vida y la otra, nada”, yo con esa gente fui muy aparte, porque
de todas maneras uno en el campo, no puede estar ni para allá ni para acá porque
imagínese, hoy es un grupo, mañana es otro y entonces allí es para correr riesgo
uno, ¿sí o no?, por ejemplo hay un grupo, como decir farianos, uno habla con
ellos, entonces llegan los elenos, eso a la hora es un problema, se van los elenos,
llegan los rastrojos ahí sí que es cierto, es un problema también porque ya comienzan
a investigarlo a uno… Villagarzón, Putumayo, 2005, P.306.
La actitud de desconfianza se extrema en el caso de los informantes. Las acciones de
prevención frente a los informantes y los que delatan a los otros son otra forma de
afrontamiento. Estas formas de agredir y polarizar al tejido social en los conflictos
477
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
modernos tratando de involucrar a la población civil ha llegado a grados extremos en el
caso colombiano. La política del gobierno de Álvaro Uribe de crear y pagar una red de
informantes de hasta un millón de personasen todo el país según lainformación oficial,
extendió el miedo y el sentimiento de control sobre una enorme población especialmente
en el área rural. Una denuncia de estos informantes podía acarrear la detención o
incluso la muerte, sin ninguna garantía para la gente.
Estaban atajando ahí en la entrada en la brecha que entra para la casa, por favor,
no vayan a decir a qué vienen, o qué buscan, no comenten absolutamente nada,
si los atajan a ellos allá, ellos tienen que decir a qué van. Entonces imagínese, de
una lo están delatando a uno. El Tambo, Cauca, 2004, P.304.
Acá se le ha dicho mucho: no le vaya recibir a nadie nada, va por la calle y es
rápido y no da ninguna clase de datos; si lo asedian, cuente en la casa todo lo que
pase, como ellos no solamente están allá en esa tierra, ellos tienen mucha conexión...
Murillo, Tolima, 2010, P.144.
Sin embargo, a pesar de los riesgos y de la desconfianza instalada en los corazones de
las personas, algunos testimonios refieren la importancia de los grupos en los que se dan
relaciones de confianza mutua, como una estrategia de protección grupal. Por ejemplo
“andar en gallada” es una recomendación muy común para prevenir los riesgos.
Bueno, igual la gente se iba en gallada para allá… ¿a qué vamos?: a lavar; y se
iban cuatro o cinco a lavar, más todos los peladitos que se juntaban y se iban a
bañar. Eso servía de protección porque no se podía pasar solas por allá, eso era
violación segura o muerte segura. Cañas Gordas, Antioquia, 1995, P.11
Autocuidarse, denunciar, pedir la protección del Estado
Combinar el autocuidado personal con la denuncia ante instancias del Estado, es una
actitud de precaución y vigilancia utilizada por las mujeres en territorios de conflicto.
Digamos que mi actuación se encaminó en dos vías. Primero la preservación y
el cuidado individual que yo debía tener para enfrentar una situación como esta
y crear mi propio esquema personal de seguridad; y la segunda es obviamente
poner en conocimiento de las autoridades, para generar la responsabilidad
del Estado en garantizar mi vida, en garantizar el ejercicio de mis derechos.
Entonces allí pongo la denuncia en el comando de Policía, la denuncia en la
Fiscalía. Pongo en conocimiento de las autoridades de la Universidad. Tuvimos
reunión con la Defensoría del Pueblo, con la Procuraduría, con el alcalde de
la ciudad y estamos esperando a que se pueda generar el escenario amplio con
el ministerio del Interior y con las autoridades locales para poder analizar el
nivel de riesgo que tenemos los y las estudiantes de acá, de la universidad. El
Tambo, Cauca, P.307.
478
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Sin embargo, la confianza en el Estado se ve quebrada en muchos casos, especialmente en
zonas campesinas apartadas, y entonces lo que prevalece es el autocuidado a través de esquemas
de seguridad personal y de la gestión de las organizaciones a las cuales se pertenece.
El esquema individual… por supuesto que sí, no hay que bajar la guardia, de
hecho todo está muy reciente todavía, y a pesar de que todas las autoridades conocen,
en este momento no hemos recibido ninguna ayuda que no sea gestionada
por nuestra propia organización, y claro que sí, el esquema individual sigue, precisamente
por la preocupación que hay. El Tambo, Cauca, P.307.
También en el caso de algunas mujeres víctimas a su vez de violencia, y las amenazas
o maltrato de sus exparejas, esta extensión de la violencia a la vida cotidiana y la indeterminación
de la amenaza extienden las medidas de auto-protección y la vivencia de
riesgo.
Yo solicité medida de protección en la comisaría de Familia, pero eso para él no
le vale de nada y en ese pueblo menos. La medida de protección no es solo para
mí, es para mis hijas, mi mamá y mi papá, o sea para todos los que vivimos en
la casa. Él no puede acercarse a ningún miembro de mi familia. Sobre las niñas
se le puso una condición, de acuerdo a su comportamiento se le irían dando los
permisos para que se acercara a ellas, también se le fijó una cuota alimentaria
que nunca ha cumplido, siempre he sido yo sola, me toca trabajar todo el día para
poderlas alimentar. Él ha seguido intentando acercarse, abrazarme, besarme, lo
ha intentado, pero yo no me he dejado, últimamente cuando lo veo me dan unos
nervios horribles. San José del Peñón, Bolívar, 2002, P.213.
Las minas anti-persona
En situaciones de enorme riesgo para la vida, el comportamiento frente al peligro se
convierte en una cuestión central. Si bien la mayoría de las mujeres son conscientes
del mismo, en otras ocasiones la gente que convive con el riesgo puede no tener
conciencia del mismo o la información necesaria para la prevención. Las mujeres
valoran los procesos de formación que les permiten tomar conciencia de los peligros
que afrontan y apropiarse de medidas de seguridad, protección y vigilancia.
Destaca en los relatos la importancia dada por las mujeres a prevenir, por ejemplo, los
riesgos asociados a las minas antipersona sembradas en los territorios por los actores
armados.
Yo creo que la recomendación sería concientizar a la gente para que cuando ande
por los caminos y hallen cosas no las alcen, ni las manipulen, yo creo que esto haría
falta de pronto… Puerto Asís, Putumayo, 1996, P.304.
479
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Huir, huir, huir
La huida de los lugares y ritos comunes y cotidianos, es una estrategia de precaución
utilizada con mucha frecuencia por las mujeres. Comporta un desarraigo que produce mucho
sufrimiento, especialmente para las niñas y jóvenes que no entienden por qué deben
abandonar sus proyectos de vida, sus juegos, sus afectos, hasta que entienden que, debido
a la situación, precisamente ellas son “el foco de riesgo”.
Ella pues como que estaba tratando de decirnos la verdad, pero también muy
camuflada. Entonces, Indira y yo… pues vimos que era una maleta muy grande
para el poco tiempo que nos íbamos a ir, entonces yo sí le dije a ella que por qué
tanta ropa para tan poquito tiempo, y ella me dijo: “No, es que posiblemente ustedes
no vuelvan y es mejor que se vayan para allá”. Nos armaron la maleta, nos
empacaron poquitos juguetes y nos llevaron, nos sacaron un día por la noche, y
como en un carro todo raro… en un carro que no era el de mi papá, con otro señor,
y nosotras nos fuimos para donde mi tía Miriam. Belén de Umbría, Risaralda,
1999, P.685.
Con todo el dolor del mundo, tengo que dejar mi universidad a la que tanto quería,
a la que tanto adoro, tuve que cortar semestre, me fui. Tuve que salir también
para proteger a mi familia, todo lo hacía porque los tipos estuvieron por mi casa,
estuvieron por allí cerquita, entonces yo dije no, pues el foco de riesgo de mi familia
soy yo, entonces qué hacemos, pues eliminemos el foco, es decir quitémoslo
de allí y lo que hice fue irme para otro lado. Entonces ese fue el mecanismo que
utilicé para protegernos. Popayán, Cauca, 2006, P. 309.
La huida lleva a muchas familias a vivir situaciones extremas, a guarecerse bajo los árboles,
a adentrase cada vez profundo en la montaña. Las frecuentes incursiones en las zonas
en disputa militar convierten la vida de las familias en un infierno y les obliga a adoptar
precauciones en condiciones extremas en el monte.
Entonces ahí fue donde ya a nosotros nos tocó dormir en el monte, y nos íbamos
a dormir a una casa que quedaba un poquito más escondida, donde unos viejitos.
Pero ese señor le daba posada a un señor que estaba bastante involucrado con la
guerrilla. Entonces ya nosotros no amanecíamos ahí. Yo decía: “vea, ese señor se
sabe que está involucrado con la guerrilla, llegan ahí y acaban con esos viejitos y
acaban con nosotros”. Entonces nos íbamos a amanecer junto a un palo de café,
o un naranjo o en una mata de plátano, un palo de chirimoyo. Íbamos cambiando
así, para decirlo mejor: toda la gente se iba a amanecer al monte. Vereda La Aldea,
Antioquia, 1988, P.22.
La previsión es una característica que las mujeres imprimen a la huida. Diseñan y establecen
rutas definidas de evacuación, que les permiten afrontar las incursiones de los actores
armados y proteger sus vidas.
480
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Me he cambiado infinidad de veces de casa; no paro en una casa más de tres meses,
me vivo rotando, les advierto a mis hijos lo que puede pasar, lo que pasa, las
rutas a seguir si llega a pasar algo. Ellos saben hacia dónde ir o a quien llamar el
día que pase algo con alguno y el otro se dé cuenta. Les he dado rutas de protección
entre nosotros cuatro. Icononzo, Tolima, 1999, P.166.
En muchas ocasiones nosotras tuvimos que presenciar enfrentamientos, entonces
nosotros ya teníamos una ruta, para hacer frente, un trazado qué hacer cuando
hay ese tipo de enfrentamientos. Entonces lo que nosotros hacíamos, cuando ya
sentíamos la balacera, y a los estudiantes también se les había advertido, era subirnos
al bus todos y venirnos para acá a Samaniego. Samaniego, Nariño, 2001,
P.349.
Cuando el riesgo y la huida son inminentes, las mujeres disponen aquello que puede resultar
imprescindible para huir con éxito del peligro que acecha.
Nosotros habíamos dejado listos los zapatos por si de pronto, nos tocaba salir corriendo,
dejamos listas velas, dejamos lista una bacinilla porque nosotros no podíamos,
o sea donde nos tocara ir al baño, nosotras no podíamos porque quedaba
prácticamente en un solar, entonces nosotras esa noche alistamos la bacinilla y
todo. Cali, Valle del Cauca, P.163.
Huir es, en definitiva, la opción que les queda a muchas mujeres para prevenir males
mayores. El riesgo constante de las acciones de diferentes actores armados y específicamente
el riesgo de violación o de abuso de sus cuerpos, es vivido en algunas zonas como
constante. La convicción de que los cuerpos femeninos pueden ser controlados y usados
opera en todos los actores armados y genera terror, “pánico”, en las mujeres que habitan
en los territorios que ellos ocupan.
Pero era horrible, horrible, horrible. Le tenía pánico, yo al tipo lo miraba, y a
mí me daba miedo, temblaba, entonces dije yo me tengo que ir, y decidí volarme
por el rio, porque si uno salía por la carretera, en esos anillos de seguridad a
uno lo cogían, y el tipo había dado la orden de que yo no podía salir del pueblo,
que yo no tenía permiso para irme, y como ellos son los que mandan, si ellos les
da la gana y dicen “no sale una persona”, no sale, entonces cuando vos estas
saliendo por la carretera, sencillamente te paran y te devuelven, y si vos no
querés, ahí te dejan, te matan y, como ellos son los que mandan, entonces ellos
deciden. La mayoría sabe que todas las mujeres que llegaban nuevas, o sea,
foráneas al pueblo, o de las veredas cercanas, o las que vivían allí, si a ellos les
gustaban, eran de ellos, eso era casi una propiedad de ellos, y si querían acostarse
con ellas, ellas tenían que hacerlo, obligadas, así no quisieran. Vereda el
Manco, Huila, 2005, P.874.
481
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
El autodesplazamiento
El “autodesplazamiento” como prevención, es una decisión tomada por algunas
mujeres para proteger su vida y la de otras personas (familia, comunidad, organización…).
Es importante constatar cómo algunas mujeres analizan la situación y se
adelantan a la incursión de los actores armados, salvando así sus vidas.
Entonces finalmente, yo creo que fue una buena decisión haberme venido, o sea
yo no sufrí un desplazamiento de esos de choque, tan tenaz, que te sacan con un
arma detrás o, te hieren o te matan a alguien, que si conozco muchos de esos
casos, o te agreden; no, mi desplazamiento fue más parte de mi decisión, ó sea
yo decidí irme, protegí mi vida, y protegí a muchas otras personas. San Carlos,
Antioquia, 2000, P.101
Este “autodesplazamiento” es, en algunos casos, una decisión colectiva; mujeres,
especialmente indígenas, vinculadas a estructuras comunitarias, y que desempeñan
liderazgos importantes en sus comunidades, son desplazadas para proteger sus vidas
y su trabajo. Es interesante constatar cómo algunas de estas mujeres continúan
su trabajo utilizando las nuevas tecnologías de información y comunicación.
En el año 2007, la organización por seguridad para mí me trasladó a trabajar en la
Organización Nacional Indígena de Colombia, allí estuve un año y medio; yo sigo
trabajando con mis mujeres de allá, hago mis contactos allá a través del internet,
programas, trabajos en internet… Ya en el 2007, a finales, se hace el Congreso de la
ONIC y cambia la estructura; y yo me regreso a mi territorio, ahí fue que se dio mi
desplazamiento. Natagaima y Coyaima, Tolima, 2008, P.135.
La denuncia pública y la visibilización internacional
Más que todo hicimos ese Foro por protegernos y para hacer una denuncia pública,
porque igual ya había señalamientos a ciertos docentes, señalamientos directos
de que los docentes estaban colaborando con la guerrilla; entonces, nosotros,
como no era así, queríamos era denunciar eso públicamente. Samaniego, Nariño,
2007, P.349.
La adopción de estas estrategias revela un análisis muy lúcido de la realidad y un conocimiento
y apropiación de medidas de protección vigentes, por parte de las mujeres.
Sin embargo, en ese análisis, las mujeres identifican los vacíos y límites en la protección
que el Estado y la comunidad internacional brindan a las mujeres víctimas. En algunos
casos, ciertas medidas se convierten incluso en mayores riesgos para ellas y las convierte
en el blanco de críticas de los mismos funcionarios del Estado.
482
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
No solamente hemos tenido la persecución allá, sino aquí en Bogotá. La Comisión
Interamericana nos otorgó ya hace un año ,a quince mujeres colombianas desplazadas,
medidas cautelares y sin embargo, pese a reuniones, a denuncias en Fiscalía,
en reuniones supuestamente de concertación con la Cancillería, hasta el momento
no hemos recibido sino, en el caso mío, dos celulares y unos apoyos de transporte,
del resto nada más. No hay una atención integral, no se da un reconocimiento a la
labor que nosotras hacemos, por el contrario, nos persiguen y el hecho de haber
sido beneficiadas de medidas cautelares nos puso en mayor riesgo y en mayor vulnerabilidad,
porque ya hasta los mismos funcionarios de las instituciones llámese
Acción Social, Procuraduría… cuando llegamos a unas reuniones y hacemos ese
tipo de exigencias, nos cogen entre ojos y ni siquiera nos atienden. Pareciera que
haber sido beneficiarias de medidas cautelares hubiera sido más en contra de nosotras,
y nos tienen relegadas. Además, siempre hay cuestionamientos sobre nosotras
que se hacen como instituciones. Escuché algunos comentarios de algunos funcionarios
que viven del sueldo que les paga Acción Social, diciendo que los desplazados
queríamos vivir del Estado toda la vida. Son cosas que han salido no solamente
cuando nos lo han dicho verbales, sino en las respuestas que se envían a los derechos
de petición. Fusagasugá, Cundinamarca, 2004, P.140.
Bajar el perfil… por un tiempo
En los afrontamientos es común encontrar mujeres que deciden bajar el perfil por un
tiempo. En general, son mujeres que tienen algún tipo de liderazgo comunitario o político
en las comunidades, y que se convierten en objetivo de los actores armados, poniendo en
peligro a sus familias. Este “bajar el perfil” supone alejarse de las organizaciones y movimientos
sociales, y vivir de alguna manera como topos, escondidas, sin voz, sin presencia
en los escenarios sociales y políticos.
Imagínate, esto me ha hecho bajar el perfil, ya por lo menos tenemos como cuatro
años que no estamos en contacto con nada, no sabemos ni cómo van los movimientos
sociales ni nada de nada, a raíz de todo esto que pasó allá. Nos logramos
salvar allá, para que nos vengan a matar acá pendejamente, pues tampoco. Entonces
bajamos perfil, nos apartamos de todos los roles sociales, de todo, todo,
como por dos años, después ya otra vez… pero poquito a poquito. Líbano, Tolima,
2001, P.162.
Me abordaron y me dijeron que tenía que salir, que tenía 24 horas, que era mi vida
y la de mi familia, pues nos tenían ubicados a todos. Siempre manejé un perfil bajo
por mi familia; nunca les dije qué me pasó, sino que salí y me vine. Mi mamá y mi
papá creyeron que yo salí normalmente por flota, mis papás me llevaron a coger
el bus, y ellos creyeron que yo cogí el bus, pero a la salida del pueblo me bajé del
bus y cogí monte para llegar a Santuario, y ya de ahí coger un bus, porque donde
pase los dos retenes ahí me quedo, ahí me quedo, ahí me quedo… San Miguel,
Putumayo, 2005, P.895.
483
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Esconderse, encerrarse, hacerse invisibles
Esconderse es posiblemente la estrategia de precaución muy común para afrontar los
riesgos que comporta el conflicto y la acción de los actores armados: “les preguntaban
que dónde estábamos, (y decían) que no sabían, porque nosotros decíamos: “Ay, no digan
dónde estamos, no digan dónde estamos”; nosotros duramos 2 años para contar en
la casa dónde estábamos, dos años para contarle a un mismo hermano porque hasta me
daba miedo, a pesar de que era mi hermano, me daba miedo que de pronto lo cogían y lo
torturaran por ahí…”. Peñol, Antioquia, 2002, P.596.
Nosotros lo que hacíamos era escondernos, no salir, uno podía tener las fiestas
o lo que fuera y no podía salir, porque tenía que cuidarse, los mismos vecinos le
decían a uno: “mire, hágalo por su niña, que por aquí andan unos tipos raros, que
han estado por aquí paseando, hágalo por su niña, hágalo, no se ponga a confiar,
no ve que aquí ya pusieron una bomba y de pronto se meten allí, tal cosa”; y yo:
“no, pero…”; uno cree que no le van a hacer nada y tal cosa, pero esa gente no,
esa gente lo que piensa es hacer su cometido, no importa, violando el derecho del
que sea o de lo que sea. Patía, Cuaca, 1995, P.315.
El encerramiento en la casa es una forma de cuidarse, en medio de tanta incertidumbre.
Se viven experiencias límite, que aconsejan encerrarse:
Una vez yo estaba asomada en la ventana, cuando en la esquina uno sacó un revólver
y mató a otro, así por deporte...entonces no nos dejaban salir a la puerta,
todo se mantenía cerrado. Caicedonia, Valle del Cauca, 2001, P.679.
Muchas mujeres se refieren a esta estrategia, que les permite sentirse relativamente seguras,
y conjurar el miedo, aunque supone trastocar las costumbres cotidianas:
Nosotros, cuando son las 6 de la tarde ya tenemos la puerta cerrada y a nadie le
abrimos la puerta, porque a uno le da miedo. Aguadas, Caldas, 2004, P.597.
Sí, hay veces que pasa que uno tiene que encerrarse temprano, porque si no encuentra
la balacera más horrible, caras muy distintas que uno no las conoce,
entonces para no tener un dolor de cabeza es mejor quedarse quieta. Medellín,
Antioquia, 1994, P.36.
Son situaciones en las que la vida peligra. Aparentemente, las personas continúan con una
vida normal, trabajando, yendo al colegio, haciendo las tareas cotidianas, pero de repente
irrumpe el conflicto latente y obliga a tomar medidas extremas.
La niña salió del colegio y le entregó la llave y le dijo: “niña se me va para la
casa rapidito, como están disparando tanto entonces se mete debajo de la cama
mía que allá no le entra la bala”; yo no sé porque decía que allá no le entraba la
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La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
bala…, claro cuando se formaron los tiroteos, entonces se fue para allá. Robledo,
Antioquia, 2000. P.27.
A veces se metía la guerrilla y cosas así, pero uno se encerraba en la casa y no
veía nada y al otro día salíamos comunes y corrientes para el colegio y no pasaba
nada. Caicedonia, Valle del Cauca, 2001, P.676.
En el mismo sentido de evitar problemas o posible represión, algunas víctimas relataron
cómo hicieron desaparecer documentos o materiales que pudieran resultar comprometedores.
En un contexto donde actúan todos los actores armados, la población campesina se
encuentra en una situación muy complicada y fácilmente se puede ser acusado de colaborar
con alguno de los bandos. El silencio es la mejor forma de precaución y seguridad.
A nosotros nos dejaron casetes, que grabó ese pelado que hay ahora preso… el
cantante de las FARC… unos vallenatos tan bonitos, nosotros los escuchábamos.
Y entonces, ya cuando dijeron que venían las AUC, entonces todo eso se
quemó. Se desapareció todo eso, porque eso eran unas pruebas contundentes
que nos podían… ya que los mismos dueños de allá decían que nosotros éramos
auxiliadores de la guerrilla, mas sin embargo, como le decía yo al comandante
del Ejército… “ellos son los amos y señores del monte, ustedes solo mandan por
los caminos”, entonces se quedaron callados… “No, pero si ven algo, cuéntenos”,
más nosotros no nos vamos a poner a contar, nada más dije esa vez por
mando de ese señor, y si no, nos hubiéramos quedados callados. Valle del Cauca,
2011, P.661.
En las regiones, existen procesos organizativos consolidados, en los cuales las mujeres
van asumiendo liderazgos. Muchas de ellas son conscientes de que la precariedad en sus
condiciones de vida genera mucha vulnerabilidad, por ejemplo, para mantener protegidos
los documentos de la organización. Eligen opciones creativas y seguras para proteger las
memorias de los procesos organizativos, en los que participan.
Como yo era la relatora, entonces tenía todos esos documentos, y ese fue el susto
que a mí me dio. La casita en la que yo vivía allá, era una casita de palo, pero eso
era de tierra, y yo dije “donde me cojan eso, mejor dicho”, y llegué y cogí con las
manos a rasgar esto; como el armadillo, cavé y enterré esos papeles, ahí, debajo
de la cama, y al lado de la casa. Líbano, Tolima, 2001, P.162.
En algunos casos extremos, esas formas de ocultamiento han llevado al cambio de nombre,
de identidad: él estuvo bregando a ver si se cambiaba de nombre… mire que allá en
Riosucio él tiene un nombre que se puso así, para que lo llamaran, porque de pronto…
¿Si me entiende? (Desplazamiento, Supía, Caldas, P.658). Hubo que cambiarle el nombre
porque nosotros nos martirizaba mucho porque él se voló amarrado, entonces hubo que
cambiarle el nombre, hubo que cambiárselo por protección de él y de la familia. Medellín,
Antioquia, 1995, P.51.
485
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
La seguridad comporta, en algunas ocasiones, que las mujeres como medida de precaución
transformen rasgos que las identifican. Así lo narran varias mujeres a través de estremecedores
relatos.
Después de los 15 días… me dio por salir al Amazonas a tomar agua así a la
orilla, cuando yo vi un amigo que bajaba en una lanchita pequeña él solo, entonces
yo le boleé [levanté] la mano, él me miraba… me miraba y yo lo llamaba, y
cuando me vio dijo: “¡Ay ! ¿Qué es lo que estoy viendo? ¿Es usted?”, y yo le digo:
“Llévame a Puerto Asís”, y me dijo: “¡Ay! Ahí te están buscando” “No, no puede
ser. ¡Llévame a Puerto Asís!”. Me mandé a mochar el cabello bien cortico, me
quedé donde la mamá del novio mío. Cuando llegamos ese día… yo me escondí
ahí, ahí estuve yo. Puerto Asís, Putumayo, P.683.
En el año pasado volví otra vez por mi mamá; se había calmado eso, y volvimos.
N. era mona [rubia], tenía sus crespos y mona, lo más de hermosa, le
teñimos el cabello de negro; a M. también se lo oscurecimos, aunque ha cambiado
mucho su físico, porque eran unas niñas pequeñas, a ellas puede que no
las reconozcan, pero a mí sí. Por esta bendita cicatriz, vea. Líbano, Tolima,
2006, P.154.
Estos cambios identitarios afectan también las prácticas culturales de las comunidades;
en algunas circunstancias, las mujeres, que son las principales depositarias de los ritos
y tradiciones de la comunidad, toman por precaución, la decisión de ocultar o cambiar
algunas de ellas, por ejemplo los ritos de velorio tan apreciados en las poblaciones afrodescendientes.
Claro que se dio cuenta. Sí, el padre estaba ahí en el barrio. No, no lo quise cantar ahí,
porque me daba miedo. Por seguridad de toda la familia que vino que al entierro y al
velorio, lo velé. Allá, en una sala de velación. Frontino, Antioquia, 1990. P.61.
De forma reservada, y sin dar publicidad a los hechos, otras mujeres han optado por
dejar constancia de los abusos sufridos, escribiendo sobre ellos aunque sin darlos a conocer.
Los testimonios de varias mujeres sugieren que algunas guardan relatos escritos
que se convierten en un tesoro importante para llegar a la verdad de los hechos más
adelante.
Yo en medio de todo eso por lo que opté fue por escribir. Yo soy una niña muy callada,
muy observadora y entonces a mí me enseñaron varias cosas, por ejemplo
que no me podía aprender los nombres de la gente, ni los espacios, ni le podía
contar a nadie lo que pasaba ni lo que veía. Para mí todavía es muy difícil que
yo me aprenda los nombres de la gente, yo todavía vivo al estilo militar, a mí me
criaron al estilo militar. Entonces, por lo que yo opté fue por escribir. Belén Rincón,
Antioquia, 2000, P.12.
486
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Organizar la defensa colectiva
La organización de la defensa de la comunidad es otra forma de vigilancia muy valorada
por las mujeres indígenas, sin embargo, dejan constancia de que la presencia de
las mujeres en esa defensa es todavía incipiente.
Pues, aquí por eso formamos el Cabildo, estando ya aquí, en el territorio, formamos
el cabildo, se pudo sacar el comité de la guardia; el comité de guardia está integrado
por hombres, mujeres, mujeres las que quieran ir, de pronto en la guardia hay muchas
mujeres jóvenes, pero la mayoría son hombres porque ellos dicen: nosotros los
hombres nos defendemos más rápido, de aquí a que ustedes corran o algo. Entonces
en la guardia hay hombres, en este momentico está en cabeza de dos compañeros
que son ellos los que hacen las rondas en la comunidad, igual aquí esta comunidad
no hemos tenido problemas de orden público aquí dentro de la comunidad y eso nos
ha hecho sentir un poco seguros acá dentro de la comunidad, a pesar que ahorita
llegaron nuevas amenazas a la comunidad, está amenazado el gobernador actual. El
Tambo, Cauca, 2004, P.310.
Algunos hallazgos
Como María, la mujer que, llena de terror, “rendijeaba” a través de las tablas de su casa
imaginando la forma de proteger a su familia, las mujeres víctimas de este conflicto, en
medio de una enorme desprotección, han venido ensayando formas de resistir el horror
causado por todos los actores armados, basándose en sus propias fuerzas para prevenir,
vigilar y defenderse.
Las mujeres víctimas de este conflicto, se revelan a través de los testimonios como mujeres
fuertes, creativas y recursivas. Frente a la inercia y desprotección del Estado, ellas
han afrontado con los escasos recursos disponibles, estrategias de seguridad y cuidado.
En la mayoría de los casos, han tenido que tomar la difícil decisión de esconderse, huir,
invisibilizarse, ocultar su identidad… Han logrado así salvar vidas, la suya propia y las
de sus familiares. Han conseguido proteger organizaciones creadas para la defensa de las
comunidades y de los derechos humanos.
Sin embargo, en ese proceso, cosas muy valiosas han sido sacrificadas en función de la
seguridad. Por ejemplo, la confianza mutua y los lazos de convivencia tejidos durante
largos años construyendo colectivamente proyectos de vida. El conflicto ha herido de
muerte relaciones y afectos, y ha sembrado la semilla de la desconfianza entre vecinos,
vecinas y comunidades humanas asentadas en territorios asolados por los actores armados,
tanto legales como ilegales. El miedo se ha instalado no sólo en lo más profundo
de cada persona afectada por este conflicto, sino en las relaciones con los otros. Por eso,
“precaverse”, “vigilar” y “cuidarse” implica, en general, desconfiar, aislarse, convertir a
“los otros” en un peligro potencial.
487
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
La pérdida de libertad y autonomía es otra constante en las mujeres, familias y comunidades
afectadas por el conflicto. En efecto, la adopción de estrategias de afrontamiento
basadas en la precaución y las medidas de seguridad, comporta una restricción de las
libertades más elementales de las personas: salir a la calle, hablar con la gente, rumbear,
gozar la noche, desplazarse con tranquilidad. La cotidianeidad está poblada de riesgos,
y aunque en muchas circunstancias aparentemente todo funciona igual, el conflicto está
siempre presente e irrumpe de manera inesperada en cualquier momento. Por esta razón,
limitar su libertad, cuidándose “de la calle y de la noche” es una recomendación constante
que las mujeres hacen a sus hijos e hijas.
La necesidad de adoptar medidas acertadas de precaución y vigilancia para prevenir y/o
afrontar los efectos del conflicto, ha generado en algunos casos, procesos de análisis de la
realidad, del contexto nacional e internacional, que han fortalecido los liderazgos de las
mujeres para la defensa de sus derechos. Ha fortalecido, también, las estructuras de las
comunidades; los Cabildos indígenas, por ejemplo, han generado formas de precaución
y medidas de seguridad muy efectivas para hacer frente a los riesgos causados por la
incursión de los actores armados, en las cuales, y a pesar de que se mantienen e incluso
refuerzan los roles masculinos tradicionales, las mujeres, especialmente las jóvenes, han
ganado espacios y responsabilidades.
Si bien la desconfianza hacia los extraños y conocidos es factor común, el ejercicio de la
solidaridad es también una actitud que opera con elemento de protección y seguridad. Las
mujeres, espacialmente las indígenas, hablan de apoyo, de lealtad y solidaridad.
Pues hubo mucho apoyo, diría yo que la gente fue muy solidaria, por ejemplo
cuando había un extraño que andaba averiguando por mí, no le daban información
ni nada así. Cualquier persona, así no me conociera ni tuviera contacto
conmigo, si le preguntaban decían que no, que no sabían, que no me habían visto,
no daban información, así me vieran aquí en el pueblo; entonces yo creo que fueron
muy solidarios conmigo en ese sentido de seguridad. Popayán, Cauca, 2001,
P.323.
Eran hijas de otras familias indígenas de otro resguardo, pero allí nos vemos
todos como una sola familia, todas las comunidades, y nos cuidamos unas a las
otras Ataco, Tolima, 2007, P.135.
Son heroicas las estrategias de afrontamiento adoptadas por las mujeres en el marco de
este conflicto, las formas de cuidarse y cuidar sus familias, de protegerse, de prevenir
riesgos y peligros. Sin embargo, los costos para las mujeres son enormes; algunos de ellos
son descritos por ellas en sus narraciones
El encerramiento aísla:
No nos dejaban salir, no era fácil hacer amigos uno encerrado, éramos las dos
con la otra niña y los de la casa. Belén de Umbría, Risaralda, 1999, P.676.
488
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
El aislamiento enferma:
Me dio un plazo de 3 horas y entonces ya viéndonos así que ya nos iban a sacar yo
ya me enfermé, ya me fui enferma para la casa pues un susto de esos yo no esperaba,
entonces yo me fui para mi casa, me encerré ya las vecinas que habían ahí
mantenían la puerta cerrada por lo que me había pasado a mí y se preocuparon y
entonces al lunes ya amanecí más enferma, tirada en la cama cuando llegaron 12
de ellos a mi casa…” Ciudad Bolívar, Antioquia, 1998, P.48.
El terror se instala en la vida cotidiana:
Aquí donde estoy, es como si me lo estuvieran revolviendo. Todo lo siento en el
estómago. Mi hija hace por ahí un año estaba hablando por celular y eran como
las 10 pm y ella hay parada en el balcón. Aquí en seguida venden minutos [para
celular]. Entonces me dijo: “ve se me acabaron los minutos ya vengo”, y yo: “¡ve
esta, a esta hora y para irse a la calle!”. Yo le tengo mucho agüero, porque tengo
muchos amigos que les han matado a los hijos después de estar acostados. Yo salir
de mi casa después de estar encerrada… ya no salgo. Entonces ella se fue a hacer
la llamada… Yo me bajé de la cama y era aquí pegada: “Dios mío me dejaste sola.
Pero yo que he hecho”, y sentí que sonó la puerta y yo “¡ay mataron la hija mía!”.
Cuando ella dijo: “no mami, soy yo”. Antioquia, 1998, P.66.
Se destruyen proyectos de vida y la relación con el territorio:
Esos hechos para uno como mujer y madre son demasiado fuertes, porque primero
que todo la desaparición de un hijo acaba con todos los proyectos de una
familia, realmente acaba con todos los proyectos y sueños de una familia; acaba
desintegrando un grupo familiar, porque a raíz de la desaparición de mi hijo, por
seguridad, me tuve que alejar de mi hijo mayor, sacarlo de la casa, de mis otras
dos hijas, de mi nieta, de mi esposo, llevar una lucha sola por proteger a cada uno
de estos miembros, porque sería terrible perder por segunda vez otra persona.
Barrio Compartir, Soacha, Cundinamarca, 2008, P.138.
Si quiero conservar la vida y salvaguardarme, me toca estar en el exilio de mi
territorio, situación muy triste y nostálgica… ponerse a recordar esos años maravillosos
de niñez y juventud. Castillo, Meta, 1994, P.159.
Se pierde la salud física y mental:
Entonces acaba todo, hay depresión, se enferma una moralmente, físicamente...
Barrio Compartir, Soacha, Cundinamarca, 2008, P.138.
La capacidad y creatividad de las mujeres víctimas del conflicto para resistir el terror instalado
en todos los rincones de la vida cotidiana, y los costos físicos y psicológicos que ha
supuesto para ellas, merece un reconocimiento especial y hace parte de la Verdad que debe
ser contada al país y a las generaciones venideras.
489
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
VI. La religión en la búsqueda de sentido
Yo no podía, porque como yo era mujer… y yo le decía a mi mamá que había que pedirle
más bien al Señor, tener fuerza y mucha valentía, en verdad, que más podíamos
hacer… Chigorodó, Antioquia, 2001, P.60.
La experiencia de “no poder”
Los relatos de las mujeres remiten a una experiencia común a muchas mujeres: la experiencia
del “no-poder”, que se añade a la del “no-tener”, “no saber” y “no valer”,
expresiones todas ellas del sufrimiento padecido por las mujeres; un sufrimiento presente
en determinadas instituciones y estructuras culturales que lo favorecen; un mal soportado,
pero no elegido por las mujeres62.
Los conflictos armados generan escenarios y relaciones que profundizan la discriminación
y subordinación de las mujeres, exacerbando el control y dominación sobre los cuerpos
femeninos, y llevando la experiencia de “no poder” a límites insospechados, sobre
todo a través de las múltiples “pérdidas” que padecen las mujeres. Este “no-poder” es
narrado de manera reiterada por las mujeres víctimas, y aparece de múltiples formas:
-No poder salvar a sus compañeros e hijos de la muerte.
-No poder proteger a su familia.
-No poder protegerse a sí mismas y a sus hijas de la violencia sexual.
-No poder conservar y mantener sus pertenencias.
-No poder salir adelante en situaciones de desprotección.
-No poder entender las causas de este conflicto, el “sinsentido”…
-No poder con tanto sufrimiento.
-No poder superar la humillación vivida en sus cuerpos por la violación y el abuso
sufridos…
-No poder enfrentar la fuerza física del actor armado.
-No poder mantener la salud y la vitalidad…
Son, todas ellas, situaciones-límite que ponen a prueba la capacidad de las mujeres para
sobrevivir, incluso físicamente. Frente a estas situaciones de “no-poder”, generadoras
de profundo sufrimiento, buscan múltiples salidas. Ante tantos caminos cerrados, muchas
mujeres experimentan una gran impotencia, y claman por soluciones, recurriendo
62 Gebara Ivone: El rostro oculto del mal. Una teología desde la experiencia de las mujeres. Editorial Trotta.
Madrid 2002.
490
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
a Dios… Casi cuatro de cada diez mujeres refirieron en sus testimonios maneras de
enfrentar el impacto o los hechos a través de la religión y la fe en Dios.
En la forma de comprender un fenómeno que amenaza la vida y que destruye la convivencia,
como es el conflicto vivido por las mujeres víctimas, hay una considerable carga
religiosa. Pero más allá de un asunto de comprensión de algo amenazante, se trata de una
forma de autoprotección del ser humano ante fuerzas que no puede controlar. Es la búsqueda
de explicaciones y soluciones en situaciones-límite. Lo religioso, para las mujeres
víctimas, no es tanto cuestión del sentido de la vida, sino que está asociado a la práctica
concreta del “débil”, del que “no puede”, de quien requiere de una fuerza para sobrevivir.
¿Qué será de la vida mía? La plegaria como recurso
El primer día que yo me vi así, inválida de la mano dije “señor Dios mío, mi
mamá enferma y yo enferma ¿qué será de la vida mía? Ayúdame, Dios mío, que
mi mano me dé para yo hacerle cualquier cosa a mi mamá”. Samaniego, Nariño,
2007, P.444.
Uno de los recursos fundamentales de las mujeres para afrontar los eventos traumáticos
producidos por el conflicto, muy cercano por cierto a la experiencia vital y cotidiana de la
mayoría de ellas, es la búsqueda de respuestas, de sentido, de consuelo y fortaleza, en la
religión. Estas búsquedas obedecen en la mayoría de los casos a profundas convicciones
religiosas de las mujeres.
Sinceramente le digo que sin Dios nada hacemos en este mundo, sin Dios nada
somos y si todo el mundo, todos los seres vivientes de esta tierra se acogieran a
las leyes de Dios, hubiera paz, porque nadie alzaría su mano para darle al otro.
Montería, Córdoba, P.86.
En esas búsquedas, normalmente las mujeres recurren a experiencias y lugares conocidos,
que hacen parte de sus tradiciones y costumbres religiosas, como las iglesias, la oración,
la práctica de ritos, el diálogo con líderes religiosos, la vinculación a grupos y comunidades
cristianas, el cumplimiento de mandas y promesas… pero la experiencia más común
en el afrontamiento religioso de las mujeres es la plegaria.
Acudir a la oración que es clamor, petición de auxilio y expresión de agradecimiento en
medio del sin sentido, es algo recurrente en las mujeres víctimas a la hora de afrontar
situaciones extremas de abandono, violencia y despojo. Desde las experiencias de “no
tener”, “no saber” y “no-valer”, pero especialmente desde el sentimiento de “no-poder”
las mujeres claman, ruegan a quien consideran poderoso pidiendo protección, ayuda y
fortaleza para ellas y para sus familias.
La plegaria es un recurso para quienes se sienten solas, sin apoyo, sin fuerzas… como
sucede a una inmensa mayoría de mujeres desplazadas por el conflicto. Entre el sueño y la
491
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
esperanza, afianzándose en una lógica de proporcionalidad que no funciona en la guerra,
o a un sentimiento de injusticia frente a una justicia “divina” como último recurso.
Yo decía: “Dios mío, sácame de esta, ayúdame con mis hijos a salir de esto, Señor,
que nosotros no hemos sido malos para uno estar en esta tragedia tan grande,
tan inesperada”. Así fue que salimos de allá… y rogando, aquí en Cartagena
conseguí mi rancho y mi casa que es lo que más quería, aunque después venga lo
demás. Cuando ocurrieron los hechos yo le rogaba a mi Dios que me sacara de
allí con facilidad y que me salvara a mis hijos, a mi familia, yo soñaba que teníamos
que salir de allí todos y así fue, salimos con vida y aquí estamos. Caucasia,
Bolívar, 2005, P.205.
El gobierno no nos ha cuidado. La experiencia de la desprotección
Las referencias a Dios son, en muchos casos, el último recurso frente a la falta de medidas,
un recurso psicológico o espiritual frente al vacío. Sin embargo, dicho afrontamiento
religioso no desconoce ni diluye la responsabilidad del Estado. Las mujeres manifiestan
que son conscientes de la responsabilidad del Estado, acuden a sus instancias, pero constatan
su falta de compromiso.
En el momento que comenzaron las amenazas, se hizo denuncia ante la Fiscalía y
al Ministerio del Interior, pero ellos dentro del estudio que hicieron, dijeron que no
cabíamos dentro del programa de seguridad, así es que tanto del ministerio como
de la Fiscalía, nos dijeron que los programas que ellos tienen no son aptos. Y lo que
nos han ofrecido de seguridad es confinarnos en una casa, que no tiene ni puertas,
ni ventanas, ni nada. Barrio Compartir, Soacha, Cundinamarca, 2008, P.138.
Este es un sentimiento que comparten muchas mujeres víctimas. En consecuencia, se
ven obligadas a recurrir a Dios y a la religión como único auxilio para su situación. Son
las experiencias de indefensión vividas por las mujeres, cuando las respuestas del Estado
no tienen coherencia ni compromiso para ofrecer medidas de protección a quienes son
víctimas del conflicto, las que generan desconfianza en las instituciones y las autoridades.
En esos casos, “acudir a Dios” en búsqueda de protección y apoyo es un recurso común.
Dios del cielo es el que nos cuida, cuando salimos de las casas, cuando andamos
en las calles, sólo encomendándonos a él andamos bien con todas las amenazas
que tenemos como mujeres, como fundación y como organizaciones, pues él es el
único que nos protege porque no tenemos amparo del Estado, no nos brinda una
protección para uno salvaguardar su vida. Lloró, Chocó, 2001, P.408.
La única protección que yo tengo es mi padre celestial, no tengo otra protección,
no tengo nada porque el gobierno no nos ha dado nada para protegernos, no nos
ha cuidado, estamos por la calle, no debemos nada y que sea lo que Dios quiera,
no tenemos nada con qué protegernos. Bucaramanga, Santander, 2008, P.772.
492
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Oración para la resistencia
Ante las experiencias vividas, destaca la resistencia de las mujeres. Ellas emergen de
las cenizas que deja la guerra en sus territorios dispuestas a luchar, a enfrentar nuevas
situaciones en contextos casi siempre hostiles. Muchas de ellas identifican la fuente de
esa resistencia en Dios. “Nadie sabe lo que me ha tocado…” afirma una mujer cuando
percibe la admiración de la gente por su resistencia, e inmediatamente puntualiza.
Yo le pido al Señor resistencia. Yo no sé, yo digo que el Señor le da mucha fuerza a
uno, yo voy mucho a misa, por la noche antes de acostarme lo único que le pido a
Dios es que me de salud, fortaleza, salir adelante con esos muchachos y que me dé
trabajito, siquiera otros diez añitos trabajando. Chigorodó, Antioquia, 2001, P.56.
En la plegaria las mujeres encuentran fortaleza para seguir en la lucha cotidiana. Muchas
mujeres asimilan su propia fortaleza con un sentido religioso.
Soy una mujer echada para adelante y Dios me da la fortaleza, entonces primero
que todo le doy gracias a Dios que me da esa fortaleza para seguir adelante, y
hasta aquí le doy gracias a él que me tiene hasta el día de hoy aquí en la lucha.
Caserío Monserrate, Caquetá, 2005, P.362.
Y también supone un valor que transmiten solidariamente a otras mujeres afectadas por
la violencia.
A mí me ayuda mi fortaleza como mujer, porque antes al contrario, yo en medio de
mi dolor le di fuerzas y valor a una mujer que también le mataron el compañero,
porque es que yo toda mi vida siempre le pido a Dios y a María Santísima que me
dé fuerzas y que me dé valor para yo soportar el dolor que sea… Bello, Antioquia,
1992, P.82.
Para numerosas mujeres la oración se convierte en una práctica para hacer frente a las
situaciones de tensión, un espacio para alcanzar tranquilidad, para la descarga emocional
y la relajación con un componente espiritual, desde diferentes confesiones religiosas.
Yo oro a Dios, soy muy creyente pero no importa de qué Dios, no importa dónde
vaya, lo importante es Dios, el Dios supremo que todos tenemos, entonces eso fue
lo que me relajó. Chigorodó, Antioquia, 1993, P.67.
Antes me gustaba la rumba, era una de las que ayudaba a organizar todas esas
cosas. Ya después de tantas cosas, y tantas problemáticas más bien uno trata de
buscar otros medios como es la religión, en donde uno encuentre una paz, porque
uno se encuentra acorralado de tantos problemas, y eso perjudica la vida de uno.
Santander de Quilichao, Cauca 2001, P.381.
Uno de los sufrimientos más intensos revelados por las mujeres víctimas es la desaparición
de las personas amadas; en esas circunstancias, el clamor de las mujeres es desgarra493
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
dor frente al dolor de la pérdida y el proceso de búsqueda: “Rezar, rezar y pedirle a Dios
que volvieran así como se los habían llevado, que volvieran otra vez a su vida”.María La
Baja, Bolívar, 1991, P.221.
Relatos estremecedores dan cuenta de situaciones límite en las que las mujeres no encuentran
otra forma de afrontar la situación que clamar a Dios desde su angustia.
Imagínate, los hombres los pusieron en fila, todos los hombres desde quince años,
todos en fila, yo tenía mi hermano, él vivía en Cartagena pero ese día había ido
allá y cuando yo miré, así mire mi hermano en fila, yo dije: “Señor, no permitas
que me maten mi hermano porque yo también me muero aquí, yo me muero porque
me va a dar muy duro que me maten mi hermano, ay, Señor ten misericordia, toma
el corazón de esas personas, Señor, tómalo, pónselo, que no tengan nada en contra
de uno, que uno no les ha hecho nada a ellos”. Bueno gracias a Dios cuando
el jefe pasó dijeron: “ya no vamos a matar a ninguno”. Gloria a Dios! Gloria a
Dios!, todos tocamos palmas de la angustia que teníamos. Mampuján, María La
Baja, Bolívar, P.232.
Ritos y prácticas tradicionales
Una segunda forma de afrontamiento religioso a la que acuden las mujeres son los ritos y
las prácticas religiosas. Cuando todo lo cotidiano y habitual se ha trastocado, cuando los
cimientos que dan arraigo a la vida se han visto socavados, recurrir a las prácticas y ritos
conocidos es un importante medio de afrontar estas situaciones. En sus relatos, muchas
mujeres explican que acuden a los rituales religiosos practicados desde la infancia para
tener un sentido de seguridad. Algunos de ellos ayudan a proporcionar también apoyo
emocional a través de la escucha y un sentido colectivo y espiritual.
Yo me siento más segura, confesarme me gustó mucho, y me meto en la parte de la
oración, de ir a la misa. Encuentro ahí una paz… Dabeiba, Antioquia. P.18.
Prácticas profundamente arraigadas en la religiosidad popular, como los novenarios63,
construidos en relación con momentos significativos de la vida de las comunidades, también
ayudan a proporcionar estabilidad y seguridad, y permiten afrontar situaciones de
extrema precariedad, como los procesos de duelo traumático en el marco del conflicto.
Así lo expresa el relato de la mujer habitante de Cocorná (Vereda El Recreo, Antioquia,
1991 y 2006, P.54), que narra la masacre sucedida en un barrio popular de Medellín
donde mueren tres familiares, entre ellos su hijo, y las afectaciones que sufre a raíz de
esta situación. Al enterarse del hecho, viaja apresuradamente a la ciudad, acompañada de
un familiar. El relato expresa el desconcierto y el dolor que experimenta: Yo no pensaba
63 Los novenarios son prácticas religiosas rituales, que hacen referencia a lo sagrado y transcendente, y se
realizan en muchas comunidades humanas para otorgar sentido a diferentes experiencia entre ellas la
muerte.
494
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
que era el hijo mío, y entonces ya nos vinimos y llegamos a Santo Domingo, y subimos,
cuando los encontramos a los tres en una casa que los estaban velando.
La madre trata de entender lo sucedido y pregunta a quienes fueron testigos del hecho.
Entonces le cuentan: ellos venían ya del trabajo, cuando, disque me contó la viejita que
Rubencito había arrimado y le había dicho: deme tres cervezas. Entonces ella le vendió
la cerveza por una ventana, entonces ellos se pusieron a tomarlas cuando disque llegaron
unos encapuchados y los hicieron acostar boca abajo, entonces ellos pensaron que era
que los iban a requisar seguramente. Y ahí les dieron, en la acera junto a donde estaba la
viejita y a la viejita disque le dijeron: “a esta hora no tiene cantinas abiertas o si quiere
la matamos a usted también”. Y ahí mismo cerró la ventana.
Esta mujer, abrumada por los hechos sucedidos, decide abandonar la ciudad y regresar a
su vereda donde trata de afrontar la situación a través los novenarios de carácter generalmente
colectivo que convocan a los vecinos para evocar la vida de las personas fallecidas
y facilitar su tránsito después de la muerte.
Yo me vine para Caicedo, me vine para donde un hijo que vive en Caicedo, ahí
hice las nueve novenas y de ahí me fui para el campo porque yo por allá tenía mis
tasajitos, yo cogía café, desyerbaba… Medellín, Antioquia, 2001, P.54.
En algunos casos, este retorno a la vida cotidiana se torna especialmente difícil. Las mujeres
víctimas se aferran a sus seres queridos: le arreglaba la tumba y le decía, vea su tinto
y le lloraba y le cantaba… (Sabaneta, Antioquia, 1974, P.75). La tumba es en estos casos
el lugar de recuerdo, de expresión de la pérdida; el lugar donde se siguen tejiendo los
vínculos con los fallecidos, como parte del proceso de duelo. En los afrontamientos religiosos,
algunos relatos de mujeres entrevistadas refieren prácticas tradicionales asociadas
al “dejar ir” a las personas amadas. La transmisión de creencias y prácticas religiosas
arraigadas en las comunidades, operan en estos casos como medios para afrontar estos
duelos y encontrar cierto consuelo frente a la muerte violenta.
Las mediaciones: instituciones y personas de referencia
Las mediaciones son importantes en estos procesos de afrontamiento religioso. Las iglesias,
los pastores religiosos, la lectura de textos sagrados, los grupos religiosos, las iniciativas
sociales de las iglesias… son narrados por las mujeres como espacios y relaciones
que posibilitan los afrontamientos de situaciones de violencia y despojo.
Para afrontar situaciones de pérdida o sufrimiento por causa de la violencia, muchas mujeres
buscan apoyo en personas que ostentan algún tipo de autoridad religiosa o espiritual,
entre ellos los pastores religiosos de iglesias y confesiones diversas.
Yo hablaba mucho con los padres, cuando nosotros llegamos a Moravia, la hermana
mía vivía en Moravia y allá iba todos los días a la misa y le contaba al padre
y él me aconsejaba. Santa Fe de Antioquia, Antioquia, 1999, P.6.
495
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Las iniciativas organizativas de las iglesias, que generan protagonismo en las mujeres,
son relatadas como experiencias significativas en los procesos de afrontamiento. Son experiencias
que suponen un apoyo mutuo, canalizan el dolor o la rabia con un sentido
religioso en el trabajo con otros sectores y ayudan a las víctimas que tienen fe a integrarse
desde una perspectiva activa en dichas actividades.
Nosotras somos las que planeamos las actividades de la parroquia, nosotras somos
las que tenemos los grupos de catequesis, los grupos de liturgia, cantamos en
la misa, rezamos, hacemos procesiones y estamos colaborando ahí con el sacerdote
que es un amor y nos mantenemos muy bien con él. Yo pienso que eso nos ha
ayudado, la parte religiosa para nosotras ha sido como muy importante. Urrao,
Antioquia, 2007, P.13.
Las iglesias no sólo proveen ayuda espiritual y material sino que, según experiencias vividas
por las mujeres, son espacios en los cuales sienten acogida y reconocimiento. Entre
esos grupos que nacen en las iglesias, hay uno que parece ser un espacio de afrontamiento
particularmente sensible para muchas mujeres víctimas. Son grupos de mujeres organizados
para elaborar los duelos y las pérdidas.
Yo estuve ahí. Ese grupo de elaboración de duelo surgió a raíz de que en la coordinación
de mujeres ya varias habíamos pasado por ese traguito tan amargo.
Medellín, Antioquia, 2001, P.37.
Sin embargo, en esos casos, las mujeres, aunque aceptan las mediaciones, son críticas y
lúcidas en su valoración de las situaciones que viven y las condiciones de seguridad para
ellas y sus familias.
La tranquilidad no la repara nadie, la paz es algo lindo…, el pastor por teléfono
me decía que por qué irme, si tenía a Jesucristo; un hijo de Dios no debe correr
así, pero… es que también hay que ser prudente. Belén, Chocó, 1984, P.94.
Algunas relaciones significativas con instituciones o personas de la Iglesia son hechos
que devuelven la esperanza, en medio de la enorme precariedad o las situaciones de shock
en las que la escucha y el apoyo con aspectos básicos para la acogida y consideración
hacia las víctimas.
Por eso es que digo que siempre Dios ha estado conmigo, no me ha desamparado
ni me ha dejado nunca, en la Iglesia de la Grama me arrodillé a llorar, y llorar, no
me paraba nadie, cuando apareció el Padre a rezar el rosario, lloré el rosario en
la misa, no paraba de llorar… y se me acercó, me preguntó qué me había pasado,
entonces yo le dije que me había tocado salir con mis niños de Villa Nueva, y él entró
los niños, les dio sopa, me dijo que me podía quedar en la casa cural mientras
al otro día mirábamos que hacíamos, él fue mi ángel guardián, fue para mí, mi
benefactor, fue la persona que Dios puso en el camino para que yo no cometiera
una locura. Girón, Santander, 2001, P.137.
496
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Las mujeres experimentan cómo la participación en la vida de la iglesia se traduce en
ayudas que consideran como bendiciones que transforman su situación. La mayor parte
de los relatos de las víctimas hacen referencia a este componente de apoyo como algo
humano o espiritual basado en personas que se conmueven por su situación. El proceso
descrito en la experiencia de esta mujer pasa por la relación de confianza, la estabilización
de su situación, conseguir ciertas bases que aunque mínimas le ayuden a retomar su vida
como una cascada de pasos positivos frente al impacto vivido.
Solamente el Señor divino es el que me ha tranquilizado y me ha ayudado en estos
dolores tan duros. Cuando la muerte de mi padre fue algo duro, porque como él
vivía más que todo conmigo, sentí más el golpe, pero igual le decía: “señor ayúdanos,
Dios mío, porque eso lo enloquece a uno”. Pero no, hace tres años que
gracias al señor divino he tenido una estabilidad, por lo que le comento, por lo
que comencé a ir a la iglesia cristiana y todo… Montería, Córdoba, 1996, P.160.
Son reiterados los relatos de las mujeres víctimas que han encontrado una manera de
afrontar las experiencias vividas en la pertenencia a grupos y comunidades cristianas.
Estar en una comunidad religiosa donde se comparten creencias ayuda a sanar hechos y
situaciones recientemente vividas. Por ejemplo, una mujer confiesa que vive triste con la
muerte de sus muchachos, sin embargo expresa “sentirse bien”.
Bueno, yo le digo: como mujer yo ya me siento como bien. Porque yo estoy en
muchos grupos en la parroquia, estoy en todos los grupos y yo me siento muy bien.
Vereda La Aldea, Antioquia, 1998 y 1999, P.22.
Las relaciones de amistad y la construcción de proyectos comunes se experimentan de
manera positiva, retejiendo relaciones de apoyo económico y sostén afectivo.
Yo me mantenía en la iglesia Emaús. Todavía me mantengo allá porque yo trabajo
allá haciendo empanadas con otras amigas mías. Los sábados y los domingos
colaboramos allá haciendo empanadas, con una amiga que también viene acá,
ella es la amiga a quien yo le digo que ya le solucionaron el problema”. Frontino,
Antioquia, 1996, P.49.
En los procesos de superación de las consecuencias del conflicto, las mujeres unen la experiencia
religiosa a la experiencia de la solidaridad humana; expresando la presencia de
Dios o la fe religiosa, como una mediación en el apoyo brindado por otras personas de la
comunidad. Frente a un contexto de desconfianza y el temor, la fe en Dios ayuda a estas
mujeres a buscar la solidaridad y dar sentido a esta.
Me tocó, cuando me dijeron yo dije “Diosito no me vayas a dejar morir mis hijos
también, yo sé que con la ayuda tuya yo salgo adelante”, y gracias a Dios, a los de
la tienda, a los vecinos, a los de la Junta… ¡todos me ayudaron! Jagua de Ibérico,
Cesar, 2001, P.128.
497
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Bueno le pedí a Dios mucho que me diera fortaleza y lo he conseguido. Por eso yo
le doy muchas gracias a Miriam y siempre la llevo en mi corazón, porque Miriam
nos ayudó mucho a nosotras, nos dieron siete viviendas, siete cuartos y la primerita
que ella me dijo fue a mí: ¡ay Lola, ya van a tener donde recogerse porque ya
tienen un cuarto bueno…! Riosucio, Choco, 1996, P.221.
Aunque no es algo muy común en los relatos, es importante resaltar cómo algunas mujeres
reconocen haber recuperado su capacidad de lucha a través de la participación en
iglesias y de la experiencia religiosa.
Yo me adapto a Villavicencio, gracias al Padre…, quien dispara otra vez mi motor
de liderazgo, después de la respuesta de la Red de Solidaridad me doy cuenta
las injusticias con la población desplazada, se viene lo de Puerto Albira, cuando
se toman la Gobernación, empieza a haber enfrentamientos con el ex alcalde de
Villavicencio, empiezo a participar en todos los procesos de población desplazada,
con lo de vivienda nos tomamos el Inurbe. La verdad que el Padre me apoyó
mucho económicamente, él fue para mí, mi gran apoyo. Mis hijos empiezan a
estudiar, vuelven a enrolarse en su vida, mis niñas entran al coro de la iglesia…
Jericó, Antioquia, 1999, P.39.
Explicaciones en la búsqueda de sentido
En medio del sin sentido de la guerra, de la incomprensión de los hechos, especialmente
de aquellos que han generado tanto dolor, tantas vejaciones y pérdidas, la
religión en ocasiones cumple una función que ayuda a dar sentido o explicación a los
hechos. Aunque en muchos casos las creencias religiosas pueden verse cuestionadas
(¿por qué Dios permitió esto?), también numerosas mujeres víctimas de inenarrables
sufrimientos buscan en la religión y en el “querer de Dios” una explicación para las
situaciones vividas.
Estas interpretaciones de carácter mítico, que atribuyen las causas de los hechos a
poderes misteriosos, pertenecen a una tradición muy arraigada en la religiosidad
popular que ha subrayado la presencia divina en todo cuanto acontece. Pero en la
explicación de la intervención divina en las situaciones vividas en el marco del conflicto,
aparecen matices diversos, por un lado la de quienes ven en ellas un “castigo
de Dios” (manifestación del poder destructor de lo sagrado); por otro, la de aquellas
mujeres que explican la intervención de Dios en términos de su poder. Frente a las incertidumbres
y falta de poder señalado, afirmar la “voluntad divina” otorga un cierto
orden al caos y puede ser utilizado para generar resignación pasiva o utilizarse como
forma de legitimación de la violencia. Todas estas aristas ayudan a entender las contradicciones
y mecanismos que subyacen a estas explicaciones.
De todas maneras, aceptando pues que todo tiene que pasar, o sea cuando me refiero a
eso yo sé que mi Dios todo lo que hace es perfecto, yo tengo fe y siempre digo que Dios
nunca se equivoca con lo que hace, así a nosotros nos duela. Argelia, Cauca, 2008, P.357.
498
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Las actitudes: entre la resignación y la liberación
La religión no solamente proporciona explicaciones para lo sucedido. A través del afrontamiento
religioso, las mujeres víctimas desarrollan actitudes para superar lo vivido, entre
ellas la resignación, el perdón y el olvido.
Pedimos a Dios vida, le pedimos a él con que nos puede colaborar para buscar
la librita de arroz, para mantenernos y doy ánimo a mis hijos; lloran, lloramos,
lloramos… pero al fin nos tenemos que conformar, porque qué más vamos hacer.
Alto Buey, Chocó, 2005, P.419.
La lectura de los textos religiosos que señala la justicia pero también invita a un perdón que
incluye en muchos casos el olvido del agravio o del dolor, como la necesidad de “dejar atrás”
la experiencia situaciones que son vividas de forma contradictoria por muchas mujeres.
No sé, de ciertos meses para acá no he vuelto a preguntar y he tratado de olvidar
eso, porque de cierta forma la palabra de Dios nuestro Señor es el perdón. Chigorodó,
Antioquia, 2010, P.55.
A través del afrontamiento religioso las mujeres están consiguiendo cosas difíciles como
calma, resignación, que ellas consideran necesarias para seguir viviendo, después de haber
perdido todo. Aceptar lo sucedido como punto de partida para retomar su situación es
un paso para evitar quedarse en la descarga emocional o el impacto vivido. Esto es parte
de un proceso en el que las víctimas tratan de dejar atrás algunos de estos impactos para
salir adelante con sus vidas.
A mí me dio muy duro, pero le pedía a Dios que me diera resignación, qué más se
podía hacer, yo le pedía a Dios que me diera resignación y ya con eso me fui calmando,
me dije: “yo con llorar y con desesperarme no lo voy a volver a resucitar,
qué se va a hacer”, entonces ya así fue pasando el tiempo… Dabeiba, Antioquia,
1988, P.84.
Este sentido de tranquilidad es señalado como la base y un tiempo propio que se necesita
después de las pérdidas, de andar huyendo, de la persecución, del desplazamiento.
En la vida no tengo sueños ahorita, lo único que yo quiero en la vida, y lo que le
pido a Dios, es que me socorra con una casa para vivir tranquila con mis hijos,
con mi hija y con mis nietos, porque la verdad sufrimos mucho de un lado al otro.
Marquetalia, Caldas, 2001, P.129.
Las afectaciones sobre los cuerpos de las mujeres, producidas por experiencias vividas
en el marco del conflicto, lesionan gravemente su salud física y mental y alteran la percepción
de sí mismas. Los relatos de las mujeres refieren, en algunos casos, la superación
de estos impactos a través de afrontamientos religiosos que “alivian” por la vía de la
confianza en Dios.
499
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Ya ve que no… gracias a mi Dios; mi Dios le muestra a uno los caminos… Yo estoy
confiada en Dios porque Dios me lleva por buen camino y me tiene aliviada, eso
se me fue pasando gracias a mi Dios y brego a no acordarme mucho y a no estar
tan recordando que yo iba a llevarles el almuerzo y por allá me quedaba un rato
con ellos. Santa Fe de Antioquia, Antioquia, 1999, P.6.
Los testimonios de las mujeres revelan el deseo de construir un futuro para sí mismas
y para sus hijos. Liberarse del odio permite afrontar el futuro, y desde una perspectiva
religiosa esto implica abrir su corazón.
Quiero ser abogada y caminar con Dios. Creo que sin Dios no hay futuro. Un
profesional no es nada si no tiene a Dios en su corazón. Porque si yo tuviera el
odio en mi corazón, en este momento ya hubiera buscado un arma y me hubiera
ido a una montaña, de pronto a matar. Yo, yo no… nada… para nada… ni quiero
que mi hijo lo haga. Segundo Nuevo, Bolívar, 2002, P.199.
Abandono y ocultamiento
Las mujeres víctimas narran muchas experiencias de pérdidas y carencias que las colocan
en situaciones límite; desde la incapacidad de pagar el arriendo de la casa, hasta la limitación
en facultades físicas como la vista, y pérdida de la salud con afectaciones en todo
el cuerpo. La experiencia del deterioro de la salud y la vitalidad es muy sensible. ¿Cómo
afrontarla en una situación de despojo total? Ahí cobran fuerza los afrontamientos de tipo
religioso que dejan en las manos “del Señor” las soluciones a todos los problemas.
Ese “dejarle todo al Señor” sugiere una invisibilización, un ocultamiento de ella misma,
para que la obra del Otro superior se manifieste. El cuerpo de la mujer víctima se convierte
en el escenario donde actúa un poder superior: “Últimamente yo estoy dejando todas
las enfermedades en las manos de Jesucristo y he tenido muchas bendiciones de Dios”.
Sin embargo, frente a la visión simplista de que el afrontamiento religioso conllevaría
resignación pasiva frente a la injusticia, en los relatos de muchas mujeres se advierte
el deseo de justicia y no repetición, aunque se confiesan limitadas para llevar a cabo
esa tarea.
“Señor, haz justicia, porque tú sabes que yo no la puedo hacer, soy mujer, y como
mujer creadora de paz tengo que seguir soportando el dolor y todo, todo lo que
he vivido”, y la colocan en manos de Dios: “que haga justicia, la verdad, que no
haya más repetición porque si castigan al débil ¿por qué no castigar al fuerte?”.
Corregimiento del Camarón, Bolívar, 1993, P.227.
Así afrontan esa sensación de haber sido víctimas de una profunda injusticia, evocando
con nostalgia tiempos de paz y armonía que desean regresen para bien de sus hijos.
500
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Era hermoso ese amor, esa seguridad, esa confianza que había entre los hombres.
Hoy en día no la hay, porque el hombre le ha puesto precio al otro hombre, ve, y
no tenemos en quien confiar. O sea, tenemos un ser supremo a quien le contamos,
quien conoce la verdad de todo lo que yo estoy diciendo y así como lo estoy testificando
aquí, así se lo he dicho a Dios… tengo hijos y no quiero sembrar en mis
hijos el odio. Corregimiento del Camarón, Bolívar,1993, P.227.
La renuncia a buscar cualquier tipo de venganza, que manifiestan muchas de las mujeres
entrevistadas, es una decisión sustentada en convicciones religiosas. Es un afrontamiento
que implica un razonamiento previo, una explicación que sitúa la causalidad de la violencia
ejercida contra las víctimas en la voluntad del otro: “Dios lo permitió así”, dice una
mujer víctima (Yolombo, Antioquia, 2000, P.77.). Y añade otra: “si Dios así lo quiso, así
será, y hay que echar palante, ni un paso atrás, hay que echar palante”. Jagua de Ibérico,
Cesar, 2001, P.128.
Esto reviste los hechos de un halo de misterio, pues “sólo Dios, en sus inescrutables designios
sabe” “por qué”. Además, es una forma de afrontar los hechos que proporciona
tranquilidad, en la medida que se deja la justicia y el futuro en otras manos de Dios.
Ellos dizque cobraban venganza y que una cosa y la otra; pero si Dios lo permitió
así, así hay que dejar, para qué vamos a cobrar venganza y a desesperarnos, a
mí me dijeron que viera, que investigara… no, dejémoslo así, Dios se encarga de
todo… le di gracias infinitas al Señor y le dije: “Señor vos me lo diste, vos me lo
quitaste, a vos te lo entrego”. Medellín, Antioquia, 1996, P.77.
Reflexiones finales sobre los afrontamientos religiosos
En general, los afrontamientos religiosos remiten a situaciones de ausencia de poder, desprotección,
y un generalizado sentimiento de sin sentido y sin futuro. Algunos de los relatos
de afrontamiento religioso expresan experiencias que generan sólidas formas de resistencia
y reconstruyen la capacidad de las mujeres para enfrentar situaciones de pérdida.
Otras experiencias proporcionan consuelo y otorgan sentido al sufrimiento, al mal padecido
por las mujeres en el conflicto, pero no generan transformaciones asociadas a nuevos
proyectos de vida. Son afrontamientos que, sin duda, sostienen a las mujeres, pero las
mantienen en situación de dependencia frente “el único que puede” y sus mediadores,
reproduciendo y reforzando de esta manera estructuras de dominación y subordinación.
La plegaria, es el principal recurso de las desposeídas de poder. Es también una poderosa
fuente de protección frente a situaciones de riesgo y abandono por parte del Estado. Las
“mediaciones” –de autoridades, grupos e instituciones religiosas- se convierten en una
importante fuente de “protección” para mujeres desarraigadas de sus territorios, a quienes
proveen no tanto de apoyo económico, sino sobre todo de acogida y respaldo espiritual
para iniciar una nueva vida.
501
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Las explicaciones religiosas sobre las causas de los hechos se convierten en fuente de
sentido frente al sin sentido que los rodea. Y aquellas que otorgan a Dios la potestad de
castigar, satisfacen simbólicamente el deseo de justicia y reparación.
En general, el afrontamiento religioso actúa como un poderoso mecanismo frente a los
impactos de la guerra, proporcionando consuelo, protección y seguridad, pero es necesario
preguntarse en qué medida favorece e impulsa procesos de verdad, justicia y reparación
reales. Las entrevistas revelan que la invitación al olvido y al perdón, dejando a Dios
la justicia, tranquiliza a muchas mujeres y les permite afrontar en paz una nueva vida. Una
mujer víctima de la masacre del Naya explica: “yo quería saber lo que había sucedido,
pero cuando supe decidí dejar todo atrás, dejar que Dios haga justicia”.
En las extremas situaciones de violencia vividas, en las situaciones de desarraigo y pérdida
de “una vida buena”, las mujeres claman a Dios. Ese Dios al que invocan está revestido
de unas características que determinan un tipo de relación de “poder” que refuerza la
dependencia de las mujeres. Las imágenes predominantes de Dios que se descubren en
los relatos son las “dios-protector”, “dios-que-todo-lo-puede”, “dios consolador”, “dios
vengador”, “dios que perdona y sana”, “dios-que-sabe-lo-que-hace”. Esta especie de
“conciencia dependiente” que puede constatarse en muchos de los relatos de las mujeres
plantea un interrogante sobre los afrontamientos religiosos: ¿en qué medida pueden
estár sacralizando situaciones degradantes para las mujeres y legitimando su propia sumisión…?
Sin embargo, en ese clamor de las mujeres es posible reconocer una enorme fortaleza.
En ese grito de las mujeres pidiendo ayuda, hay una promesa de vida. Ellas quieren vivir,
quieren iniciar nuevos proyectos, fortalecer los vínculos. Su razón fundamental es proteger
a sus hijos y proporcionales un futuro.
Yo decía Dios mío sácame de esta, ayúdame con mis hijos a salir de esto señor
que nosotros no hemos sido malos, para uno estar en esta tragedia tan grande…
Caucasia, Bolívar, 2005, P.205.
Luchar con la vida y pedirle a mi Dios que nos ayude, pedirle que nos favorezca
que mis hijas estén bien y mi esposo que no le vaya a pasar nada, que todos los del
grupo de los desplazados estemos bien. Santa Ana, Boyacá, 2003, P.393.
Las diversas formas de afrontamiento religioso no parecen estar generando, en muchas
mujeres una conciencia transformadora. Las explicaciones religiosas proporcionan una
comprensión de los hechos, invocando una supuesta y oculta voluntad divina; las mujeres
encuentran refugio y protección en “el Señor que todo lo puede”, con quien establecen
una estrecha relación personal a través de la plegaria…; obtienen en esa relación una
enorme capacidad de resistencia y fortaleza para enfrentar nuevos retos y seguir en la
lucha de la vida cotidiana. En este proceso, en el que encuentran toda suerte de obstáculos
e indiferencia, Dios se revela a las mujeres como aquel en quien se puede confiar.
502
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Sin embargo, las diversas formas de afrontamiento religioso no parecen estar operando
como un elemento crítico frente a condiciones y hechos sociales violatorios de los derechos
humanos, ni tampoco como un referente que invite a las mujeres a la superación de
su subordinación y discriminación históricas. Las mujeres continúan siendo aquellas que
viven la experiencia del “no poder”. Para que fuera posible transformar esta situación,
sería necesario trabajar nuevos enfoques y prácticas religiosas centradas en un Dios que
no tolera la injusticia ni la destrucción de la vida de los/as empobrecidas. Que exige y
demanda verdad, justicia y reparación para las víctimas.
Hay que tener en cuenta que los aspectos religiosos como forma de afrontamiento se
dan también en un contexto de impunidad, desplazamiento y pérdidas masivas, que
pueden explicar algunas de estas dimensiones. Su rol en el proceso de transformación
social y lucha por la paz es parte de un desafío colectivo, en el que la fe las creencias
religiosas supongan una contribución a la transformación de sus vidas en un nuevo
contexto social.
VII. La fuerza de las mujeres
A mí me cogieron me pusieron la pistola en la cabeza y me entraron pues a la
habitación, entonces yo le dije: “yo no debo nada, les dije, ustedes verán, yo ante
Dios no debo nada pues yo no sé qué es lo que pasa, ya acabaron con la vida de
mi hermano, entonces qué es lo que quieren, pues si quieren mi vida y si ven que
yo debo algo, pues háganle, estoy yo y está mi hija de por medio”. Entonces, dijo:
“nosotros necesitamos las armas, usted es guerrillera y tiene que entregarnos
armas”. Le dije: “tendré que morirme porque yo no tengo nada que entregar”. A
pesar de que yo sentía ese temor y ese miedo a la vez me daba fuerzas para, pues
para atenderlos y todo, o sea yo nunca tiré a esconderme ni a correr, no. Bellavista,
Chocó, P.390.
En los contextos de un conflicto armado como en Colombia, las posibilidades de enfrentar
directamente la violencia por parte de la población civil son reducidas. La posesión
de las armas, la capacidad de imposición y las estrategias de terror suponen un conjunto
de acciones tendentes a paralizar y controlar a la población. En ese contexto, el miedo
es el impacto más palpable y evidente en las víctimas. Es una respuesta emocional a la
amenaza sobre la vida o la integridad, tanto propia como de los seres queridos. También
es una estrategia de guerra para el control de la población y en este caso de la vida de las
mujeres. Sin embargo la superación del miedo en situaciones límite, ha llevado a muchas
mujeres a enfrentar a los agresores de maneras múltiples y diversas, sacando a flote expresiones
de resistencia inimaginables en diferentes situaciones.
Muchos de los testimonios refieren la manera como las víctimas enfrentaron directamente
la situación de agresión, en acciones que pasan por la denuncia hasta la confrontación a
los armados para defender sus territorios, pertenencias y especialmente a sus seres que503
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
ridos. En estas acciones, las mujeres narraron las maneras en cómo arrebatan a sus familias
de la muerte, rescatan a sus hijos e hijas del reclutamiento forzado, el secuestro, la
violencia sexual u otras formas de violencia. Los testimonios develan su trasegar por las
montañas, las ciudades, salas de audiencias, campamentos y todo espacio en el que puedan
encontrar la verdad y la defensa de los suyos. El afrontamiento directo que realizaron
las mujeres víctimas, expresado a través de sus testimonios, es también la expresión viva
de su resistencia ante el desprecio de los victimarios.
La fuerza de los afectos enfrentando el miedo
Las mujeres que recurren a la confrontación directa a los agresores, lo hacen impulsadas
por una fuerza que ellas mismas no pueden explicar claramente, pero que las lleva superar
el miedo a la muerte o a las amenazas que este tipo de acciones puede desencadenar.
Me di cuenta que él había entrado a mi casa y me lo encuentro un día y le dije
hasta por donde salía el sol, después yo decía, ¿de dónde saco tanta fuerza? Él es
de un grupo armado que matan a una persona y se sientan y celebran y se ríen, a
ellos no les importa nada la vida, y yo le dije de todo, le ofrecía agua caliente, yo
le dije “te pelo como a los pollos”. Vuélvame a pisar mi casa y verá, y a mi hija
me la deja en paz y tal cosa. Le dije muchas cosas delante de mucha gente, y yo le
decía “máteme y voy a dejar una carta si a mí me pasa algo así sea otra persona
a usted única y exclusivamente va mi muerte y usted la paga”. Vereda Peñol, Antioquia.
1998. P.47.
Solas o acompañadas, muchas de las mujeres testimoniantes evidencian que la decisión
de confrontar a los agresores está motivada en la fuerza de la maternidad y de los afectos.
Eso fue después de mucho meditarlo, y como que el hecho de ser madre lo pone
a uno, le impone a uno los hijos primero y después la vida, y que se cansa uno de
huir, o sea aparte de ser madre, como que se llega el momento de que usted dice,
pero yo por qué tengo que huir, si son mis derechos, si es lo que yo pienso, ¿dónde
está la libertad? Naya, Cauca, 2001, P.358.
Podemos afirmar que culturalmente predominan las representaciones del amor materno
como hecho instintivo, irracional, que se supone se manifiesta desde la infancia de todas
las mujeres -a pesar que el llamado «instinto maternal» es una de las muchas imágenes de
la maternidad cultural y socialmente construidas. Este tipo de construcciones se encuentran
arraigadas en las vidas de las mujeres víctimas como un elemento vital que les da la
fortaleza para enfrentar a los armados.
O sea cuando se me pierde mi hija, lo que yo sentí en el momento, es como si me
arrancaran algo de adentro de mi ser, como si eso no me dejara salir, me dejaba
quieta, pero al mismo momento yo saqué valor y le dije le pedí: “Dios mío me tiene
que dar fuerzas para yo buscar mi hija, porque es mi hija y así sea como sea yo mi
hija no me la voy a dejar quitar así por así”. Porque es una niña menor de edad y me
504
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
daba esa idea, de que yo tenía que encontrarla, yo nunca dije no puedo, yo decía yo
puedo, yo tengo que ir a sacar a mi hija de donde esté. Páez, Popayán, 1986, P.308.
Son fundamentalmente las mujeres las que asumen los riesgos de la confrontación a los actores
armados cuando se trata de salvar las vidas de sus hijos/as, protegerlos o buscar la verdad
y la justicia para recuperar la dignidad de sus hijos y la reivindicación de su sufrimiento.
Yo era muy tremenda, pero o sea en palabras groseras no, pero entonces me les
cuadraba a ellos, me les enfrentaba a ellos, no les huía… como una fuerza que mi
Dios le da a uno como para gritarlos, para no huir, para no salir corriendo. ¡Ay
que llegaron! ¡Qué miedo! No. Yo me les enfrentaba, me les ponía de frente a ellos
y yo les alegaba, yo les hablaba: ¿por qué se lo van a llevar? ¿Qué motivos le ha
hecho él? ¿Cuál es la razón para llevárselo?... Entonces ellos discutían conmigo
por eso. Sabana de Torres, Santander, P.694.
Julián me ha dado fuerzas, el amor que yo sentía por él era tan grande, tan grande,
que yo le hice un juramento a los dos días de enterrado. Le juré en su tumba
que yo iba a estar ahí, que yo nunca lo iba a dejar solo y que iba a llegar hasta las
últimas consecuencias para que los que lo habían asesinado fueran a una cárcel.
Entonces yo creo que el dolor y el amor por mí hijo es el que me ha ayudado a
que yo empiece esta lucha y la voy a seguir, así mi esposo me diga que no, que
ya deje las cosas así. Voy a seguir porque yo amaba a Julián y por el amor de él
quiero que los que me lo asesinaron sean castigados. Sardinata, Norte de Santander,
2003, P.788.
El amor y el afecto incondicional, aspectos centrales en la cultura y los procesos de socialización
de las niñas y mujeres ha jugado, en el marco de la guerra, un papel central en la
decisión de las mujeres víctimas para enfrentarse a los peligros y a los actores armados,
aún a costa de su seguridad y de sus propias vidas. Desde una perspectiva no esencialista,
la capacidad de amar de las mujeres, instalada desde la infancia, les permite construir
relaciones de atención y afecto con sus seres queridos, que les dan la fuerza vital para
actuar en el riesgo.
A los 6 meses después de haberse desaparecido mi hermano (…) me fui con mi
mamá, ella no quería llevarme, pero yo le dije que yo iba, además que yo quería
mucho a mi hermano y pues a mí me había causado mucho dolor, que yo iba a enfrentar
a ver qué pasaba, pero yo tenía hartísimas fuerzas. Tenía no sé si era valor,
rencor no sé, pero lo cierto es que me dio mucha fuerza, así yo me fui. Samaniego,
Nariño, 2004, P.368.
La confrontación a los agresores, es una forma en cómo las mujeres algunas veces de
manera consiente y otras de manera espontánea, defienden y protegen sus familias,
sus territorios y sus pertenencias. Los testimonios muestran que este tipo de afrontamiento
directo es un modo de actuar recurrente de las mujeres víctimas, quienes a
505
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
través de distintas acciones y en medio de gran peligro, logran sobreponerse al dolor,
avanzar en la búsqueda de la verdad y en la supervivencia de sus familias, afirmándose
de esta manera como sujetas de derechos. Trae implícita una actitud positiva de
las víctimas, en el sentido de su capacidad de actuación, pero las consecuencias que
devienen de tales situaciones son impredecibles, pero así como pueden traer consecuencias
peligrosas para las mujeres que se atreven a confrontarlos, pueden también
descolocar la lógica de los perpetradores y de los guerreros cuando apelan a su condición
de mujeres y/o madres.
En algunas ocasiones esta confrontación lleva a interponerse entre los perpetradores y sus
familiares, entre la amenaza y el miedo. La manera como las mujeres se interponen entre
los agresores y sus familiares para salvarles la vida, es apelando a la rabia y a su condición
de mujeres y madres para quitarle sus seres queridos a la muerte. Esta actitud de fuerza y
reafirmación de las mujeres logra, algunas veces, frenar la agresión.
…y esa noche vinieron y yo me enfrenté a hablar con ellos. Yo les dije que “para
matarme a mi hijo, tenían que comprobarle algo” ¿por qué me lo estaban matando?
Y que así me habían matado a mi esposo y se quedó que no sabemos por
qué lo mataron y también venían a matarlo a él sin saber el porqué. Alto Atrato,
Quibdó, 2000, P.495.
Esta forma de afrontamiento ha permitido a las mujeres algún nivel de alivio de sus dolores,
pues sienten que al menos “algo” pudieron hacer por los suyos al poner su miedo
al servicio de la defensa de la vida, sin embargo se mantiene la zozobra de saber que las
consecuencias de tal atrevimiento pueden ser difíciles de manejar.
Cuando yo miré así de reojo, en donde está esa columna estaba un guerrillero,parado
detrás de una palma de coco, y salió sobre el muchacho. Tenía su pistola, y
llegó hasta donde el muchacho, y yo me metí en medio de mi hijo y él, y le dije,
“usted no va a matar a nadie aquí!, porque nosotros no le debemos nada a nadie”,
entonces él se quedó mirándome así…y él la guardó, me dijo, tranquila… pero yo
sabía que esa gente volvía. Turbo, Antioquia, 2000, P.124
Arrebatárselos a la guerra
Aún en condiciones de alto riesgo para sus propias vidas, las mujeres se enfrentan a los
armados para oponerse al reclutamiento forzado de sus hijos e hijas, o toman la decisión
de emprender su búsqueda en las montañas a donde fueron llevados por los grupos
armados para nutrir sus filas. En los relatos, las mujeres develan su preocupación por
el abuso sexual que puede acompañar el reclutamiento y sienten que sus hijos e hijas
iban a ser utilizados como “carne de cañón” debido a su inexperiencia en la guerra, especialmente
porque en la mayoría de los casos narrados los y las jóvenes eran menores
de edad.
506
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Buenos días… ¡vengo por mi hija!
Ya me contestó y dijo: “así usted vaya donde Raúl Reyes, donde el mono Jojoy,
usted de allá no la va a sacar”. Ellos me amenazaron y me dijeron: “la vamos a
sancionar, la vamos castigar”, me dijeron, le dije: “pues si quiere máteme, aquí
estoy por mi hija, ojalá me mataran”. Ese día me les puse rebelde, entonces ya me
dijeron: “pues vaya a ver si se la sueltan” (…) Cuando ya subí había uno de los
que estaban en la vigilancia (…) cuando llego y les digo buenos días, ahí mismo
todos cogieron las armas y me apuntaron. Ya me vieron que era yo, y les dije vengo
por mi hija, ellos ya sabían que yo era la mamá de la muchacha. Cuando ya me dijo
el señor Albeiro, se asomó arriba y me dijo: “vea señora, en 2 minutos hablamos
pero allá afuera, aquí no, afuera del campamento”. Me senté ahí y de ahí no me
moví. Cuando dijo: “diga lo me va a decir en dos minutos “(…). Cuando ya comencé
a decirle todo lo que me había pasado en el camino, que cómo se habían traído
mi hija y todo eso… al señor yo le comenté todo y le dije: “es mi única hija señor,
si fuera una mujer que ya estuviera de 20 años que tuviera su edad y ella supiera
a donde iba, yo no estaba aquí, pero es una menor de edad (14 años) y es mi única
hija, yo a ella no la voy a dejar ir, si se la llevan o no me la entregan aquí me quedo,
si me van a matar mátenme, pero de aquí no me muevo” (...) Cuando yo le acabo
de decir eso, como más de media hora, él me dijo: “Se la vamos a entregar pero
espere allá abajo que en media hora se la mando, pero eso si se la lleva sin ninguna
condición, usted verá, la toma o la deja, de usted no me hago responsable ni de su
familia”. O sea que él no tenía nadita que ver con lo que nos pasara en el camino, y
con tal que me entregara mi hija; yo le dije: “bueno señor muchas gracias, porque
a llevarme mi hija vine, le agradezco”. Cuando ya estaba yo allí sentada cuando
al ratico bajaba, ya no tenía uniforme, ya sin armas, no había botado la sudadera
que ella había llevado, ni la blusa, ni nada de eso, cuando bajaba ya riéndose y
me dice: mamá. Contenta me abrazó, yo la abracé y le dije: “mijita, la eché por
delante, vamos mijita”. Cuando ya bajamos allá y espere que pasara un carro para
Popayán. Páez, Popayán, 1986, P.308.
Otros testimonios muestran las condiciones a las que son sometidas las mujeres y sus hijos
cuando se aproximan a la adolescencia y empiezan a ser atractivos para los grupos armados
y la resistencia de las mujeres frente al reclutamiento de sus hijos.
Y de ahí nos devolvimos otra vez para Pailitas, en el 2008, entonces es donde
viene el reclutamiento de mi hijo, intentan reclutármelo los paramilitares, y yo
me enfrenté con ellos (…), él ya me había dicho que le estaban ofreciendo buen
pago, buen sueldo, que ya no iba a sufrir, que iba a tener buenas zapatillas. (…)
y me dijo “no mamá es que por ahí me van a dar trabajo, unos señores, me dicen
que ya no vamos a sufrir, que voy a tener buena ropa, buenas zapatillas, y todo
para darle a usted” (…) Entonces una mañana yo iba pa’l mercado con él bien de
mañana cuando lo llaman unos tipos, le dicen “negro venga” y él me dice “mamá
507
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
ellos son”, y como él me había dicho que eran de grupos paramilitares y todo eso,
entonces yo me les tire encima, me les lancé encima, y uno me lanzó hasta una
patada (…) Entonces ellos me decían “vieja loca, qué le pasa a esta vieja loca,
usted tranquila que nosotros la localizamos ¿oyó?”, entonces desde eso, como yo
los denuncié, entonces desde ahí han venido las amenazas de mi hijo y todo, y de
un lugar otro. Bogotá, D.C., 2003, P.104.
Evitar la violencia sexual
Las reacciones de confrontación más fuertes que se presentaron entre las mujeres entrevistadas
y los perpetradores, están relacionadas con los casos en los que ellas o sus
hijas fueron víctimas de violencia sexual. La subordinación y la degradación a la que
son sometidas las víctimas de este tipo de crimen, produce sensaciones insospechadas de
rabia y dolor, que conllevan reacciones de confrontación, en ocasiones extremas hasta de
violencia, posiblemente por la impotencia que sienten las mujeres frente a un crimen cuya
invisibilidad e impunidad ha hecho que se convierta en una práctica extendida en el marco
del conflicto armado. No permitir la violación de sus hijas o de sí mismas es quitarle al
victimario el poder que representa la humillación sobre sus cuerpos.
No la alcanzó a penetrar, la tenía recostada contra la pared así, con las piernitas
abiertas. (llanto), la tranca del baño era un pedazo de madera, y cogí esa cosa y le
mandé el garrotazo a él, y se lo pego aquí en la nuca, y el cayó a ese lado de aquí
y se alcanzó a dar con el pedazo del baño y se cayó ahí, y quedo brincando ahí
(llanto), mi niña no reaccionaba, no decía nada, ella ahí quieta, lo único que hacía
era temblar, cuando en esas llegó Leonardo, el chino que a veces nos ayudaba
ahí en la finca, me encontró con el palo en la mano y yo no sabía ni que hacer, en
ese instante se me cerró, se me nubló. Leonardo rapó una sábana que había ahí,
envolvió a la niña… Líbano, Tolima, 2006, P.154.
A mí se me había olvidado cerrar la ventana, yo la dejé medio abierta, cuando se
puso a tomar y comenzó hablar de viejas y dijo: “tranquilo señor, que yo lo dejo
aquí con esta”, y me cogieron entre dos y me dejaron encerrada con él, cuando
yo veo que se para ese señor, ese tipo era inmenso, grande (…) cuando yo veo
que me dejan sola con semejante monstruo de esos y yo: “venga Mauricio ¿Usted
qué está haciendo?, sáqueme de aquí, sáqueme de aquí”, cuando el señor se fue
a parar, para cogerme yo me tiré por encima de la cama y me salí por la ventana,
cuando yo me salí por la ventana me estaban esperando ellos dos allá, o sea el
que me ponía cuidado a mí y Mauricio y yo: “¿usted por qué me deja sola con ese
señor. Apía, Risaralda, 2002, P.687.
508
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Resistir en el territorio
La confrontación no se da solo para proteger la vida de sus familias, algunos testimonios
muestran también la exigencia de respeto a su tierra y a sus pertenencias. En
esta misma lógica, algunas mujeres deciden no salir de sus territorios, permanecer en
ellos como estrategia de resistencia y afirmación de sus derechos. En los siguientes
testimonios, las mujeres confrontan a los agresores para no huir, lo que significa
igualmente, la adaptación a una situación de extremo peligro para ellas y sus familias.
José me decía “te voy a contar algo, imagínate que te están buscando, han venido a
preguntarte al frente de seguridad del barrio, no pues por ahí vinieron unos tipos así
y así” cuando me los describió yo dije “es Orlando que me está buscando”, bueno
que sea lo que Dios quiera, yo de aquí no me voy a ir, si me van a matar que me maten.
Girón, Santander, 2001, P.137.
Ya venía un seguimiento, sino que yo decía, no debo nada no tengo porque irme, era
algo mío que decía, no me voy y no me voy, esperaba encontrármelos cara a cara
pero las intenciones de ellos eran otras, era asesinarme. Ataco, Tolima, 2007, P.135.
Buscarlos sin cesar
La desaparición forzada o el secuestro de sus seres queridos impulsaron a muchas mujeres
a emprender la búsqueda de sus familiares y la verdad de lo sucedido con ellos,
en las montañas, los barrios, las cárceles y en cualquier rincón donde hubiera pista de
sus pasos.
En el caso de los secuestrados, su búsqueda en las montañas ayudó parcialmente en tanto
las mujeres pudieron verificar que estaban vivos, pero es evidente el dolor que produce la
incertidumbre frente al futuro de sus seres queridos.
No los tenían en una sola parte, los tenían para un lado para otro, y si la verdad
nos reunimos, las cuatro esposas de ellos y unos hijos, los hijos de algunos de
ellos y los compañeros y fuimos más o menos diez personas, fuimos allá, y si,
igual nos recibieron y los pudimos mirar a ellos, estaban los cuatro, donde ellos
nos manifestaban la caminada tan dura que habían tenido (…) pues ya ese día
con mirarlos, nos vinimos para la casa porque pues ya nos despacharon, ya se
acabaron los diez minutos y bueno váyanse. venirse con la preocupación a ver
qué seguía de ahí en adelante. Samaniego, Nariño, 2004, P.357.
En el caso de los desaparecidos, enfrentar este duro proceso de búsqueda a veces las
confrontó con nuevos impactos, pero en algunas ocasiones lograron obtener información
sobre lo sucedido, los responsables y hasta encontrarlos, aún en medio de dolorosas condiciones
que muestran la brutalidad y la degradación del conflicto armado.
509
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Usted se va arriesgar a ir ahí. Yo les decía que sí. Fuimos hasta un sitio… con el
motor prendido y de ahí lo apagamos, y de ahí nos tocó con la mano chapalear
[remar] hasta que llegamos al sitio de donde mi hermano estaba, ahí dos muchachos
se consumieron [sumergieron] en el agua y lo sacaron. Ya no había sino los
huesitos, yo lo conocí por la ropa, y una piernita que él tenía, la que tenía mala
esa estaba buenecita, pero… pero no le encontramos la cabeza… nunca (llanto)
nunca le encontramos la cabecita… ay, yo siento, esta es la fecha y todos los
días me acuerdo, yo siento que él está enterrado… la mitad apenas… algunos
nos dicen que fue que a lo mejor le volaron la cabecita, quién sabe qué le harían
(sollozos)… yo no lo quise traer para acá para Barranca, yo lo enterré allá. La
Pedregosa, Norte de Santander, 1995, P.743.
A pesar de su incansable búsqueda, muchas mujeres no han podido encontrar a sus seres
queridos, y vivir con esta circunstancia torna más difícil el proceso de duelo. En ocasiones
ha confrontado directamente a los perpetradores, mirarlos a los ojos y preguntarles
por las razones de la desaparición de los suyos, puede generar una sensación en doble
sentido, de un lado, el dolor de la confirmación de la pérdida y de otro lado la ambivalencia
sobre si esa es la verdad.
Entonces empezó a decirme que no esperara encontrar a mi hijo en la tierra, que
eso era lo que yo quería, encontrarlo a él en la tierra para hacerle un entierro, y
él me dijo que no (…) Y que a él lo habían llamado los segundos y que le habían
dicho que habían dos agentes de la policía preguntando o investigando y que entonces
el dio la orden de que los ejecutaran y que los tiraran al agua, al río. Eso
para mí fue muy duro porque yo tenía la esperanza en que él me dijera que los
había dejado en una finca o en una fosa común o en tal parte, y no, él me soltó eso.
Granada, Antioquia. 2002. P.50.
Encontrar la verdad
Conocer las razones de las desapariciones, asesinatos, reclutamiento, señalamientos y
todas las formas de agresiones hacia ellas y sus familias, se vuelve un imperativo para
las mujeres víctimas. Esta responsabilidad del Estado, recae en la mayoría de las mujeres
sobrevivientes, quienes asumen un rol activo en la búsqueda de la verdad sobre los hechos
acontecidos a sus familiares. En este empeño, muchas de ellas deciden buscar a los perpetradores
en las cárceles o en las audiencias judiciales64, con el fin de obtener información
que les permita conocer las razones de las desapariciones o los asesinatos de sus seres
queridos. En esos contextos las mujeres muestran un gran valor, que se evidencia en actitudes
retadoras frente a los paramilitares, como mirarlos a los ojos fijamente, “mirarlos
mal”, preguntarles en voz alta mientras son trasladados por los guardianes etc. como lo
64 Como las llamadas “audiencias libres” en el marco de la Ley de Justicia y Paz, en la que los paramilitares
ofrecían su versión sobre los hechos cometidos a cambio de una pena máxima de entre 5 y 8 años de cárcel.
510
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
develan los siguientes testimonios. Sin embargo, en la mayor parte de las ocasiones, las
mujeres no han encontrado respuestas a sus demandas, confrontándose con respuestas
superficiales o defensivas, con la banalidad de perpetradores que explican la violencia
contra los suyos de forma tópica o sin sentido.
A mí me sentaron a un ladito de él y yo lo quería mirar a los ojos y corrí la silla
para mirarlo a los ojos cuando él me decía eso, y me dijo que lo perdonara que lo
disculpara que había sido una orden apresurada, y yo le dije: “¿por qué mientras
dio esa orden no averiguó que era lo que estaban haciendo?”. Me dio mucho
dolor cuando él me dijo que lo habían tirado al agua porque ya no hay nada que
hacer. Granada, Antioquia. 2002. P.50.
HH (jefe paramilitar detenido) me pidió perdón de muchas maneras, porque imagínese
que cuando yo estaba en una de esas cosas [audiencias de versiones libres],
entonces a ellos los meten por una puertecita como para salir y ellos se sientan al
fondo. Salimos a una sala de recepción que había allí y dio la casualidad de que
en el momento que yo salí, el HH estaba sentado y se quedó mirándome y yo lo
mire feo y cuando volvimos a entrar a la recepción volvió y dijo él “a la señora
que me miró en el pasillo le pido perdón de todo corazón y yo entiendo las miradas
de ella, pero de nuevo le pido perdón de todo corazón” y él cree que con un
perdón va a solucionar todo, que con un perdón ya el hijo llegó a la casa. Barrio
Pablo Escobar, Antioquia. 2001, P.33.
En otros casos, la búsqueda de la verdad está asociada a conocer las razones por las cuales
son amenazadas ellas y sus familias, como una manera de demostrar que “nada deben”
y por lo tanto no deben ser objeto de agresión. En ese intento, muchas mujeres buscan a
los perpetradores -en este caso paramilitares- para exigirles que les digan “por qué” son
amenazadas o intimidadas en sus territorios.
Otro que me quería mucho, era casi familia, me llamó y me dijo: “Aurorita mañana
a las seis de la mañana vienen a ajusticiarla a usted… la van a matar. Ya hay
la orden de matarla”. Y yo le dije: “!a mí y ¿por qué? …cuáles son los cargos, no
sé”. Entonces me dijo: “usted tiene valentía y puede ir conmigo hoy a las 10 de la
noche hasta el campamento de ellos que yo sé dónde queda”. Y yo le dije: “¡así
me dejen allá, vamos!”. Y me fui con este señor… me despedí de todos, oren, ellos
se quedaron orando. Sabana de Torres, Santander, 1997, P.716.
La necesidad de dar respuestas y explicaciones a los perpetradores para salvar sus vidas
o la de sus seres queridos, muestra los niveles de control de los grupos armados en los
diferentes territorios, pues actúan como autoridad y en ellos se encuentra la decisión
sobre las vidas de los pobladores. En los testimonios no solo se evidencia la regulación
sobre las vidas de las mujeres y los habitantes, sino también el control económico a través
de “vacunas” o cuotas extorsivas para el financiamiento de los grupos armados. Algunos
511
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
testimonios muestran con claridad la ausencia de la autoridad del Estado en las regiones,
o su connivencia en la actuación con los armados.
Esa noche, ellos, citaron a la gente en una iglesia y todo mundo va allá. Y dijeron
que ellos venían, a tener control de la comunidad, a cobrarle vacunas, mejor
dicho ellos eran papá y mamá de todos nosotros. Entonces le dije yo, “que pena
me da pero, ni el ejército llega aquí, ni el uno ni el otro ni nadie más; además
nosotros no sabemos quiénes son ustedes”. O sea, citaron a la reunión, y eso
hubo una discusión, y yo le dije que a la comunidad no tenían por qué cobrarle
vacuna. Además, la comunidad ¿de dónde?, si la comunidad de lo único que
vivía era de la minería, de un gramo de oro que sacaba para poder comerse una
libra de arroz. ¿Cómo iban a hacer ese atropello con esa comunidad? Juradó,
Chocó, 1998, P.884.
Recuperar la dignidad de las víctimas
El siguiente testimonio evidencia que en algunas ocasiones confrontar a la institucionalidad
en un acto legítimo por recuperar la dignidad de los suyos, es otra forma
como las mujeres contribuyen a develar las acciones del Estado que en el marco de la
política antiterrorista han generado tanto dolor e impunidad.
En esa entrega estaba el Fiscal Mendoza Diago, estaba el Vicepresidente Francisco
Santos, había gente muy internacional mundialmente, estaban todos los medios de
comunicación. Y hubo un momento en que nosotros teníamos que pasar para hacerle
un homenaje los que tuviéramos nuestra gente, (…) entonces ese día entregamos una
rosa y nos teníamos que acercar a una mesa, allá donde estaba el tribunal (…) y se lo
dije ese día, en el edificio de las Naciones Unidas delante de todo el mundo, ahí había
varias organizaciones. Saqué una rosa y les dije, ésta por mi hijo Luis Alejandro
Concha Alvarado, Señor Santos, asesinado tal día en tal parte, usted debe recordar
eso, porque usted estuvo allá… y fui colocando mi rosa, asesinados porque ustedes
dijeron que eran terroristas y eran estudiantes de la Universidad Nacional y de la
Distrital y de la Pedagógica.
Le mostré la foto de mi hijo a Mendoza Diago, y le dije; “mírelo, mírelo, esté es el
terrorista que ustedes asesinaron, y por qué le digo Señor Fiscal que fueron ustedes,
porque fueron miembros del CTI”, eso le dije a él. “Esté terrorista, mírele la cara
de terrorista tan bárbara que tiene, pero ustedes lo que no saben es que dejaron a
la mamá que soy yo, y yo si soy más terrorista que él, porque yo ahora peleo por el
dolor, por la injusticia, y no pararé nunca, mi hijo lo que hacía era un trabajo social,
era noble, era sencillo, nunca, nunca lo vi de mal genio, y le pueden preguntar a
quien sea, siempre tenía una sonrisa dibujada en sus labios...”. Bogotá, D. C., 2006,
P.109.
512
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Los efectos de la desobediencia y la confrontación
La confrontación de las mujeres, fundamentalmente en su rol de madres, descoloca la
lógica de los guerreros, quienes en muchos casos terminan cediendo a sus peticiones y
exigencias. Pero también este tipo de acciones de desobediencia e insubordinación frente
a los armados, les genera amenazas posteriores que en muchos casos terminan en desplazamiento
forzado de sus territorios y nuevas agresiones físicas y psicológicas hacia ellas.
Fui a un sitio, y me encontré con una de esas personas, y le pregunté por qué me
estaban haciendo todas esas cosas, entonces me dijo que si yo era muy verraquita
entonces, ahí me pegaron un disparo en un pie. Tengo acá la herida que a
veces no puedo colocar toda clase de zapatos, a veces no puedo caminar bien,
cojeo. Y ahí tengo una cicatriz que me quedó de secuela de eso. Bajo Atrato,
Chocó, 1998, P.139.
Quienes confrontaron de manera directa a los armados evidencian también la huella del
trauma, del impacto físico y emocional que generó esta experiencia y sus efectos posteriores.
En ocasiones la satisfacción que produce la sensación de “haber hecho algo” se desdibuja
en un profundo sufrimiento ocasionado por la frustración de no saber con claridad las
razones por las que se sucedieron los hechos, o reconocer que existen altas dosis de impunidad
frente a los victimarios. Esta circunstancia conlleva mayores dificultades emocionales
para superar los duelos o rehacer las vidas de las mujeres víctimas sobrevivientes.
Yo le decía: “¿se acuerda cuando no estábamos entendiendo, en el dolor y la
impotencia de no saber qué pasa, de no poder hacer nada, de que estos no digan
nada?”, porque siempre dije que eso no era así, que eso no era así. Sevilla, Valle
del Cauca, 2011, P.599.
Algunos casos muestran que la confrontación directa estuvo acompañada simultáneamente
de mucha fuerza por parte de las mujeres, pero también de contención de la tristeza.
Esta circunstancia se origina con el fin de transmitir fortaleza, de un lado, y no generar
angustia y preocupación en sus seres queridos de otro. La represión emocional mantenida
en el tiempo genera efectos negativos en el manejo emocional de los duelos que afecta en
periodos posteriores a las víctimas, provocando reacciones que pueden ser inesperadas
como el llanto incontenible o la necesidad de “desahogarse”.
La familia, todo el mundo, había puesto las esperanzas en mí, si, y cuando de
pronto miraban que yo lloraba o que me desesperaba, ellos decían: no, mira
que Jenny ya va a tirar la toalla, mira que Jenny va a dejar todo ahí. Entonces
yo me negué, yo me negué la posibilidad de llorar, de sufrir, o sea llegaba la
noche no podía llorar porque mis hijas no se sientan mal, eran tan pequeñitas
que no podían entender. Entonces esperaba a que todo el mundo se durmiera
para yo ponerme a llorar, pero ni siquiera, yo quería gritar, quería no sé,
de alguna manera desahogarme, pero no lo podía hacer. Samaniego, Nariño,
2004, P.341.
513
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Conclusiones
En términos generales, la confrontación directa de las mujeres víctimas con los perpetradores,
ha permitido a las mujeres el alivio de saber que tuvieron la fuerza para enfrentar
situaciones de riesgo para ellas y sus familias. De esta manera lograron defender, rescatar
y salvar de la muerte, de la guerra, y de múltiples violencias a sus seres queridos. Este valor,
empujado por el amor a sus seres queridos, les ha permitido tener una postura activa
en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación.
La afirmación de las mujeres como sujetas de derechos en el momento de la confrontación
a los perpetradores, les descoloca en muchas ocasiones su lógica guerrerista. La
imagen de mujeres que apelan a su condición de madres, cuerpos que se hacen visibles y
que despliegan otro poder, son símbolos que llegan a desubicar la fuerza de la autoridad,
por ello, a veces las mujeres logran su cometido y rompen el dominio momentáneo de
los armados.
La confrontación, sin embargo, puede traer efectos posteriores de reacciones violentas
por parte de los victimarios, traducidas en amenazas y generalmente el desplazamiento
forzado. Así, el alivio momentáneo se puede convertir en la pesadilla de un duelo largo,
que en todo caso, es el costo que asumen las mujeres víctimas en su intento por no ser
objeto del desprecio, la humillación y la degradación de los perpetradores.
VIII. Denunciar para vivir
Siempre lo había hecho, pero, con la muerte de mi hijo, sentí que la única, puerta
que tenemos las mujeres para hacernos sentir y hacernos oír, es denunciar, documentar,
no quedarnos calladas. No quedarnos calladas, hasta que aparezcan,auxilios,
acompañamiento, hasta que este gobierno -del cual uno hace parte, por ser
un Estado social de derecho, pero que no cumple con esa responsabilidad- atienda
las exigencias que la sociedad civil le está haciendo. Buenaventura, Valle del Cauca,
2011, P.850.
Ante el dolor de la pérdida o la agresión, muchas mujeres víctimas han optado por la
denuncia de los hechos, bien sea ante las autoridades competentes, ante organismos de
derechos humanos o la comunidad internacional. Según los datos de nuestro estudio,
más de seis de cada diez víctimas denunciaron los hechos especialmente ante organismos
de control del Estado y ONG de derechos humanos, pero casi solo una de cada seis
denuncias estaba siendo investigada, y en prácticamente ningún caso se había llegado a
sentencias condenatorias.
A través de la denuncia las mujeres buscan enfrentar la impunidad, proteger sus vidas y
las de sus familiares, y otorgarle un sentido de justicia a la pérdida que han sufrido. En
este trasegar, y dada la permanencia de la guerra, muchas han sido presionadas para que
514
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
no denuncien, otras han recibido amenazas posteriores a la denuncia y, en muchos casos,
manifiestan que la respuesta del Estado ha sido ineficaz.
¡Aquí estoy! Por eso yo, siempre paso, digo y hablo, e invito a las madres a que
lo hagan… que lo hagan y denuncien y den la lucha… porque no hay por qué,
mírenme acá, y yo hice esa denuncia pública y acá estoy, y eso pues, yo no sé
hasta cuando irá a ser, pero igual respiraré y seguiré penando, seguiré buscando
la buena noticia, sobre todo. Sevilla, Valle del Cauca, 2011, P.599.
Muchas mujeres reconocen que la denuncia ha sido un motor para mantener viva su lucha
por la verdad y hasta para enfrentarse al Estado en busca de la misma, como en el caso de
las ejecuciones extrajudiciales realizadas por miembros del ejército, más conocidas como
los mal llamados “Falsos Positivos65”.
Entonces yo creo que ellos no se alcanzaron a imaginar que algún día todas estas
ejecuciones extrajudiciales que venían ocurriendo, algún día alguien se parara en
la raya y denunciara ampliamente como lo hicimos nosotras, las madres de Soacha,
ignorando que nos íbamos a enfrentar a un Estado. Barrio Compartir, Soacha,
Cundinamarca, 2008, P.138.
Denunciar para proteger la Vida
La denuncia pública o ante las autoridades judiciales, ha sido un instrumento empleado
por las mujeres para proteger sus vidas y las de sus familiares, en la perspectiva de que lo
que se hace público y visible, previene futuras agresiones por el costo político que conlleva.
La denuncia contribuye a que la sociedad, el Estado y la comunidad internacional
conozcan los hechos de violencia y la forma de actuación de los agresores evitando la
mordaza que generalmente se impone frente a las violaciones de derechos humanos y
aportando de esta manera a que se haga conciencia para la prevención.
A raíz de la incidencia y el trabajo de visibilización a nivel internacional, nos
dimos cuenta que los paramilitares tenían orden de no tocarnos, porque nosotras
estábamos denunciando, y si a alguna de nosotras denunciamos las amenazas, a
alguna de nosotras nos tocaban, el Estado colombiano quedaba muy mal porque
tenemos hasta solicitud de medidas cautelares ante la Comisión Interamericana
de derechos humanos. Caucasia, Antioquia, 1999, P.102.
Pues, para protegerme yo creo que la principal arma es vivir rodeada de otras
personas, es denunciar sí hay una amenaza, es escribir porque si a mí me llega a
65 El uso del término “falsos positivos” es un lenguaje que minimiza las violaciones de derechos humanos
cometidas y deshumaniza a las víctimas, a la vez que oculta que se trata de ejecuciones extrajudiciales
llevadas a cabo por miembros del ejército para obtener recompensas por “guerrillero vivo o muerto” prometidas
por el gobierno.
515
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
pasar algo, que quede en un cuaderno escrito lo que me sucedió y proteger a la
familia. La Jagua de Ibirico, Cesar, 1998, P.711.
En los últimos años, el Estado colombiano a través del Ministerio del Interior y de Justicia,
ha definido acciones y rutas de protección para quienes han denunciado o para
quienes ejercían algún tipo de liderazgo. En algunas ocasiones han funcionado, y en otras
oportunidades las medidas de protección no fueron suficientes para salvar la vida de las
personas. Muchas mujeres lideresas, que han tenido un rol activo en la denuncia, buscan
la protección del Estado ante amenazas. Sin embargo, las respuestas no siempre son
discutidas ni acordadas con las víctimas. A veces generan una mayor visibilización que
las personas amenazadas sienten que suponen más peligro o se usan como una forma de
control de sus propias actividades.
A pesar de tener medidas cautelares de la Comisión Interamericana, de haber
hecho denuncias con una cantidad de cosas que nos han pasado, el gobierno
nos está protegiendo, pero entonces cuando ocurre un caso nuevo, le dicen a uno
que tiene que denunciar, para activar siquiera la ruta de las rondas policiale. Yo
nunca he estado de acuerdo con esas rondas, porque ya hemos conocido casos de
muchas compañeras, que lo que han hecho las policías es volverlas más visibles
y ponerlas en más riesgos, porque ellos empiezan a hacer preguntas a los vecinos
a otras personas sobre la actividad que ellas hacen. Entonces yo no he querido.
Cartagena, Bolívar, 2007, P.134.
Inmediatamente informo a la Coordinadora Nacional de Desplazados lo que está
pasando, ellos comunican al ministerio del Interior y Justicia, porque desde allí es
donde se coordina el programa de derechos humanos, y pues como la CND tiene
experiencia de toda la situación de riesgo que tienen sus líderes y lideresas, y pues
saben qué ese es el mecanismo, conocen la ruta, enseguida acudieron a la entidad
que le correspondía protegerme en ese momento y le comunican a la Defensoría
del Pueblo lo que está pasando. Turbo, Antioquia, 2000, P.134.
Para el caso de la comunidad LGBTI, particularmente para las mujeres lesbianas, la denuncia
pública ha pretendido no solamente preservar la vida, sino develar las múltiples
violaciones de las que son víctimas por parte de los grupos armados en razón a su orientación
sexual. El llamado al Estado es para que se brinde una protección particular a este
sector de la población, que en el marco del conflicto armado han tenido altos niveles de
vulnerabilidad por la discriminación histórica a la que han sido sometidas.
Se necesita que el gobierno se coloque la mano en el corazón y eso lo estudien a
fondo… de que las homosexuales también tenemos derecho, el hecho de que seamos
homosexuales no quiere decir que somos una plaga, o somos una peste y que eso.
Por el hecho de ser homosexuales no merecemos la muerte, no merecemos persecución,
no merecemos que el grupo paramilitar o guerrillero hagan y deshagan con
nosotros, ninguno tienen el derecho de tomarse la ley por sus manos y decir que
516
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
esto, podemos matar a maricas, podemos matar lesbianas. Ojalá el gobierno saque
una ley para en realidad protegernos en sí, no es que bla, bla, bla, bla, y nunca
hagan en realidad lo que nos proteja, como dicen, como sociedad porque también
pertenecemos a la sociedad. San Miguel, Putumayo, 2001, P.773.
Acompañamientos y soledades en la denuncia
Las organizaciones de mujeres y de derechos humanos han sido fundamentales en el
acompañamiento a las mujeres víctimas cuando han tomado la decisión de denunciar.
Hay un gran reconocimiento por parte de las víctimas sobre el papel que han jugado las
organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos, así como las organizaciones
de mujeres en la visibilización de los hechos, la protección y la presión ante la
institucionalidad para obtener alguna respuesta frente a las denuncias.
Aparece la CND, aparece SISMA, aparecen muchas organizaciones en las cuales
estoy haciendo algunos procesos. Estoy en algunos procesos que ellas coordinan…
y es así como la Casa de la Mujer, junto con otras organizaciones como
SISMA, ILSA, la Defensoría, nos empiezan a acompañar a nosotras, para que podamos
pues denunciar y podamos tratar de hablar con el gobierno, frente a lo que
nos está pasando, y exigir protección, garantía para poder seguir participando, y
poder proteger nuestras vidas. Turbo, Antioquia, 2000, P.134.
Para sostener a las mujeres que denuncian, en no pocas ocasiones, las organizaciones
han aportado ayuda humanitaria a las mujeres, mientras se encuentran en los procesos de
búsqueda y denuncia.
Cuando se perdió mi hijo yo me fui a Barranca, llegué a la Organización Femenina
Popular y ahí, pues Yolanda Becerra y todas las que había ahí, ellas me
colaboraron mucho porque ellas me acompañaron a poner la denuncia y todo, de
ahí en la oficina la Asociación del Valle de Cimitarra me dieron alojamiento, me
dieron comida como dos meses que yo demoré. Pero igualmente nunca apareció
nada porque los del Estado, pues nunca se pellizcaron a buscarlo, ni nada de eso.
Vereda Peralonso, Meta, 1998, P.721.
El apoyo y la solidaridad de las organizaciones, tanto para la denuncia como para el
acompañamiento en los procesos judiciales posteriores, han sido un factor fundamental
para la recuperación emocional de las víctimas a través del sentido político y público que
se otorga a los hechos. Algunas mujeres refieren cómo a través del soporte de las organizaciones
pudieron “entender” en medio del dolor de la pérdida y se han sumado ellas
mismas en la ayuda a otras mujeres víctimas.
Fue a buscarme y a prestarme ayuda, para que por medio de él, por medio de
una comisión regional de los derechos humanos, buscáramos solucionar ese caso,
517
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
sacar a la luz pública la injusticia que se había cometido con el hijo mío, y ahí
empecé… ahí conocí a la senadora Gloria y a otras personas, que desde ese momento
me han ayudado muchísimo, me han dicho: “si es por aquí…” y siempre
ahí apoyándome para adelante. Sevilla, Valle del Cauca, 2011, P.599.
En otros casos el apoyo de las organizaciones ha consistido en la cualificación y el empoderamiento
de las mujeres víctimas para que tengan más herramientas para su trabajo de
denuncia y visibilización en diferentes escenarios como los colegios y las universidades.
Esto ha contribuido notablemente a la politización de las víctimas y la construcción de sí
mismas como sujetos de derecho, además como actoras políticas en medio de la confrontación
y la guerra.
Apoyos he tenido muchos, que han sido de las organizaciones, el MOVICE, INTERMON,
Amnistía internacional, están muchas organizaciones y muchas personas
apoyándome en la causa, respecto a mi hijo. He tenido grandes oportunidades
porque me han apoyado estudiando, como dije en diplomados de derechos
humanos, en simposios. Ahoritica estoy haciendo un diplomado de género que es
muy importante también para nosotras. Las universidades también nos han apoyado
muchísimo, y no solo eso, hemos hecho una gran tarea nosotras las madres,
de hacer las charlas en los colegios, en las universidades visibilizando toda la
problemática, y un gran apoyo a nivel nacional, internacional, de los medios y de
todas las personas que creen en lo que realmente nosotros como víctimas estamos
viviendo. Barrio Compartir, Soacha, Cundinamarca, 2008, P.138.
Finalmente, la intervención de las organizaciones para la denuncia internacional y el
acompañamiento jurídico riguroso, ha permitido que se otorguen medidas cautelares de la
CIDH a algunas mujeres víctimas, mejorando sus condiciones de seguridad y obtención
de respuestas más efectivas por parte del gobierno en algunos casos.
En otros casos, las mujeres consideran que a pesar del esfuerzo de las organizaciones,
el gobierno colombiano no ha cumplido con lo ordenado por el Sistema Interamericano
y sienten que son estigmatizadas y señaladas por algunos funcionarios del gobierno y
hasta consideran que tienen mayores niveles de vulnerabilidad. Las respuestas gubernamentales
siguen siendo en general medidas físicas de protección, desconociendo que en
la mayor parte de los casos las amenazas son políticas y necesitan medidas políticas de
prevención y de investigación de los responsables de las mismas.
Muchas de estas denuncias han permitido que se conozca la situación de las mujeres
víctimas en la opinión pública y han logrado un importante apoyo internacional.
Particularmente el caso de las Madres de muchachos que sufrieron las ejecuciones
518
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
extrajudiciales de Soacha (“Falsos Positivos”)66 ha generado un efecto positivo de
acompañamiento de la ciudadanía que se ha revertido en un mayor control y veeduría
sobre las actuaciones de las FFAA para este tipo de crímenes.
Hemos tenido también un apoyo de Amnistía Internacional, donde ellos nos invitan
a hacer una campaña por un año, donde nos obsequian en 2010, con 5.500
rosas como un regalo a las madres de Soacha… nos invitan a la señora María y
a mí a hacer una denuncia por Europa, España, Alemania, Bélgica, Dinamarca,
Holanda, donde vamos a demostrar realmente cuál es el gobierno que tenemos,
qué es lo que está pasando y por qué tantas ejecuciones extrajudiciales. Nosotras
no fuimos a representar solamente nuestros hijos, ni solo los casos de Soacha,
sino a representar los 3.183 ejecuciones hasta el momento documentadas”. Barrio
Compartir, Soacha, Cundinamarca, 2008, P.138.
Las soledades en los procesos de denuncia judicial o denuncia pública, son consecuencia
y responsabilidad de las ineficaces respuestas del Estado a las demandas de justicia
de las mujeres víctimas, sumado a que con la negación de la existencia del conflicto
armado durante los dos periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez (2002 -2010), las
denuncias sobre violaciones perpetradas por grupos paramilitares no eran recepcionadas
y/o atendidas efectivamente por los funcionarios de los gobiernos regionales o Nacional,
argumentando la inexistencia de los mismos debido a la “desmovilización”. Un amplio
número de testimonios evidencian estas situaciones.
Evidentemente el bloque Calima de las Autodefensas, que fue muy paradójico
porque en ese entonces ya había iniciado el proceso de desmovilización de los
grupos paramilitares, de hecho yo hablé en ese entonces con el gobernador Chaux
Mosquera (Exgobernador del Cauca), célebre por sus vínculos en temas de parapolítica,
antes de que descubrieran todo eso. Fui a hablar con el Secretario
de Gobierno de él. Lo primero que hace el señor, el Secretario de Gobierno de
ese entonces es poner un calendario de las Fuerzas Militares gigante sobre su
escritorio, lo pone, como que lo azota sobre el escritorio, que yo de hecho salté
porque este señor, me dice que: “¡por qué me va a hablar de los paramilitares, si
los paramilitares en Colombia no existen!”. Popayán, Cauca, 2006, P. 309.
66 El informe de la Oficina del Fiscal de la Corte Penal Internacional, mencionó en Noviembre de 2012 que “hay
bases razonables para creer que los falsos positivos han sido una política de Estado; estos asesinatos, cometidos
para aumentar los índices de éxito militar, podrían considerarse crímenes de lesa humanidad; dichos actos
también pueden ser catalogados como crímenes de guerra. Dice el informe que las ejecuciones extrajudiciales
“han ocurrido en Colombia de manera permanente durante los últimos 25 años, con su pico más alto en cuanto
al número de víctimas reportadas entre 2002 y 2008”, disminuyendo desde 2009. Y que por su naturaleza de
ataque generalizado o sistemático se pueden calificar como crímenes de lesa humanidad: ocurrieron a lo largo
y ancho de la geografía nacional, se cometieron bajos ciertos patrones y hubo planeación y organización, tanto
para ejecutar los asesinatos como para reportarlos como bajas en combate. http://www.elespectador.com/
noticias/judicial/articulo-389506-falsos-positivos-si-han-sido-politica-de-estado
519
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Me dijeron que desafortunadamente no les recibieron la denuncia porque los amenazaron,
algunos no hicieron denuncia, y otros hicieron denuncia pero no en San
Alberto, ya se trasladaron como a Aguachica, a Valledupar y otros creo que acá
en Bucaramanga que hicieron la denuncia de sus familiares, pero en San Alberto
no les recibieron la denuncia. San Blas, Sur de Bolívar, 2005, P.733.
Ignorar a las víctimas para no atender sus denuncias, no actuar de manera diligente en las
investigaciones o negar la existencia de los hechos para deslegitimar los testimonios, son
acciones que realizan algunos funcionarios, especialmente en las regiones, para torpedear
el acceso de las mujeres víctimas a la justicia, la sensación de impunidad de un Estado
que no responde, es generalizada en los testimonios de las mujeres.
Es una ignorancia completa, o sea, a nosotros nos han ignorado… nos dicen estos
casos son aislados, que son falsas denuncias, que ahí no hay nada qué hacer…. y
a pesar que la Fiscalía, la Procuraduría, la Defensa de las Víctimas, ha demostrado
con pruebas que ellos no eran criminales (las víctimas), el Estado todavía dice
que hasta que no haya capturados, que hasta que no loshayan culpables, todos
son inocentes (los acusados de victimarios). Entonces, del gobierno absolutamente
nada. Nos han apoyado las ONG y las organizaciones, pero el Estado, nada.
San Vicente de Chucurí, Santander, 1990, P.771.
Presiones para no denunciar y amenazas posteriores
Varias mujeres testimoniantes referencian que fueron intimidadas a través de distintos mecanismos
para presionarlas para que no denunciaran o indagaran por sus seres queridos.
Yo no había declarado, porque me habían dicho que si yo contaba los hechos,
entonces a ellos los mataban. Yo no había declarado, cuando yo supe que a él lo
habían matado. Averigüé con la familia, que él había aparecido muerto, entonces
ahí sí declaré, porque digo, igual ya lo mataron, y de todas formas me habían
dicho que no lo iban a matar. Marquetalia, Caldas, 2001, P.139.
Los hostigamientos a las mujeres que denuncian provienen de distintos actores y han
generado, en muchas ocasiones, su revictimización a través de nuevos desplazamientos
y amenazas específicas dirigidas a quebrar su voluntad y mantenerlas en silencio. Las
acciones más frecuentes relatadas por las mujeres víctimas están relacionadas con envíos
de panfletos, amenazas de muerte a sus hijos/as sobrevivientes, seguimientos, y como se
ha documentado recientemente en el país, algunas mujeres reclamantes de tierras en el
marco de la ley 1448, han sido asesinadas, violadas sexualmente o amenazadas si continúan
con sus demandas.
El personero vivía diagonal a mi casa y él se dio cuenta de las personas que
fueron a amenazarme en moto, y él me dio una certificación diciendo que tenía
que abandonar el pueblo porque, me dijo “doña Graciela no se quede aquí por
seguridad de sus niñas, no vaya ser que le desaparezcan a alguna de sus niñas
520
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
como desaparecieron la hija de su vecina, yo le doy un buen consejo por seguridad,
váyase para Cali, para Medellín, para Barranquilla…” La Victoria, Valle del
Cauca, 2010, P.145.
Estas amenazas tienen el objetivo de paralizar la búsqueda de justicia y verdad por parte
de las mujeres, y genera una afectación en la forma de afrontamiento, pues pasa de ser un
afrontamiento positivo en la medida que busca darle sentido a la pérdida, a la sensación
de miedo, incertidumbre y dolor permanente causada por las amenazas.
Entonces, yo me vine muy desanimada y por allá en un parque, por allá me senté
un rato, cuando me llegaron dos hombres ahí y me dijeron que tenía qué perderme
de Barranca, si no quería que me pasara lo mismo que a mí hijo, así me dijeron,
entonces esa noche…. se me hicieron así por la espalda y me dijeron: “no vaya
a mirar”. Así, pues yo asumo que serían conocidos ¿cierto? Entonces ya de ahí
yo me vine para la asociación, le comenté a los dos muchachos que habían ahí,
entonces, al otro día ellos me ayudaron a embarcar otra vez y me vine otra vez acá
para Bucaramanga, toda desilusionada porque no se pudo hacer nada por buscar
a mi hijo. Vereda Peralonso, Meta, 1998, P.721.
Según el informe de la Corporación Nuevo Arco Iris “Política y Violencia 2011”, en el
caso de los líderes y lideresas que se han dado a la tarea de reclamar la tierra que les
fue usurpada, las amenazas han sido en gran parte contra las mujeres, porque son ellas
en su mayoría las reclamantes de la restitución de tierras y la justicia o porque subyace
un sentimiento patriarcal y machista que se incomoda al encontrar mujeres asumiendo
liderazgos en el mundo público. Son significativas las formas como estas bandas criminales
paramilitares se ensañan al violentar a las mujeres, utilizando no solo la amenaza
de muerte y ejerciéndola, sino también utilizando la violencia sexual como arma
para intimidarlas y obligarlas a abandonar sus procesos de incidencia política ante el
Estado. De manera reiterada, el sistema de justicia no actúa con diligencia frente a las
denuncias que hacen las mujeres sobre los hostigamientos de carácter sexual. En estos
casos opera la no validez de la palabra de las mujeres y su deslegitimación, la violencia
sexual es minimizada, ridiculizada y banalizada, tratada como un asunto de seducción.
Yo sentía que él sí me iba a disparar ahí, porque yo ya había escuchado quién
era esa persona y había escuchado hablar de ellos, pero yo nunca me alcancé
a imaginar que él iba a parar a decirme a mí: “Duerma conmigo”. Cuando
yo di la espalda, pensé: “Este man me va a matar” y salí y me metí de una
a la Estación de Policía, entonces yo puse una demanda, fui y hablé con los
Policías y ellos eran muertos de la risa. Tempentosa de Alambría, Santander,
1992, P.687.
No solo son amenazadas las mujeres víctimas, las organizaciones son también objeto de
hostigamientos, producto del trabajo de acompañamiento que realizan en la exigibilidad
jurídica y la denuncia. Particularmente en el 2012, diversas organizaciones de mujeres,
entre ellas la Ruta Pacífica de las Mujeres, fueron amenazadas reiteradamente por grupos
521
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
paramilitares como las “Aguilas Negras” o “Los Rastrojos” a través de panfletos enviados
por internet y directamente a las oficinas de las organizaciones, en los que expresan que
“no permitiremos que dañen la política de nuestro presidente haciendo exigencias sobre
la ley de víctimas y tierras, y será declarado objetivo militar por más protegido que se
encuentre”. Este tipo de amenazas se hacen tanto a organizaciones nacionales como a
organizaciones de base de carácter regional.
Ya coloqué las denuncias. En el 2008 se agudiza la situación de nosotras, y empiezan
a haber una cantidad de seguimientos y de amenazas, aparecen panfletos
donde nombran la organización de base, porque la CND es una organización
nacional donde convergen muchas organizaciones como la COMIN. Turbo, Antioquia,
2000, P.134.
La lucha de las sobrevivientes contra la impunidad
Muchas mujeres víctimas que dieron su testimonio, y que aún sobreviven a la guerra, han
tenido la fortaleza de transformar y procesar positivamente su dolor a través de la búsqueda
de la verdad y de la justicia. A pesar del impacto que genera la constante impunidad,
han logrado reconstruir parcialmente sus vidas y las de sus familias visibilizando lo que
les ha sucedido, exigiendo ante el sistema de justicia y aportando en la construcción de un
bloque de opinión favorable a las víctimas en nuestro país.
Algunas de las mujeres víctimas sienten la impunidad como una burla que desvaloriza su
lucha, que las revictimiza, y genera un gran sentimiento de impotencia. La Justicia Penal
Militar, ha sido una figura jurídica que profundiza la impunidad y ha producido efectos perversos
de legitimación de la misma a nivel social, esta circunstancia se ve agravada con la
reciente aprobación del fuero militar por parte del congreso de Colombia en el 2012.
Somos estigmatizadas por el mismo ejército colombiano, y burladas en las audiencias,
y no solo por ellos, por los representantes de ellos, los abogados… hay
tantas dilaciones en los procesos de parte de la defensa militar que vemos que
realmente ellos quieren que no haya justicia en estos casos, que esto se quede en
la plena impunidad. Entonces nosotros realmente somos revictimizadas en toda
la extensión de la palabra. Barrio Compartir, Soacha, Cundinamarca, 2008, P.138.
Pero ni los continuos señalamientos, ni las artimañas del sistema para mantener la impunidad,
han doblegado la voluntad de muchas de las mujeres que denunciaron las violaciones
y siguen luchando por la memoria y la justicia para sus seres queridos, aun asumiendo
costos familiares y económicos. La fuerza para sobrevivir y recuperarse se encuentra en
el sentido que le han dado a la experiencia a través de su lucha por la dignidad de las
víctimas.
Mis hijos en este momento están solos, están arrimados en una casa para que me
los cuiden, entonces eso es muy doloroso, realmente yo quiero que todo esto se
522
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
termine rápido porque no es justo que a pesar que les quitaron el papá, también
yo tenga que dejarlos solos por estar acá, entonces, lo hago por ellos, lo hago por
Andrés porque donde quiera que él esté pueda saber que yo no lo dejé solo, ni
siquiera estando muerto y por ellos. Por ellos porque yo sé que ellos van a crecer
y quiero que crezcan sabiendo que yo defendí a su papá hasta el último momento
y cuando yo no pueda más y cuando esto todo termine, ellos puedan seguir con
la memoria de su papá, porque yo creo que los falsos positivos, lo que pasó y lo
que va a pasar, cuando los condenen, creo que esto va a quedar en la historia de
Colombia, así como lo del Palacio de Justicia, como todas las masacres que han
hecho, entonces que ellos puedan valorar que de pronto yo…yo no fui cobarde, yo
no me escondí, yo no me conseguí otro hombre para que me mantuviera y que ya
lo del papá no me importa, ya eso fue cuento pasado. No, yo he luchado y seguiré
luchando hasta que Dios me lo permita y hasta que Dios quiera, por la inocencia
y por limpiar el nombre de Andrés. Bogotá, D.C., 2008, P.771.
Los testimonios recopilados también dan cuenta de la importancia que encarna la solidaridad
de otras mujeres víctimas, de las familias, organizaciones y sectores de la sociedad
que han respaldado su lucha contra la impunidad. Esta circunstancia marca de manera
positiva a las víctimas y les posibilita recuperarse emocionalmente de la frustración que
genera la injusticia.
Mire hoy, estamos aquí en esta ciudad de Bucaramanga… pidiendo justicia aquí
en la plazoleta de Luis Carlos Galán en el Palacio de Justicia, entonces pidiendo,
acompañando esas madres que precisamente tenían hoy el juicio y que no los
condenaron. Hoy no hubo condena que porque…bueno, que no vinieron a que los
juzgaran y lo aplazaron a última hora. Nosotras ya veníamos en camino y ya no
hubo qué hacer, pero de todas maneras estamos haciendo el evento, estamos acá
luchando con grupos de madres que también han sufrido la misma historia de
nosotras. Soacha, Cundinamarca, 2008, P.781.
Mujeres víctimas apoyando a otras mujeres víctimas en su lucha contra la impunidad, es
una experiencia común en los diversos testimonios, que actúa como bálsamo emocional
en doble vía, es también una manera de enfrentar el miedo y seguir caminando como
ejemplo vivo para una sociedad que requiere con urgencia avanzar en el cumplimiento
efectivo de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación para las víctimas.
Hemos luchado entre todas, nos hemos reunido con compañeras víctimas de otras
partes y hemos ido a muchas partes que quieren hablar con las madres de Soacha
y nos han recibido muy bien, y han recibido como un gran ejemplo que no nos
da miedo enfrentar la lucha que llevamos, hasta que se sepa la verdad, se haga
justicia y seguir adelante no solamente porque se cumplan las condenas. Vamos
a seguir la lucha por muchas víctimas más que hay y que están en la impunidad.
Bogotá, D.C., 2008, P.198.
523
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Conclusiones
La denuncia pública y jurídica ha jugado un rol fundamental en la lucha contra la impunidad
y en la visibilización de los hechos de violaciones de DDHH. Sin la denuncia, por
ejemplo de las Madres de Soacha, casos escandalosos en el país como el de las ejecuciones
extrajudiciales no hubieran salido a la luz para encontrar los desaparecidos y develar
las formas de acción utilizadas para este tipo de crímenes.
Asumiendo un rol dinámico en su calidad de víctimas, muchas de las mujeres que se
atrevieron a denunciar los hechos de agresión lo hicieron impulsadas por su indignación,
por su dignidad y la de sus seres queridos, por el amor que les tuvieron, estos sentimientos
han sido motor de un ejercicio político ejemplarizante de lucha, de visibilización que
aportará a la sociedad colombiana y a las futuras generaciones en el tránsito por caminos
más respetuosos de los DDHH. Esta acción individual y colectiva de búsqueda de justicia,
trasciende el escenario de la justicia para cada uno de sus familiares, para ubicarse en el
imaginario social y colectivo del país, contribuyendo a la prevención de las violaciones
de DDHH.
Finalmente, es importante señalar que a pesar de la sistemática inoperancia del sistema de
justicia, en ninguno de los testimonios las mujeres plantearon “hacer justicia por sus propios
medios” o justificaron la espiral de violencia. Aspiran que a través de su lucha organizativa,
movilizadora y por la vía institucional, se acabe la impunidad sobre las violaciones cometidas
hacia sus seres queridos.
IX. Búsqueda de apoyo psicosocial
Hemos buscado ayuda psicológica, pero son cosas que marcan y dejan huella
para toda la vida. Barrancabermeja, Santander, 2002, P.112.
Por ultimo, la búsqueda de apoyo psicológico ha visto otra forma de arontamiento. Un
30% de las mujeres buscó este tipo de apoyo. Las circunstancias de tiempo y contexto
en el que esta búsqueda de apoyo se dio son muy diferentes, también dependiendo de la
disponibilidad del apoyo que se ha dado en diferentes épocas del conflicto armado interno
y lugares donde se encuentran las víctimas.
El año pasado también estuve en una corporación de mujeres en el centro y cada
vez había psicología. Yo iba porque eso me ayuda mucho, porque al principio lloraba
mucho y, a través de los programas psicológicos que ha tenido, se desahoga
mucho. Barrio Miraflores, San José del Guaviare, 2007, P.35.
Mientras que hasta prácticamente mediados de la década de los años ‘90 la disponibilidad
de esta asistencia era mínima, y estaba en manos de algunos proyectos de ONG con
experiencia en el trabajo con víctimas, en los últimos años diferentes organizaciones e
incluso instituciones del Estado han ampliado la oferta de este apoyo. Sin embargo, la
524
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
disponibilidad de ayuda no quiere decir que sea vista como tal por las víctimas o que
las mujeres hayan querido acceder a ella siempre. También las respuestas de las mujeres
muestran que, además de su propia situación personal, la adecuación o idoneidad de la
oferta de atención ha sido muy diferente.
Allá a la casa van psicólogas de Bienestar Familiar y me dicen una cosa y luego
me dicen otras, yo no sé. Yo no le encuentro nada a eso. Ellas han ido porque
prácticamente van a tratamientos con los niños y me han encontrado rendida en
la cama. San Carlos, Antioquia, 2001, P.4.
De dejarse ayudar a buscar apoyo
La primera condición para que esa ayuda sea efectiva es que la persona acepte que tiene
un problema, y que puede necesitar ayuda para enfrentarlo. Sin una actitud positiva o movimiento
previo de la víctima, el apoyo probablemente no va a ser posible, o no tendrá un
efecto positivo. Esta apertura para la ayuda es lo que muestran esas mujeres que buscaron
ayuda psicológica.
Ella era loca, grosera, entonces yo hablé eso con el alcalde de acá, y me dijo:
“vamos a traer a una psicóloga para que las trate, porque aquí hay una cosa muy
horrible”. Entonces las trajeron, y Adriana me dijo ahí yo si quiero que a mí me
trate una psicóloga, es que yo estoy que me enloquezco. Y sí, un año la trató una
psicóloga muy querida, y ella se alivió. Pero la otra no se quiso dejar tratar y es
grosera y ella no saluda a la mamá, no he podido con ella. Le dije “Mery mirá
vos necesitas una psicóloga” y me dijo: “eso es para Adriana que está loca, yo
no estoy loca”. Yo le dije “vos estas más loca todavía, Adriana al menos se dejó
ayudar pero vos no te dejas ayudar”. Medellín, Antioquia, 1995, P.51.
Sin embargo, frecuentemente otras mujeres o personas significativas para ellas fueron
las que les animaron a buscar apoyo profesional. Reconocer en una misma el nivel de
afectación y la necesidad de ayuda específica no es fácil y, en la mayoría de los casos, esa
apertura es parte del proceso que puede ayudar a enfrentar los problemas. Las actitudes
de negación o de evitación no son muy útiles cuando los problemas se acumulan y los
impactos empiezan a ser evidentes. Esto supone para muchas mujeres empezar a reconocer
su situación como desplazadas o mujeres que han perdido una parte de su vida y que
necesitan un apoyo específico, lo cual no es fácil.
Yo lloré mucho, yo tuve que ir a asistencia psicológica, mis compañeros me lo
sugirieron, porque además yo lloraba mucho, además me estaba enfermando,
me dolía todo me estaba volviendo hipocondriaca, y claro, también la depresión,
muchas cosas. Entonces yo estuve en asistencia en psicología en un centro de
atención psicosocial, que atiende casos de personas víctimas del conflicto, y fue
de gran ayuda para mí. Fue de gran ayuda porque ya fue reconocer que tenía que
hacer mi vida aquí, al menos por un tiempo, y eso entonces era reconocer que ya
525
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
no podía volver a Bucaramanga por un tiempo. Eso fue un paso muy duro pero
empecé hacerlo, empecé a ver las cosas buenas que podía haber acá, y empecé a
hacer mi vida y mi trabajo. San Carlos, Antioquia, 2000, P.101.
Un aspecto clave para poder buscar apoyo es superar los estereotipos sobre la salud mental,
la atención de un profesional de la psicología o de salud mental. Esta visión de la
atención psicosocial como para las personas que han perdido su sentido de la realidad o
tienen grave estado de disociación, lo que habitualmente se denomina como “volverse
loco”, es parte de las cuestiones que distorsiona la atención a las necesidades psicológicas
de las mujeres víctimas. Es importante superar estos estereotipos y normalizar la atención
como parte de las herramientas que pueden ayudar a la recuperación de una parte de las
víctimas.
Él no lo acepta, yo lo he tratado de llevar, y él dice que no está loco, que el acaso
está loco?, para mejor decirle para él y mis hijas que se han dado cuenta que he
estado en tratamiento, yo soy una loca, que porque yo he ido a psicólogo, que los
que van a donde los psicólogos es porque están locos, entonces no, yo a él no lo
he llevado. He tratado de llevarlo a la buena y se cansaron de decirme en el Cabil,
que lo llevara, para conocerlo, y me dijo “no mami, yo por allá no voy, yo no estoy
loco”. Pitalito, Huila, 2009, P.129.
Dichas visiones vienen a veces de la propia persona afectada, pero otras muchas están
condicionadas por la respuesta social que señala esta búsqueda de apoyo como un elemento
estigmatizante.
Después de todas estas cosas que han pasado por nuestros cuerpos y por nuestras
vidas y por los pensamientos de las personas, hay unos que sí tratan de sanar y
ubicar esa violencia pero otras no, porque hay personas que cuando uno le dice
que ahí para una atención psicosocial dicen que es que no están locos, pero por
las mentes pasan muchas cosas de esa misma persona que dice que no está loco
pero tampoco se deja ayudar; porque uno les dice hay unos psicólogos “no, yo
no voy para donde un psicólogo” entonces son situaciones que uno dice cómo
hacer. A veces yo les digo “vamos a un taller así y asa”, y de la misma situación
tan caótica dicen “no, yo tengo que ir a lavar una ropita porque qué le doy de
comer a mis hijos”. Entonces esas personas siguen con problemas y uno quisiera
ayudarlas pero no se puede, no sé qué manera o cual es el mecanismo que vamos
hacer pero sí se pueden hacer cosas. Chigorodó, Antioquia, 2000, P.29.
Las necesidades de búsqueda de apoyo emocional pueden ser distintas según las características
de la persona o el grado de apoyo social que haya tenido. Es el caso de mujeres
líderes que han tenido que guardar sus propias emociones para ayudar a otras o de las que
han ocultado sus vivencias para no generar malestar o preocupación en sus familias. Eso
hace que la atención psicosocial será una oportunidad para descargar y compartir vivencias
reprimidas u ocultadas durante mucho tiempo.
526
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Hemos hecho trabajo con las víctimas y todo, pero lo mío no lo había sacado
a flote, porque yo no me pongo a decir que mire que me pasó esto y aquello, no
tenía el lado de quien había sido. En los días dijeron que había un viaje para el
Oriente Antioqueño que nos iban a hacer un trabajo para las víctimas pero no
sabía sinceramente cómo era el trabajo pero me parecía un poco más profesional.
Chigorodó, Antioquia, 2010, P.59.
Una de las dificultades para a su alrededor encontrar el apoyo o que este sea efectivo, es
precisamente que la persona esté abierta a ello, ya sea porque pida ayuda o porque tiene
una sensación de crisis que no puede manejar. En otros casos esas demandas han venido
acompañadas de un proceso de motivación o estímulo de familiares o amigas, u otras
víctimas que han pasado por situaciones similares.
Le agradezco mucho a la compañera Luz Marina, porque yo no aceptaba toda
esta clase de reuniones porque yo decía, “no porque si ese es problema mío, nadie
me va a ayudar”, entonces la compañera Marina me decía “luche mujer, tiene que
salir adelante”, entonces yo le agradezco mucho porque me ayudó en este largo
camino que vamos empezando a la hora de la verdad. La psicóloga y que Dios la
bendiga porque yo no había aceptado psicólogas hasta que llego Ana María y así
fue la ayuda mía. Vereda Mosquito, Bolívar, 2005, P.198.
El tiempo en el que las mujeres buscan apoyo psicosocial también está determinado por su
situación personal y la posibilidad de hablar o compartir sobre lo sucedido. Si bien eso depende
de la propia persona y otras circunstancias, la posibilidad de mantener una cierta distancia
psicológica de los hechos o tener una cierta estabilidad personal también caracteriza
las demandas de apoyo de otras mujeres víctimas. Los dos siguientes ejemplos muestran esta
cuestión del tiempo y la distancia psicológica como factores que explican las demandas de
atención, pero también la necesidad de acercamiento o de la disponibilidad de la atención para
que las mujeres puedan acceder a ella cuando lo vean importante o estén motivadas para ello.
Me han afectado en lo psicológico, lo emocional, mire ya llevo nueve años desde que
me sucedió todo esto, y no me he podido levantar, no lo he podido superar, he tratado
de superarlo, he buscado, sí he buscado ayuda, pues después de… que me sucedió,
después de cinco años, fue que busqué ayuda psicológica donde el grupo pastoral
porque al principio nunca busqué ayuda. San Alberto, Cesar, P.733.
He estado bregando, y sí me han anotado, pero nunca la tuve y sí…yo pienso que
la necesito. La necesito porque aún todavía en mí hay mucho dolor ¡mucho dolor!
Yo me siento con mucho dolor, y hay cosas que me llevan a pensar tantas cosas…
que no quisiera vivir. Cantagallo, Bolívar, 1999, P.744.
¿Qué buscan las mujeres en esa atención?
Lo que las mujeres buscan en esta atención psicosocial es fundamentalmente un lugar
de escucha y comprensión, así como orientación que les ayude a retomar el control de
527
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
sus vidas. La posibilidad de hablar de esos impactos y expresar cómo está es vista como
algo positivo, pero a la vez puede ser peligroso y no siempre las mujeres encuentran
esa escucha. Frecuentemente incluso la gente cercana puede evaluar positivamente estas
necesidades de las víctimas, pero a la vez mantener una distancia porque escuchar carga
también emocionalmente.
Siente uno como un descanso de poder hablar. Que allá alguien que lo escuche
porque hay gente que no le gusta escuchar. Antioquia, 1998 y 2003, P.95.
Además, en el espacio del acompañamiento psicosocial, las mujeres pueden contar cosas
que no se hablan en el marco de la familia o de otras relaciones de apoyo, por no cargar a
otras personas o porque consideran que no va a servir para nada.
Estuve con un psicólogo un año, psicólogo aquí del colegio un año y eso me ayudó
mucho porque a veces uno no le cuenta las cosas a nadie… ni siquiera a mi mamá,
o sea, mi mamá sabe lo que me pasó y todo, pero no con detalles, no en realidad
lo que pasaba… porque yo sé que ella va a sufrir o sufría al decirle todo lo que
pasaba con pelos y señales, entonces para qué le contaba si no podía hacer nada
por mí. Sabana de Torres, Santander, 1999, P.786.
La escucha no es solo una catarsis o descarga psicológica, también las mujeres buscan
entender lo que les está pasando. Por ejemplo, como en el siguiente caso, entender las
reacciones físicas como parte del impacto psicológico y físico de la violencia sufrida.
Normalizar dichas reacciones es parte del proceso de apoyo.
Me daba algo al pecho que no podía casi respirar, era algo que no lo puedo explicar
y él preocupado me llevó donde el psicólogo y allá dijeron que eso dependía
del problema con la muerte de la niña, de mi hermana, la explosión de la bomba
lo afecta mucho a uno, uno queda con nervios, se asusta. San Miguel, Putumayo,
2001, P.548.
La importancia de la escucha también está condicionada por la respuesta y el contexto
social. En los contextos de violencia uno de los problemas que encuentran las víctimas
es la falta de espacios sociales donde expresar, validar su experiencia o tener un reconocimiento.
¿Que hice? Bueno yo las asumí, por ejemplo, con psicólogo ya, todavía es la hora
me están ayudando en eso, porque yo eso no lo comento con nadie, y entonces no
me desahogo. Ahora es que lo estoy desahogando gracias a ustedes que me han
brindado esa confianza. María La Baja, Bolívar, P.224.
El acompañamiento psicosocial no tiene una función de sustituir esos espacios sociales
necesarios, pero puede ayudar a enfrentar algunos de los problemas para los que nunca
hay tiempo, que se consideran como males que hay que pasar cuando se ha sido víctima,
o como situaciones dramáticas sin salida. Ya sea la atención individual o el trabajo con
528
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
grupos supone un espacio de expresión, muchas veces el único con el que las mujeres han
contado hasta entonces.
Estando en ASODESAMUBA yo recibí una ayuda psicológica… más de un año,
créame que todo lo que yo no pude llorar en ese momento de la muerte de mi
papá, de mis hermanos. El primer día me acuerdo que con la doctora Claudia nos
estábamos presentando, y teníamos que decir la presentación y por qué, cuál era
el motivo. Yo en ese momento que me presenté y dije por qué estaba ahí exploté,
¡lloré! Como nunca había llorado en mi vida, y ahí empecé porque yo no me había
atrevido a hablar de eso, y ellos me ayudaron muchísimo. Rio Negro, Antioquia,
2001, P.743.
La catarsis y la escucha son elementos centrales del apoyo cuando las mujeres buscan
ese espacio de expresión. Sin embargo, una escucha refleja que se limite a recoger las
vivencias de las víctimas y no les ayude a ordenar o estructurar sus percepciones puede
no ser de apoyo. Muchas víctimas necesitan un feed-back de los profesionales, que desde
una perspectiva profesional y manteniendo su rol, les ayuden a comprender mejor lo que
les pasa, y a contrastar sus visiones sobre lo que se puede hacer. Este aspecto orientativo
o de contraste y aclarador de sus visiones es señalado en numerosos testimonios de las
mujeres que buscaron este apoyo.
Estaba afectadísima la otra vez cuando vino la psicóloga estuve hablando con ella
y descansé el corazón de todo los consejos que ella me daba Yo vivía con unos
nervios que cualquier cosita ya se me salía el corazón y era asustadita p’acá y
p’allá. San Miguel, Putumayo, 1989, P.539.
En el caso de las mujeres esta atención psicosocial puede ayudar a entender el impacto
de la violencia y su relación con la situación de las mujeres en su contexto social o familiar.
La vivencia de las mujeres está tamizada por su propia situación de subordinación o
marginación social, lo que conlleva la construcción de identidades en muchas ocasiones
poco valoradas en un contexto de relaciones con los hombres o en las relaciones sociales.
Reconocer su aporte como mujeres que han enfrentado esas situaciones de violencia, y su
propio valor como personas, es una forma de estimular las formas más activas de afrontar
la situación.
Entonces ya a partir de ese mismo dolor, fui encontrando cosas buenas en mí, con
la ayuda de otra gente, obviamente de psicólogos, pero ellos… o sea, a partir de
terapias, me hicieron ver de que yo sí soy valiosa, por ejemplo, ya encontré cosas
como la poesía, el canto, la lectura, otro idioma que estoy estudiando… en cierto
modo, la relación con Dios… gracias a Dios tuve gente que me ayudó muchísimo
¡mucho, mucho!, que quizás no se dieron cuenta de ese problema porque a muy
pocas personas se lo he contado, pero que gracias a muchas cosas que hicieron
por mí y que me hicieron ver lo valiosa que soy, por eso por ejemplo estoy acá,
para que… poder de pronto ayudar a otras mujeres a que no les pase lo mismo,
que la idea no es que nosotras nos callemos, sino que antes nos ayudemos entre
529
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
todas a salir adelante. Pereira, Risaralda, 2003, P.692.
Por otra parte, la atención psicosocial también se ha dirigido a ayudar a las mujeres a
entender sus propias reacciones. Entenderlas como parte de las reacciones de duelo o
impacto de la violencia es importante para poder sobreponerse y liberarse de una imagen
negativa de sí mismas. Como sucede en el siguiente caso, relativo a un secuestro,
la vivencia de un tipo de duelo para asimilar la pérdida durante años puede chocar en la
familia cuando se da felizmente la vuelta a la libertad de su familiar, sintiendo sin embargo
reacciones contradictorias entre la alegría y los mecanismos de adaptación que se
tuvieron que poner en marcha durante años.
Aquí era como vivir en un sueño, que no sabíamos si iba a regresar o no, pero
también vivía algo, es que… no es el duelo de la muerte, o sea, no lo maté antes
de llegar, porque siempre yo tuve un acompañamiento de una de la psicólogas de
Fondelibertad. Entonces ella me explicaba que algunos familiares, están en un
duelo cuando llega el familiar secuestrado, inclusive ya lo deja, o es el hijo, ya es
una vivencia totalmente distinta porque hacen un proceso duelo. Noamito, Cauca,
2010, P.891.
Otros casos que generan especiales problemas de adaptación, manejo de la propia autoimagen
y del impacto traumático son los casos en que la violencia ha producido una
discapacidad en la víctima. La reintegración social, la adaptación a la vida cotidiana en
contextos rurales, difíciles para poder realizar un trabajo físico o para tener recursos para
la movilidad, son situaciones específicas en las mujeres que pueden aumentar la necesidad
de acompañamiento psicosocial.
Lo que pasa es que uno tiene que tener todo el coraje, como le digo al comienzo
es muy duro, pero la misma vida, uno mismo va aceptando, tiene que aceptar, es
que tiene que aceptar, porque desde que no llegue la muerte uno tiene que aceptar
y surgir, y eso fue lo que yo me propuse. Yo estoy yendo a psicología también en
Bogotá eso me ayudó mucho también, al igual que la prótesis. Belacazar, Cauca,
2009, P.302.
Llegando al límite
Sin embargo, la mayor parte de las veces las mujeres han buscado este apoyo cuando se
encontraban en una situación límite. Bien porque ellas han sido conscientes de que no
podían más, o bien porque personas de su alrededor les han hecho ver que su situación
era insostenible.
Al mes que ya empecé terapia con el psicólogo del proyecto Buen Vivir de la
Fiscalía, bueno ellos trabajaban para la alcaldía, al mes yo creo que a él le daba
lástima verme porque iba cojeando pero yo hacia la forma de ir porque de verdad
necesitaba. Si tenía que vivir tenía que buscar una forma de salir adelante ¡cómo
530
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
iba a seguir en la cama tirada!, no solo me estaba haciendo daño a mí, sino que
le estaba haciendo daño a mis hijos que ellos eran los que me bañaban, que me
daban la comida. Vereda El Recreo, Antioquia, 1991, P.58.
En muchos casos, la búsqueda de apoyo profesional se da cuando el sistema familiar, el
cariño o las relaciones de apoyo significativas para las mujeres no fueron suficientes para
encontrar una mejoría frente al impacto traumático o el duelo.
Creo que el apoyo clave fue mi papá y mi mamá, mi papá más que todo, pero en
realidad, mal, o sea yo pienso que esos dos años fueron muy duros, tuve que tener
asistencia psicológica para poder superar las cosas, dado que no quería aceptar
la situación. Popayán, Cauca, 2001, P. 323.
La mayor parte de las veces, las mujeres vivieron con ese impacto durante mucho tiempo
antes de pedir apoyo o lograr los recursos o las vías para tener acceso a él. En la mayoría
de las ocasiones, las mujeres buscaron ayuda psicológica como último remedio, en una
situación de crisis personal o familiar total. La ayuda psicológica ha sido vista como la última
opción frente a una situación de impacto y caos personal que no se podía manejar ya.
Uno queda con un, como un no sé, como un… yo dure harto con esa vaina, con
esa psicosis. Mi china, estaba dormida, y se levantaba a los gritos, “ahí vienen,
ahí vienen”, y se levantaba a salir corriendo, me tocó ponerle que la viera una
psicóloga, por allá en Opción Vida, por allá nos tocó ir, le hicieron unos talleres,
nos pusieron unos psicólogos. El Castillo, Meta, 2002, P.152.
En muchos de los casos, ante situaciones extremas como la pérdida de sentido de la vida
o las ideas suicidas frente a una vida que ha dejado de serlo.
Las afectaciones psicoafectivas, los grados depresivos, los tuve que afrontar en
los último tiempos apoyo psicológico porque fue muy grave, o sea todo ha dejado
secuela, peor en un momento ya determinado con el luto ya todo como que estalla,
y ya uno ve que la vida es, no sé… que se termine. Pues nada, ya toca salir adelante
a tratar como de superar. El Castillo, Meta, 2005, P.140.
El nivel de afectación puede a veces ser un detonante de la búsqueda de ayuda, pero en
otras ocasiones, como en el caso de las personas con fuerte depresión, la pasividad o el
bajo estado de ánimo pueden bloquear la búsqueda de apoyo.
Yo estuve muy mal de la depresión, estuve para enloquecerme, a mí me tocó que
me pusieran con un psicóloga… la psicóloga me hizo unas terapias, ella misma
me dijo que yo estaba muy mal. Guadací, Cesar, 2000, P.672.
Ahí fue cuando el esposo mío me dijo…entonces yo fui a la psicóloga, nosotros
por Comfamiliar… ella me tuvo en terapia como dos meses y me dijo que tenía
que poner de parte mía porque si yo seguía así me moría o me enloquecía. Yo
531
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
viéndome así tan deprimida, porque yo estaba en una depresión horrible, puse de
parte mía también, yo me puse a tomar aromáticas a tranquilizarme un poquito
más, no a salir, porque no me provoca salir. Ituango, Antioquia, 2008, P.672.
La razón de los hijos e hijas
Apoyo psicológico para mí no, solamente para mi hijo busqué. Yo me sentía que yo
no lo necesitaba tanto como mi hijo. Mocoa, Putumayo, 2005, P.531.
Una buena parte de las mujeres que hace referencia a la búsqueda de atención psicosocial
refiere que lo hizo para sus hijos e hijas. Más allá de sus propias necesidades, las mujeres
privilegian o dan prioridad a los problemas que identifican en sus hijos como consecuencia
de la violencia.
Sin embargo, a pesar de que las dificultades escolares o los problemas de comportamiento
son muestras del malestar de niños y niñas afectados por la violencia, también pueden
mostrar las secuelas en sus familias o en sus madres. La búsqueda de apoyo para los hijos
o hijas puede también poner de manifiesto la necesidad de un abordaje familiar del problema
y no solo centrarse en las respuestas de los hijos.
Porque… ella… la profesora me dijo que tenía que tener estabilidad y estar más
segura de lo que… entonces, por eso fuimos. Urabá, Antioquia, 2008, P.654.
Los niños y niñas muestran sus propios impactos de forma más clara para sus madres, y se
convierten en la prioridad de la búsqueda de ayuda. Mientras las mujeres aprenden o pueden
guardar sus sentimientos o evitan mostrar el impacto en muchas ocasiones, los hijos
e hijas muestran dificultades en la escuela o problemas de comportamiento que llaman la
atención sobre la necesidad de apoyo psicológico.
Mi nena grande, los primeros días se puso agresiva, lloraba mucho, entonces yo
siempre la llevaba donde ella, y de pronto eso ayudó, pero no, en mí casi no, casi
no, allá iba porque yo podía llorar y podía desahogarme, la buscaba a ella, pero
no, o sea, en mí nunca pensé. El Tambo, Cauca, 2001, P.341.
Las dificultades escolares, la necesidad de encontrar un sentido a los hechos y las explicaciones
en el entorno familiar suponen un conjunto de impactos en la infancia que necesitan
abordarse de forma constructiva y coherente. Las explicaciones dadas a los niños y
adolescentes pueden también convertirse en parte del problema cuando no hay espacios
de diálogo o tratan de cerrar el problema con expresiones propias de adultos o que no
ayudan a entender lo que pasó. Los niños y niñas muestran el proceso de duelo de forma
diferente a los adultos, y sus problemas escolares o dificultades de comportamiento no
siempre son interpretados de forma correcta y pueden llevar a no entender sus necesidades
psicológicas o interpretarlas como muestra de rebeldía o rechazo.
532
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
La niña habla mucho de su padre y además la niña habla mucho de esas imágenes
que ve todos los días, ella escucha los tiros allá y tiene mucho miedo de que a mí
me pase lo mismo porque estaba trabajando donde mataron al papá, entonces
era lo que la psicóloga me decía “váyase de acá por usted y por salud de la niña,
eso va a ser un problema”. Y efectivamente la niña tuvo una rebeldía horrible, la
niña no quería a nadie. La abuela cuando mataron al papá, unos diítas después,
la abuela que es muy católica llorando le dice, ‘lo mataron porque Dios lo necesitaba,
Dios lo necesitaba allá con él y por eso él se fue al cielo’. Entonces la
niña lo primero que le dice es que eso no es cierto, entonces Dios no existe o es un
asesino también porque mando a asesinar a mi papá y porque permitió que otros
fueran asesinos, cuando se supone que Dios es amor, entonces Dios no existe.
Entonces dice “la sociedad me importa una mierda, la comunidad también me
importa una mierda, es que la comunidad dejo matar a mi papá y mi papa vivía
en la comunidad y para la comunidad, la sociedad es una mierda, la comunidad
es una mierda”. El Jardín, Antioquia, 2001, P.64.
Las secuelas en los propios niños y niñas dependen de la edad, la relación con la víctima
directa o si ellos mismos fueron agredidos, el grado de apoyo familiar y las circunstancias
de los hechos y las reacciones de los adultos alrededor. Las narraciones de las mujeres
refieren estas secuelas como algo que les movilizó en la búsqueda de apoyo psicosocial.
A base de eso, pues mi hijo tuvo hartos problemas psicológicos, perdió el habla,
después de eso, ¡qué no me ha tocado hacer! Es duro, mi hijo estuvo dos
años con psicóloga, tratando de volver porque mi hijo, como un año, hablaba
normal, cuando el papá murió él tenía dos añitos cumpliditos. Después de eso
él no volvió a hablar normal, a él no se le entendía nada de lo que decía, volvió
a quedar como un bebé entonces ya me tocó meterlo donde una terapeuta para
que volviera a hablar normal y se le entendiera lo que dijera. Sibundoy, Putumayo,
2002, P.531.
El miedo de las madres a una respuesta negativa en el futuro por parte de sus hijos también
es un factor frecuente de búsqueda de apoyo. Por ejemplo, muchos niños mayores
o adolescentes pueden expresar deseos de venganza frente a los perpetradores. Si bien la
mayoría de las veces esas fantasías son pasajeras y normales como una forma de expresar
la rabia, muchas madres sienten que eso puede derivar fácilmente en acciones violentas
en el futuro o facilitar el reclutamiento utilizando esa vengatividad reactiva que muestra
el deseo de justicia.
Es bien difícil, inclusive los peladitos pequeños decían: “cuando seamos grandes
vamos a ser malos, para buscar a esos hombres que mataron a mi papá”. Entonces
ahí empecé un proceso duro con ellos, a cambiar esa mentalidad, a decirles.
Con apoyo psicológico, los pelados cambiaron y nunca se me inclinaron por ser,
digamos, militares o algo así ¡No!, porque ellos no los iban a hacer porque les
gustaba sino por una venganza. Trujillo, Valle del Cauca, 1989, P.617.
533
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
La doctora psicóloga si me dijo “vea trate de acercarse más a su hija que ella está
tomando las cosas serio ella puede irse con ellos”. Y son doce años los que tiene,
entonces es un problema. Puerto Asís, Putumayo, 2006, P.593.
Apoyo psicosocial en el contexto de la denuncia
Yo consideré que tenía que someterme a un tratamiento, porque estaba muy mal y
necesitaba pues… para poder dar la pelea. Sevilla, Valle del Cauca, 2011, P.599.
Otro escenario en el que las mujeres buscan acompañamiento psicológico, o se les proporciona
por parte de organizaciones de mujeres o de derechos humanos, es el proceso de
la denuncia. En los últimos años especialmente, las organizaciones han sido cada vez más
conscientes de que además de la perspectiva jurídica de las denuncias se necesita acompañamiento
para hacer frente a esos procesos. A veces este apoyo psicosocial es parte de
las condiciones de estabilización de la persona para poder encontrarse mejor y retomar su
vida, en otros casos se trata también de ayudar a valorar la denuncia o las implicaciones
de la misma, dado el escenario de impunidad que sigue dándose en Colombia y que supone
frecuentes amenazas.
Yo fui a la Personería pero lo denuncié como 4 o 5 años después de que había pasado
lo del desplazamiento, porque tenía miedo. Después denuncié con el acompañamiento
psicosocial que me dieron en Mujeres que Crean que me aconsejaron
que denunciara el desplazamiento. Medellín, Antioquia, 2002, P.88.
Sin embargo, en esos procesos también las mujeres se encuentran con situaciones en las
que los propios mecanismos de la justicia pueden victimizarlas de nuevo. Frecuentes formas
de victimización de las mujeres son la falta de credibilidad otorgada a sus denuncias,
la toma reiterada de testimonios sobre los mismos hechos, la estigmatización en los casos
de violencia sexual, y el cuestionamiento de las víctimas.
Era un tormento para mi después de que el fiscal me había dicho que “usted para
mí es culpable”. Yo iba llegando y me daban ganas de vomitar y de llorar, y yo
entraba donde el psicólogo llorando y salía llorando, y él me dedicaba hasta dos
horas dos veces por semana. Vereda El Recreo, Antioquia, 1991, P.58.
A la vez, el apoyo psicosocial debe estar coordinado con otros aspectos del apoyo a las
mujeres, especialmente con equipos que incluyan la perspectiva jurídica y de salud debido
a que las demandas de las mujeres tienen numerosas implicaciones prácticas y subjetivas
que tienen que valorarse, así como el valor que puede tener el apoyo psicosocial para
mejores experiencias e informaciones sobre el litigio.
Paola cuando yo venía a terapia individual o a terapia de grupo, nos hizo unos
ejercicios muy buenos y debido a eso llegué a recordar más cosas y llegué a ver ese
tipo, uno de los que me hizo tanto daño. Vereda El Recreo, Antioquia. 1991, P.58.
534
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Cuando el apoyo no sirve
Algunas de las mujeres entrevistadas señalaron también que han acudido a diferentes
profesionales del área psicológica cuya ayuda no ha sido de apoyo. Si bien pueden existir
razones personales para ello, también muestra la importancia los enfoques o cuestiones
que tienen que ser tenidos en cuenta para una respuesta efectiva. No cualquier tipo de
enfoque o atención psicológica sirve en estos casos, como muestran estas experiencias.
Alguna vez he recibido ayuda sicológica de la alcaldía de Medellín, nos colocaron
un psicólogo hace mucho tiempo pero, la verdad, no me sentí bien. Frontino,
Antioquia, 1990, P.57.
Algunos de estos problemas señalados son la confusión de roles o el consuelo extemporáneo;
hablar de forma repetida sin verle el sentido o que eso le ayude a reelaborar su experiencias;
la falta de atención efectiva; o la ausencia de comprensión de sus experiencias
que no entran frecuentemente en los modelos clínicos individuales que descontextualizan
las experiencias de las víctimas.
Yo le conté a él, tampoco me puso mucho cuidado, pues, él me preguntó que qué
era lo que me pasaba por las bajas notas. Yo le conté, me acuerdo que le conté
hasta llorando, me mandaron para donde el psicólogo que era un sacerdote, y él
me dijo que no, que a rezar, que para qué… o sea, él se fue como con su cuento de
religión. Barrancabermeja, Santander, 1999, P.692.
Estas experiencias negativas muestra la necesidad de enfoques y perspectivas que ayuden
a las mujeres en lo que ellas buscan, a explorar también sus percepciones. La formación
del personal de apoyo en la atención psicosocial es importante para evitar estos problemas.
¿Psicólogos? Sí, con varios… Rubén era mi psicólogo, todos los días era lo mismo:
“Bueno Doña Aleida, cuénteme, ¿Y cómo fue el negocio de allá, cómo empezó el
negocio de su esposo, cómo lo sacaron, cómo lo maltrataron? ¿Usted vio? ¿En
dónde lo metieron, en dónde lo mataron?”, ¡Ay! Y yo sin poder… por allá como una
campana, le dije yo: “Ay! ¿Esto es para uno tratar de olvidar, o tratar de seguir
reviviendo? Vea, es que me duele, me duele el cuerpo, me duele todo esto”, “Cuénteme
toda la historia y escríbala” [Le decía el psicólogo que la estaba tratando],
le dije yo: “No…”, ya como a las 4 veces, le dije: “Perdóneme, pero yo no voy a
volver, ¡Yo trato es de olvidar, no revivir! Porque le estamos echando incendio a
todo esto todavía, yo ya viví y ya declaré todo eso”. Guadací, Cesar, 2003, P.601.
En otros casos la aparente disponibilidad de apoyo se ve disminuida, cuando no bloqueada,
por las dificultades prácticas o problemas habituales en servicios de salud como listas
de espera, contratos o dificultades de la puesta en marcha del proyecto. Estas dificultades
por otra parte normales, deberían ser minimizadas dado que la apertura de las víctimas a
un proceso de apoyo o terapéutico puede bloquearse cuando las dificultades burocráticas
terminan transmitiendo falta de compromiso.
535
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Me mandaron a una psicóloga pero hasta ahora tengo una psicóloga que es de
Mocoa. Y ella me mandó una psicóloga aquí a Caicedo pero cuando yo fui aquí,
ahí me dijeron que la psicóloga estaba pero todavía no trabajaba. Entonces me
dijo ella que cuando yo entrara a hablar con la psicóloga que la psicóloga de acá
la llamara, fui una vez y me dijeron que no trabajaba todavía que no sé qué, la
miré que poco se prestaba, porque hay gente que se presta y hay gente que no se
presta. Uno no más mira la gente. La Dorada, Caldas, 2001, P.591.
Por otra parte, como ya se señaló, no todas las formas de atención psicológica pueden ser
positivas para las víctimas. Muchas han descrito situaciones en las que los profesionales
de la psicología no entendían sus experiencias o les recomendaban hacer cosas que vivieron
de forma negativa. El proceso de búsqueda de atención está tejido en ocasiones por
experiencias también negativas. Una comprensión social de la experiencia de las víctimas
y atender a sus procesos con personal de confianza y con una perspectiva de derechos
humanos, es fundamental para que la atención sea de ayuda en estos casos.
Si ya un tiempo después, siete meses después de haber sucedido ese caso mis
amigas me llevaron a unos talleres que dictaba una doctora en la policía, que era
para ayudarnos a las víctimas y que no sé qué. Pero a mí no me servía de nada
eso, como que más me enfermaba, eso me hacía recaer más. Sur de Bolívar, P.175.
Por último, otra dificultad que encuentran las mujeres para dicha atención tiene que ver
con el coste económico o disponibilidad y acceso.
Después de que vuelvo con el propósito de recuperar a mi esposo, vuelvo a irme
con él a Pasto para colocarlo en tratamiento con psicólogo, ya que él había perdido
el sentido de vida y estuvo unos tres o cuatro años, pero nos devolvemos porque
no hubo ayuda de ninguna índole y no había plata para sostenernos. Tumaco,
Nariño, 2001, P.545.
Los servicios de atención deberían ser gratuitos o en todo caso a cambio de un pequeño
monto que no suponga un costo añadido a la ya precaria situación económica en la que se
encuentran la mayoría de las víctimas.
Ella me dio mucha ayuda psicológica y también la fiscalía me mando un psicólogo
que me tocó a mí pagarlo, 400 mil pesos me tocó darle al psicólogo. Porque era
para mí. Mi hija y el compañero mío a todos tres. Pero más a mí porque mi hija al
fin y al cabo estaba muy joven. Antioquia, 1998, P.66.
La necesidad de compromiso y coherencia en el trabajo con las víctimas es una cuestión
básica para proporcionar un apoyo efectivo. Numerosas experiencias positivas fueron
señaladas por las víctimas, pero también otras que muestran una falta de adecuación o de
sentido en dicha atención. La congruencia en el comportamiento de los profesionales es
parte de las cosas que ayudan no solo a un mejor acceso a la atención, sino a establecer
relaciones de confianza.
536
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Él me dijo ‘yo me comprometo a darle los pasajes’, y bueno fui solo una vez porque
ese día viendo que él hizo un compromiso conmigo y no me dio nada, entonces
yo dije, para que vuelvo si ese primer día no me dio nada, y ese día hasta una
vecina me prestó los pasajes, si yo no hubiera sido prevenida me hubiera varado.
Él me faltó con los pasajes y yo por eso no volví. Y a mí ese psicólogo me estaba
empezando a tratar. Entonces él me dijo “madre la veo muy mal, usted no tiene
valentía en contestarme lo que yo le pregunto solo llora siempre”. Chigorodó,
Antioquia, 1995 y 1997, P.63.
Construyendo la confianza
La construcción de una relación de confianza es la condición básica para el apoyo psicosocial.
Para muchas mujeres esa confianza se da solo a través de una evaluación previa
positiva de quien proporcionará el apoyo, o las relaciones de confianza a través de organizaciones
u otras redes.
La verdad es que a mí me tocó traerlos con el psicólogo y también allá la familia
que fue donde empezó el problema por la desaparición de mi mamá, la verdad es
que nos atendieron muy bien, porque nosotros hicimos como que no sabíamos qué
había pasado, ni de dónde había salido el problema ni nada. Puerto Asís, Putumayo,
2006, P.515.
En el caso de personal de salud que trabaja para el Estado, las valoraciones sobre su papel
o las posibles valoraciones que hagan de la víctima están condicionadas por la desconfianza
con el Estado que tienen muchas víctimas, debido a la responsabilidad de agentes
del Estado, así como por las omisiones o por la falta de diligencia.
“Vea doctor como usted trabaja para el Estado sabe yo qué pienso, –porque él me
preguntaba qué pensaba de él o del proyecto–, sabe qué creo y qué pienso yo sinceramente
que como usted está con el mismo estado, usted está para que yo confiese
que yo maté a Juan”. él me decía “yo como psicólogo así usted me diga que es
culpable, que usted lo hubiera hecho yo profesionalmente no puedo decir eso”. Y
yo “¿sabe? yo no creo en nadie”, pero todavía pienso y lo podría asegurar, que él
trabajaba en el Estado y con la fiscalía tiene que haber una conexión, que le mande
un informe a Fiscalía. Vereda El Recreo, Antioquia. 1991, P.58.
Los profesionales de la salud deben entender esas respuestas de las mujeres como normales
frente a las experiencias vividas, así como esforzarse por dar muestras de confiabilidad
en el manejo de sus problemas, y no verlas como problemas psicológicos añadidos o
señales de mala intención.
Yo fui como a 3 citas con… allá a ese Hospital Mental con psicólogo y no sé, él me
decía… y un día me dijo: “María Elena dígame con toda sinceridad ¿Qué piensa
usted de mí o qué… ?, o sea…”, entonces yo le dije: “La verdad, la verdad yo no
537
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
creo”, él no me daba esa confianza porque era una persona supremamente joven
y era practicante, entonces, no sé, yo dije: “No, yo no vuelvo”, no volví porque
a mí me habían puesto, pues, varias citas con él, entonces, yo volví y busqué el
psicólogo de la UAU. Curillo, Caquetá, P.598.
El miedo o las experiencias previas negativas condicionan frecuentemente la actitud de
las víctimas. Además, abrir su corazón y contar sus dolores no solo necesita de una gran
confianza, sino también de la seguridad de que esas cuestiones serán tratadas con confidencialidad
y no supondrán mayor riesgo para la víctima.
Me llamaron donde un psicólogo y mientras estuve en Venezuela, por la crisis.
De una institución me mandaron a un psicólogo, peor el psicólogo cuando
supuestamente le dije todo. A mí me parece que ese tipo también era de ellos,
porque a lo último, por cosas que me decía, yo ¡Ay señor!. Entonces lo que él me
dijo “no pues no debes preocuparte porque si estas con el apoyo de la Amnistía
Internacional, eso te hace intocable”, y le dije lo de los correos de mi hija, y dijo
“eso quiere decir que te están buscando y no saben cómo ubicarte”. Caucasia,
Antioquia, 1999, P.102.
Apoyo psicosocial y participación en grupos de mujeres
Una parte importante de las mujeres que dieron su testimonio había recibido apoyo de las
propias organizaciones de mujeres. Dentro del movimiento feminista en Colombia hay
diferentes redes y organizaciones que tienen servicios de atención a las mujeres como
parte de un apoyo integral, incluyendo una perspectiva psicosocial.
Entonces, ya con el trabajo con Paola, llegué a enfrentarlos y fui mermando las
pesadillas, se han mermado tanto que lo poquito que duermo ya no tengo pesadillas.
Pesadilla la ida al tribunal cuando me decían que separara la muerte con
lo de la violación, porque me tenía que enfatizar más en la violación que en la
muerte de él. Vereda El Recreo, Antioquia. 1991, P.58.
En muchas ocasiones el acceso a la atención psicosocial se ha hecho a través de redes
de confianza de las mujeres, como sus organizaciones de referencia que orientan a las
víctimas sobre los pasos a dar y el manejo del impacto emocional del desarraigo o las
experiencias de violencia y pérdidas sufridas.
Acá llegamos por medio de amigos que ya estaban haciendo parte de esta organización,
llegamos y acá nos orientan muchas cosas, de lo que nos pertenece a
la población desplazada, muchas orientaciones para el trabajo, yo también tuve
psicólogo porque yo tuve, casi me vuelvo loca por medio de cosas que me pasaron
a mí, a mis familiares y por pensar que uno queda sola aquí, es duro, más cuando
uno quiere a una persona. Saravena, Arauca, 1996, P.147.
538
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Una buena parte de este apoyo emocional ha venido de la propia dimensión de apoyo mutuo
entre las mujeres de las organizaciones de base. Por otra parte, algunas organizaciones
de mujeres cuentan con atención psicosocial específica por parte de equipos profesionales
que son muy bien valorados por las mujeres.
Me he sentido muy acompañada por la Ruta Pacífica en el momento de nuestra
detención y Vamos Mujer porque yo acá he tenido asesoría psicológica y si yo llegaba
a que me atendiera la psicóloga y me tocaba llorar una hora, yo lloraba una
hora, pero salía con un descanso. Entonces si yo me he sentido acompañada y por
mi gente con la cual yo hago el trabajo social, las compañeras de AMI, los niños,
doña Mery se dirigen a mí con mucho respeto pero uno siente que ellos tienen
afecto por uno, entonces eso son momentos de que uno se siente como bueno… mi
trabajo social, ha servido. Medellín, Antioquia, 2002, P.79.
La referencia de grupos de mujeres hace que se genere una confianza única que permite
superar barreras y desconfianzas.
Yo andaba en el oscuro, yo no sabía nada y ya cuando caí con Luz Dary que estaba
en la Alcaldía, allá parada, cuando me dijo venga: “porque anda así”. Yo
andaba en una guachada muy fea como sin ropa con unos zapatos todos feítos y
le dije “es que soy desplazada, no conozco a nadie aquí”; “¿usted quiere meterse
a un grupo de mujeres?”. Pero yo tenía una desconfianza de hablar en ella y me
dijo: no, es que yo soy de la Ruta Pacífica de las mujeres que quiero montar un
proyecto para ver si las mujeres de aquí del Putumayo salimos adelante y ya ella
empezó a darme esas ideas en la cabeza. Entonces, me invitó a una reunión que
fue en San Nicolás y ella empezó con la psicóloga y yo me quedé conella hablando
sola, me dijo: “usted está joven, tiene que pensar por sus hijos, pensar por usted
misma”. Cuanambí, Nariño, 2002, P.512.
La mayor parte de las experiencias de apoyo psicosocial en el contexto de organizaciones
de mujeres han venido de la mano de acciones legales, de la participación en la organización,
trabajos grupales o actividades colectivas.
Por parte acá de las otras instituciones, como la Casa de la Mujer, Funsarep, me
están dando la ayuda psicológica y en muchos casos también económica para
poder sobrellevar la situación; el viaje de la Ruta, asistir a la movilización de la
Ruta también me ayudó mucho. Cartagena, Bolívar, P.213.
En muchas de esas organizaciones de mujeres la realización de actividades grupales de
apoyo mutuo da una dimensión colectiva a este acompañamiento psicosocial, activando
también las formas de apoyo mutuo entre las propias mujeres. En esos casos, las organizaciones
funcionan como espacios de acogida y confianza, la psicóloga actúa en un rol
facilitador de procesos colectivos y las mujeres pueden encontrar espacios de descarga y
compartir sus experiencias con sentido, mientras abordan diferentes temas o aspectos de
539
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
sus vidas y se apoyan mutuamente. El espacio grupal es especialmente importante para
abordar experiencias comunes de las mujeres que provienen en unos casos de sus situaciones
de marginación o violencia, o en otros de desafíos de abordar sentimientos contradictorios
o formas de dar sentido a algo que no lo tiene como los sentimientos de culpa.
Por ejemplo yo tengo una prima que el hijo se lo mataron en la masacre de aquí
del Naya, ella es otra víctima, otra mujer maltratada, porque el hijo de 16 años
no tenía porque pagar allí ni nada y yo la he invitado a esto. Yo he estado en
estas terapias con la psicóloga de la Corporación Comunitar en estos talleres.
Uno queda como con una culpa porque no tiene uno por qué cargarla, uno no
es el culpable de que esto le haya ocurrido de que fracasó el movimiento Unión
Patriótica. La culpa la tienen ellos, ellos quisieron verlo a uno culpable, de que
por abrirle el espacio político a los movimientos insurgentes o por pensar porque
nosotros estábamos metidos en el partido comunista, se creía que se le iba a abrir
el espacio por acá. Patía, Cauca, 1995, P.315.
En estas experiencias de atención psicosocial grupal las mujeres encuentran nuevos
elementos para reconstruir sus vidas. Muchas mujeres se refieren a esos espacios como
capacitaciones en las que se aprende, junto con otras mujeres, de las experiencias compartidas.
En la organización me han estado dando muchas capacitaciones psicológicas
como se dice y yo he ido recopilando mucho mi vida porque ya yo no vivo como
vivía antes complicada, que todo me parecía raro y duro para hacerlo. Hoy por
hoy me hallo con un ánimo distinto porque ya me toca aunque sea hablar… Medio
Atrato, Chocó, 2004, P.420.
Aparte de las psicólogas que tenía, aprendí con los vecinos. Aprendí a que la vida no
se quedaba ahí, que había que seguir luchando que la vida era grande y que, por los
hijos, es capaz de hacer cualquier sacrificio. María La Baja, Bolívar, 2004, P.220.
Numerosas mujeres que han participado en estas experiencias colectivas muestran un impacto
positivo en sus vidas, uniendo la revalorización de sí mismas con la reconstrucción
de sus vidas y el cuidado de otros.
Nos hacía talleres de autoestima y todo eso, o sea, eso me ayudó a volver a revivir
porque la verdad para mí la vida no tenía valor ninguno. Mis hijos, yo me acuerdo
que mis hijos me decían “¡mamá pero es que usted no tenía solamente a Leo! ¡Usted
nos tiene a nosotros!” El Carmen de Chucurí, Santander, 1998, P.709.
Pues venir aquí y enfrentar las dificultades, organizarnos y salir ahí adelante
porque ya no daba más, qué otra cosa hacer. Pues a buscar ayuda psicológica y…
porque mis hijos también, esto…quedaron traumatizados con todo lo que pasó. El
Tambo, Cauca, 2002, P.761.
540
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Si bien la atención se ha dado en grupos mixtos en muchas ocasiones, especialmente en
los casos de violencia sexual el trabajo con grupos exclusivos de mujeres es fundamental
para poder compartir sus experiencias.
Al psicólogo le decía, Carlos ¿no hay otro grupo? me decía, no Mónica ¿por qué?,
a ya no me siento cómoda en este grupo, porque ahí también había hombres desplazados,
donde uno no se siente cómoda, lo que le pasa a uno eso tan reciente y
un hombre al lado que pereza, que harto, yo decía a fuerza de lidiarme aguanto al
psicólogo, pero yo no me siento cómoda... Vereda El Recreo, Antioquia, 1991, P.58.
La atención psicosocial puede proporcionar una mayor confianza en sí misma, y en la capacidad
de enfrentar las situaciones difíciles, el impacto traumático o el duelo. La mejoría
psicológica de las mujeres afectadas deber ir acompañada de un fortalecimiento personal.
Ello no supone siempre la evitación del dolor, sino el aumento de la capacidad de manejarlo,
y la capacidad de autoayuda como objetivo central del proceso de apoyo.
Siempre que hablaba de estas cosas me dolía mucho el alma, lloraba, hoy no estoy
llorando no sé porque, pero hace como un mes conté esto, le conté esto a un psicólogo
y lloré. Hoy tengo los ojos aguados pero no lo siento con la sensación y el
ahogamiento de antes, como que uno de ir hablando las cosas uno mismo, como
que es psicólogo de sí mismo. Quibdó, Chocó, P.429.
Me aferré a la atención psicológica, a un grupo de unas señoras consejeras que
eran las que me levantaban el ánimo y a pesar de que el psicólogo no cura pero
de pronto me dieron un poquito de ánimo como para seguir un poquito, como para
tener un poquito de ganas para vivir. Bojayá, Chocó, 2002, P.478.
Como lo señala esta mujer, pensar en los detalles, es decir, pensar en la persona y sus
necesidades, es lo más importante para poder proporcionar este apoyo.
De pronto yo vivo muy agradecida con la Ruta porque es una organización que si
se da cuenta de esos detalles, por medio de ellas yo he pasado con la psicóloga he
tenido muchos diálogos y es algo que me ha subido mi autoestima pero por parte
de la Ruta Pacifica y que ojalá siga, sigamos adelante porque yo hago parte de la
organización. San Miguel, Putumayo, 2000, P.536.
Después de que me vine para acá, me tuvieron con psicóloga, debido a que yo me
acordaba de las cosas y me ponía chillona no me dejaba, y pues hoy en día, es muy
poquito lo que me trata, pero ya no me afecta casi eso. Porque digo ya es el pasado,
uno puede olvidar el pasado, y vivir p’adelante. Valle del Cauca, 1990, P.131.
También muchas mujeres a la vez que valoran el impacto positivo que esa atención tuvo
en sus vidas, reconocen impactos y consecuencias que tienen que aprender a manejar
por sí solas, o asumiendo que hay cosas que no podrán olvidar, ni situaciones que no se
podrán recuperar de nuevo.
541
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
Nunca se olvidan los hechos, a pesar de vivir en Bogotá eso no se olvida, porque
después de eso se me murió mi sobrino, y dejó consecuencias en nuestra vida.
Yo busqué ayuda psicológica y todo pero eso no se olvida, queda grabado en su
mente y su corazón, es como si se volvieran a vivir. Líbano, Tolima, 2006, P.163.
En muchos casos, el apoyo psicosocial forma parte de un proceso de acompañamiento
más amplio de apoyo material.
Ya viendo a mis hijos más tranquilos, con el acompañamiento del Padre a mi hija
Luisa, con psicólogos, hubo mucha solidaridad de la comunidad, el Padre William
me consiguió una casita en arriendo en el barrio Porfidia, me regalaron estufa,
camarotes, él me mandaba mercado, me ayudaba para todo, estaba tan pendiente
de mí. Girón, Santander, 2001, P.137.
Esta visión más integral del apoyo, o la consideración de las necesidades de las víctimas
de forma más global, ayuda a no descontextualizar la atención psicosocial del conjunto
de situaciones que pueden ayudar a reconstruir sus vidas.
Volví donde la doctora y me pusieron en un tratamiento, estuve más o menos año
y medio en esas pedagogías psicológicas, y por medio de ella me estuvieron ayudando
económicamente y con un empleo. Bello, Antioquia. 1992, P.78.
En el caso de las comunidades indígenas, las mujeres describieron la importancia de los
cuidados tradicionales y la sabiduría de los médicos tradicionales como parte de los mecanismos
de apoyo. En estos casos, se necesita una atención psicosocial que sepa dialogar
y complementarse con estas formas de apoyo insertas en la cultura y tenga en cuenta la
perspectiva de la cultura en el proceso de acompañamiento.
A pesar de todos los golpes, yo pienso que en términos de salud hasta ahora no me
he enfermado pero estuve a punto de enfermarme porque, con mi hija, había un
momento donde ya no aguantábamos más tanta persecución, tanta amenaza, tanto
señalamiento y esa zozobra de no estar tranquilas, yo creo que eso si nos afectó muchísimo,
pero en eso me ayudaron los mayores espirituales y me han ayudado también
el otro mundo, lo occidental que es el tema de la atención psicosocial, yo creo
que en ese sentido no solamente para mí sino para muchas mujeres es necesario y,
eso me ha ayudado a superar pero, lo que a mí más me ha tranquilizado, es el respaldo
de esa juventud sencilla, noble, de esas mujeres también que buscan el mismo
proceso y me han acompañado de manera decidida. El Tambo, Cauca, 2005, P.317.
¿Quién proporciona la atención psicosocial?
En la mayor parte de las mujeres entrevistadas, la atención psicosocial se dio a través de
redes de apoyo que pusieron en contacto a las víctimas con grupos de mujeres con servicios
de atención psicológica o a través de ONG que se dedican a la atención psicosocial.
542
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
Numerosas organizaciones de trabajo psicosocial y apoyo a la víctimas han nacido y
crecido en los últimos años en Colombia.
No, yo gracias a Dios no, a mí en Bogotá me ha tratado mucho psicólogo de la
fundación AVRE y pues… Me ha servido mucho si, pero en mis adentros yo digo
pues que es algo que es imborrable. Buenaventura, Valle del Cauca, 2004, P.898.
Estas iniciativas de la sociedad civil son experiencias que necesitan ser apoyadas y tenidas
en cuenta para proporcionar un apoyo a las víctimas que sea significativo y de
confianza para ellas.
Bueno enfrenté el miedo, tuve capacitaciones, ayuda psicológica que nos prestaron
algunas entidades. Como Tierra de Hombres que estuvieron aquí por tres
años nos ayudaron mucho psicológicamente, aunque eso es algo que a uno no
se le olvida, Tierra de Hombres y Rostros Felices que también nos ayudó mucho
nos ayudó a superar parte de nuestros problemas. Cucal, Bolívar, 1996, P.206.
Sin embargo, otras víctimas han encontrado apoyo en servicios de atención psicológica
que ofrecen diferentes entidades de salud.
Cuando mi esposo trabajó en Anvisalud él se consiguió unos amigos que eran
médicos, había médicos, había psicólogos entonces debido a eso se hicieron bastante
amigos y nos prestaron la ayuda psicológica, nos sirvió de mucho. Unguía,
Chocó, 1995, P.260.
Este apoyo a las experiencias, y el trabajo de dichas organizaciones, tiene que estar orientado
tanto a proporcionar atención a las víctimas como a potenciar los recursos locales de
acompañamiento, bien a partir del fortalecimiento de servicios de salud o con el desarrollo
de redes de apoyo locales. Si bien las necesidades psicológicas de las víctimas pueden
ser diferentes la disponibilidad del apoyo psicosocial debería ser una condición básica,
de forma que las víctimas puedan hacer uso de dicho apoyo cuando consideren necesario.
A mí sí, eso me ha servido bastante. Gracias a Dios eso me ha servido mucho, por
lo menos ahora que venían los Médicos sin Fronteras, lo mismo yo pasaba con
ellos, por lo menos hoy estaba preguntado, porque yo allá donde estoy como no sé
nada, estoy bien retirada entonces les dijo: “¿ellos ya no vienen más?”. Me dijo:
“ay no, a mí si me da pesar porque me ha servido harto eso, la droga que le daban
a la niña, si me da duro que ellos no vuelvan”. Samaniego, Nariño, 2001, P.337.
Sin embargo esta atención tiene que cuidar con no psiquiatrizar a las víctimas. Los apoyos
farmacológicos y otras medidas psicoterapéuticas pueden ser de ayuda en casos graves,
pero deben incluirse en una perspectiva terapéutica más amplia.
A los días de él haber… que ya no aparecía, yo ya me empecé a sentir muy mal,
con esta ansiedad más que todo… la ansiedad y la depresión, lo que más me da a
543
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
mi es ansiedad y depresión. Entonces, ya fui a la EPS, le dije al doctor, entonces
ya me mandó donde el psiquiatra, y el psiquiatra pues, empezó y me mandó la
medicina, y ahora, pues, ya al menos el médico general me manda la medicina que
tomo. Pereira, Risaralda, 2007, P.610.
La oferta de servicios institucionales está empezando a ser un elemento a tener en cuenta en
el país, donde hasta ahora solo en los casos secuestro ha habido una atención por parte del
Estado. En los últimos años, otros programas como municipios o la Defensoría del Pueblo
se han enriquecido con un apoyo psicosocial en diferentes momentos, aunque de forma parcial.
La experiencia que muestra este apartado de las mujeres víctimas señala la importancia
de este apoyo, pero también de que los servicios públicos se enriquezcan de la experiencia
que está en la sociedad civil y trabajen conjuntamente con dichas organizaciones. Además,
un enfoque de derechos humanos y el fortalecimiento de las mujeres deber ser una perspectiva
central en dicha atención. El trabajo conjunto con organizaciones de mujeres y el restablecimiento
de redes de apoyo será en el futuro una medida de su eficacia y compromiso.
Ayuda psicológica todo el tiempo, tuvimos ayuda psicológica por la psicóloga
del Gaula; eso si no nos podemos quejar, de todo ese tiempo, y las visitas eran
domiciliarias, y en caso de que, porque una llega el momento, en que una ya no
quiere ir donde el psicólogo ni nada, entonces ella iba a la casa y nos hacia la
visita domiciliaria, ese acompañamiento lo tuvimos hasta el día en que él llegó.
Olaya Herrera, Nariño, 2008, P.879.
Entonces acá fue donde me dijeron, o sea, yo le comenté a una familia que a mí
me habían corrido de allá, que yo estaba sufriendo mucho, entonces me dijeron
que fuera a la UAO [Unidad de Atención y Orientación al Desplazado] que me
dirigiera y pidiera ayuda, entonces ahí fue donde ya empecé a pedir ayuda… y
psicológica también. Tibú, Norte de Santander, 2007, P.763.
Atención psicosocial y reconocimiento
Más allá de las diferentes experiencias de atención señaladas en este apartado, y del
positivo impacto que la mayoría de las veces ha tenido esta atención psicosocial en
las víctimas, esta no sustituye al valor de la justicia o el reconocimiento. Desde un
punto de vista más amplio, la atención psicosocial debe contribuir al fortalecimiento
de las redes de apoyo y de las propias mujeres víctimas como sobrevivientes, pero
también muestra la necesidad de formas de reconocimiento más amplio a las víctimas,
y espacialmente cuando para ellas tiene sentido, el reconocimiento por parte de
los perpetradores de los hechos.
A mí me ha tocado ir al psicólogo no porque esté loca ni nada, pero he necesitado ir
al psicólogo. Pero todo así, sí me gustaría que ellos me pidieran perdón y me dijeran
por qué lo hicieron, porque ellos lo único que dicen es que se equivocaron y ese es el
decir siempre de ellos, que se equivocan. Samaniego, Nariño, 2007, P.344.
544
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
X. Conciencia política y construcción de identidad de las mujeres
En este último apartado se recogen las reflexiones y experiencias de las mujeres que sintetizan
su sentir sobre la guerra, la conciencia política y sus propuestas para la paz.
Desinvertir de la guerra
Acompañando los relatos de los impactos y resistencias de las mujeres, también se pueden
escuchar los análisis del conflicto, de las responsabilidades en el mismo, así como de
caminos para la paz que las mujeres han elaborado en su recorrido de toma de conciencia
y compromiso. También en esa comprensión del contexto que ellas han adquirido al involucrarse
en luchas y organizaciones, encontramos sus razonamientos acerca de las diferentes
experiencias que mujeres y hombres tienen en un escenario de conflicto armado.
La posibilidad de formarse y de salir de los territorios de origen ha dado lugar a una apertura
de horizontes para algunas mujeres indígenas que ahora analizan la situación de su
país y de sus gentes con nuevas herramientas y perspectivas. La denuncia de las políticas
de guerra que se han practicado bajo el nombre por ejemplo del Plan Colombia, donde
las técnicas de guerra usadas contra las población civil han envenenado e ido agotando la
capacidad productiva de la naturaleza y han hecho insostenible la economía de la subsistencia
y el cuidado.
Este famoso llamado Plan Colombia que está trayendo plata de otros países, que
solamente acá se ve en Familias en Acción es una migaja, el resto, todo lo están
invirtiendo es a la guerra. Porque entonces si no fuese así, dónde están estas
platas; por qué no se ha invertido en obras sociales, para la juventud, para las
mujeres. Nosotras las mujeres necesitamos mucho, mucho de esta ayuda, porque
como nosotros empezamos a formar a nuestros hijos, nosotros como mujeres tenemos
al menos una huerta, porque nosotras sembramos, pero cómo hacemos
para que seamos sostenibles, porque si no tenemos una ayuda, para nosotras en
el campo es difícil. Porque ahorita con los bombardeos, que se hacen a los páramos,
a las cordilleras, con el fumigamiento que hay, esto hace que nuestra tierra
se deteriore, hace que esos químicos empiecen. Como sucedió en el Naya, y en esa
entrada al Naya, que ahorita la comida no se está dando como era antes; antes
no se sucedían estas cosas, ahora siempre se necesita una vitamina, una fuerza
para la tierra también porque está explotada, por todo este veneno que traen las
bombas, o sea este conflicto armado. Santander de Quilichao, Cauca, 2001, P.381.
La violencia y el sufrimiento colectivo experimentado por la población afroamericana se
atribuyen en el siguiente testimonio a la falta de protección y aplicación efectiva de los
derechos humanos por parte de las instituciones del Estado que tienen esa responsabilidad.
La necesidad de un cambio social y político se cifra en la creación de políticas públicas
que no se limiten a atender puntualmente a las poblaciones en situaciones extremas,
sino que generen condiciones para una vida digna de toda la población, con equidad entre
mujeres y hombres.
545
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
El gobierno, porque no les podemos quitar la responsabilidad al gobierno, y una
violencia que nosotros hemos sufrido, por ejemplo la etnia afro. Generar un cambio
socio-político, que no sea lo que están haciendo ahora, el asistencialismo a la
gente, mientras que el país se está derrumbando por la violencia, por la falta de
proyección, por la falta de programas, por la falta de una política pública clara,
que realmente generen pautas para una vida digna de la comunidad, del pueblo.
Y especialmente de las mujeres, que se les reconozcan sus derechos a las mujeres
como debe ser, equitativamente. Melgar, Tolima, 2004, P.158.
La demanda de escucha por parte del gobierno se formula en este testimonio como un
acto de reconocimiento de aquellas gentes que más han sufrido en el conflicto armado, en
particular las mujeres, y también como un modo de ensanchar la democracia y acercar la
justicia social.
Queremos tener un país con justicia social que realmente nuestras voces a donde
quiera que vamos se sientan. Que realmente esto tome… que sea el gobierno o a
quienes tengan que ver con estas situaciones, que ojalá nos llamaran e hicieran
unos diálogos directamente con nosotros, con las personas que hemos sido las
más perjudicadas, que somos las mujeres, que somos las que tenemos las familias
al frente, que somos las que quedamos con hijos, que somos las que tenemos que
mirar cómo tenemos que sacar adelante estos hijitos. Corinto, Cauca, 2000, P.897.
En otros testimonios procedentes de mujeres vinculadas a la actividad política orientada
por un proyecto de transformación de la sociedad, se verbaliza la denuncia del genocidio
político de la Unión Patriótica por medio de su estigmatización como partido que respondía
a los mandatos de la FARC. La mujer entrevistada se educó en un medio social y
en un momento histórico en que se creyó posible actuar desde las instituciones políticas
colombianas para trabajar en favor de la justicia social.
Yo pienso que mi papá, mi mamá y mi familia pensaban en que era posible tener
ideas políticas diferentes, porque pensaban que había unas situaciones que no
eran justas. Y que esas situaciones, que ellos deciden tomar partido y no quedarse
pues indiferentes ante lo que pasaba, y empiezan a hacer una incidencia política
importante de ocupar cargos públicos importantes, de ser concejales, alcaldes,
candidatos a la presidencia… Dos Quebradas, Risaralda, 1987, P.686.
Sin embargo, la operación de deslegitimación, represión y persecución desencadenada
desde las instituciones del Estado, como señala el mismo testimonio, no sólo acabó con
la vida de numerosas personas, sino con la libertad política exigible a cualquier estado
democrático que supone la coexistencia de diferentes proyectos político-sociales y la protección
de los derechos de todos los ciudadanos al margen de sus convicciones políticas.
Decir que la Unión Patriótica era el brazo político de las FARC, eso pues obviamente
puso en mucho peligro la vida de las personas y toda la tristeza, por
un lado, por la desaparición y por la muerte de toda esta gente. Pero ya después
546
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
cuando fui entendiéndolo un poco más, me asoma la tristeza por pensar que no
podía haber una propuesta política diferente, porque quien piense políticamente
diferente corre el riesgo de ser asesinado. Y, de hecho, así lo viví yo también, porque
ya después, cuando estuve en la Universidad, yo tomo muchísimas cosas de mi
familia, y yo decido militar también en la Juventud Comunista y ahí, aunque las
cosas ya eran un poco más tranquilas, pero si sufrí en carne propia unas agresiones
muy particulares de la fuerza pública. Dos Quebradas, Risaralda, 1987, P.686.
La conciencia adquirida en contacto con las dinámicas del conflicto llevó a muchas mujeres,
como muestra el siguiente testimonio, a denunciar la dicotomía impulsada por el
Estado para enredar a la población en un juego polarizado. Partir de su experiencia de
mujer le proporciona una visión política ajena a la falsa dicotomía, víctima-victimario;
su visión política se focaliza en nombrar el carácter imprescindible de la actividad económica
y política de las mujeres y la necesidad de constituirse en sujetas conscientes de
su propia aportación.
El Estado, lo tengo bien claro, qué es lo que te está diciendo: o sos víctima,
o sos victimario, y yo no entro en el juego de él. Yo entro en que él, con todo
su atropello y su maquinaria, no tiene por qué seguir violando los derechos y,
más incluso, violando los derechos de nosotras las mujeres. Porque nosotras
las mujeres siempre, siempre, siempre, hasta en el trabajo, ganamos menos que
los hombres. ¿Por qué si somos las que ponemos el frente, el pecho en toda la
sociedad? Sin nosotras las mujeres no hay ninguna lucha presente. Nosotras
siempre, siempre, siempre, en la historia, a nosotras nos han despreciado. Por
eso yo le digo compañera, y les digo a mis compañeras de lucha, nosotras nos
tenemos que dar a valer, porque si nosotras no nos damos a valer, nadie nos va
a dar a valer. Buenaventura, Valle del Cauca, 2006, P.884.
Nuestras políticas como mujeres
La conciencia del valor civilizador de la tarea de educación y de cuidado que desarrollan
mujeres en su mayoría es una de las facetas de la política de mujeres que se construye
en el ámbito de los grupos feministas y las organizaciones de mujeres. En el testimonio
siguiente se propone revertir la posición de carencia y minorización que el sistema de
géneros atribuye a las mujeres como destino, y señalar el lugar único que ellas ocupan
en el sostenimiento y la socialización de las hijas e hijos. Propone pues una operación
de nueva significación del hacer de mujeres dejando atrás la miseria simbólica en que las
sume el patriarcado.
Primero que todo, yo digo que es la cultura, porque lastimosamente como mujeres
nosotras hemos venido como esclavas, siempre somos las menores, siempre somos
las dedicadas amas de casa, las que tienen que luchar para sacar a sus hijos, o sea,
traemos ese peso y no, nosotras… yo creo que un paso a seguir es que entre nosotras
primero hallemos el valor que tenemos, porque eso es lo que vamos a inculcar, noso547
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
tras tenemos ese privilegio de que es por nosotras que nuestros hijos salen adelante.
Habrá un papá y todo el cuento, pero somos nosotras las que muchas veces estamos
ahí al frente dando valores. Barrancabermeja, Santander, 1999, P.692.
En la misma línea de hacerse sujetas de la política, el testimonio siguiente afirma que
las políticas que sirven son las que practican las mujeres, con la exigibilidad que permanentemente
hacen ellas, diferenciando entre lo que establece el texto constitucional y su
implementación con respecto a las mujeres.
Pues las políticas que aplicamos nosotras en la organización, pero las políticas
y todo lo que hay en la Constitución no, porque no se llevan a cabo. Para mí las
que están sirviendo son las políticas que nosotras tenemos como mujeres, las que
las mismas mujeres tenemos en cuenta, pienso pues lo escrito se queda allá en la
Constitución y difícilmente se pone en práctica. Yolombó, Antioquia, 2000, P.73.
Una parte importante del trabajo desarrollado por las organizaciones de mujeres y los
grupos feministas ha sido dar a conocer a las mujeres sus derechos, empoderándolas para
que ellas los exigieran. Una actividad amparada en la jurisprudencia, en la legalidad y en
el uso creativo del derecho, que sin embargo la violencia impide por medio de amenazas
y persecuciones.
Nosotras no hacemos nada más que eso, empoderarlas políticamente, hacerlas
reconocer sus derechos, y no más. Por eso somos amenazadas, a veces porque
hacemos mucha exigencia, incidencia, pero siempre con la norma en la mano,
siempre haciendo valer todo lo que es la jurisprudencia para la población y
para las mujeres. Entonces sentimos que ahora que estamos tocando mucho el
tema de la no violencia contra la mujer, hemos sido más perseguidas, y fuera
de eso, han sido… más los feminicidios que se han dado. Algo, no sé, como que
el hombre se va dando cuenta que la mujer ya tiene un espacio, digamos reconocido,
entonces empiezan hacer sobre ella y a cogerla como botín guerra. San
Miguel, Putumayo, 2005, P.895.
Frente a las violencias que se ejercen en el marco de la guerra, las mujeres quedan
reducidas al sufrimiento si viven a merced de los actos de los hombres por obediencia.
Ellos acostumbran a entrar en dinámicas que parecen desvalorizar la vida propia y la
de los demás, tienen a menudo comportamientos que en lugar de proteger la vida, la
ponen en peligro.
Las mujeres quizás somos las más afectadas siempre, somos las que más sufrimos
porque los padres de por sí son padres, pero las mujeres tienen el temor de que
de pronto le vayan a matar a un hijo y que de pronto le vayan a hacer algo a ella.
Por ejemplo, en las veredas sucede mucho que existe mucho el machismo y los
hombres son los que mandan, entonces pienso que son mujeres que no conocen
sus derechos y siempre han vivido ahí estancadas y solamente piensan que si mi
548
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
marido no me deja salir… Y hay hombres muy tercos que les amenazan que desocupen
y prefieren hacerse matar, y si a uno le dan una advertencia esa gente no
está charlando, ellos no tienen piedad de nadie. Medellín, Antioquia, 2002, P.91.
En un recorrido de ida y vuelta que establece un continuo, en los diversos testimonios
se ponen en relación las violencias ejercidas contra las mujeres en el marco del conflicto
armado, con las violencias aceptadas en las relaciones entre mujeres y hombres en el
ámbito de la convivencia.
Pues lo que yo pienso es en lo que ya me han enseñado y el todo es que se publique
esto: hacer saber a las mujeres que tienen sus derechos y que no sigan más
dejándose maltratar por ningún tipo de estas personas. Y que sigan adelante y
que denuncien y dejen el miedo, porque a veces uno no dice nada por el miedo.
Entonces, a mí me gustaría que fueran mujeres que sigan en la resistencia, como
mujeres que sean resistentes y dejen el miedo y sigan adelante, que sepan a dónde
ir. Páez, Popayán, 1986, P.308.
La adquisición de conciencia de algunas mujeres en el proceso de afrontamiento cambió
la relación con ellas mismas; es decir, favoreció que se interpelaran acerca de sus
opciones con respecto a la sexualidad, a la maternidad y, en general, que repensaran sus
cuerpos y sus vidas de mujeres.
Tal vez por eso, las que tomaron conciencia de su ser mujer en contacto con grupos y
organizaciones, valoran la autonomía que les proporcionó el hecho de adquirir conocimiento
de sus derechos. Conocer sus derechos significó reconocer la propia dignidad,
saberse merecedora de respeto y, en este sentido, poder preguntarse por el propio deseo y
establecer los límites del consentimiento en relación con el otro.
Soy de las que pienso que el conocimiento es poder. Si tú conoces tus derechos,
puedes exigirlos, puedes darte cuenta cuando te están violentando. Pienso que
parte de las violencias que viví como pareja fue por desconocimiento. Para mí era
normal, era normal que el día que yo no quisiera, él llegara y me cogiera a golpes
porque era su mujer. Entonces, pienso que el conocimiento que tengamos todas las
mujeres eso nos ayuda a protegernos de todo tipo de violencias. Barrancabermeja,
Santander, 2001, P.166.
Bueno nosotras las mujeres siempre hemos sido discriminadas por el hecho de
ser mujeres, siempre, desafortunadamente. Nosotras eso lo hemos venido a notar
y lo hemos venido a saber a raíz de las capacitaciones y estudio que hemos
ido teniendo; porque yo sí fui violada y fui violada no solo una vez. Melgar,
Tolima, 2004, P.158.
La participación en grupos de mujeres con una orientación feminista ha supuesto para
muchas mujeres un proceso de fortalecimiento al adquirir conocimiento de las formas y
549
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
los canales de la exigibilidad de derechos. Pero también en estos grupos se ha trabajado
en el reconocimiento del propio cuerpo. Por ejemplo, en el siguiente caso, una mujer
indígena que se sitúa en el respeto hacia el carácter sagrado del cuerpo que le transmitieron
sus abuelas, se abre también a los conocimientos que proceden de otras tradiciones
culturales, en este caso el feminismo “occidental”, que ella siente como elementos de
fortalecimiento personal.
Cuando entro aquí a la Ruta Pacifica me fortalezco más, porque aquí me enseñan
cómo colocar una tutela, cómo hacer un derecho de petición, cómo nosotras y nosotros
expresarnos ante una autoridad, cómo reclamar nuestros derechos que nos
corresponden, aquí he aprendido muchas cosas. Mire que hay cosas que uno cree
que porque ya está viejo no aprende, dicen que loro viejo no aprende a hablar y es
mentira, y como uno tiene su conocimiento sagradamente, entonces nadie se lo va
a quitar a una. Pero sí ha sido muy bueno el fortalecimiento de mujer, es que hay
cosas tan bonitas que aquí uno ha aprendido como reconocer el cuerpo de una,
eso es algo importante para nosotras que antes no permitían las abuelas, eso no
le permitían a una, todo era muy sagrado. El cuerpo de una es muy sagrado, eso
es cierto, pero también hay cosas que hay que conocer, dicen nuestros abuelos.
Caserío Monserrate, Caquetá, 2005, P.299.
Asimismo, desde la conciencia política que proporciona el feminismo y la cultura de los
derechos humanos, la mujer que dio testimonio defiende su opción sexual denunciando la
criminalización de la homosexualidad y la negación de derechos a todas aquellas personas
que trasgreden la norma patriarcal de la heterosexualidad obligatoria.
No soy una persona pervertida, soy lo que soy, lesbiana, homosexual, lo que sea.
Pero yo nunca abuso de nadie, yo respeto muchísimo a las personas tal y como
son, quiero la persona que está conmigo y me acepta, tengo mi pareja en este
momento y el hecho que sea lesbiana no quiere decir que yo a todas las mujeres
las irrespeto o anhelo cosas con ellas o eso. Yo soy una persona muy respetuosa
y sé hasta dónde llegar, mis límites. Pero por qué, por el hecho de uno ser solo
homosexual, no tenemos los mismos derechos de una mujer común… lo anulan a
uno por completo. Vereda Zapatero, Huila, 2000, P.773.
Para muchas mujeres, la conciencia feminista ha significado poner en cuestión el rol
asignado a la maternidad que las limita a las tareas domésticas y de cuidado como una
imposición cultural. En el siguiente testimonio la mujer se pregunta si el hecho de haber
ido más allá del rol de madre, probablemente por su compromiso político, es el motivo
de su persecución. Una persecución que se ejerce precisamente a través de la amenaza
contra sus hijas.
¿Será que esto no me corresponde a mí? ¿Será que es un trabajo para los hombres?
¿Será que por eso es que me persiguen a mí? Porque saben que es fácil atacarme a
mí porque yo tengo bajo mi responsabilidad el cuidado de mis hijas. Entonces, ¿ese
550
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
debe ser el rol mío, quedarme en la casa cuidando a mis hijas? Yo traspasé esos roles.
De hecho, como mujer yo también me cuestiono. Turbo, Antioquia, 2000, P.134.
La toma de conciencia feminista se ha materializado en las vidas de numerosas mujeres
como un cambio radical que les ha abierto posibilidades de acción en espacios cada vez
más amplios.
Un cambio, un cambio total, para bien porque pude despertarme como líder social.
Me he empoderado más en el tema de violencia sexual en el cual sufrimos las
mujeres, discriminaciones que sufrimos las mujeres. He intentado hacerlo visible
no solamente en los espacios nacionales, sino en los internacionales. Barrancabermeja,
Santander, 2001, P.166.
Involucrarse en grupos de mujeres en el proceso de afrontamiento de las violaciones de
derechos humanos sufridas ha favorecido el despertar de una conciencia que ha dado a
algunas mujeres herramientas para pensar caminos de libertad. El cambio necesario es la
profunda transformación de la cultura y, como señala el siguiente testimonio, este cambio
tendrá lugar cuando las mujeres dejen de dar crédito a la cultura machista. Es decir, cuando
ellas generen pensamiento y práctica propias sin depender de los hombres, dejando de
ponerlos en el centro de sus vidas.
Entonces, yo creo que es más que nosotras las mujeres seamos totalmente dependientes
de nosotras mismas, no de otras personas y que a través de eso la cultura
cambie, o sea, que las mujeres de ahorita piensen. Uno se pone a hablar con una
mujer casada, por ejemplo me pasa con mi familia, cuando con mi abuela empiezo
a hablar, o con mis tías, y ellas dicen: “es que el marido la deja a una por otra
es porque una no se puede portar bien”. ¿Cómo así? Yo creo que lo primero es
que las mujeres tomemos conciencia de que hay que dejar atrás toda esa cultura
machista. Barrancabermeja, Santander, 1999, P.692.
La apuesta por la paz
Muchas mujeres entrevistadas han canalizado los aprendizajes y la toma de conciencia
derivados de la participación en grupos y las actividades en el terreno de la defensa de los
derechos humanos, el feminismo o el desarrollo comunitario, hacia una firme defensa de
la paz, y una explicitación de las condiciones y los procesos necesarios para alcanzarla.
Las mujeres que se han posicionado contra la dinámica de las armas, no se resignan a la
impotencia. Ellas encuentran rendijas para seguir haciendo resistencia, denuncia y apoyo
a las víctimas directas e indirectas de la violencia.
Lo que pasa es que yo lo asimilo desde este lado; yo me dediqué a prepararme, me
dediqué a tratar de preparar a mis hijos, pero yo me dediqué mucho a la lectura, a
los derechos humanos, a escribir, a hacer bachillerato y a saber que desde las armas
esto no llega a ningún lado. Yo eso sí lo tengo muy claro y yo creo que ahí está la
551
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
valentía de nosotras las mujeres. Porque, a ver, quedarme quieta lamentándome,
con lamentarme y quedarme quieta yo con lamentarme no puedo hacer nada, pero
yo sí puedo poner la voz por las víctimas en otro sitio. Montería, Córdoba, P.90.
Otras mujeres trazan caminos hacia la paz situándose fuera de las dinámicas del conflicto,
para contribuir con ello a abrir un espacio simbólico nutrido por el amor y exento de las
dicotomías amigo/enemigo.
A mis amigas, no apoyar ningún bando ya sea legal o ilegal. No apoyarlos dándole
hijos, tratar al máximo de no inmiscuirse con ningún bando que no trae
nada bueno de ninguna parte. Ese sería mi mensaje y de brindar mucho amor a
sus hijos para que no sean simpatizantes de esa gente, de ningunos. Puerto Asís,
Putumayo, 2006, P.526.
Desde el lugar político de la ajenidad respecto de los bandos enfrentados en la guerra,
muchas mujeres se interrogan sobre la falta de salida de una lógica que devalúa la vida
y la muerte cuando se trata del enemigo. En su lógica, en cambio, los guerrilleros y los
soldados son seres humanos iguales, en tanto que hijos de mujer.
A mí lo que me pone a pensar y esto me cuestiona es, y te lo tengo que decir, me
cuestiono, desde mi lectura, desde mí, desde lo que leo, desde lo que escribo. Y es,
cuando las FARC o cuando los grupos armados como la guerrilla, matan dos soldados,
tres, cinco o los que sean, se arma un alboroto, pero cuando matan 15 o 20 guerrilleros,
eso se tapa y son seres humanos. Yo me voy es porque son seres humanos,
porque para mí vale tanto la mamá del guerrillero, para mi es tan ser el guerrillero
con su ideología, para mi vale tanto el chico del ejército que le gustó la apuesta y
que se fue pensando que le podía servir a la paz del ejército. Y ¿cuál de los dos está
equivocado? Yo no sé cuál de los dos está equivocado, a lo mejor la equivocada soy
yo, que no le ve a esto, como salida a la cosa. Montería, Córdoba, P.90.
Frente a la impotencia que genera la violencia al despojar a las personas de los vínculos
y los medios de vida, las activistas proponen unirse para trabajar por la paz favoreciendo
la participación y el trabajo comunitario para no quedarse al margen de los procesos
colectivos que la construyen. La consecución de la paz y la garantía de no repetición de
los hechos pasa por no consentir que continúe el sufrimiento de la gente. Esto significa
romper el silencio, denunciar los hechos y a las personas que actuaron, y siguen actuando,
como victimarios destruyendo otras vidas.
Va viendo más allá qué hay en la vida, porque si nos quedamos ahí no hacemos
nada, si nos quedamos callados, por poner una comparación que otra persona
esté sufriendo, está llevando y uno se calla ¿No? si ella está sufriendo lo mismo
estoy haciendo sufrir. Lo que estamos viviendo hoy en día, es decir, que yo quisiera
como gritar a los cuatro vientos ¡ya no más! ya no queremos más, queremos es
vivir en paz y con tranquilidad, pero ya no más esto que estamos viviendo. Vereda
la Petronila, Quindío, 1997, P.776.
552
La Verdad de las Mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia
La apuesta política por la paz emerge en muchos casos de lo intolerable de la violencia y
la injusticia. Apostar por la paz es hacer que en el presente haya espacio para el amor, pero
sobre todo hacer posible para la descendencia un modo de vida que no instrumentalice a
las personas preparándolas para la guerra por medio de divisiones, estereotipos sexistas o
formas de consumo forzado.
Es una apuesta política que valga la pena el amor y le apostemos a la paz. A que
mi nieta, mis biznietos y toda mi descendencia de ahí para arriba, no se dedique a
parir hijos para la guerra. Que nos podamos movilizar, que no tengamos fronteras
invisibles, que puedan estudiar los muchachos, que las muchachas no sean vistas
nada más porque se ponen la faldita, alta o cortica, no, sencillamente que podamos
ser personas, es que no somos personas, somos objetos de un sistema global consumidor
no más. Es que el ser humano se mida como tal. Montería, Córdoba, P.90.
En el camino hacia la paz se ha empezado a hacer un trabajo de memoria porque para
alcanzarla hay que conocer la verdad para que las víctimas sean recordadas y para que las
atrocidades cometidas no queden impunes.
Bueno, pues, inicialmente me apegué fue como a la memoria de las víctimas. Hicimos
un trabajo muy grande en la recuperación de la memoria allá, con un salón,
que se llama el salón del Nunca Más. Donde quisimos plasmar la memoria de todas
las personas que fallecieron, que desaparecieron, o las víctimas de algún tipo
de tortura. Entonces, en nombre de ellos, uno dice listo, ellos murieron allá, pero
uno no puede dejar que esto siga impune. Entonces se apega uno mucho al trabajo
de querer conocer la verdad, qué pasó, por qué nosotros, por qué a nosotras. San
Miguel, Putumayo, 2005, P.895.
Desde la experiencia de la pérdida de seres queridos, en especial de hijas e hijos, numerosas
mujeres entrevistadas manifiestan el deseo de que hechos tan dolorosos como los que
ellas han vivido no vuelvan a suceder.
Entonces yo creo que sería muy importante que todas las mujeres colombianas
nos uniéramos, hiciéramos, digamos así como lo digo yo, las niñas que todavía no
son madres, que la juventud que va creciendo, unirse a este grupo para que el día
de mañana de pronto no vaya a pasar con los hijos, los futuros hijos que vengan
adelante no vaya a pasar lo mismo. Sardinata, Norte de Santander, 2003, P.788.
El trabajo de reconstruir, conservar y hacer emerger la historia de las víctimas responde
a la voluntad de que la verdad se conozca y los hechos no queden impunes. También tiene
una función de transmisión de esa historia entre generaciones, para que no se vuelva
repetir.
En otra dimensión más reflexiva se da un sentido político a la memoria y el olvido como
formas de aprender y desaprender de la experiencia humana. También se verbaliza la con553
Capítulo 5.Afrontamiento y resistencia de las mujeres
ciencia de estar dando claves para componer el relato histórico que deben recibir las generaciones
posteriores. Un relato que les ayude a comprender lo sucedido desde voces canceladas
en los discursos históricos que habitualmente se escriben desde la mirada del poder.
Entonces no sé en qué irá esa cuestión, pero sí es rico y de verdad que me alegro
que nos dejaran todo este proceso [esta comisión de la verdad], para que los hijos,
nuestras futuras generaciones, tengan qué leer. Y como nosotros miramos la
historia de Simón Bolívar y todos esos patriotas, ellos también miren la historia.
Porque nosotros también vamos a ser historia, los de esta época, los de este siglo,
el siglo venidero ya son las nuevas generaciones, entonces nosotros pasamos a
la historia, para que al menos haya una evidencia, para que haya ese relato, esa
historia que nos tocó vivir en este siglo. Líbano, Tolima, 2001, P.162.
Los recorridos de experiencia de mujeres que sufrieron violaciones de derechos humanos
y afrontaron sus impactos las llevaron a acceder a espacios y a jugar papeles no previstos
para ellas por el sistema patriarcal predominante. En estas nuevas trayectorias abiertas en
sus vidas entraron en contacto con organizaciones, grupos y personas que además de darles
apoyo, las acercaron a otros modos de entender el mundo y de comprometerse contra
la injusticia y en la defensa de los derechos humanos. Esto significó para muchas de ellas
adquirir conciencia del hecho de ser mujeres y dar un significado político a su experiencia
y a su compromiso.
Todas estas experiencias que muestran la riqueza de los recorridos de las mujeres y sus
aprendizajes para afrontar el impacto de la violencia, deben ser ahora parte de los recursos
y las experiencias para construir la paz.

El presente informe se basa en la experiencia de más de 1000 mujeres entrevistadas y
de 9 casos colectivos, en el proyecto de Comisión de Verdad y Memoria de Mujeres
Colombianas. Se trata de experiencias narradas en primera persona de un grupo muy
amplio de mujeres de diferentes regiones del país, parte de la población civil, que han sido
víctimas de graves violaciones de derechos humanos y que han sobrevivido en el contexto
histórico de guerra interna que desde hace cinco décadas tiene lugar en el país.
La verbalización de la memoria de esta experiencia tiene una doble intención: decir “lo que
ocurrió” dando a conocer “lo que me ocurrió”. No se trata sólo de dar testimonio sobre los
hechos acaecidos, sino de contar la vivencia subjetiva de estos hechos en la experiencia
única e irrepetible de cada mujer entrevistada, de recoger las consecuencias en sus vidas,
sus visiones de la violencia, sus demandas y propuestas. Las mujeres víctimas no solo
hablan de su sufrimiento, sino también de su resistencia, de sus esperanzas y sus ideas para
hacer posible otra Colombia. Esta es una verdad y una memoria que no solo dan cuenta de
lo que han vivido las mujeres, sino que se orientan a la transformación de sus vidas y de
la sociedad.
La Comisión de Verdad y Memoria de Mujeres Colombianas contó con el apoyo financiero de:

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